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EL DESPERTAR DE LA CONCIENCIA: LAZOS DE SANGRE
EL DESPERTAR DE LA CONCIENCIA: LAZOS DE SANGRE
EL DESPERTAR DE LA CONCIENCIA: LAZOS DE SANGRE
Libro electrónico480 páginas5 horas

EL DESPERTAR DE LA CONCIENCIA: LAZOS DE SANGRE

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Un joven estudiante tártaro es reclutado, contra su voluntad, por la siniestra KGB y después de un duro entrenamiento es enviado a Inglaterra, allí tiene la oportunidad de conocer la triste realidad de la organización y del país al que pertenece. Ha conocido a una atractiva joven española y se enamora de ella. Ambas causas le incitan a desertar y refugiarse en Galicia.
Para evitar represalias contra su familia, simula un accidente mortal y cambia de identidad.
Muchos años después, cuando la URSS implosiona, se decide contactar con su familia, para recibir la triste noticia de que su madre ha fallecido y su padre está seriamente enfermo. Decide que tiene que regresar para acompañar a su padre en sus últimos meses de vida.
Esta visita despertara su adormilada conciencia, y a fortalecer los lazos de sangre que le atan a sus raíces, las charlas con su padre le hacen conocer, de primera mano, como el comunismo destruyó a su familia materna, que pasó de ser unos acaudalados terratenientes a pobres de solemnidad, y a enterarse de las atrocidades cometidas en nombre de la Madre patria, su padre le hace ver la historia de su país tal como es.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 oct 2023
ISBN9789403687773
EL DESPERTAR DE LA CONCIENCIA: LAZOS DE SANGRE

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    EL DESPERTAR DE LA CONCIENCIA - E Larby

    I EL ESPÍA QUE VINO DEL FRIO

    Me llamo Azat Dalmilnov Sultanov, soy ciudadano español nacido en Kazán, la capital de la república de Tartaristán, en abril de 1960, mis padres se llaman Dalmil Amirov Sultanov y Amina Sultanova.

    Mi padre era un alfo funcionario en el ministerio del interior, por lo que teníamos algunos privilegios. Estábamos en plena guerra fría y la escasez de alimentos y otros artículos necesarias para la vida diaria escaseaban o simplemente no existían. Pero a nosotros no nos faltaban.

    Las estanterías de las tiendas estaban vacías y la gente de la calle pasaba muchas penurias.

    Hasta que fui a la Universidad en Moscú mi vida transcurrió en Kazán, allí asistí a la escuela Kazanskaya kandeskaya shkola, en la que cursé el equivalente ruso al bachillerato español.

    De mi infancia solo tengo recuerdos agradables, solo ahora, a estas alturas de mi vida, puedo evaluar lo perverso del modelo soviético. La declaración de una ministra/ministre española diciendo que los hijos no pertenecen a los padres me ha retrotraído a una situación que en mi niñez no le daba mayor importancia, pero que ahora, que tengo hijos, me doy cuenta de lo dañina que podía haber sido en mi relación con mis padres.

    A partir de los siete años de edad y hasta los dieciséis mis padres me enviaban, habría que decir que eran obligados a enviarme, los tres meses de verano a un campamento cerca de Kazán que estaba situado en un bosque cerca de un rio.

    Los campamentos de verano tenían como finalidad principal crear al nuevo hombre soviético.

    Teníamos un régimen cuasi militar.

    El objetivo primordial de estos campos era producir miembros para la sociedad socialista con una ideología arraigada y que fueran constructores del comunismo. Por ello se invertía mucho tiempo en actividades ideológicas y de «información política». Sin embargo, esa no es la principal razón por la que los pioneros los recuerden con tanto cariño.

    El campamento al que yo asistía estaba situado en la masa forestal de Boroboye Matyushino en la orilla izquierda del rio Volga, el campamento estaba situado a unos 40km de Kazán.

    Entre mis recuerdos están que el deporte y la salud estaban considerados como temas muy importantes, pero también lo era insuflarnos el espíritu patriótico, todos los días, a la salida del sol, asistíamos al izado de la bandera e igualmente lo hacíamos a la puesta para el arriado de la enseña nacional, en aquella fecha la bandera roja con los símbolos de la hoz y el martillo.

    A veces nos enviaban a las granjas agrícolas colectivas para ayudar en la recogida de la fruta, manzanas y melocotones. Por la tarde-noche se organizaban actividades lúdicas, competiciones y bailes. En el interín de estas actividades había tiempo para el adoctrinamiento político e ideológico.

    A los mayores nos enseñaban a montar y disparar un Kalashnikov.

    Tenía ambiciones, muchas ambiciones así que cuando terminé el bachiller quise estudiar en la Universidad estatal de Moscú, más conocida como MSU (Moscow State University), y que su CMC (Computational Mathematics and Cybernética) departamento estaba catalogado como el mejor del país.

    Hoy en día, hay 20 Departamentos en CMC MSU: Física Matemática, Métodos Computacionales, Tecnologías Computacionales y Modelado, Automatización de la Investigación, Matemáticas Generales, Análisis Funcional y sus Aplicaciones, Sistemas Dinámicos No Lineales y Procesos de Control, Investigación de Operaciones, Control Óptimo, Análisis de Sistemas, Estadística Matemática, Métodos de pronóstico Matemáticos de Cibernética Matemática, Sistemas Informáticos y Automatización, Lenguajes Algorítmicos, Programación de Sistemas, Supercomputadoras e Informática Cuántica, Seguridad de la Información, Tecnologías Inteligentes de la Información y Departamento de Lengua Inglesa.

    Gracias a las influencias de mi padre y mi buen currículo escolar me admitieron. Fueron cuatro años duros, durísimos, de mucha exigencia y sacrificio, la entonces URSS se había enfrascado en una carrera espacial suicida con los Estados Unidos, querían formar a técnicos y científicos y ganar la carrera espacial. El prestigio, no solo del país, sino del comunismo estaba en juego.

    Yo en aquel entonces no me percaté de lo absurdo de esa competición, era joven ambicioso y tenía ante mí un futuro sin carencias. Los científicos participantes en esta suicida competición vivían en ciudades especiales, construidas para ellos solos y gozaban de todos los privilegios, no escaseaban los alimentos, cosa que el pueblo llano echaba en falta, gozaban de amplias y confortables casas, conducían su propio automóvil, eran unos nuevos ricos.

    Me las prometía muy felices.

    Pero todo se torció a partir de mi segundo año de carrera.

    Un día que paseaba por el campus me abordaron dos señores, iban bien trajeados, afeitados, su pelo brillaba por loa gomina, parecían dos respetables caballeros, o eso me parecieron en principio.

    Me abordaron y amablemente me pidieron que le dedicara unos minutos de mi tiempo.

    Me explicaron que eran oficiales de reclutamiento que observaban y evaluaban a los posibles candidatos en sus lugares. de trabajo o estudios, sin que los escrutados sospecharan que estaban siendo evaluados para trabajar en el KGB.

    Habían llegado a la conclusión de que yo era una persona con mucho potencial, mi carácter retraído y reservado, junto con mi capacidad de observación y mi futura formación me hacían un candidato especial para trabajar al servicio de la madre patria.

    Mi aspecto poco llamativo me haría pasar desapercibido en el mundo masculino, pero que tenía cierto atractivo para el femenino. Y que esta cualidad me hacía ideal para el tipo de trabajo que tendría que realizar.

    Mi aspecto de joven desvalido, eso decían, despertaría en las féminas su instinto maternal y protector, por lo que se sentirían impulsadas a acogerme en sus senos, sería una fuente de información muy interesante.

    Yo era alto, pelirrojo, de piel muy blanca y ojos verdes, un verde esmeralda. Espaldas anchas y piernas musculosas y alargadas. Al parecer resultaba atractivo para las féminas, aunque yo por mi carácter reservado y tímido nunca había tenido esa sensación. Procedía de la rama de los Enikeev cuyo árbol genealógico alcanzaba hasta el siglo XVII.

    Yenikeyev o Enikeev familia noble tártara muy reconocida en el Imperio ruso. Tiene sus orígenes en un famoso general tártaro. Murza Yenikey Tenishevich Kougushev, que vivió a mediados del siglo XVI en Kazán, y también fue un jefe militar en 1668 en Temnikov. Reinó después de la muerte de su padre, el príncipe Tenish, en 1539. Yenikey tuvo cinco hijos:, i Kulldyashev Kobyak, Emmamet, Sabbak e Ishmamet.

    La familia pertenece al grupo étnico del clan de los Mishars.

    El título de nobleza le fue otorgado en 1613 por el primer zar de Rusia Miguel I (Mijail Fiódorovich Románov, 1596-1645), que todos los miembros de la familia llevaron hasta la revolución. Los Enikeev devinieron en los Teregulov, a través de casamientos y a ellos me referiré en el futuro.

    Los descendientes de la familia residen en el territorio de Rusia, en el Repúblicas de Tartaristán, Mordovia, Bashkortostán, Uzbekistán, Turkmenistán, así como en Gran Bretaña, la Estados Unidos y Finlandia.

    Una mujer de este grupo se casó con un tal Sultán y de ello proviene mi rama familiar los Sultanov

    Pregunté: ¿y, en el caso hipotético de que acepte, Para quién trabajaría? La respuesta fue: «Para la seguridad del estado». No hacían falta más palabras, todo el mundo sabía en la URSS que organismo mantenía la seguridad del estado. La, supuestamente secreta, pero muy conocida y mucho más temida KGB (Komitet Gosudárstvennoy Bezopásnosti).

    Muy cortésmente les di las gracias y les expliqué que mi ilusión era trabajar en la SSSR que era la agencia espacial rusa.

    Entonces su tono cambió drásticamente, ya no eran los amables y educados caballeros, ahora eran unos prepotentes y descarados chantajistas. Muy fríamente, tan fríamente que me hicieron sentir escalofríos me dijeron: «A la madre patria no le importan sus ilusiones, lo que le interesa es el servicio que usted le puede ofrecer».

    No pude menos que pensar cuantos desmanes se han cometido, no solo en Rusia sino en el universo, en nombre de la madre patria. Revoluciones, guerras civiles, usurpaciones del poder en virtud de esa frase.

    Continuaron diciéndome: «Joven usted tiene ante sí un futuro brillante, ¿no querrá echarlo a perder?, lo pueden expulsar de la universidad y verse envuelto, usted o su familia, en algún accidente desagradable».

    El chantaje era transparente y cristalino, o aceptaba o me atendría a las consecuencias de tal negativa.

    Esta institución, el KGB, bajo la dirección de Beria mantenía un férreo control contra todo lo que representase un peligro, supuesto o real, sobre el régimen comunista. Hasta el más mínimo comentario negativo o sarcástico era terriblemente castigado. Los gulags se multiplicaban cada año, las condiciones en estos «campos de reeducación» eran terribles. Los recluidos allí morían a millares, víctimas de malos tratos, desnutrición y enfermedades.

    Beria era el jefe de la policía y del servicio secreto (NKVD) y ejerció el cargo desde 1938 hasta su destitución y ejecución en 1953.

    Su gestión estuvo relacionada con la más sangrienta represión estalinista llevada a cabo durante la gran purga. Hasta el punto de que Beria fue apodado el Himmler ruso comparándolo con el gran criminal nazi.

    Solo escuchar la palabra Gulag hacía estremecerse a los ciudadanos. La denominada Dirección General de Campos y Colonias de Trabajo Correccional era la rama del NKVD que dirigía el sistema penal de campos de trabajos forzados.

    El Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos más conocido como NKVD (Naródny Komissariat Vnútrennij Dpto.), era el departamento gubernamental soviético que se ocupaba de los asuntos internos en la Unión Soviética, el servicio secreto para el interior. Dependía del MVD el ministerio del interior

    Además de sus funciones de seguridad del Estado y de sus funciones policiales, algunos de los departamentos del NKVD manejaban otros asuntos, como transporte, bomberos, guardia fronteriza, etcétera. Todas estas tareas eran tradicionalmente asignadas al MVD.

    Tuve que aceptar su propuesta.

    Establecieron un programa de entrenamiento.

    De lunes a viernes me dejarían libre para que me concentrara en los estudios, me informaron que era esencial que me interesara principalmente por el tema de computación, telecomunicaciones y redes sociales.

    Los fines de semana era para ellos, les pertenecía.

    Me entrenaron en cómo seguir a un objetivo sin ser detectado y a como detectar a mis seguidores, pusieron especial hincapié en el tema de seducción, como hacer que las mujeres se sintieran cómodas y confiadas, nunca insinuar nada sexual, dejar que ellas tomaran la iniciativa en ese terreno, ser cortés, amable y muy respetuoso.

    Al principio no entendía que tenía esto que ver con mi condición de agente de la KGB.

    Me hicieron agudizar mis dotes naturales de observación y de cómo observar sin ser descubierto, nada de gafas, eso estaba muy manido por las películas, natural, aire distraído, despistado, hasta si hacía falta algo alelado. Practicaba el inglés, por esta insistencia sospeché que me enviarían a algún país angloparlante, como me hicieron aprender los usos y costumbres de los ingleses sospeché que sería Londres mi primer destino.

    Me hicieron estudiar temas culturales, de teatro, ballet, literatura, pintura y bailes y festejos de aquel país. Sería enviado como Agregado cultural en la embajada de la URSS en Londres, la tapadera que normalmente utiliza el SVR, el servicio de inteligencia exterior.

    Me hicieron memorizar todo el entorno alrededor del ministerio de defensa británico, ¡sus funcionarios femeninos serían mi objetivo principal!, tenía que seducirlas y sacarles toda la información posible.

    Para ello tendría que ser un parroquiano asiduo de todos los pubs de la zona. Me enseñaron en que sitio debería sentarme, nunca de espaldas a la puerta, a ser posible en un rincón desde pudiese controlar todo el recinto y sobre todo las puertas.

    Me mostraron fotografías, sumamente detalladas de los pubs en la zona de Whitehall, los más próximos al ministerio de defensa. Me obligaron a memorizar todos los detalles de cada uno de ellos. Así conocí al detalle la ubicación y distribución de la barra y las mesas.

    La lista era bastante amplia, parecía que la distracción favorita de los ingleses era emborracharse en público, la lista incluía locales como el Equus, Bassoon bar, el Body´s Grill, Walkers of whitehall, el Silver Cross, Old stades, el Clarence y el Spoon under the wáter.

    Y finalmente me aleccionaron sobre el enemigo a batir, el famoso MI5, el servicio de seguridad interior del Reino Unido, su estructura, los hábitos de sus agentes, y sobre todo el cuerpo de vigilantes, una sección de élite, que vigilaba y controlaba a todos los empleados de la embajada rusa. Eran sumamente eficaces e indetectables. Podían ser mortales

    Mientras que en los dos primeros años de estudio el foco principal se centraba en la formación básica en matemáticas y programación teórica y aplicada, en su tercer año, los estudiantes nos teníamos que especializar en un área importante, asistiendo a seminarios especiales en el departamento que elegíamos y trabajando bajo la guía de un asesor científico.

    Tecnología de programación paralela y computación de alto rendimiento. Tecnologías de Internet aplicadas. Big data: infraestructuras y métodos. Sistemas de Información Abiertos. Computación avanzada y redes. Estos fueron los temas que me recomendaron, es decir me exigieron que seleccionara.

    ¡Habían matado mi inocencia!

    Pero me tuve que aplicar en los estudios, aunque me costaba concentrarme, hacía esfuerzos sobrehumanos para estudiar y aprobar, y, además, me habían insistido una y otra vez tenía que hacerlo con buenas notas, y enfatizaron: «¡Entre los 20 mejores!».

    Terminé los estudios en el puesto 15. Ellos estaban felices, exultantes, pero yo me sentía roto, desmoralizado, mi vida había sido truncada, estaba en un callejón sin salida, era como las hojas de los árboles en otoño, zarandeado por un viento que yo no había deseado ni cosechado. Y así comenzó mi andadura por ese tenebroso mundo del espionaje.

    II EL DESPERTAR DE LA CONCIENCIA

    Como ya había sospechado mi primer destino fue Inglaterra, sería el agregado cultural en la embajada de la URSS en ese país.

    De entrada, ya me pareció una estupidez, en todos los relatos de espías, novelas y películas, el agregado cultural era siempre el jede de los espías, fuese de la CIA americana, del MI6 inglés y por supuesto de la KGB. Como ya, antes incluso de empezar, empezaba a estar hastiado de mi labor no puse objeciones. En mi cabeza empezaba a madurar otros planes.

    Llegué a Londres un caluroso día de mayo de 1984 con el nombramiento de agregado cultural en la embajada de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en Inglaterra y Gales bajo el brazo.

    En los cursos de la KGB me habían imbuido la imagen de que los ingleses nos odiaban a muerte y al mismo tiempo nos despreciaban, una contradicción en sí, pero que aquellos tiempos no reparé en ello. Me inculcaron qué, para los británicos, cualquier pasajero proveniente de los países del Este de Europa eran potenciales espías, en mi caso no estaban equivocados.

    Cuando presenté mi pasaporte diplomático en el control de pasaportes observé como el funcionario movía el brazo derecho hacía abajo. Intuí que estaba accionando la cámara oculta que fotografía a todo sospechoso. Colegí que mi fotografía estaría en breves segundos en los archivos del MI5 en el apartado de espías soviéticos. Pronto estaría en el punto de mira de los famosos Vigilantes.

    Un funcionario de la embajada con un cartelón con mi nombre me esperaba y en el coche oficial de la embajada me condujo al recinto diplomático.

    Al entonces embajador Viktor Popov, diplomático de carrera, no le gustaban los espías, y mucho menos tenerlos en su embajada usurpando el puesto de agregado cultural, así que me recibió fríamente, yo diría que gélidamente, después de unas palabras de cortesía, ordenó a su ayudante que me condujera al que sería mi despacho. Se despidió cortésmente, pero no me dedicó una sola palabra deseándome suerte o de que lo mantuviera informada. Para él yo solo era un incordio.

    El habitáculo era pequeño, con un ventanal a un patio interior y de unos 3 metros de ancho por dos y medio de largo. Así me demostraba Popov el desprecio que sentía por los espías.

    El KGB me había instruido, someramente, sobre las tareas que como agregado cultural tendría que ejercer:

    Diseñar e instrumentar el programa de promoción y cooperación entre las culturas de los dos países.

    Construir los puentes de entendimiento y cooperación entre las comunidades creativas, académicas y culturales de ambos países.

    Crear las sinergias que permitieran la expansión de los grupos culturales soviéticos. (Esto para mí era una incongruencia. ¿Cómo se podía permitir la expansión de unos grupos culturales a los que raramente se les permitía salir del país?

    Cada vez veía más incongruencias en todo. Empezaba a convertirme en un crítico.

    También me aleccionaron sobre otras funciones a las que no di importancia alguna.

    Yo me concentraría en cumplir mi trabajo y mi principal objetivo era el Ministerio de Defensa del Reino Unido.

    Cuando recibí los nuevos y sofisticados equipos de comunicaciones, escuchas e intercepciones instalé el centro de control en los sótanos de la embajada.

    Empecé mi deambular por los más concurridos pubs cercanos al ministerio, en los primeros días frecuenté todos los pubs que tenía en la lista, pero para no dispersarme me concentré en los dos que me parecieron eran más apropiados, había más concurrencia de chicas y estas parecían secretarias o funcionarias del ministerio, así me hice asiduo del Equus y del Clarence.

    Me sentaba, siguiendo las instrucciones recibidas, en un rincón, controlando la entrada, aparentaba pintar en mi cuaderno de dibujo, pero en realidad lo que hacía era hacer un perfil de aquellas chicas que me parecían más abordables, más fáciles de manipular.

    Luego discretamente, indicaba a un miembro de mi equipo cual era el objetivo al que había que seguir, este la seguía hasta averiguar donde vivía, luego la sometía a vigilancia, uno de mis hombres estaba desde la mañana temprano esperando verla salir, y muy discretamente la seguía hasta su lugar de trabajo. Era una tarea ardua, poco reconfortante, aunque tediosa, pero era la única forma de conocer si era un objetivo o había que desecharla. Para asegurarnos que no la perdíamos instalábamos en su vehículo un aparato GPS y arriesgándonos a ser descubiertos, nuestro «manitas» abría la cerradura de la puerta del coche e instalaba un sofisticado y diminuto aparato de escucha, justo enfrente del volante y debajo del salpicadero.

    De esta forma encontramos a una inglesa que engañaba a su marido con un compañero de trabajo, que también estaba casado, y ¡los dos eran funcionarios del ministerio de defensa inglés! No nos costó mucho «convencerlos» de que tenían que colaborar, eso y la promesa de cuantiosas donaciones no les hizo dudar demasiado.

    En las inmediaciones de la embajada americana, que estaba, y está, situada entre la carretera A3205, Ponton Rd y Viaduct Garden, nos concentramos en los pubs Darby y The Alchemist Embassy Garden.

    Allí seleccionamos a una pelirroja con pecas, que no se recataba de expresar en voz alta sus sentimientos anti globalistas y que, gracias al sistema de escucha, nos enteramos de que era una ludópata incorregible y arrastraba unas deudas imposibles de satisfacer. Fue nuestro tercer activo.

    Una rubia exuberante, bebedora empedernida y muy ansiosa de sexo, mantenía unas tórridas relaciones con un saudita simpatizante de Al Qaeda y sospechoso de actos de terrorismo, información que por supuesto sus jefes en la embajada americana ignoraban por completo. No tuvimos que hacer ningún esfuerzo para reclutarla.

    En el área cercana a la embajada alemana, situada en Qhesham, muy cerca, por cierto, de la Embajada española, escogimos, como centro de operaciones The Star Tavern y el the Alfred Tennison Pub.

    Allí no encontramos nada interesante y pronto decidimos abandonar este potencial lugar de reclutamiento.

    A nuestros cuatro activos les colocamos unos diminutos pero potentísimos artilugios grabadores, que instalamos en los bolsos de las mujeres y las instruimos para que lo tuviera siempre sobe su mesa y los llevaran siempre cuando fueran a los lavabos. Sabíamos que a las mujeres les gusta mucho comentar cosas en los lavabos. Sueltan la lengua con bastante facilidad.

    Al hombre se lo instalamos en sus gruesas gafas de concha.

    La información que nos pasaron no la podíamos creer, nos enteramos del poderío real de la OTAN, que resultaba mucho más poderoso que lo estimado por el servicio militar de inteligencia soviético.

    Pero lo que más nos sorprendió fue el escaso conocimiento que tenían de nuestro verdadero potencial militar, o al menos eso parecía, a pesar de los vuelos de espionaje de sus aviones espías U2, que nuestro sistema de defensa aérea captaba, pero ante los que, por su altura de vuelo de más de 22.000 metros, ni nuestros cohetes tierra aire, ni nuestros modernos cazas a reacción, podían hacer nada, solo seguirles el rastro; esto estaba causando una gran impotencia y frustración entre el personal del cuerpo de protección de fronteras.. Para añadir más ignominia al tema, la gran autonomía de estos aparatos más 4.800 kilómetros, les permitía barrer todo el espacio aéreo soviético como si estuvieran en un amistoso paseo.

    Todo nuestro poderío militar, tanto naval como en términos de número y capacidad de nuestros misiles, todo estaba sobre valorado, excesivamente aumentado. El número de submarinos nucleares que calculaban teníamos era el doble del real y el número de misiles nucleares intercontinentales lo duplicaban.

    Yo sabía que un eminente científico soviético, no sé la razón porque lo hizo, había filtrado a los ingleses un informe sobre las capacidades reales de nuestro poderío militar, sus carencias y sus fallos, y que los británicos, por supuesto, habían pasado a sus «primos americanos», un voluminoso dossier sobre la capacidad real del poderío soviético, las numerosas deficiencias y problemas que, sobre todo, los misiles tenían, los accidentes mortales que se habían producido en el centro de lanzamiento o cosmódromo de Baikonur, e incluso el número de submarinos nucleares, misteriosamente desaparecidos en el mar y de los que nunca se volvió a saber nada de ellos.

    El nombre de Baikonur fue un astuto ardid, los americanos relacionaron el nombre con la ubicación del cosmódromo en la localidad del mismo nombre y no en su ubicación real en Turiatam en la provincia de Kyzilorda en Kazajistán Por ello dirigían sus vuelos espías hacia la ciudad de Baikonur.

    Pero yo ya era consciente de que el poderosísimo complejo industrial-militar, como lo había advertido el presidente Eisenhower en su discurso de despedida de la presidencia en el año 1961, con la colaboración del Pentágono y de la CIA habían influido para que el mandamás americano lo considerase una añagaza de los soviéticos para aparentar la debilidad de nuestro poderío militar, y decidieron, no solo continuar con esa disparatada carrera espacial sino aumentarla en proporciones gigantescas. Como decía yo, y algunos otros dirigentes soviéticos, sobre todo los más jóvenes, sabíamos que esa criminal y suicida carrera espacial y armamentista estaba llevando a la URSS al colapso económico y a la bancarrota.

    Ya en 1966 el entonces dirigente de la Unión Soviética Brézhnev se había percatado de que el rumbo que llevaba el país lo conducía inexorablemente a la bancarrota e intentó llegar a una entente cordiale con las potencias occidentales. La paranoia americana y los intereses del complejo militar-industrial hizo todo lo posible por impedirlo y así se frustró terminar con la guerra fría mucho antes de cuando se hizo.

    Pero una vez más el ego y la arrogancia de algunos de nuestros dirigentes los impulsó a continuar con esa alocada carrera a sabiendas de que a la postre sería la ruina del país, pero ellos ya no estarían, nadie les pediría cuentas, nadie les juzgaría y la historia de su perversión quedaría enterrada con el paso del tiempo. Las generaciones venideras tendrían que afrontar la terrible deuda acumulada.

    A finales de la década de los 80 los estadounidenses ya empezaban a tener información más fehaciente de la situación real de la Unión Soviética. Los U21 sobrevolaban impunemente los cielos del país fotografiando palmo a palmo todo su territorio. Los estadounidenses habían incluso «pinchado» el cable submarino que canalizaba todas las comunicaciones militares2 Cada quince días un submarino americano se acercaba al lugar, un buzo recogía el aparato grabador e instalaba otro nuevo, por lo tanto, la información era fiable y real.

    A medida que iba teniendo conocimiento de estas y otras cosas inconfesables, como la invasión de Afganistán que le había costado a la Unión soviética más de 15 000 bajas, notaba que mi moral se resquebrajaba, mis ideales se convertían en desilusiones, mi escepticismo aumentaba, cada vez era más descreído, ya no confiaba en nadie ni creía en nada.

    Decidí conocer más sobre la historia de mi país, ahora constataba que todo lo que sabía había sido manipulado, tergiversado y transmitido según los intereses del partido comunista.

    Seleccioné las tres mejores bibliotecas de la ciudad de Londres: La British Library situada en el 96 de Euston Rd., la Royal Geographic Society en el 1 de Kesington Gore y la LRF Heritage @ education center.

    Me zambullí en su amplia lista de volúmenes sobre la Unión Soviética y fui descubriendo cosas y situaciones aberrantes. Desconocía los siniestros episodios que había protagonizado mi país en naciones como Hungría y Checoslovaquia.

    Lo que leí sobre Hungría lo que hizo fue aumentar mi incertidumbre, mi desilusión, el engaño al que había sido sometido por mí gobierno, al que yo, de alguna manera, con mi trabajo como espía estaba ayudando.

    Esto es lo que entresaqué de mis lecturas de los muchos libros dedicados al tema

    En 1956 se había producido en Hungría una revolución, conocida como otoño húngaro, un acto espontaneo de protesta del pueblo húngaro contra el gobierno comunista de la República Popular de Hungría, que no era más que un títere de la URSS.

    Este levantamiento del pueblo húngaro se inició a raíz del discurso secreto de Nikita Jrushchov, filtrado a occidente por el lobby judío de la URSS, criticando las atrocidades y crímenes cometidos por el régimen genocida de Stalin.

    Los húngaros pedían, exigían, poder elegir a sus gobernantes y consecuentemente a su forma de gobierno y que se pusiera coto, que se prohibieran las reprobables acciones de la policía secreta.

    La revuelta comenzó como una protesta estudiantil que atrajo a miles de personas a una marcha por el centro de Budapest hacia el edificio delParlamento húngaro. Una delegación estudiantil fue detenida cuando trataba de acceder al edificio de la radio estatal con la intención de transmitir sus demandas. Cuando los manifestantes en las calles exigieron la liberación de la delegación, la policía política húngara (la ÁVH) abrió fuego desde el interior del edificio. Algunos soldados soviéticos dispararon a la ÁVH, debido a que creyeron por equivocación que estaban siendo objeto de un ataque. Algunos manifestantes contestaron a los disparos con las armas tomadas de la ÁVH o suministradas por los soldados húngaros que se unieron al levantamiento.

    La noticia se difundió rápidamente y llevó al estallido de desórdenes y violencia en la capital. La revolución se expandió rápidamente por toda Hungría y el gobierno de András Hegedüs fue derrocado. Miles de ciudadanos se organizaron en milicias para combatir a la Policía de seguridad de Estado (ÁVH) y a las tropas soviéticas. Comunistas pro soviéticos y miembros de la ÁVH fueron a menudo ejecutados o encarcelados, a la vez que antiguos prisioneros políticos fueron liberados y armados. Consejos improvisados arrebataron el control municipal al Partido comunista húngaro y exigieron cambios políticos. El nuevo gobierno encabezado por Imre Nagy disolvió formalmente la ÁVH, declaró su intención de retirarse del Pacto de Varsovia y prometió restablecer las elecciones libres. Para fines de octubre, los combates casi habían cesado y comenzó una sensación de normalidad.

    A diferencia de lo sucedido con las Protestas de Poznań contra el gobierno de la República Popular de Polonia, la Revolución húngara cuestionaba el estilo de gobierno estalinista y, por tanto, amenazaba la naturaleza misma del régimen pro soviético de partido único. Así, tras haber anunciado su voluntad de negociar el retiro de las fuerzas soviéticas, el Politburó soviético cambió de opinión y se movilizó para aplastar la revolución. El ejército soviético movilizó 31 550 soldados y 1 130 tanques y el 4 de noviembre de 1956 invadió Budapest y otras regiones del país. La resistencia húngara continuó hasta el 10 de noviembre. Más de 2 500 húngaros y 722 soldados soviéticos perecieron en el conflicto y unos 200. 000 húngaros huyeron en calidad de refugiados. Los arrestos masivos y las acusaciones continuaron por meses. Para enero de 1957, el nuevo gobierno instalado por los soviéticos y liderado por János Kádár había reprimido toda oposición pública.

    El embajador de Moscú en Hungría era Yuri Andropov, el hombre que en 1982 se convertiría en el máximo dirigente de una Unión Soviética gerontocrática que ya se hallaba sin saberlo en fase de inmediato desmoronamiento. Andropov fue el elemento decisivo de aquella operación militar que terminó con una Revolución protagonizada por los jóvenes húngaros, estudiantes y obreros, en su gran mayoría de ideología izquierdista y comunista, pero dispuestos a morir por la libertad y la independencia de su país. El primer intento de ahogar la revuelta, el 25 de octubre, se hizo con una fuerza de unos 20 000 soldados y apenas un millar de carros, preparados para los combates urbanos contra un ejército enemigo, como el alemán, al estilo de lo que había sucedido en la Guerra Mundial. Pero no para enfrentarse a una improvisada guerrilla urbana, con barricadas y cócteles molotov, que obligó al segundo ejército del mundo a replegarse y prometer conversaciones con el nuevo Gobierno pluralista y democrático, encabezado por el comunista reformista Imre Nagy.

    Me sentía impotente porque era consciente de que no podía hacer nada, no podía luchar contra el poder establecido. Una idea empezó a germinar en mi mente, bajarme del carro, abandonar este mundo que parecía haberse vuelto loco. Llegué a pensar en el suicidio, pero no era tan cobarde como para eso, así que esta idea la rechazaba, aunque la idea volvía y volvía, pero siempre me decía a mí

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