Un brindis por San Martiriano
Por Albert Serra
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«Un tratado sobre la fiesta y el cine y sobre la necesidad de crear un imaginario visual, sonoro y narrativo desde el pueblo. Y es que ante todo su texto es un reivindicación del pueblo, una ruptura de ese concepto de que lo moderno está en la ciudad..» Entrevista de Pepa Blanes, El cine en la SER
«Me gusta más como pregonero.» Sergi Pàmies, La Vanguardia
«Un brindis por San Martiriano es el espléndido pregón que dio en las últimas fiestas de su Banyoles natal y que es, en realidad, un ensayo autobiográfico sobre sus raíces donde explica cómo y por qué se convirtió en el director de cine catalán más internacional.» Leticia Blanco, El País
«El cineasta dinamita las barreras entre la boutade y la declaración sensata y hasta emocionada, y con esa actitud displicente desliza grandes cantidades de humor, perspicacia y ese autobombo que acaba teniendo su encanto, por su convicción aplastante. Y este preludio a las fiestas acaba siendo una gozosa aproximación al cine y la vida desde un punto de vista tan particular como su tierra, y con ese continuo combate a los tópicos de la cinefilia que le es natural.» Ricardo Aldarondo, Rockdelux
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Un brindis por San Martiriano - Albert Serra
Título
Créditos
Título original: Un brindis per Sant Martirià
Primera edición: abril de 2023
© De los textos: Albert Serra, 2023
© De la traducción: Marta Armengol Royo, 2023
© De esta edición:
H&O Editores
Imagen de cubierta: Óscar Fernández Orengo
Diseño de la colección: Silvio García Aguirre
© Del cartel de la página 95: Comisión Tàpies, vegap,
Barcelona, 2023
Corrección: Clara González-Bruzos
ISBN: 978-84-127696-5-4
Todos los derechos reservados. Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, y el alquiler o préstamo público sin la autorización por escrito de los titulares del copyright, salvo las excepciones previstas por la ley.
Un brindis por San Martiriano
A toda la gente de Banyoles que me ha influido,
sin la cual no sería quien soy, en especial aquellos
que ya no están: LL. C. y F. B.
A todos aquellos, de Banyoles o no, que se han cruzado
en mi camino artístico y han entendido lo que quería hacer
«Yo lo he empezado, yo lo he terminado.»
Celso Costa
(
1928 - 2009
), empresario bañolense
No sé si es apropiado que este pregón lo dé yo. Me lo preguntaba cuando me lo pidieron, y al final tuve que buscar razones para que fuera de verdad pertinente. Se me ocurrieron dos buenas razones. Ahora mismo estoy haciendo una cosa que es un pregón de las fiestas de Banyoles y eso son dos palabras: fiestas y Banyoles. Pues haré un pregón que hable de estas dos cosas porque tanto un elemento, Banyoles, como el otro, fiestas, han sido muy muy importantes en mi vida. Diría que han sido los dos elementos más decisivos y lo siguen siendo, a pesar de todo, hasta hoy.
No creo que haya nadie más en la práctica contemporánea del cine, al menos en el nivel en el que yo me muevo —es decir, de gente que goza de un cierto reconocimiento internacional por parte de la crítica—, para quien el elemento lúdico haya tenido una relevancia tan y tan grande. Siempre, en todas mis películas, desde el inicio. Para mí, y creo que también para todo mi entorno, eso ha sido completamente fundamental. Si las cosas no se hacían para divertirse, si no había ese ingrediente de fiesta y fraternidad, nada tenía ningún sentido. Para tener una vida normal y corriente, una vida, digamos, en la que no hubiera ningún elemento subversivo, aunque esa palabra pueda sonar algo presuntuosa, si no había ningún elemento lúdico, la vida podía convertirse en una cosa simplemente aburrida y sin interés. Esta concepción vital va ligada y tiene su origen en mucha gente de Banyoles que me influenció y de la que os hablaré un poco.
Decidí ser director de cine precisamente para perpetuar el concepto fiesta y el concepto lúdico. De ninguna manera quería que esos ideales quedaran limitados a los días de las fiestas normales de cada pueblo, como las de San Martiriano, ni siquiera a los cumpleaños, que son el equivalente de las fiestas de pueblo para la persona individual. Era necesario que esto se ensanchara y se alargara y que, de hecho, formara parte de la vida los trescientos sesenta y cinco días del año. Por eso tuve colaboraciones e influencias muy importantes, sin las cuales probablemente esta agenda no podría haberse llevado a cabo, porque el cine es un arte con una lógica de trabajo colectivo. Cuando uno toma conciencia de que la vida solo tiene sentido si se desarrolla así, de forma natural, este ideal se acaba convirtiendo casi en un programa político, en un programa de vida, y si, además, este ideal se puede combinar con el arte, y si, yendo aún más allá, uno puede convertirlo en una forma de vivir o de ganarse la vida, pues mejor todavía.
El concepto Banyoles fue muy importante al principio. Evidentemente, porque soy de Banyoles, ¿verdad? Esta es una pregunta que me he formulado muchas veces y que es de difícil respuesta; probablemente vosotros también os la habéis hecho: ¿hubiera sido diferente, hubiera sido también posible lo que yo he sido o lo que yo he hecho en otro lugar? ¿Hasta qué punto esta situación concreta, en esta ciudad concreta, con esta gente concreta lo han determinado? ¿En qué grado todos estos factores han influido en el destino de esta persona? O, por el contrario, ¿hubiera bastado la fuerza individual para que se desarrollara de forma similar con otras influencias en otro lugar? Qué grado, qué porcentaje de fuerza tiene el ambiente y qué porcentaje tiene uno mismo es un gran dilema de la vida y, de hecho, se debate siempre en términos de dialéctica entre genética y cultura. Abro paréntesis para decir que yo me inclino siempre por favorecer la importancia de la cultura, que es una elección y, por lo tanto, una seña de civilización; y, en todo caso, el elemento genético lo reduzco a un aspecto muy concreto de la personalidad, que es el carácter, sin el cual, cierto, no puede hacerse nada ambicioso, porque solo el carácter nos permite superar el miedo al fracaso cuando queremos adentrarnos por caminos que no se han transitado antes; incluso, dentro de lo que configura el carácter, una parte específica de este que es la resolución. No he olvidado nunca, desde que la leí por primera vez, la cita extraordinaria del Cardenal de Retz en la que aún hace una distinción más sutil entre valentía y resolución con una fórmula magistral:
Monsieur le Comte avait toute la hardiesse de cœur que l’on appelle communément vaillance, au plus haut point qu’un homme la puisse avoir; et il n’avait pas, même dans le degré le plus commun, la hardiesse de l’esprit, qui est ce que l’on nomme résolution. La première est ordinaire et même vulgaire; la seconde est même plus rare que l’on ne se le peut imaginer: elle est toutefois encore plus nécessaire que l’autre pour les grandes actions.¹
Que no os parezca una paradoja: hace falta resolución para perpetuar