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Robótica: De la ciencia ficción a la realidad científica
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Robótica: De la ciencia ficción a la realidad científica
Libro electrónico257 páginas2 horas

Robótica: De la ciencia ficción a la realidad científica

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Los robots habitan entre nosotros, crecen, se transforman y se hacen imprescindibles en nuestra vida cotidiana de la mano de los avances científicos y tecnológicos. Las preguntas que guían este libro giran en torno a ese límite a veces no tan claro entre lo natural y lo artificial o, como aclara el subtítulo, entre la ciencia ficción y la realidad científica. Esteban Damián Lannutti hace un repaso histórico de la robótica, entendida como aquella rama de la tecnología que se ocupa de hacer más simple nuestra vida. Y en este recorrido aprendemos, entre otras cosas, cómo se mueven los robots, cómo perciben el mundo que los rodea y cómo «aprenden».
IdiomaEspañol
EditorialEDIUNC
Fecha de lanzamiento6 jul 2022
ISBN9789503903926
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    Robótica - Esteban Damián Lannutti

    PRIMERA PARTE

    Introducción a la robótica

    «Hace falta mucho arte para crear algo que parezca desprovisto de arte». Isaac Asimov

    Dibujo. Dos robots. Terminator, el robot de la película homónima, y Atlas, robot antropomorfo real.

    1

    Dos preguntas fundamentales

    Acerca de los límites entre lo artificial y lo natural y la vertiginosa evolución de la ciencia.

    Al igual que muchos de los logros más notorios de la humanidad, la robótica nace de esa recurrente fascinación por lo natural. La fascinación irrumpe en nuestras vidas a través de los fenómenos y procesos que nos muestra la asombrosa naturaleza. El asombro llama a comunicar ideas de cualquier visión que tengamos del mundo. La actividad o producto que surja de esta comunicación, que expresa lo natural en lo artificial, le pertenece en alguna medida al arte. En este sentido, el origen de la robótica tiene una marcada impronta artística, fundamentada en una réplica, una imitación y reproducción de la naturaleza. Por ello, no es casual que el origen y expansión del concepto robot esté vinculado con la ciencia ficción o ficción científica. El ser humano se expresa a través de sus obras, donde la tecnología es una forma de expresión en la cual desarrollamos e implementamos nuestras creaciones, imitaciones e ideas. El conocimiento y manejo de la técnica demarca, dentro de esta disciplina, la transformación de lo natural a lo artificial. Este vínculo natural-ficción-científica-artificial que caracteriza a la robótica posee fuertes conexiones, por ello, resulta difícil desvincularlos entre sí, en términos tanto conceptuales como materiales.

    El camino del robot como idea y su materialización artificial tienen un extenso y diverso recorrido. Uno de sus puntos iniciales está centrado en el origen mismo de la palabra robot, término que proviene del inglés y a su vez fue tomado del checo robota que significa trabajo tedioso o esclavizador. Fue usado por primera vez en 1921 en la obra de teatro Rossum’s Universal Robots, escrita por el dramaturgo checo Karel Čapek (1890-1938). En la actualidad, el término robot es familiar para todos. Esto se debe al auge que adquirieron a partir de principios del siglo XX los medios literarios y audiovisuales relacionados con la ciencia ficción, los cuales centraban sus argumentos en los campos de las ciencias físicas, naturales y sociales. Estas obras se caracterizaban por la diversidad de sus argumentos (ficción, fantasía y terror), escenarios (Tierra, espacio, viajes interestelares, entre otros) y tramas en el tiempo (pasado, presente y futuro, incluso viajes en el tiempo), donde podían intervenir desde personajes antropomórficos naturales hasta creaciones de entidades artificiales con forma humana, a los cuales se les llamaba robot.

    En este contexto, la terminología se expandió en poco tiempo y pasó a formar parte del léxico común de la mayoría de las personas. El escritor Isaac Asimov tuvo gran participación en la creciente popularidad del término e incluso introdujo el concepto de robótica para referirse al campo de estudio de robots. Al mismo tiempo, también podemos aproximarnos a la robótica desde diversos puntos conceptuales. Por ejemplo, la idea de robots está presente en el cuento hindú de los elefantes mecánicos hace 3000 años atrás (Fuller, 1999), en la leyenda del gólem, donde un rabino de Praga le infunde vida a una estatua de barro o, además, en la reconocida obra literaria Frankenstein (1818) de Mary Shelley. Desde el aspecto científico o tecnológico, podríamos reconstruir el origen de la robótica desde tiempos remotos. A modo de ejemplo: Amenhotep construye una estatua de Memnón que emite sonidos cuando la iluminan los rayos del sol al amanecer, en 1300 a. C.; en la China clásica, King-su Tsé inventó un autómata en el 500 a. C.; Arquitas de Tarento (hacia el 400 a. C.) construyó un ave mecánica de madera a vapor que simulaba el vuelo; figuras como Herón de Alejandría, Hsieh-Fec, Al-Jazari, Roger Bacon, Juanelo Turriano, Leonardo da Vinci, Vaucanson o von Kempelen, construyeron autómatas en la Edad Media, el Renacimiento y el Clasicismo (Martín et al., 2007).

    Está claro que los eslabones del vínculo natural-ficción-científica-artificial quedan relacionados con la idea de robot. Al mismo tiempo, estas disciplinas o actividades definen distintos orígenes, conceptos y contenidos de la robótica. Entendemos lo natural como todo aquello de la naturaleza (incluso el ser humano), relacionado con ella o producido por ella sin intervención humana. Entonces, lo natural se antepone a la ficción que es la acción de imaginar y fingir la realidad natural.

    Luego, la ciencia es una creación netamente humana que genera conocimiento para entender el universo y su naturaleza, buscando finalmente dar respuesta a las necesidades que podrían cubrir cada nuevo hallazgo. En este último punto entra en juego lo artificial, como todo aquello producido por el ingenio humano, que se vale de la tecnología como herramienta o instrumento para obtener o plasmar el conocimiento. Lo natural se presenta como una visión, una percepción del entorno, mientras que la ficción es una forma de expresión de esa visión del mundo a través del arte. La ciencia se basa en la observación y experimentación para generar el conocimiento, cuyo fin, en muchos casos, culmina con la implementación y materialización de lo artificial.

    De aquí se desprende una línea imaginaria que divide justo por la mitad la cadena natural-ficción / científica-artificial. Lo artificial queda como lo antagónico de lo natural, mientras que la ciencia busca la representación del mundo más precisa y «verdadera» posible, al contrario de la ficción, la cual intenta imaginar y fingir la realidad. Por lo tanto, la robótica es originada por dos aspectos antagónicos: una ficción basada en la ciencia y una reproducción de lo natural basada en lo artificial. Es por ello, que la robótica se ve como lo más alejado y combativo de lo natural, al mismo tiempo que establece sus desarrollos tecnológicos en la imitación de la naturaleza. Un robot es artificial; sin embargo, cada vez no solo se le atribuyen menos prestaciones de máquinas, sino que se le asignan atributos naturales como inteligencia, agilidad, destreza, adaptación, evolución, templanza, frialdad, razonamiento, autonomía, etc. Esto se debe a que los sistemas naturales son tan complejos que no podemos asignarles prestaciones específicas y conocidas como a una máquina. Del mismo modo sucede en los sistemas robóticos modernos, los cuales han alcanzado un grado tecnológico tal que la especificidad técnica va perdiendo sentido, dando lugar a los atributos naturales, como una forma de abstraernos de su sofisticado funcionamiento.

    De todo esto, surgen dos preguntas fundamentales que han alimentado la creatividad de la ciencia ficción y del ambiente científico:

    —¿Un robot dejará de ser artificial en la medida que el ser humano lo distinga como natural?

    —¿Lo natural podrá distinguirse como artificial en la medida que la ciencia se acerque al completo conocimiento universal?

    Hay mucho de ficción y de ciencia en estas preguntas. Trataremos entonces de responderlas con más ficción-científica y realidad-científica.

    2

    Un breve recorrido por la historia de la robótica

    Sobre las primeras máquinas, desarrolladas cuando aún no existía el concepto de robot.

    En este punto del libro, cabe la posibilidad de intentar poner en práctica el ejercicio de dividir –o no– la historia de la robótica en ficción-científica y realidad-científica. En este juego de disociación y unión encontraremos miles de coincidencias y antinomias, aciertos y hasta malas premoniciones, que en el fondo ayudarán a experimentar y conocer el arte y la ciencia que existen en esta historia.

    Según Aldiss y Wingrove (1973), existen muchos autores que encuentran más adecuado llamar al género de ciencia ficción como ficción científica. A su vez, este último término se adapta mejor al concepto tratado aquí, donde la ficción tomará como eje la evolución y desarrollo científico a lo largo del tiempo. Esto denota que la creatividad en la ficción científica dependerá de cada época de la historia. Así, un humano caminando en la luna en un largometraje de 1930 pertenecería a la ficción científica, mientras que ese mismo argumento mostrado en una película posterior a 1969, perdería mucho de ficción y pasaría a formar parte de una especie de documental tecnológico. Este aspecto es clave para esta primera parte del libro, pero sobre todo para la tercera parte, donde trataremos el concepto de naturalización.

    Siguiendo con la ficción científica, es fácil relacionarla con el arte, en esa labor creativa expresada por ejemplo en una novela o en el cine. El universo de la imaginación nos conduce irrevocablemente a lo nuevo e inédito, a una visión del mundo transformada o desdoblada. Una historia contada desde este enfoque tendrá entonces una impronta basada en lo ficticio e intangible, pero no por ello estará libre de fascinación o asombro. En contraposición, una historia basada en lo científico también generará fascinación, pero nadie dudará de la veracidad o de lo tangible del relato. La disminución de veracidad que se le da a la imaginación, o la sobre ponderación de verdad absoluta que se le da actualmente a la ciencia, no es el punto principal que se trata aquí, sino que el foco está centrado en el uso del punto común de asombro que producen ambas disciplinas. El fin será la apropiación de esta cualidad de asombro, para generar una divulgación científica de la robótica más atractiva y entretenida. En este sentido, ver el robot antropomorfo de Rotwang que suplanta a María (Fig. 1) en la película expresionista Metrópolis (1927), dirigida por Fritz Lang, causa la misma atracción y fascinación que ver dentro del ambiente científico a las tortugas robot Elmer y Elsie (Fig. 2), fabricadas en 1948 por William Grey Walter, o incluso al avanzado robot humanoide Asimo de Honda (Fig. 3).

    Póster película Metrópolis. Aparece una mujer-robot y detrás una ciudad futurista.

    Figura 1. Poster promocional de la película Metrópolis (1927) donde se destaca el robot antropomorfo de María. Fuente: https://movienonsense.com

    Tortuga mecánica. Tiene el caparazón transparente y se observan los circuitos que la hacen mover.

    Figura 2. Una de la tortugas robot Elmer y Elsie fabricadas por William Grey Walter (1948). Fuente: https://alpoma.net/

    Robot antropomorfo de color blanco.

    Figura 3. Robot Asimo de la compañía japonesa Honda. Fuente: https://pngio.com/

    La tecnología actual puede recrear lo que imaginaba y de algún modo presagiaba la ficción científica a principios del siglo XX. No obstante, existen varios conceptos implantados por la ficción científica que aún no han sido logrados por el desarrollo tecnológico. Esta carrera por alcanzar lo inédito como una visión del futuro, algunas veces ha sido ganada por la ficción científica y otras por la realidad científica. Intuitivamente, es fácil pensar que la imaginación siempre irá más rápido que la realidad. La película The Terminator (1984), dirigida por James Cameron, muestra un mundo gobernado por máquinas en el año 2029. En esta película y sus secuelas se destacan dos humanoides robot: uno con estructura mecánica (robot interpretado Arnold Schwarzenegger) y otro con una especie de estructura líquida. Todavía parece difícil que la tecnología actual desarrolle robots con esas características tan avanzadas, menos aún imaginar una guerra de humanos contra robots, donde las máquinas nos gobiernan. Más allá de que no existen máquinas gobernando a seres humanos, nuestro estilo de vida contemporáneo depende en gran medida de ellas. Este tema; no obstante, será tratado con más profundidad en la tercera parte del libro.

    De todas formas, la antelación de la creatividad frente al desarrollo podría ser una constante universal, pero eso no significa que la ficción científica lleve la delantera, ya que en el fondo la imaginación e ingenio también originan y promueven el desarrollo de la realidad científica. Otra vez, surge ese vínculo amalgamado y seccionado de lo natural-ficción-científica-artificial, donde en este caso comparten una misma base fundamental: la creatividad e imaginación. De este modo, podríamos llevar los inicios de la robótica a la realidad científica, antes de que siquiera existiera la ficción científica. La Tabla 1 muestra un resumen de la historia de la robótica, proyectada desde la realidad, tratando de abstraerse de la ficción. Como venimos discutiendo, esta tarea de disociar es poco menos que imposible; por lo tanto, una buena aproximación consiste en realizar una recopilación de las invenciones creadas antes de que existiese la ficción científica como género. El punto de inflexión –si bien no es correcto definirlo como un acontecimiento específico de la historia– permítanme establecerlo en los años 1920, con la creación del término robot, que coincide, no en forma casual, con los orígenes de la ficción científica tal como la conocemos ahora.

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