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Alí Babá y los 40 ladrones
Alí Babá y los 40 ladrones
Alí Babá y los 40 ladrones
Libro electrónico62 páginas1 hora

Alí Babá y los 40 ladrones

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Un humilde leñador descubre por casualidad la cueva donde esconde su botín una peligrosa banda de 40 ladrones. Con la fórmula que abre mágicamente la entrada, Alí Babá ingresa y se lleva parte del tesoro. Al enterarse de la riqueza de su hermano, Karim no resiste la envidia y le exige que comparta su secreto. Comienzan los problemas: Karim también irrumpe en la cueva, pero olvida la fórmula para salir. Los ladrones, enterados de todo lo ocurrido, deciden vengarse de Alí Babá y de su familia. Unos y otros deberán multiplicar su ingenio para salvarse de la muerte.
IdiomaEspañol
EditorialMB Cooltura
Fecha de lanzamiento5 dic 2017
ISBN9789877442052
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    Alí Babá y los 40 ladrones - MB Cooltura

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    La fuerza del destino

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    "Recuerdo, ¡oh rey afortunado!, que en tiempos muy lejanos, en los días del pasado, ya ido, en una ciudad en las inmediaciones de Persia, vivían dos hermanos; uno se llamaba Kasín y el otro Alí Babá. Cuando su padre, un hombre como tantos, murió en la misericordia de su Señor, los dos hermanos se repartieron equitativamente lo poco que les había dejado en herencia. Tardaron poco en consumir el escaso caudal y se encontraron de la noche a la mañana, con las caras largas, sin pan ni queso. He aquí lo que suele ocurrirles a los que viven descuidados en la edad temprana, aquellos que olvidan los consejos de los sabios. El mayor, que era Kasín, viéndose en trance de secarse su pellejo y morir de inanición, se puso a la búsqueda de una situación lucrativa, y como era astuto, no tardó en dar con una casamentera que lo casó con una adolescente con buena mesa y buen dinero. Es decir, un excelente partido. ¡Alabado sea el Retribuidor! De esta manera, además de una apetecible esposa, el joven se aseguró una tienda bien abastecida en el centro del mercado. Tal era el destino, señalado en su frente desde su nacimiento y así se cumplió.

    En cuanto al segundo: Alí Babá, cómo no era ambicioso, sino más bien modesto, capaz de contentarse con muy poco, se hizo leñador y llevó una vida de laboriosidad y pobreza. A pesar de todo, supo vivir con tanta economía, gracias a las lecciones de la dura experiencia, que ahorró algo y lo empleó en comprar un asno, después otro y más tarde un tercero. Todos los días los llevaba al bosque, los cargaba con los troncos y la leña qué antes traía él sobre sus espaldas era transportada con mayor velocidad. Como había llegado a ser propietario de tres asnos, Alí Babá inspiraba tal confianza a la gente de su oficio, todos pobres leñadores, que uno de ellos se consideró honrado al ofrecerle a su hija en matrimonio. Los asnos de Alí Babá fueros inscriptos en el contrato, ante el kadí y los testigos, como dote y ajuar de la joven, que, por otra parte, no aportaba a la casa de su esposo absolutamente nada, puesto que era muy pobre. Mas la pobreza y la riqueza no son eternas; pues sólo Alah es el eterno viviente. Alí Babá tuvo de su esposa dos hijos; bellas como lunas, que glorificaban a su Creador. Él vivía modesta y honestamente, junto con toda su familia, del producto de la venta de la leña, no pedía a su creador más que aquella sencilla y feliz tranquilidad.

    Un día en que Alí Babá estaba en el bosque ocupado en derribar a hachazos un árbol, el destino decidió modificar la suerte del leñador. Primero se oyó un ruido sordo que, aunque lejano, se aproximaba rápidamente como un galope acelerado y estruendoso. Alí Babá, hombre pacífico, que detestaba las aventuras y las complicaciones, se asustó al escuchar semejante cosa, solo como estaba junto a sus tres asnos. Su prudencia le aconsejó trepar sin tardanza a

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