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Porque venimos a este mundo a ayudarnos: Construcción social de la persona y transmisión cultural entre los nahuas
Porque venimos a este mundo a ayudarnos: Construcción social de la persona y transmisión cultural entre los nahuas
Porque venimos a este mundo a ayudarnos: Construcción social de la persona y transmisión cultural entre los nahuas
Libro electrónico327 páginas5 horas

Porque venimos a este mundo a ayudarnos: Construcción social de la persona y transmisión cultural entre los nahuas

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En México se vive el renacimiento y florecimiento de uno de los proyectos originales de la Antropología: el esfuerzo por concebir la vida y el mundo desde el punto de vista de la gente con quien hacemos investigación y de tomar en serio estos entendimientos en el sentido de colocarlos en el mismo nivel intelectual de la ciencia. Este esfuerzo
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento31 ene 2022
ISBN9786074175219
Porque venimos a este mundo a ayudarnos: Construcción social de la persona y transmisión cultural entre los nahuas
Autor

Yuribia Velázquez Galindo

Yuribia Velázquez Galindo tiene un Posdoctorado en Antropología por la Universidad Iberoamericana – Ciudad de México, Doctorado en Historia y Etnohistoria por la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Obtuvo una maestría en Antropología por la Universidad Nacional Autónoma de México y Licenciatura en Antropología Social por la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Es Investigadora de tiemplo completo en el Instituto de Antropología de la Universidad Veracruzana. Hoy día desarrolla el proyecto de investigación, El papel de las emociones en la construcción de la realidad sociocultural.

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    Porque venimos a este mundo a ayudarnos - Yuribia Velázquez Galindo

    Porque venimos a este mundo a ayudarnos

    Porque venimos a este mundo a ayudarnos

    Construcción social de la persona y transmisión cultural entre los nahuas

    Yuribia Velázquez Galindo

    UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA

    UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA CIUDAD DE MÉXICO.

    BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO

    [LC]F 1221.N3 V453.2018                                              [Dewey] 305.8974 V453.2018

    Velázquez Galindo. Yuribia

    Porque venimos a este mundo a ayudarnos: construcción social de la persona y transmisión cultural entre los nahuas / Yuribia Velázquez Galindo. –México: Universidad Iberoamericana Ciudad de México, 2018 – publicación electrónica – ISBN: 978-607-417-521-9

    1. Nahuas – Vida social y costumbres. I. Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

    D.R.© 2018 Universidad Iberoamericana, A. C.

    Prol. Paseo de la Reforma 880

    Col. Lomas de Santa Fe

    Ciudad de México

    01219

    publica@ibero.mx

    Con la participation financiera de la Universidad Veracruzana.

    Primera edición: 2018

    Versión impresa

    ISBN: 978-607-417-502-8

    Versión electrónica

    ISBN: 978-607-417-521-9

    Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

    Hecho en México.

    Digitalización: Proyecto451

    En memoria de mis pacientes y compasivos padres y madres nahuas.

    A mis hijas, porque han sido el mayor logro de mi vida.

    Agradecimientos

    Al término de un trabajo de este tipo hay una larga lista de personas a quienes es necesario agradecer por el apoyo otorgado de alguna u otra forma. Ante todo quiero expresar mi agradecimiento a los habitantes de la Sierra por su amabilidad al permitirme participar en sus actividades, las horas de pláticas que compartimos, la paciencia con que me brindaron explicaciones para hacerme comprensible su modo de ver el mundo pero, sobre todo, agradezco de corazón la calidez con que fui acogida en cada hogar que visité.

    Mi agradecimiento a Catharine Good por su interés en mi trabajo, por las amenas clases y fructíferas reflexiones en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. A Roger Magazine y David Robichaux les agradezco mucho el apoyo y la confianza que me otorgaron durante mi estancia posdoctoral en la Universidad Iberoamericana. A James Taggart por dedicarme un poco de su tiempo durante sus visitas a México para comentar los avances de mis investigaciones. A Juan Jesús Arias García por haberme mostrado la existencia de otras realidades y la riqueza cultural de México.

    Finalmente, agradezco a la Universidad Iberoamericana los recursos otorgados para esta publicación y al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, el financiamiento para realizar la investigación que la sustenta.

    Prefacio

    ROGER MAGAZINE

    En México estamos viendo el inicio de lo que parece ser el renacimiento y el florecimiento de uno de los proyectos originales de la antropología social. Me refiero al esfuerzo por concebir la vida y el mundo desde el punto de vista de la gente con quien hacemos investigación, y por tomar en serio estos entendimientos en el sentido de colocarlos en el mismo nivel intelectual de la ciencia misma. Este esfuerzo implica llevar a cabo la investigación de otra forma: verla como aprendizaje y no simplemente como la recolección de datos. Y también significa hacer teoría de otra manera: en vez de generar teoría para explicar los datos etnográficos, hay que incorporar a nuestras explicaciones estos entendimientos aprendidos en campo. Este diálogo entre la teoría de la gente que estudiamos y la teoría antropológica tiene dos resultados muy importantes: 1) Dejar de distorsionar sus vidas en nuestras etnografías, y 2) Darnos cuenta de que nuestras teorías científicas, supuestamente objetivas y universalmente aplicables, en realidad son productos de las particularidades culturales e históricas de los antropólogos que las han formulado. Separo estos dos resultados por cuestiones de exposición, pero en realidad están conectados. Las distorsiones que hacemos al aplicar las teorías a los datos no son consecuencia de que aquéllas están mal formuladas o de que son incipientes, sino que resultan de aplicar nuestras suposiciones socioculturales a otras realidades y no nos damos cuenta que lo hacemos. Sólo si tenemos otra manera de ver el mundo —y la tomamos en serio— podemos empezar a cuestionar la universalidad de nuestras teorías y de ver las suposiciones que contienen.

    Este libro de Yuribia Velázquez Galindo constituye una contribución importante a este renacimiento, además de ser un ejemplo para seguir por la amplitud y el detalle de su etnografía. Con sesenta meses de trabajo de campo durante un periodo de casi veinte años entre los nahuas de la Sierra Norte de Puebla, la autora es una aprendiz avanzada de la gente con quien hizo el estudio, al menos mucho más avanzada que el nivel de kínder o de primaria que normalmente logramos los antropólogos en el campo. Pero lo que importa no es sólo el tiempo en el campo, sino la actitud de la investigadora, que podría definirse como humilde y honesta: en el texto muestra cómo sus propias suposiciones y teorías se van derrumbando frente a las lecciones de sus madres y padres de la Sierra Norte de Puebla.

    Las suposiciones que nos hace cuestionar la autora tienen que ver con nuestras ideas acerca del curso de vida. Podríamos decir que en el pensamiento antropológico usual, el ciclo de vida es impulsado por la naturaleza junto con la voluntad individual y la presión social. De hecho, muchas de nuestras teorías acerca de la acción y del curso de vida humana suponen una interacción entre estos tres factores. La etnografía de Velázquez Galindo, en contraste, muestra que ninguno de estos tres factores es de mucha utilidad para entender el desenvolvimiento del curso de vida nahua. Más bien, el ciclo de vida es impulsado por las acciones de otros seres, humanos y no humanos. En particular, el trabajo es la acción que constituye este vínculo entre un ser y otro. Es preciso aclarar que esto no es el trabajo del ético protestante capitalista: no está dirigido hacia la salvación o el enriquecimiento personal. Para ser efectivo, o al menos para tener consecuencias positivas, el trabajo debe ser hecho en beneficio de otros; es decir, tiene que ser dado como ayuda, en términos locales. Trabajar efectivamente en beneficio de otros también implica una disposición o actitud positiva: vemos que tortillas hechas de mal humor saben mal e incluso pueden causar enfermedad. Además, el trabajo no se limita a nuestra noción de lo económicamente productivo y no es contrastado con el ocio. Más bien, se refiere a cualquier actividad que implica un compromiso con otros, y así impulsa sus trayectos de vida. Bailar en una fiesta de un santo patrón, por ejemplo, es trabajo, puesto que implica un compromiso con los compañeros de baile y con el santo, quien funge como el festejado. Cumplir con el compromiso resultará en un buen desempeño del grupo de baile y la alegría del santo, quien responderá ayudando a toda la comunidad. El ejemplo de otra fiesta, en la cual ocurren muchas desgracias, ilustra claramente esta interdependencia entre personas y entre éstas y otros seres. Resulta que el mayordomo (el organizador de la fiesta) había provocado recientemente la ira de su esposa por una infidelidad. El comportamiento egoísta del mayordomo afectó negativamente el ánimo y el trabajo de ella y, a su vez, los de los demás a su alrededor. Las desgracias en la fiesta no fueron un castigo divino, sino las consecuencias de sus acciones en un mundo interdependiente.

    Al nivel de la persona, el avance correcto del curso de vida implica una acumulación de fuerza que sólo ocurre con el comportamiento apropiado. Si alguien tiene fuerza en la vejez es porque ha sido serio y responsable en sus compromisos con otros, y ha aprendido a controlar las emociones que resultan en acciones que podrían amenazar estos compromisos. Así, no hay asociación automática entre la vejez y la debilidad. Más bien, un anciano que ha vivido bien su vida es alguien clave en la comunidad, por la manera en que provoca el buen desenvolvimiento de las vidas de los demás y es merecedor de respeto por su capacidad de tener una influencia significativa en otros seres. Pero, nuevamente, una vida bien vivida no es algo que uno puede lograr solo. Su desarrollo como persona e incluso su salud dependerán de las acciones de las personas a su alrededor. Por esto es fundamental acercarse a quienes están comprometidos con el trabajo y con la ayuda. La elección de un esposo o esposa es particularmente importante. Aun la continuidad de una relación entre padres e hijos dependerá de los intercambios de trabajo y no sólo del vínculo biológico.

    La interdependencia también se extiende a los seres no humanos, conocidos como los aires, que incluyen a los antepasados, a los santos y a lo que clasificamos en el mundo urbano-moderno como la naturaleza: animales, plantas, agua y tierra. Por ejemplo, los niños crecen de manera saludable sólo con la ayuda de los aires en forma de protección. Incluso, los aires originalmente tomaron las formas de animales, plantas, agua y tierra que hoy tienen para que los humanos pudieran vivir. Pero los aires también requieren la ayuda y la buena voluntad de los humanos, quienes los alimentan a través de ofrendas. Aun el crecimiento de las plantas depende de un impulso social y no natural; cultivos como el chile y la calabaza sólo crecerán donde su esfuerzo es apreciado, pues si no reciben un buen trato se marchan hacia otros terrenos u otros pueblos.

    Tenemos mucho para aprender de este libro y la cultura que describe, considerando la situación que se está viviendo al nivel nacional e internacional de conflicto violento, degradación medioambiental y desprecio de las personas no económicamente productivas, todos resultados, me parece, de la competencia económica desenfrenada, el individualismo y la ambición, impulsados por el capitalismo y sus requerimientos. El estudio de Yuribia Velázquez Galindo pone a nuestra disposición las lecciones de la interdependencia y de vivir para ayudar. Es hora de poner realmente en práctica el multiculturalismo del cual se escucha tanto hoy en día y de empezar a integrar el conocimiento de otras culturas, como la nahua, no sólo a la teoría antropológica sino a la vida urbana-moderna en general.

    Introducción

    En aquel tiempo… antes de Adán y Eva, más antes, Dios Principio de Todas las Cosas se partió en muchos —así como mi mano se parte en cinco dedos—… Ésos eran los aires… [eran] como personas, pero [eran] dioseses… se juntaron y platicaron cómo se va a hacer el mundo y pensaron en hacer a la gente… ¡De veras querían que hubiera gente en el mundo!, hicieron a un hombre y a una mujer, ¡uta… estaban bien contentos!

    Después que los hicieron dijeron: ¿y ora?, ¿cómo vamos a hacer pa’ que vivan? [uno dijo] Hay que hacer día y noche, sol que los caliente y los alumbre [otro dijo] Hay que hacer los mantenimientos para que estén contentos [otro dijo] pero ¿de ónde lo agarramos, nomás somos nosotros? De uno en uno se fueron cambiando, uno se cambió a sol, otros como vientos fuertes, la sipaketle se cambió a agua, otro a cerro… así cada cerro, cada planta, cada animalito que hay en el mundo. Todos se cambiaron de su forma por nosotros, para ayudarnos a vivir… por eso cada niñito que nace, cada persona que camina en el mundo… vale mucho… porque por nosotros ellos se cambiaron de su cuerpo… Entre nosotros nos decimos macehual, que es como decir persona importante, que vale mucho… Ustedes dicen: es nomás un indio", así, sin respeto… como si fuera poca cosa… pero todos somos importantes, porque todos venimos de lo mismo… porque somos la misma cosa ¿A poco no? ¿Quién no come de la tierra? ¿Quién no necesita agüita para vivir? ¿Qué nos hace distintos? ¿Nomás la palabra?, ¿nomás la ropa?, ¡nomás la imaginación! (Tlamatike, don Leonel Morales).

    El propósito general de este trabajo es mostrar un acercamiento al complejo sistema de pensamiento que han desarrollado los nahuas de la Sierra Norte de Puebla, para configurar la realidad en la que viven inmersos y con ello brindar elementos para redimensionar la mirada sobre ellos, para reconocerlos como poseedores de una visión del mundo propia y de una racionalidad específica capaz de aportar soluciones viables a las problemáticas contemporáneas derivadas de las deficiencias mostradas por el modelo hegemónico actual.

    En este libro he tratado de reconstruir la noción nahua de la persona analizando los ejes de conducta, los valores y los objetivos que guían esta construcción colectiva a través del ciclo de vida, con el fin de comprender cómo y con qué fines los nahuas organizan su vida social, la cual integra no sólo a los seres humanos sino a los seres no humanos que pueblan el cosmos; asimismo, incursiono en las estrategias por las que esta noción es transmitida intergeneracionalmente mediante los relatos conocidos como cuentos que son verdad.

    Por medio de la exposición busco demostrar que: 1) la persona nahua es vista como un ser interdependiente y que la interdependencia signa la realidad nahua total; 2) la interdependencia se expresa en la forma de solicitar y dar ayuda a otros, mediante el intercambio de trabajo y los productos de éste, (1) en el marco de un sistema de reciprocidad, en el cual la participación ocurre como muestra de amor y de respeto hacia los demás (Good, 2005); 3) la acción colectiva nahua no está enfocada en producir cosas, (2) sino en producir la interacción social al generar una disposición para la acción o la subjetividad activa (Magazine, 2012) que es el paso fundamental para mantener funcionando el universo; 4) la acción colectiva nahua está enfocada en producir sujetos activos, conscientes de su interdependencia con el entorno y que esa conciencia es la base para desarrollar en plenitud las facultades que consideran naturales a todos los seres humanos, tanto en sí mismos como en los demás, y 5) la transmisión cultural de esta noción de persona puede ser vista como un acto comunicativo en el cual la narración de relatos es una estrategia importante para conservar la realidad tal como se define socialmente, donde la memoria y las emociones tienen un papel primordial para establecer vínculos con situaciones, contextos y discursos, abriendo múltiples posibilidades para la recuperación de los contenidos.

    También me interesa mostrar que los nahuas desarrollan su vida en una realidad en la cual es evidente que la separación trazada por las categorías teóricas fundadas en la oposición entre la naturaleza y la cultura, el individuo y la sociedad, lo sagrado y lo profano, lo bueno y lo malo, e incluso la razón y los sentimientos, es rebasada.

    Es muy importante señalar que, aunque estoy hablando de un grupo que ha sido sometido a procesos de colonización muy intensos en más de quinientos años de conquista, estoy convencida de que su legado —a pesar de haber integrado aspectos ajenos de manera muy profunda— no puede explicarse sólo en términos de los vencedores, ya que los nahuas, o mexicanos como se nombran a sí mismos, han llevado a cabo procesos complejos de resistencia, aun en el contexto de la dominación, para sostener sus propias definiciones de la realidad, mantener su identidad y andar su propio camino.

    Desde el ámbito de la etnografía esta investigación aporta elementos importantes para: 1) comprender el ciclo de vida nahua visto como una manifestación integrada a una forma particular de concebir el universo, el hombre y sus interrelaciones; 2) identificar una forma específica de transmisión cultural centrada en las narraciones de eventos pasados, que sirven para reforzar la transmisión de valores centrales a la reproducción de la realidad nahua, y 3) dilucidar los vínculos que posee la noción de persona con el entorno natural y social en el que viven los nahuas.

    En este trabajo busco reconocer a los pobladores nahuas de la Sierra Norte de Puebla como sujetos activos en el mundo contemporáneo y también como portadores de líneas de pensamiento y acción con hondas raíces históricas, que forman parte de una tradición mesoamericana, la cual se ha mantenido vigente a lo largo de distintos periodos de cambio, gracias a las acciones de transformación permanente que realizan. Asimismo, demostrar que en esta labor constante de reformulación y actualización los usos locales que tiene el pasado son fundamentales para la conformación de la persona nahua, especialmente bajo una peculiar forma de transmisión cultural que involucra los relatos conocidos como cuentos que son verdad (neltlatol), mediante los cuales son transmitidos valores centrales de su cultura.

    A lo largo de mi investigación fui vislumbrando la existencia de sistemas de acción y de pensamiento que podían ser explicados como partes de una teoría nahua sobre la persona, que se expresa de múltiples maneras en la vida social, y que está regida por una lógica distinta a la visión individualista generada desde Occidente e impuesta como dominante —apoyada en la tradición religiosa judeocristiana— mediante el proceso civilizatorio y desde el poder hegemónico; ésta asume como natural un egoísmo humano primordial en el que todo acto individual sirve a intereses individuales por encima de los demás, y que otorga fundamento para asumir como ley la lucha descarnada del hombre contra el hombre en defensa de sus intereses, que forma la base del modelo capitalista actual. (3)

    El contraste permanente que hallaba, de manera empírica, entre la persona definida desde Occidente como individuo independiente y la noción nahua, hizo evidente el hecho de que tal noción es una construcción cultural variable que ha sido asumida, acríticamente, como una categoría universal, y que, asombrosamente, mis datos sobre la construcción social de la persona y sus vínculos con la economía tenían coincidencias importantes con resultados de investigaciones realizadas en África, Melanesia y más recientemente en Sudamérica, con la diferencia sustancial de que la mayoría de estos trabajos fueron realizados en sociedades que no estaban tan familiarizadas con el sistema económico monetario. Lo notable para el caso de los nahuas serranos es que mantienen vigente una noción de la persona que corresponde a un sistema económico de dones, a pesar de que han vivido inmersos en la economía nacional desde hace muchas décadas y que, además, les interesa conservarla a través de las generaciones.

    Por ello, al mostrar la perspectiva de los nahuas sobre su propio hacer, busco: 1) colaborar con el análisis crítico de la naturalización a la que han sido sometidas las categorías etnocéntricas propias de Occidente en el quehacer académico, y exponer su efecto limitante para la comprensión de los fenómenos culturales ajenos; 2) participar en el interesante debate actual que busca señalar, en el marco del proceso civilizatorio, cómo opera la colonización del pensamiento, (4) al situar en el terreno científico y académico —un ámbito supuestamente neutral y aséptico— la expresión concreta de las relaciones asimétricas de poder entre miembros de culturas diferentes; (5) y 3) unirme a los esfuerzos por construir una antropología crítica, que tome como base el sentido que posee la acción para los propios actores y que pugne para que estos conocimientos no sólo sean descritos sino que sean integrados al pensamiento antropológico, permitiendo replantear fenómenos actuales bajo nuevas luces (Magazine, 2012).

    El argumento central de esta postura se apoya en la propuesta de De Souza (2010), quien plantea, como estrategia central para descolonizar el pensamiento académico, destruir las ausencias producidas desde el poder, haciendo visibles a los sujetos que viven otras realidades y que no sólo son generadores de conocimientos valiosos que les han permitido conservarse a sí mismos en el marco de procesos de imposición y de dominio permanentes desde hace más de quinientos años, sino que en el marco de la crisis del modelo económico actual surgen como alternativas viables para solucionar problemas contemporáneos.

    El texto que presento es producto de casi veinte años de investigación entre los nahuas de la Sierra Norte de Puebla (de 1993 a 2012), y puedo sostener que los resultados obtenidos, aunque se refieren concretamente al municipio de Naupan, son generales a la zona, pues a lo largo de estos años me ha sido posible identificar los fenómenos que analizo como modelos constantes entre diversas comunidades nahuas pertenecientes a los municipios de Naupan, Huauchinango, Xicotepec y Tlaola, Puebla.

    El trabajo de campo inició el 20 abril de 1993 con una estancia de un año en la cabecera municipal de Naupan, Puebla; allí, en compañía de mi pareja e hija y habitando en co-residencia e integrados a la vida familiar local, fue posible lograr un acercamiento paulatino a la realidad nahua en la medida en que nuestros interlocutores nos la fueron mostrando, permitiéndonos observar sus prácticas cotidianas y rituales, al responder a nuestras preguntas sobre sus acciones y, en muchos casos, indagar juntos sobre ellas.

    A esta primera fase de trabajo de campo le siguió una estancia de dos años en Huauchinango, Puebla, comprendida entre mayo de 1994 y mayo de 1996. En esta población, habitando en co-residencia con una familia de inmigrantes originarios del municipio de Naupan, fue posible establecer contacto con familias nahuas de otros municipios. Cuando abandonamos la sierra como lugar de residencia permanente continuamos realizando estancias de trabajo de campo en el área, algunas por invitaciones de nuestros conocidos a celebraciones rituales, tanto del ciclo de vida, del ciclo agrícola y del ciclo religioso católico, y otras —las más extensas, que abarcaban de treinta a cuarenta y cinco días de campo cada seis meses— eran derivadas de las estancias obligatorias señaladas por los programas educativos de maestría y doctorado, sumando en total sesenta meses de permanencia efectiva en campo.

    En el ámbito metodológico, considero que una gran ventaja de los estudios de larga duración es que permiten captar, de manera progresiva, las características de la realidad ajena, reflexionar sobre ella y dialogar de forma profunda con los interlocutores, en la búsqueda del significado que tienen las acciones desde su propio marco de sentido.

    En el ámbito práctico, mi investigación se enfocó, por una parte, en identificar la noción de la persona que tienen los nahuas, tomando como base el análisis de las características de aquellos que viven una vida valorada como ejemplar, y que son reconocidos colectivamente como personas fuertes o de respeto (6) (chikajtlakame) y, por otra, identificar la forma en que esta noción es transmitida de manera inter e intrageneracional.

    Como parte de los resultados encontré que la persona nahua es configu rada como un ser interdependiente (Strathern, 1988; Magazine, 2012) vinculado de manera muy profunda con su entorno social, pero también como un dividuo con características particulares (Strathern, 1988), capaz de desarrollar, por elección propia, sus propias facultades. Es decir, si bien en nuestra cultura una persona plenamente realizada es la que acumula cosas como títulos universitarios, propiedades y dinero, para los nahuas es aquella que ha logrado desarrollar sus propias facultades o dones con los cuales ha nacido a fin de cumplir la labor para la cual ha sido creado: brindar su ayuda a otros.

    La construcción de la persona, para los nahuas, es una labor constante, e implica la participación colectiva mediante acciones que buscan mostrar al infante que las personas se necesitan unas a otras. Este punto clave de la transmisión cultural ocurre cuando él entiende su naturaleza como un ser interdependiente, y realiza un reconocimiento doble: por un lado, comprende que él mismo es producto del esfuerzo conjunto que, motivado por el cariño, ha realizado el grupo social al que pertenece, lo cual es la base del respeto hacia los demás y, por otro, reconoce su propia capacidad de actuar, como una forma de expresar sus sentimientos a los demás, lo que constituye la base del respeto hacia sí mismo.

    A partir de este descubrimiento, poco a poco fui vislumbrando las características de un sistema de intercambio articulado donde la ayuda (tlapawilis tli) solicitada y otorgada se convierte en el don que obliga a reciprocar bienes y servicios, generando compromisos sociales que hacen visibles y estables las relaciones sociales entre grupos y personas. Por tanto, este intercambio de ayuda, sea en la forma de acciones (trabajo) o bien de objetos (producto del trabajo), es la base de toda relación social, y constituye una estrategia fundamental para la reproducción de las formas económicas nahuas que vinculan, de manera inextricable, el mundo social con emociones y significados específicos, en el marco de un espacio social donde los recursos no son percibidos como propiedad privada, sino como colectiva; éstos pueden ser solicitados por quienes los necesiten a los encargados de su cuidado fomentando la existencia de formas económicas que, evidentemente, poseen diferencias sustanciales al modelo hegemónico actual.

    En este sentido, encontré que dar y recibir ayuda en diferentes formas (Good, 2005); es la base de la interdependencia y el eje de la vida para los nahuas, lo cual les permite no sólo participar de la vida colectiva sino, además, expresar públicamente —mediante su trabajo— la calidad de su ser y su valía. Apoyados en ella no sólo amplían sus posibilidades de sobrevivencia y de continuidad identitaria en contextos diversos, sino que establecen el comportamiento deseable y las normas morales que rigen la organización colectiva en la búsqueda del bien común. La ayuda forma parte de la definición misma de la realidad y de las características de los seres que la conforman; gracias a ella orientan y dan sentido a sus vidas, viven la vida correcta en relación armoniosa con los semejantes y el entorno, y alcanzan el desarrollo de sus propias potencialidades.

    La segunda línea de mi investigación —surgida de cuestionar la

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