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Técnicas Decorativas. Cerámica
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Libro electrónico625 páginas1 hora

Técnicas Decorativas. Cerámica

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La cerámica es una de las actividades humanas más antiguas. Los primeros vestigios de esta técnica se remontan a la prehistoria. En efecto, pocos materiales son tan abundantes y fáciles de trabajar como la arcilla y nuestros antepasados descubrieron estas cualidades. Luego, con el fuego se logró que esta arcilla moldeada quedase fijada. Sus usos eran –y aún son– de gran utilidad, pero posiblemente sirvió antes como objeto de devoción que de uso doméstico. A lo largo de miles de años esta técnica ha ido evolucionando mucho, lográndose desde siglos piezas de gran perfección y belleza.
Este libro explica todas las técnicas decorativas básicas para la cerámica cocida a baja temperatura. Dichas técnicas son el moldeado en sus distintas formas –como el torno–, la decoración con grabados y relieves de varios tipos, el uso de engobes, los colores, el barnizado y la cocción. Asimismo, se incluyen ejercicios prácticos que ilustran, paso a paso, estos procesos de creación, así como los problemas más frecuentes y cómo evitarlos.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento17 oct 2022
ISBN9788434299832
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    Vista previa del libro

    Técnicas Decorativas. Cerámica - Dolors Ros i Frigola

    capítulo 1

    La materia prima

    Las masas de arcilla cerámica son mezclas de diferentes arcillas y otras sustancias que les aportan plasticidad, porosidad y una temperatura de vitrificación aproximada. Las arcillas deben ser plásticas para permitir un fácil modelado, así como lo suficientemente porosas para garantizar un secado uniforme. Además, es preciso que contengan pequeñas cantidades de fundente para que sea posible determinar a qué temperatura tendrá lugar su fusión. En cuanto a las materias de posterior aplicación tenemos los engobes y barnices; los engobes dan vida a las piezas a través del color y los barnices las impermeabilizan, permitiéndoles contener líquidos.

    Las arcillas

    Las arcillas son para la cerámica el eje central de su existencia. Este mineral tiene la excelente propiedad de dejarse moldear cuando se mezcla con agua. Aunque las arcillas se encuentren en casi toda la superficie terrestre, sus propiedades varían significativamente dependiendo de la zona donde las hallamos. Algunas se pueden utilizar tal como se extraen, mientras que otras deben ser purificadas y mezcladas para hacerlas moldeables.

    Origen de las arcillas

    Las arcillas son un producto secundario de la corteza terrestre, es decir, son el resultado de la descomposición de viejas rocas a causa de los agentes atmosféricos. Por lo tanto, la cantera de extracción no se encuentra en el lugar donde se formaron, sino que al ser arrastradas sedimentaron en capas de diferente composición, color y pureza.

    Con el fin de saber qué arcillas debemos utilizar en cada trabajo, hacemos a continuación un breve repaso de las diferentes clases y sus características más destacadas.

    Almacén de arcilla al aire libre en estado de reposo, antes de ser mezcladas y manipuladas.

    Detalle de terrones de arcilla recién extraídos de las canteras.

    Arcillas después de ser amasadas mecánicamente, preparadas para envasarlas en plástico y luego distribuirlas a los talleres de producción.

    Tipos de arcillas

    Los compuestos que forman las arcillas son pequeños cristales, tan pequeños que muchos de ellos no pueden ser vistos ni con el microscopio más potente. Están compuestos por un mineral llamado caolinita, cuya composición aproximada es de 47 % de sílice (SiO2), 39 % de alúmina (Al2O3) y 14 % de agua (H2O).

    Vamos a centrarnos en las características más destacadas de las arcillas que utilizamos con mayor frecuencia: arcillas rojas, arcillas blancas de loza o mayólica, arcillas de gres, de porcelana y refractarias.

    Diferentes arcillas amasadas a mano preparadas para tornear.

    Arcillas rojas comunes

    En estado normal estas arcillas son de color pardo grisáceo a causa de un elevado contenido de óxido de hierro (Fe2O3), aproximadamente entre un 5 y un 8 %. Al cocerse, adquieren un color rojo o blanco rojizo según sea la temperatura de cocción o la atmósfera del horno. Son arcillas muy fusibles, con lo que no deben calentarse a una temperatura superior a los 1.050 o 1.100 °C. Su gran plasticidad las hace perfectas para trabajar en el torno o para el modelado de pequeñas obras de escultura.

    Arcilla roja común.

    Bandeja de arcilla roja decorada con sellos o cuños.

    Arcillas blancas

    Estas arcillas se extraen de pequeños yacimientos dispersos por todo el mundo, por lo que el ceramista se ve obligado a utilizarlas preparadas. Se caracterizan por su color grisáceo claro en estado húmedo, aunque el color final, después de la cocción, es marfil o blanquecino. Son arcillas relativamente porosas y muy plásticas, cuya proporción en óxido de hierro es prácticamente nula. Se utilizan con frecuencia para producir piezas a molde, así como vajillas, baldosas para paredes y material sanitario, aunque también son aptas para tornear. Su temperatura de cocción oscila entre los 1.050 y los 1.150 °C aproximadamente. Es recomendable, antes de aplicar un esmalte, darles una primera cocción a unos 900 o 1.000 °C (esta primera cocción de las piezas es conocida como bizcochado).

    Pieza elaborada con arcilla blanca, posteriormente coloreada.

    Arcilla blanca.

    • Loza

    Se llama loza a las pastas blancas de baja temperatura, por lo general, calcáreas y muy porosas. El color de la arcilla al natural puede variar desde blanco puro a gris pardo. Es recomendable utilizarlas bizcochadas, ya que en monococción algunos esmaltes no se adhieren suficientemente.

    • Mayólica

    Se denomina mayólica a las pastas blancas de baja temperatura recubiertas por un esmalte blanco de estaño. Antiguamente, eran utilizadas por los árabes.

    El nombre de mayólica proviene de la isla Mallorca (Majorca), lugar donde tuvieron sus orígenes y a partir del cual fue introducida y generalizada en Italia por el florentino Luca de la Robbia (1400-1481). Esta arcilla se conoce también con el nombre de fayenza, ya que los talleres que utilizaron por primera vez este tipo de arcilla se hallaban en la ciudad de Faenza (Faiance). Todas ellas poseen características técnicas parecidas a las arcillas blancas.

    • Arcillas de gres

    El gres está compuesto generalmente por arcillas refractarias, cuarzos, caolines y feldespatos. Su color en estado húmedo es gris oscuro negruzco, pero después de la primera cocción se torna rosa marfil. Tras la cocción se convierte en un cuerpo resistente, impermeable y refractario. Es una pasta sumamente fina, opaca y muy dura, que soporta la rayadura del acero y vitrifica de forma parcial. La temperatura de cocción recomendada oscila entre los 1.100 y los 1.300 °C aproximadamente; si se sobrepasa esta temperatura las piezas se hinchan parcialmente porque se funden sus componentes.

    Son arcillas utilizadas para todo tipo de producción, ya sea el torno, modelado o moldes.

    Se diferencian de las arcillas rojas y de loza por su punto de fusión y sus características técnicas, ya que se consideran arcillas de alta temperatura.

    Conjunto de recipientes de loza recién fabricados con molde, preparados para ser bizcochados.

    Caja decorativa realizada con mayólica.

    Arcilla de gres.

    Pieza realizada con arcilla de gres coloreada, con intervenciones pictóricas a base de bióxido de manganeso. Obra de Albert Viladrosa, serie Cerámicas.

    • Arcillas de porcelana

    Las pastas de porcelana están compuestas por caolín, cuarzo y feldespato. Son arcillas muy puras y con un nulo contenido de óxido de hierro. Su color en estado húmedo es gris claro, pero tras la cocción se convierte en blanco. Su punto de cocción está comprendido entre los 1.300 y los 1.400 °C. Es una pasta muy poco plástica, por lo que suele utilizarse en procesos de colada, ya que para trabajarla en el torno se precisa una gran técnica. Es altamente vitrificada, de porosidad nula y después de su alta cocción se convierte en translucida.

    Antes de proceder a una cocción de esmalte es recomendable hacer una primera cocción a 900 o 1.000 °C (bizcochado).

    Arcilla de porcelana.

    Distintas piezas de una vajilla de porcelana fabricadas con molde y cocidas a 1.400 °C. Diseño de Porcelanas Pordamsa.

    Arcillas refractarias

    Se consideran arcillas refractarias aquellas que constituyen un grupo difícil de definir. Están compuestas por varias clases de arcillas, pero tienen un denominador común, la resistencia a altas temperaturas y al choque térmico.

    Su plasticidad es muy variable, al igual que su contenido de cuarzo y alúmina. Por lo general, las arcillas refractarias más usadas tienen incorporadas en sus fórmulas un porcentaje elevado de chamota. Se denomina así a la arcilla refractaria cocida y triturada. Su punto de fusión oscila entre los 1.440 y los 1.600 °C. Presentan escasa contracción y pueden usarse en especial para piezas grandes y para realizar murales de gran formato.

    Cuando se trabaja con piezas artísticas es preferible no sobrepasar los 1.300 °C.

    Arcilla refractaria.

    Escultura elaborada con arcilla refractaria. Obra de Madola, serie Puertas.

    Arcillas coloreadas

    Por arcillas coloreadas se entiende un tipo de pasta cerámica al que se añade, en su mezcla, algún óxido o pigmento colorante, el cual, al mezclarlo homogéneamente con la arcilla, la cambia de color. Las mezclas de pigmento pueden cambiar de modo considerable de color dependiendo de cómo las hayamos preparado, controlando su peso o mezclándolas al azar.

    Cuando hablamos de arcillas para colorear nos referimos a arcillas blancas comunes como pastas de loza existentes en los comercios.

    Mezcla de pigmentos colorantes

    Denominamos pigmentos a aquellos materiales cerámicos que ayudan a dar color, ya sea a las arcillas o a los esmaltes. Los clasificamos en dos grupos: el de los óxidos y el de los colorantes. Los óxidos son materias primas naturales procedentes de la corteza terrestre, purificados y convertidos en polvo para colorear materias cerámicas. Los más utilizados son: el óxido de cobre, que en atmósferas oxidantes presenta un color verde; el óxido de cobalto, que proporciona tonos azules; el óxido de hierro, que ofrece tonos amarillos mezclado con esmaltes y colores marrones tierra mezclado con arcillas o engobes; el óxido de cromo, que da un color verde aceituna opaco; el bióxido de manganeso, que brinda tonos marrones y púrpuras; y el óxido de níquel, que proporciona tonos verdes grisáceos. Todos estos óxidos se pueden mezclar con las arcillas en proporciones del 0,5 al 6 %; si sobrepasamos esta cantidad cuidaremos que la temperatura de cocción no rebase los 1.020 °C, ya que entonces el óxido puede actuar como un fundente y rebajar el punto de fusión de la arcilla, lo que provocaría algunas deformaciones durante la cocción.

    El segundo grupo comprende los colorantes, que son materias primas industriales o preparadas por procesos mecánicos que abarcan toda la gama restante de coloración. Se mezclan con las arcillas en proporciones de entre el 5 y el 20 %, según se desee obtener un color claro u oscuro. Los encontramos en cualquier comercio especializado y podemos solicitarlos como colorantes o pigmentos para colorear arcillas o engobes.

    El momento en que debemos prestar más atención es al hacer las mezclas. Las podemos efectuar de dos formas, pero hay que tener presente que los resultados serán muy distintos. Podemos proceder según el método más razonable y lógico, que es a través del peso; o bien podemos recurrir a un método más sencillo, aunque más inseguro, que es mezclar los colorantes al azar directamente en la pasta. Este proceso sólo lo pondremos en práctica cuando no nos importe el color final o, en todo caso, cuando no tengamos que repetir la misma tonalidad de color.

    Pigmentos.

    1- Preparamos una pasta de loza blanca que previamente hemos comprado en cualquier tienda de productos cerámicos ya en estado húmedo. Pesamos la cantidad deseada, por ejemplo, 100 gramos.

    2- Pesamos el colorante según la intensidad de color que deseamos, en las cantidades mínimas y máximas que ya hemos explicado en la página anterior, es decir, añadiremos a la pasta entre un 5 y un 20% de colorante.

    3- Mezclamos el colorante a la arcilla, dándole forma de cuenco a la arcilla para no desperdiciar colorante.

    4- Añadimos agua en proporciones muy pequeñas, procurando no humedecer demasiado la arcilla.

    5- Amasamos el colorante junto con la arcilla. Aunque las manos nos queden muy sucias de color, no debemos limpiarlas hasta que la misma arcilla absorba todo el colorante.

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