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El Espacio Para Dios: DONDE LAS CONVERSACIONES ESPIRITUALES SUCEDEN NATURALMENTE
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El Espacio Para Dios: DONDE LAS CONVERSACIONES ESPIRITUALES SUCEDEN NATURALMENTE
Libro electrónico211 páginas2 horas

El Espacio Para Dios: DONDE LAS CONVERSACIONES ESPIRITUALES SUCEDEN NATURALMENTE

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Un amigo, compañero de trabajo, pariente, o alguien a quien acabas de conocer está hablando, y tu percibes que Dios te impulsa a decir algo. ¿Pero, qué decir? ¿Cómo decirlo? ¿Cómo hablar de Dios en la conversación sin que esta se termine?
Bienvenido al Espacio para Dios.
Donde el Espíritu Santo puede hacer cosas sorprendentes a través de las conversaciones cotidianas. Donde la honestidad y transparencia permiten el descubrimiento y una conexión profunda. Dónde las vidas son desafiadas y transformadas.
Conecta con estos relatos cotidianos de gente normal que han aprendido a involucrarse con otros de una forma profunda y rica a través de una conversación espiritual que abre puertas en lugar de cerrarlas. Encontraras refrescantes reflexiones y herramientas prácticas para conectarte con otros y hablar sobre los temas que realmente importan.
IdiomaEspañol
EditorialBookBaby
Fecha de lanzamiento21 jul 2023
ISBN9798350902082
El Espacio Para Dios: DONDE LAS CONVERSACIONES ESPIRITUALES SUCEDEN NATURALMENTE

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    El Espacio Para Dios - Doug Pollock

    CAPÍTULO 1

    Creando espacio para Dios

    Paul y Lisa, una pareja de pocos años de casados, se dirigían a casa para celebrar la Navidad con la familia de Lisa. Tres años antes, después de un tortuoso primer año de matrimonio, Paul y Lisa se dieron cuenta de que necesitaban algo mayor que ellos mismos para hacerlo funcionar. Ellos encontraron una pareja de más experiencia de casados que les ayudó a entender que si Jesús tuviera el control de sus vidas, Él podría ayudarles a ser uno.

    A medida que iban creciendo en su nueva fe, comenzaron a interiorizar que ninguno de sus familiares creía en Jesús de la manera en que ellos lo hacían. Sin embargo, ni Paul ni Lisa se sentían lo suficientemente capacitados o confiados como para hablar de lo que había cambiado sus vidas y su matrimonio. Ellos tenían el deseo e incluso comprendían la necesidad, pero no sabían cómo hablar de su fe de una forma natural, así que no lo hacían. Sin embargo, estaban decididos a cambiar todo eso en esta Navidad. Mientras se acercaban a su destino, la sensación de incapacidad y el temor al fracaso les guiaron a un tiempo de oración.

    Si hubieras estado sentado en el asiento de atrás del carro de ellos ese día, y Paul y Lisa se hubieran volteado después del tiempo de oración y te hubieran pedido un consejo en cómo sacar a colación su nueva creencia, ¿qué les hubieras contestado? ¿Cómo comienzas tú una conversación con tu familia, amigos o compañeros de trabajo sin hacerles sentir mal?

    Sigue pensando en esta pregunta, porque es muy importante. Pero por ahora, vamos a adentrarnos en nuestro relato para averiguar lo que Paul y Lisa hicieron.

    En Nochebuena, después que se abrieron todos los regalos, Paul y Lisa estaban tranquilamente sentados poniéndose al día con la hermana más joven de Lisa, Karen. Paul y Lisa habían escuchado que Karen estaba en un tipo de religión denominada Nueva Era que ella había conocido a través de unos amigos de la universidad.

    Cuando Paul y Lisa le preguntaron cómo iban las cosas, Karen de una manera efusiva les dijo que estaba en un gran momento espiritual debido a que un ángel le había aparecido recientemente en un sueño. Esta era la oportunidad por la que Paul y Lisa estaban orando y buscando. Antes de que Karen pudiera tan siquiera compartir lo que el ángel le había dicho, Lisa se apoderó de la conversación. Vehementemente le informó a su hermana que la Escritura dice que el diablo se disfraza de ángel de luz—que ella no sabía con lo que estaba jugando.

    Una vez que Lisa terminó su sermón, se calló y Paul continuó. Él se aseguró de que Karen entendiera que su religión Nueva Era tenía similitud a la brujería. Paul sintió un aumento de confianza y poder cuando habló de otras verdades que él creía que Karen necesitaba escuchar.

    Después de que Paul y Lisa terminaron de emboscar a Karen, el cuarto se llenó de un silencio extraño. La conversación terminó incluso antes de comenzar. Karen se levantó y salió del cuarto. Paul y Lisa la habían herido tan profundamente que Karen se rehusó a dirigirles la palabra el resto de la Navidad. Para colmo, cuando Karen le contó al resto de la familia la manera en que la habían irrespetado, regañado, juzgado, y prácticamente tildado de bruja, la familia llegó a una conclusión. Paul y Lisa ahora estaban sentenciados por sus familiares a usar la etiqueta F (reservada para los fanáticos religiosos).

    Paul y Lisa regresaron a casa derrotados y desalentados. Lo que más habían temido les pasó. Esta experiencia les hizo formar parte de la mayoría de las personas que no comparten su fe con nadie.

    Por otra parte, Karen y el resto de la familia de Lisa, llegaron a una conclusión completamente diferente. Ellos decidieron que la única manera de sostener una conversación moderada con un cristiano era asegurándose de decir las cosas en las que ellos estaban de acuerdo—de otra manera te dirían la razón por la cual estás equivocado y ellos están en lo cierto. Para no provocar otra situación similar, toda la familia estuvo de acuerdo en no hablar más de religión cerca de Paul y Lisa. Las buenas intenciones de ellos generaron nada más que dolor y una decisión de ambas partes de no hablar más de temas espirituales.

    LUGAR SEGURO

    A menudo me pregunto qué pasaría si, en lugar de atravesar por sucesos como el anterior, que resultan tan comunes, el cuerpo de Cristo creara espacios no tan riesgosos y abundantes en gracia para que las personas pudieran satisfacer su necesidad de tener conversaciones espirituales. Según Eclesiastés 3:11, Dios nos ha dado a todos un ardor interno por conocerle y ser conocidos por Él. San Agustín capturó brillantemente este pensamiento cuando escribió en sus Confesiones: Nuestro corazón no se aquieta hasta que descansa en Él. ¿A dónde va entonces un corazón inquieto como el de Karen en estos días para compartir de forma segura este anhelo de conocer y ser conocida por el Creador?

    Para la mayoría de los cristianos, la respuesta es obvia: La iglesia local, ¡por supuesto! Desafortunadamente, esta no es la opinión del mundo. Para muchos que crecieron fuera de las paredes de la iglesia, ir a la iglesia es una propuesta aterradora.

    Me acordé de esto recientemente. Conocí al dueño de un restaurante japonés de asados en Fort Collins, Colorado, a través de un amigo en común. Él, vino a la casa de mi amigo para jugar al ping-pong. Lo estábamos pasando tan bien que cuando me preguntó qué hacía para ganarme la vida, hice algo que rara vez hago con un extraño, lo invité a ir a la iglesia conmigo a la mañana siguiente. Le expliqué que me habían invitado a Fort Collins a predicar en una iglesia, y si él quería experimentar de primera mano lo que hago para ganarme la vida, era bienvenido a ir conmigo. En inglés fuertemente acentuado, respondió con rapidez: Oh, no, Sr. Doug, yo muy lleno de pecado. Mi corazón se rompió al escucharlo expresar con tanta elocuencia en su inglés entrecortado lo que millones han dejado muy claro. La iglesia se ha convertido en un lugar de miedo para las personas que están muy llenas de pecado.

    SUBIR EL LISTÓN—BAJÁNDOLO

    Para muchos, ir a la iglesia es tan aterrador como podría ser para los cristianos ir a un bar de rudos motociclistas. Este punto se hizo muy claro para mí en Idaho hace varios años.

    Fui invitado a hacer un taller en un pequeño pueblo al norte de Boise, por varias iglesias locales que estaban tratando de descubrir cómo llegar efectivamente a su comunidad. Después de un par de horas de enseñanza el viernes en la noche, desafié a todos en la audiencia a dirigirse al bar local junto a mi esposa y a mí para aplicar lo que acabábamos de aprender.

    Me quedé abismado con la respuesta. Solo se levantó una mano. El pastor responsable de organizar mi visita sabía que no lo dejaría salirse con la suya, así que no fue una sorpresa ver su mano levantada. Mientras trataba de entender por qué estas personas de buen corazón habían rechazado unánimemente mi oferta, describieron el bar como un lugar de vicios, bromas pesadas, groserías, borracheras, cigarrillos… y la lista continuó hasta abarcar a los cinco sucios, nueve asquerosos y la docena de mugrientos.

    Para muchos, ir a la iglesia es tan aterrador como podría ser para los cristianos ir un bar de rudos motociclista.

    Cuando terminaron de opinar, les dije: Parece que efectivamente me están describiendo un bar. No pueden esperar que allí se cante ‘Sublime Gracia’ y bauticen a la gente con cerveza Bud Light, ¿verdad? ¿Nos llamó Jesús a pescar desde el banco, o a nadar con los peces, cuando nos dijo que fuéramos por todo el mundo?

    Mi siguiente pregunta los avivó: ¿A cuántos de ustedes les gustaría ver a la gente del bar venir a la iglesia el domingo por la mañana? Todas las manos se levantaron.

    Entonces les pregunté a quemarropa: ¿Quién creen ustedes que dará el primer paso? Si voy al bar y les hago la misma invitación que les hice, ¿cuántos adictos creen que estarían dispuestos a abandonar su ‘club’ para unirse a nuestro ‘club’ de los domingos en la mañana? ¿Qué obligaría a alguien a renunciar a lo que más le gusta hacer el domingo por la mañana, pedir prestado un traje y corbata, cantar canciones a alguien que no puede ver, escuchar a alguien hablarle de 30 a 45 minutos sobre uno que vivió hace más de 2,000 años, y luego pagar por la experiencia mediante algo llamado ofrenda? ¿Cuántos interesados creen que alcanzaría?

    Pensé que seguramente mi apasionado discurso impulsaría a algunas personas a ser la iglesia en el bar local esa noche, pero nadie se movió. Me opongo a usar la culpa y la vergüenza como palancas para mover al pueblo de Dios, así que terminé pidiéndoles que oraran por su pastor, por mi esposa y por mí, porque íbamos a por ello.

    SALIENDO AL EXTERIOR

    Mientras me alejaba de la iglesia, el Espíritu Santo me impulsó a preguntarle a mi amigo pastor si tenía una cámara de video. Pensé que la única forma de ayudar a este grupo de cristianos a estar más exteriormente enfocados era mostrándoles de qué se trataba un enfoque exterior.

    Entramos en el bar 15 minutos más tarde. Me presenté a un grupo de cuatro jóvenes de entre 18 a 21 años de edad. Les expliqué por qué estaba en la ciudad y les pregunté si estarían dispuestos a responder algunas preguntas sobre sus experiencias con la iglesia. Los animé a hacerlo lo más real posible porque iba a mostrar el vídeo de nuestra conversación al día siguiente en mi taller. Más de dos horas después, el pastor, mi esposa y yo nos dirigimos a casa desde el bar después de un estimulante diálogo.

    El flujo de la conversación esa noche fue algo así: Por 45 minutos escuché a este grupo compartir desde sus corazones lo que los hacía rechazar la iglesia. Mientras escuchaba, me puse al tanto de algunas de las cosas que me había estado preguntando, y en el momento apropiado, las pregunté en voz alta. Estas preguntas (más sobre esto en el Capítulo 6) estimularon su curiosidad espiritual y nos abrieron la puerta para hablar de temas espirituales. Después de una hora más o menos, se sentían lo suficientemente cómodos como para elaborar sus propias preguntas sobre la fe.

    En el momento en que nuestro intercambio de corazón a corazón había terminado, me preguntaron si era posible saber con certeza si finalmente irían en el cielo. Tuve entonces el privilegio de compartir mi historia de fe y el evangelio con ellos. ¡El mensaje de Dios había sido entregado a la dirección espiritual apropiada! (Si quieres ver por ti mismo lo que pasó, tendrás que venir a uno de mis talleres algún día. Mi programa se publica en GodsGPS.com.)

    A la mañana siguiente, la gente de mi taller quedó impresionada con lo que vieron y escucharon en el video. El espacio para Dios había sido creado en un lugar que ellos habían censurado como el patio del diablo. Todo lo que hice fue aparecer, saltar sobre el columpio de Dios (más sobre esto en el Capítulo 7), y dejar que el Espíritu tomará las riendas.

    EL PRIMER PASO

    Tanto los cristianos como los no cristianos tenemos percepciones tan reales los unos de los otros que nos impiden interactuar de maneras redentoras. Se ha dicho que es más difícil que el mundo venga a la iglesia que la iglesia vaya al mundo. Si aparecer en el club del otro es tan espeluznante para tanta gente, ¿hay alguna manera de crear un espacio en nuestras interacciones diarias que pueda derribar algunas de las paredes que nos mantienen polarizados?

    Creo que Dios quiere que los cristianos den el primer paso. Si hubiera elegido quedarme en mi club esa noche en lugar de dirigirme hacia el de ellos, nada habría ocurrido.

    Opino firmemente que si la iglesia estadounidense no capta la implicación de esta necesidad de que los cristianos salgan de sus zonas de confort, de aquí a 25 años estaremos en el mismo estado espiritual que Europa y Canadá. The local church used to be the heart and soul of American communities. La iglesia local solía ser el alma y corazón de las comunidades estadounidenses. Los días pasan rápidamente mientras la asistencia a la iglesia continúa decayendo cada año a nivel nacional. Hoy muchas iglesias necesitan enfrentar el frío y duro hecho de que si cerraran sus puertas mañana, nadie en la comunidad los extrañaría. Es como si hubiéramos olvidado que la iglesia primitiva en el libro de los Hechos existía principalmente para aquellos que aún no eran seguidores de Cristo.

    La investigación de Thom S. Rainer, documentada en Siete pecados de iglesias moribundas, apoya esta cruel realidad. En una encuesta a iglesias en los Estados Unidos, encontró que el 95 por ciento de los ministerios dentro de la iglesia son solamente para miembros de la iglesia. Esta estadística me golpeó como un bate de béisbol. He tenido numerosas experiencias que han confirmado esta mentalidad de enfoque interior. La que mejor recuerdo ocurrió durante uno de mis talleres.

    Después de preguntar si el presupuesto de

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