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Nitsu el guerrero
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Libro electrónico261 páginas4 horas

Nitsu el guerrero

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Nitsu, el Príncipe heredero al trono de Koba, recibe dones, entre otros, un corazón de fuego. Su entrenamiento en Harlag le dará valiosos conocimientos como escuchar al silencio, reconocer que solo nos integramos a la Gran Magia que nos creó solo cuando cumplimos nuestro destino, recorrer el camino sin dudas, hallar las respuestas del futuro en el pasado, escuchar la conciencia y establecer la coherencia entre pensamiento, palabra y acción.
Cuando Nitsu enfrentará la guerra para restituir la armonía del mundo, asume que el equilibrio evita que la pasión nos domine, el conocimiento nos lleva a descubrir los secretos del universo y el balance permite que todo fluya. Está listo para el combate.
El príncipe de los tiempos se involucrará en una lucha ardua en la que en medio de traiciones, pactos rotos, ambición y miedo, solo la fe lo conducirá a restablecer la paz.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento14 oct 2022
ISBN9788411443401
Nitsu el guerrero

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    Nitsu el guerrero - Agustín Hugo Casamayor Cázares

    1500.jpg

    © Derechos de edición reservados.

    Letrame Editorial.

    www.Letrame.com

    info@Letrame.com

    © Agustín Hugo Casamayor Cázares

    Diseño de edición: Letrame Editorial.

    Maquetación: Juan Muñoz

    Diseño de portada: Rubén García

    Supervisión de corrección: Ana Castañeda

    ISBN: 978-84-1144-340-1

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

    Letrame Editorial no tiene por qué estar de acuerdo con las opiniones del autor o con el texto de la publicación, recordando siempre que la obra que tiene en sus manos puede ser una novela de ficción o un ensayo en el que el autor haga valoraciones personales y subjetivas.

    «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

    De que la mitología comienza en la Edad de Piedra y termina en Harlag

    Es difícil precisar el instante en el cual los humanos comenzamos a despertar de la obcecación contemplativa para establecer algunas definiciones simbólicas de orden mítico. Llevada dentro de sí por la conciencia que obnubila en el temor, la palabra adquirió vida mediante el objeto; presenciado el fenómeno tridimensional, el homo satíricus definió el estado viviente de lo pétreo, lo dúctil, lo ligero, lo pesado, lo ardiente y lo gélido bajo sus propios sonidos guturales que más tarde adquirieron categorías de fonemas, así el bautismo de «sol» para «eso» que nos calienta, «hielo» para aquello que nos enfría, «aroma» para ese otro objeto-sujeto que llamamos «flor», etcétera. Hasta los innumerables vocablos existentes en todas las lenguas.

    La creatividad humana, por fortuna, carece de límites y el mito, la invención, quizás sea su mejor alternativa para ofrecernos lo desconocido, sustituyendo objetos por sustantivos, patronímicos por anagramas que continúan su representación genitiva: reacciones verbales innovadoras, sustantivas de las originales, en fin…, acontecidas en el quehacer literario.

    Tal es el caso del lenguaje simple utilizado en esta reciente e inesperada mitología, cuyo autor se reserva el derecho de transformar los nombres propios valorando y desvalorando sus actitudes y transformándolos en anagramas con el fin de sorprendernos en los pasajes de reinos y regiones míticas (Harlag, Koba, Zaldar, etcétera) cuyos orígenes se remontan no a edades del Medievo únicamente, a pesar de la existencia de los dragones, no a edades futuras ni presentes sino que, a la manera de Edgar Allan Poe, fuera del tiempo y fuera del espacio.

    El lector puede situar los hechos donde mejor le convenga: ¿siglo XV? ¿Siglo XII? ¿Épocas predinásticas de las milenarias culturas de los Kurus y los Pandavas? ¿Siglo XXIII para cuando quizás hayan emergido de sus soterrados escondites los dragones, los héroes y las heroínas, Nitsu, la Quinta, las leigas?

    El autor, imbuido por el inevitable ensueño que proporciona a la creatividad ese toque idílico de sabor inalcanzable, nos permite el viaje a través de los hechos controvertidos, pletóricos de traiciones y encuentros familiares, de lugares comunes a la imaginería de los niños, pero también de aquellos adultos que aún disfrutan el lujo del romance; el castillo, el príncipe y el siempre inevitable equipo de dragones, considerando a posteriori el humanismo implícito en la variedad de mensajes incluidos en los capítulos más vibrantes de esta novela, donde hasta la Espada Justa, con su doble filo, adquiere vida propia, en el mundo del bien y el mal.

    La literatura emerge en el creador pero las imágenes adquieren vida propia y en esto Casamayor ha logrado filtrar la variedad de imágenes visionarias suficientes para que el lector lo mismo cabalgue sobre un dragón, vuele en el lomo de una leiga, se arrastre junto a una serpiente o dé pecho a la maldad al estilo de Nitsu.

    Es de vital importancia señalar los juegos temporales que en esta novela sirven para comprender el proceso de la creatividad literaria y el devenir, desarrollo y clímax de la obra. No se trata del juego de tiempos que tan divulgado estuvo durante el boom del realismo mágico, sino de la vuelta al manejo de los tiempos tradicionales tal vez derivados de la épica medieval donde se cumplen los hechos formalmente y de acuerdo con una secuencia lógica; solo que, en el caso de Nitsu El Guerrero, tal parece que ocurriesen simultáneamente los hechos que determinarán el ulterior desenlace de la trama.

    Por otro lado, la visualización lineal y pictórica de los cuadros interiores (batallas, intrigas, encuentros, paisajes, ciudades, campiña, etcétera) nos revela la descripción cinematográfica que el autor consciente o inconscientemente recrea para gusto de los lectores y para el placer personal que le causa cuando escribe paisajes y hechos de tan vivo colorido; esto último es un factor favorable para la nueva literatura que tanta falta nos hace en esta difícil transición planetaria del siglo XXI. Sin angustias, sin recovecos desgarradores que afecten al lector sino en la plenitud de la gustosa narrativa de los ensoñadores capítulos y de las máximas repentinamente filosóficas, Casamayor nos deleita mediante un novísima mitología capaz de despertar a los viejos guerreros milenarios e incorporarlos al Reino de Harlag.

    El lector se experimenta trasportado en el deleite de un ritual literario donde la poesía atraviesa los capítulos como una espiga de Flor de Lis enriqueciendo aún más los valores sostenidos en la lucha por alcanzar la gloria de Harlag.

    Queda pues, ante los ávidos ojos de los lectores, el placer indiscutible de las conquistas, las derrotas y las esperanzas logradas, no fallidas, que nos alientan a continuar batallando en la vida cotidiana pero esta vez llenos de sueños y cantares al estilo de Roldán, El Cid, Sigfrido, Igor, Arturo; en fin, los antecesores del gran Nitsu El Guerrero.

    Iván Portela.

    Del Soñador y el Sueño

    ¿Cuántos de nosotros hemos escuchado las historias del Mío Cid antes de dormir? ¿Las historias del príncipe valiente? ¿Las de Simbad? ¿Historias de piratas (Barba Negra, Barba Roja)? Las historias de Erik el Rojo, Robin Hood y muchas más…

    ¿Cuántas noches te acostabas pensando en esas historias donde tú eras el héroe y salvabas a la princesa? ¿Cuántas veces soñaste tu propia historia...?

    Es aquí donde comienza la mía, es el sueño de mi ensueño lo que te presento, amigo lector, esperando que encuentres una historia más que leer a tus hijos antes de dormir, llena de fantasía, aventuras, criaturas míticas y tal vez encuentres una manera diferente de vivir bajo los principios de Harlag.

    Aquí todo comienza en un juego de niños, en ese imaginario personal que un día se quedó sin historias y que, al paso del tiempo, decidió escribir la suya enriquecida con los principios dignos de los caballeros, en un intento por recuperar la dignidad, la integridad y la fuerza interior que cada uno de nosotros tenemos y que, a medida que pasa el tiempo, los «hombres grises» de Michael Ende se lo roban.

    Este punto de inflexión llamado Koba, donde la realidad se une con la fantasía y por un momento nos podemos olvidar de lo cotidiano para recuperar la magia que nos sumerge en la creación de los más hermosos y temerarios sueños, esa magia donde se gestan las ideas para cumplir con los destinos que la «Gran Luz» ha designado para cada uno de nosotros y podamos regresar a ella.

    Habrá que recorrer un camino arduo lleno de mensajes ocultos para aquellos que estén preparados y deseosos de escuchar; lleno de adversidades en el corazón de quienes estén en disposición de superarlas; pleno de enseñanzas para los lectores que se hallen prestos a comprender y aceptar el mensaje. Si lo logras… Büren vendrá para conducirte en tu travesía por los tiempos.

    Te invitó a que recorramos, junto a Nitsu, este camino para convertirse en Hombre de Conocimiento, donde se pondrán a prueba tus cualidades y sentimientos para saber si eres digno de ser llamado… «hombre de Harlag».

    «El camino por delante es el camino recorrido.

    Dejad las armas y…

    ¡caminad!

    ¿Estáis dispuesto…?».

    «Considero más valiente al que conquista sus deseos

    que al que conquista a sus enemigos,

    ya que la victoria más dura

    es la victoria sobre uno mismo…».

    Aristóteles.

    I

    De la Quinta de Harlag

    Capítulo Uno

    Del guardián de Nitsu

    Los gritos salían de la cabaña que se encontraba en los límites del valle Gomola, una docena de soldados esperaban afuera impacientes; en sus rostros se reflejaban los sinsabores de la derrota, de la vergüenza y de la preocupación.

    Entre ellos se encontraba Rova, quien, desde su juventud, fue amigo y protector de Nitsu, rey de los Kobaitas.

    Rova recordaba el momento cuando fue nombrado guardia personal del entonces príncipe Nitsu y el juramento de servirle hasta el último día de su existencia; cuando de pronto el silencio total se apoderó del lugar por unos minutos. Rova se puso de pie y entró precipitadamente a la cabaña, no podía dar crédito a lo que sus ojos veían, en el lecho solo yacía el cuerpo de quien fuera reina de los Kobaitas.

    Rova salió rápidamente de la cabaña vociferando para seguir en la marcha cuando lo sorprendieron los guardias del rey Alred, quien tomó por asalto aquel día el Reino de Koba y acababa de dar muerte al rey Nitsu.

    La última batalla por la libertad tuvo lugar allí sin que ningún Kobaita sobreviviera.

    En la mañana siguiente el silencio fue interrumpido por el llanto de un niño que clamaba por comida —en el cálido lecho que tan devotamente le había preparado Lar, la esposa de Joma, quien fuera el médico y confidente del rey Nitsu—. Lar se disponía a darle un poco de leche de cabra, que era una de las pocas provisiones que, tras la precipitada huída, pudo llevar consigo ante la temible amenaza que azotó al reino la noche anterior.

    Tres años pasaron desde aquel día fatal. Todo se desarrollaba normalmente cuando, al caer la noche, del lago Tzcec emergió una mujer de cabello negro, en su mirada se podía observar una gran calma y la sabiduría acumulada desde el inicio de los tiempos; ella era Iana.

    Se encaminó pronto a la cabaña de Joma y, una vez ante el umbral, uno de los nueve Kirus —seres mitad hombre, mitad criatura marina—. Cada uno representaba a cada uno de los nueve reinos del océano. Uno de ellos extrajo una flauta y comenzó a tocar una extraña melodía inundando el derredor; los árboles empezaron a despertar y de entre ellos salió Mir, señor de los bosques, a quien le fuera encomendada la noble tarea de observar de cerca a los hombres, junto con sus siete Mirines.

    Cuando Mir se encontraba al lado izquierdo de Iana, uno de los Mirines comenzó a danzar con extraños movimientos, sus ropajes generaban un extraño viento, el cual parecía cobrar vida, las nubes cubrieron la brillante luna llena como si quisieran ocultar de ojos profanos aquella reunión.

    De pronto se escuchó un gran estruendo y Draquelus, escoltado por los Tres Grandes Dragones, apareció en el horizonte volando hacia la cabaña.

    Estando Draquelus de pie, al lado derecho de Iana, los Tres Grandes Dragones expulsaron con rabia su ardiente aliento hacia las nubes, las cuales inmediatamente, después de tragarse el fuego expelido por los Tres Grandes, comenzaron a atacar la tierra con gotas gigantes de lava. Todo el paisaje se tornó de color rojo, las nubes se disiparon solo para mostrar una luna enrojecida como cubierta de sangre y fuego, de ella emanaba una silueta acercándose a los tres personajes reunidos ante el umbral. Joma y Lar observaban estupefactos con la sangre congelada a través de la ventana.

    Cuando las puertas de la cabaña se abrieron se dejaron ver al fondo los Tres Grandes Dragones avanzando por los flancos que habían formado los Kirus y los Mirines. Entraron en la cabaña y se colocaron en torno al lecho del niño que dormía con la mayor inocencia del mundo ignorando su destino.

    No bien habían tomado posiciones los tres dragones entraron Iana, Mir y Draquelus a la cabaña y, detrás de ellos, Ignis, señor del fuego y de la guerra poseedor de la Espada Justa y de cuya sentencia no escapa nadie en el mundo de los vivos, con el poder suficiente para fundir la roca y el metal.

    Ignis se acercó a Joma posándole su mano izquierda sobre el hombro derecho, dándole la otra mano al mismo tiempo.

    —Has hecho bien, anciano, en proteger a Nitsu y cuidarlo. Eres aquel al que llaman Joma, ¿cierto?

    —Sí, mi señor.

    —Has sido fiel a tu promesa hecha al rey Nitsu y, por lo tanto, te libero de ella; de ahora en adelante el joven Nitsu estará bajo el cuidado de los Tres Grandes Dragones.

    —Mi señor —respondió Joma—: Por favor, a donde lleven a Nitsu permítanos acompañarlo. Usted bien sabe que Lar y yo nunca pudimos tener hijos y Nitsu se ha convertido en la luz de nuestra existencia.

    Iana se acercó.

    —Ignis, ¿quién mejor que una mujer para criar a un hombre?

    —Iana, este niño es quien tendrá que blandir mi espada cuando llegue el momento, no puede tener una educación normal.

    —Ignis, Iana, Mir puede observarlo de cerca, además, estaremos los Tres Grandes Dragones y yo con él —dijo Draquelus.

    —De acuerdo, Mir, serás el responsable de observar a este niño sin que note tu presencia.

    Mir se acercó al niño, posó la mano sobre sus ojos, y dijo:

    —Nitsu, serás poseedor de la paciencia, con ella lograrás llevar a cabo cualquier empresa que te propongas, pero deberás aprender a utilizarla porque tu vida dependerá del buen uso de esta.

    Iana posó su mano sobre la cabeza diciendo:

    —Nitsu, la sabiduría de los tiempos te acompañará y te guiará; cuando seas Rey, con ella habrás de gobernar.

    Draquelus posó las manos en sus brazos agregando:

    —Nitsu, la fuerza del viento será tuya, podrás mover mareas, forjar paisajes, crear ventiscas, tampoco te faltará el aire vital.

    Por último, Ignis cargó a Nitsu en sus brazos y, poniendo su mano izquierda sobre su corazón, dijo:

    —Nitsu, desde este momento tu corazón será de fuego y tendrás todo su poder devastador, indómito; lo mismo cruel como una llamarada que arrasa una ciudad que el tierno fuego para calentar al viajero salvándolo de morir congelado. Desde este momento serás mi protegido y, llegado el tiempo, blandirás mi espada.

    No bien Ignis dejó a Nitsu en su lecho, los cuatro se dirigieron a Joma y al unísono dijeron:

    —¡Está hecho!

    Y procedieron a retirarse como fueron llegando, excepto Draquelus y los Tres Grandes Dragones, mientras que la oscuridad de la noche borraba todo indicio de la reunión.

    A la mañana siguiente, cuando Nitsu despertó, lo primero que vieron sus ojos fueron los rostros de los Tres Grandes Dragones y, como si un vínculo milenario los uniera, Nitsu se sintió seguro como nunca antes. Inmediatamente se puso de pie y comenzó a jugar con ellos haciendo gala de todo el candor que un niño puede contener.

    De pronto los Tres Grandes Dragones se irguieron tomando un aire marcial alrededor de Nitsu, este dejó de corretear alrededor de los dragones, repentinamente entró Draquelus, quien tomó a Nitsu del brazo y lo condujo fuera de la cabaña junto con los Tres Grandes Dragones. Entre los cuatro rodearon a Nitsu y de los cuatro emanó un rayo de luz que los unía a cada uno de ellos; la luz se hacía cada vez más intensa elevando a Nitsu y depositándolo sobre la tierra.

    Para cuando Nitsu recobró el sentido nuevamente, yacía sobre su cama y en esta ocasión observaba el rostro de Joma y de Lar, que lo miraban tiernamente. Lar lo tomó en sus brazos para continuar con las labores propias del día cuando la atención de Nitsu fue captada por Draquelus y sus tres perros que lo acompañaban. Joma dio de comer a los perros mientras que Lar servía los alimentos del desayuno para los tres adultos y para Nitsu.

    —¿Qué ha pasado allá afuera, Draquelus? —preguntó Joma.

    —Solo Nitsu podrá ver quiénes somos, tendremos que permanecer pasivos hasta que llegue el tiempo, hay muchos que evitarán que este niño se convierta en hombre.

    Capítulo Dos

    De cómo Grum se asila

    en el corazón de Alrak

    En los pasillos del castillo retumbaban los atolondrados pasos de Alrak, que corría hacia los brazos del rey Alred, nacida en el Reino de Koba un año después de la conquista del reino.

    Su nacimiento estuvo marcado por un suceso extraño: la noche cubrió al día durante el parto, de pronto el silencio y la oscuridad fueron cortados por el llanto de la niña.

    Justo antes de que el rey Alred cargara a su Quinta hija, de entre la penumbra apareció la silueta de Ignis, quien fuera invitado de honor para atestiguar el milagro de la vida.

    Ignis apenas vio a la niña, la tomó entre sus brazos y colocó alrededor de su cuello un colguije de marfil arrancado de la misma garra de Grum, el Cuarto Gran Dragón, el más viejo y poderoso de ellos, quien osó retar a Ignis y tratar de robarle la Espada Justa en épica batalla; el mismo Ignis lo cortó y, cuando estaba a punto de emitir el juicio al traidor para cercenarle el corazón, el Cuarto Gran Dragón exhaló distrayendo a Ignis y logrando escapar.

    Era la única de la descendencia del rey Alred que había nacido en el Reino de Koba y él alcanzaba a apreciar su propia mirada en ella, por lo que su cariño era especial, incluso mucho más afín al que experimentaba por ambos príncipes.

    Alrak desde corta edad comenzó a demostrar gran fuerza y liderazgo, no bien había cumplido los cuatro años cuando ya exigía más cuidados que la reina misma; en sus hermosos ojos café se podía observar la fuerza de las mareas que azotan los riscos; su cabello largo, negro, se ondulaba con el jugar del viento como danzando; su piel blanca, tersa, suave cual el algodón; sus rosadas mejillas reflejaban la luz de la felicidad matizada por alguna que otra peca traviesa que jugueteaba a esconderse entre ellas.

    Poseedora de una gracia infinita, Alrak, con su canto alegraba los corazones de cuantos la oían cantar.

    El corazón del Reino de Koba pronto acogió en su seno a la primera heredera al trono. La ley así lo marcaba: solo los nacidos en Koba podrían ocupar el Trono de los Tiempos; no obstante, en el corazón de los habitantes del reino aún no albergaba la resignación de la pérdida del linaje del rey Nitsu, cuyo heredero según los heraldos había fallecido junto con la reina al momento del parto; mientras que se alejaba la esperanza de que aún viviera el heredero de Koba, la nueva esperanza puesta en el corazón de una reina justa, leal y magnánima crecía como la hierba después de la lluvia.

    En una ocasión, cuando Alrak caminaba por la calle, vio que la pobre viuda del sastre dormía sobre un montón de paja húmeda. En cuanto llegó al castillo mandó que se le llevara a esa mujer su propia cama y cuanto mueble le fuera de utilidad, asignándole además una pensión para su manutención hasta el día que falleciera.

    Alrak, como todos los niños del reino, tenía la obligación de aprender el oficio de los padres, por lo que siempre estaba presente en las decisiones del reino y en las juntas de asesores del Rey. Sin embargo, siempre buscaba la oportunidad para salirse a hurtadillas y poder corretear por los jardines del castillo y molestar a Consi, hijo del consejero principal y mejor amigo del rey Alred. Consi era el mejor alumno de la Academia Militar, su celo y su dedicación hacían pensar que algún día sería general máximo de las tropas del Reino de Koba.

    Alrak llegó hasta las caballerizas donde Consi estaba cepillando a los caballos de la Guardia Real, a hurtadillas se acercó con un balde de agua fría, el cual derramó, mojándolo a él y al caballo que estaba cepillando, la reacción de Consi fue la de perseguir a la princesa, pero esta hábilmente se escurrió por un agujero que la llevaba por medio de un túnel a los jardines del castillo.

    Cuando Alrak llegaba a los jardines escuchaba siempre la voz de Nisa, su niñera y amiga, ligeramente mayor que ella. Nisa, cuya madre había muerto no hacía mucho, quedando sola en el mundo, fue acogida por

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