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Libro electrónico68 páginas42 minutos

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Belanjio es un joven cadete que hace parte de un grupo clandestino con chicas de una hermandad. Investigarán la misteriosa desaparición de jóvenes genios de Zarabanda, ciudad que deberá enfrentarse a su primera revolución industrial con uno de los primeros grandes desarrollos: La Radio. Historia romanti-trágica.

IdiomaEspañol
Editorialjuan manuel sosa
Fecha de lanzamiento20 abr 2025
ISBN9798230972426
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    Málore - juan manuel sosa

    1 -  La Escuela Militar y La Hermandad

    Un pasillo inmenso limitado por pilares que sostenían arcos de ladrillo rústico. Parecía más viejo de lo que en verdad era, de manera intencional. No había acabados ni pañete, pero sí enredaderas floridas conquistando las ranuras entre los tabiques. Algunas ya habían llegado a la mitad de la altura de los arcos. Más allá del pasillo, la luz del sol hacía resplandecer el jardín y la fuente en medio. El contraste con la fresca penumbra del pasillo se volvía cegadora hasta que alguna nube traviesa escondiera al astro rey.

    No obstante la atípica belleza del lugar, este prestaba servicio para fines no necesariamente estéticos. Allí devenían los quehaceres de una Escuela Militar. Los jóvenes llenaban los espacios, vestidos todos de negro con cuellos rectos y cortes de cabello muy a ras. La única cosa que rompiere la monotonía de sus uniformes eran las inscripciones de color gris con el nombre de su escuela. Se trataba de caracteres que para ojos de un profano, como usted y como yo, no pasaban de ser caprichosos trazos cruzándose al azar.

    Pero había días en que el negro mate de la marea humana que formaban los estudiantes se alegraba con algunos puntos de angelical blanco. La escuela era visitada con relativa asiduidad por algunas las chicas del La Hermandad de Artemisa, instalada en el otro extremo de la pequeña ciudad rural de Zarabanda, donde ambas instituciones existían. Al principio, la presencia de las estudiantes no tenía una causa conocida por la población masculina local. Igual no la necesitaban para formar cómicos alborotos al ver los grupos de cuatro a seis muchachas entrando a sus dominios. Parecía que todos ellos se enamoraban de las visitantes con solo verlas. Y es que además del color blanco de sus vestidos, ellas mismas eran de piel blanca, rubias y zarcas. Entre los internos de la Escuela Militar no figuraba ninguno con tales características. Todos eran de piel trigueña y cabello castaño o negro. Era como si los extremos este y oeste de aquél poblado fueran lo que en nuestro mundo son continentes diferentes. Pero eso era lo natural allá.

    2 -  El mural de peces

    Uno de los muros que cobijaba con sombra al comedor de la Escuela Militar, estaba garabateado de lado a lado con dibujos. Los altos mandos siempre creyeron que aquello era arte aportado por uno de los estudiantes: Chiribiku. Pero no era arte, era burla. A la mirada de un ajeno, el muro se vería como la representación abstracta de un estanque, puesto que todos los dibujos eran de peces. Sin embargo los estudiantes sabían que cada pez representaba a algún alumno, y tenía muy bien marcadas las gracias que hacía especial a ese alguien. A Serenye, se le identificaba porque su respectivo pez tenía gruesos lentes; a Asrael, porque su pez tenía dientes de conejo; a Cuzumbo, porque su pez estaba durmiendo y a Píciril porque su pez era gordo. Casi todos tenían su pez pintado por Chiribiku, y quienes no lo tenían, aguardaban temerosamente el suyo.

    Los jóvenes cadetes sabían que Chiribiku, aún pareciendo tosco y agresivo, tenía como intención mantenerse a salvo de otros. Su mayor hazaña en la vida había sido y bien, podría serlo siempre, ese mural. Así que su obra pasó a ser percibida por la comunidad como aquella expresión de Chiribiku que de ninguna otra forma hallarían, luego; no solo se la permitieron sino que la celebraban, con discreción.

    3 -  Málore

    Belanjio estaba cautivado por una de las esporádicas visitantes en especial. A ellas no las dejaban inmiscuirse

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