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Exploración de la Adoración
Exploración de la Adoración
Exploración de la Adoración
Libro electrónico318 páginas5 horas

Exploración de la Adoración

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Este es un completo y clásico manual de adoración que por décadas ha sido herramienta para equipar ministerios de alabanza en todo el mundo. En su tercera edición, revisada por su autor de principio a fin, mantiene los principios de adoración que nunca cambian y sigue combinando los aspectos devocionales y prácticos de la alabanza, pero le agrega temas tecnológicos y otros temas necesarios al tiempo que hoy experimenta la iglesia.

Más que nunca antes Dios está entrenando a su iglesia para regresar al modelo de comunicación original, ese que tuvo lugar desde el inicio en el jardín del Edén, donde Adán podía hablar frente a Dios sin reservas. Este modelo será cultivado por medio de la intimidad con Dios y el estudio de la Palabra, pero tendrá mayor crecimiento y evolución en los diferentes momentos de adoración congregacional en los que la presencia de Dios se manifieste, haya cantos espontáneos, exposición de la Palabra con música y expresiones de adoración en libertad. Nada de lo descrito anteriormente podrá ocurrir sin un grupo de personas apasionadas que le crean a Dios, lo busquen con pasión y hagan lo que sea necesario para encontrar esto que Dios desea para su iglesia.

Ante la pregunta de ¿Qué debemos hacer? En este libro se puede encontrar la respuesta, no solo del qué, sino del cómo, especialmente pensado para las personas que saben que su comunidad espiritual, grupo pequeño y congregación, necesita ser avivada y purificada para afectar positivamente el lugar geográfico al cual pertenece, convirtiéndose así en una respuesta tangible ante los problemas sociales a los cuales las nuevas generaciones deben hacer frente.

Entre los temas principales de este libro están los siguientes:

- Entender los conceptos de alabanza y adoración bíblicamente: lo cual agrega fundamento intelectual que apoya el desarrollo del momento de adoración. Esto es especialmente importante para las nuevas generaciones, que están hambrientas de información que puedan confirmar.

- Ganar el corazón de un verdadero adorador: los siervos de Dios con motivación correcta y elevado nivel de perseverancia solo nacen de la intimidad. Las historias e información compartida aquí estimularán a tu equipo a buscar más de la presencia de Dios.

- Dirigir adoración congregacional: no es lo mismo adorar en tu habitación, que dirigir un grupo de personas adorar a Dios y se hace más complejo cuando el número de personas aumenta. Cada una de las cosas a tener en cuenta para llevar a cabo esta misión con excelencia y evitar errores comunes.
- Fluir en el canto profético: Cada vez será más importante que los adoradores estén alineados a la visión del cielo para que puedan cantarla de forma sencilla de manera que la congregación la pueda repetir y apropiar. Aprenderás cómo hacerlo sin copiar a los demás.

- Formar un equipo fuerte de adoradores: es conocida la manera de forjar talentos musicales, pero también lo decepcionante que es cuándo un buen músico no es tan buen adorador. Por eso necesitas formarte integralmente para adorar de corazón a corazón, no solo de instrumento a oído.

- Componer cada vez mejor: si cada lugar de oración crea canciones de alabanza y adoración que hacen frente a las necesidades específicas del territorio espiritual en el que Dios los ha puesto, estás se convertirán en semillas dentro de los corazones que florecerán en actos de justicia que transforman incluso el mundo físico.

- Unir la adoración con la oración: la oración es el arma de guerra de la Iglesia, es lo que la hará prevalecer en los tiempos de dificultad, pero alcanza su potencial más alto cuando se mezcla con alabanzas en el modelo de arpa y copa que describe el libro de Apocalipsis.
IdiomaEspañol
EditorialBookBaby
Fecha de lanzamiento10 ene 2022
ISBN9789585388109
Exploración de la Adoración
Autor

Bob Sorge

Bob Sorge aporta la diversidad de su experiencia ministerial –como ministro de música, maestro, pastor asistente, pastor principal, autor y orador itinerante a uno de los temas más sensibles de la iglesia hoy.

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    Exploración de la Adoración - Bob Sorge

    Primera parte

    El corazón de la alabanza y la adoración

    CAPÍTULO UNO

    ¿QUÉ ES LA ALABANZA?

    La alabanza es la exaltación sincera, honesta, de quién es Dios y de sus obras.

    Alabamos todo el tiempo. Lo hacemos con nuestros hijos cuando hacen algo que nos agrada, con nuestros empleados por un trabajo bien hecho, alabamos a nuestros perros cuando hacen un truco. Pero en su máxima expresión, la alabanza es dirigida hacia Dios o expresada a otros acerca de Él.

    Algunas definiciones de alabanza en el diccionario resaltan su simplicidad: elogiar, aplaudir, expresar aprobación o admiración hacia alguien, exaltar con palabras o canciones, magnificar, glorificar. Date cuenta del enfoque bidireccional inherente a la alabanza en estas definiciones. Alabamos a Dios directamente, enalteciéndolo o expresando nuestra admiración hacia Él; en segundo lugar, alabamos a Dios indirectamente, elogiándolo o magnificándolo al hablar con otros acerca de Él.

    Mientras que la adoración puede ser interna y contemplativa, la naturaleza de la alabanza con frecuencia requiere que se exprese y exteriorice. Algunas de sus características son la celebración y la alegría, y se manifiesta a través del canto, los gritos, las declaraciones, los instrumentos musicales, la danza y otras expresiones externas. Para usar una expresión en español, la alabanza podría definirse como levantar un alboroto para Dios. ¡Servimos a un Dios extraordinario que merece que lo aclamemos enérgicamente!

    Meditar no es alabar. Aquel que reflexiona y contempla las maravillas de Dios no ha comenzado aún a alabar. Para que pueda calificarse como alabanza, esos pensamientos deben ponerse en acción. Debe decirse o expresarse algo, de lo contrario no es alabanza.

    Alguien podría guardar silencio, inclinar su rostro y decir esta es mi manera de alabar al Señor. Pero las Escrituras nos invitan a alabar a Dios, no a nuestra manera, sino a la manera de Dios. Asimismo, la Biblia nos muestra que la alabanza debe declararse o expresarse. El Salmos 66:8 nos anima: Hagan oír la voz de su alabanza. Alabar no es alabar hasta que haya una manifestación o demostración. En otras palabras, es imposible alabar con la boca cerrada o el cuerpo inmóvil. En ese orden de ideas, podríamos estar adorando, meditando, orando o durmiendo, pero no alabando.

    El profeta clamó: ¡Alza con fuerza tu voz! Álzala, no temas (Isaías 40:9). ¡No temas levantar tu voz en alabanza! Hay maneras orales así como no vocales de alabar, pero de cualquier forma, la alabanza es demostrable y observable.

    Algunos santos podrían sentir temor de levantar sus voces en la congregación por miedo a ser considerados malos cantantes, pero las alabanzas a Dios no son exclusivamente para aquellos que tienen la capacidad de cantar o entonar. Incluso si no puedes afinar, puedes alabar hablando. Si no puedes hablar, también el mudo puede alabar a Dios con su rostro y expresarse con su cuerpo.

    Si bien en la alabanza congregacional hay lugar para múltiples formas de expresión, de manera simultánea, en última instancia, no alabamos a Dios de acuerdo a nuestro gusto personal, lo alabamos a su manera. En su Palabra, Dios dejó instrucciones significativas acerca de cómo quiere ser alabado. Él desea que seamos sinceros y auténticos, pero también sensibles a sus lineamientos. Si levantar las manos no es nuestra forma de alabar pero sí la de Él, deberíamos hacerla nuestra.

    Alabar es con frecuencia un ejercicio de la voluntad. En ocasiones alabamos a Dios incluso cuando no tenemos ganas. La alabanza no se basa en nuestros sentimientos variables sino en su grandeza incambiable. Date cuenta de cómo David le ordenó a su alma: Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre (Salmos 103:1). Cuando nos encontramos abatidos o nos sentimos menospreciados, también nosotros necesitamos decir: ¡Alma, alaba al Señor!.

    ¿Pero cómo puedo alabar?, alguien podría preguntar, ¿si me siento tan desanimado y deprimido?. Los Salmos nos ayudan a responder esa pregunta porque muchos de ellos fueron escritos por hombres que estaban pasando por profundos valles emocionales. Un salmista describió sus sentimientos de esta manera: Mi alma está abatida. Así que se preguntó: ¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar?. Luego empezó a animarse a sí mismo: En Dios pondré mi esperanza. Su siguiente declaración muestra de una manera hermosa lo que implica la disciplina de alabar: Todavía lo alabaré (Salmos 42:5). De la misma manera, Dios se complace cuando decidimos independientemente de nuestros sentimientos y circunstancias: Bendeciré al Señor.

    ¿QUÉ ALABAMOS?

    1.Su nombre

    La alabanza se ocupa de quién es Dios y lo que Él ha hecho. Encuentro que nuestra alabanza encaja en cuatro categorías generales. Primero que todo, alabamos Su nombre, como dice en Salmos 148:13: Alaben el nombre del Señor, porque solo su nombre es excelso. Salmos 34:3 dice: Exaltemos a una su nombre.

    Cuando alabamos el nombre del Señor, estamos exaltando sus cualidades y atributos, porque Su nombre representa Su carácter. Cada uno de los nombres de Dios revela algo acerca de quién es Él. Por ejemplo, cuando el Señor se reveló como Jehovah-Jireh, en Génesis 22, estaba mostrándose como el proveedor. Lo alabamos por proveer para nuestras necesidades. Por tal motivo, alabarle es admirar quién es Él, con todos Sus atributos. Una de las mejores maneras de crecer en la alabanza es reunir los diversos nombres de Dios y sus significados. Con cada nombre tu corazón se conmoverá frente a la gloria de quién es Él.

    2.Su Palabra

    En segundo lugar, alabamos Su Palabra. Como escribió David: Confío en Dios y alabo su palabra; confío en el Señor y alabo su palabra (Salmos 56:10). Su Palabra es verdadera, infalible, reveladora; nos llena de vida, sabiduría, entendimiento y claridad. Cuando leas las Escrituras, tómate el tiempo para alabar a Dios por la Palabra que tienes delante de ti. Él ha engrandecido Su nombre y Su palabra sobre todas las cosas (Salmos 138:2), así que no alabes solo Su nombre sino también Su Palabra.

    3.Sus obras

    En tercer lugar, alabamos Sus obras: Cada generación celebrará tus obras (Salmos 145:4). Las obras de Dios son asombrosas, extraordinarias, prodigiosas y completamente memorables. De hecho, Él es el único que hace maravillas (Salmos 72:18). De tal forma que si vemos un trabajo insípido y aburrido, podemos decir con seguridad que no fue Dios quien lo hizo. Las obras de Dios resultan admirables al contemplarlas.

    4.Su poder

    En cuarto lugar, alabamos Su poder: Enaltécete, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas (Salmos 21:13). Cuando exaltamos Su poder, nos deleitamos en el hecho de que nada es imposible para Él. Como dijo Job, Él es el que todo lo puede (Job 42:2).

    Si al alabar al Señor encuentras que no te salen las palabras, haz una pausa y piensa en Su nombre, Su Palabra, Sus obras y Su poder. De manera inmediata, estarás lleno de alabanza por Su infinita grandeza.

    ¿POR QUÉ DEBEMOS ALABAR AL SEÑOR?

    1.Él lo ordena

    En primer lugar, alabamos porque Su Palabra lo ordena: Alaben a Dios en su santuario (Salmo 105:1). ¿Has notado que Dios no pidió que lo alabemos? Eso es porque los reyes no piden, ellos ordenan. ¿Por qué ordena Dios nuestra alabanza?, podría preguntarse alguien. ¿Él es una especie de ególatra que se alimenta de la adulación?. No, no es que necesite de nuestras alabanzas, Él sabe que somos nosotros quienes necesitamos alabarle. En definitiva, la alabanza no le agrega nada a Dios, pero sí nos sitúa correctamente en nuestra relación con Él.

    2.A Él le gusta

    La segunda razón para alabar es que Dios habita en nuestras alabanzas (Salmos 22:3 RVR1960). ¡A Él le gusta que lo alabemos! Se complace tanto que, literalmente, se regocija y se envuelve en nuestras alabanzas.

    3.La alabanza es poderosa

    Tercero, hay poder en la alabanza. Cuando dejamos de luchar y alabamos a Dios por Su gran poder, Él pelea por nosotros. La alabanza libera Su poder y provisión en beneficio nuestro.

    4.Alabar es bueno

    También alabamos a Dios porque es bueno dar gracias al Señor (Salmos 92:1 NTV). Y porque alabar es agradable (Salmos 135:3) y hermoso (Salmos 33:1 RVR1960).

    5.Él lo merece

    La quinta razón para alabar a Dios es sencillamente porque Él lo merece: Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas (Apocalipsis 4:11). Salmos 48:1 agrega: Grande es el Señor, y digno de suprema alabanza.

    Piensa en las bellas palabras de Martin Luther King: Una persona no puede alabar al Señor a menos que comprenda que no hay nada en sí mismo digno de ser alabado, sino que todo lo digno de alabanza es de Dios y para Dios. Pero, dado que Dios es eternamente digno de alabanza, porque es infinitamente bueno y nunca se agota, será alabado por siempre.

    6.Para eso fuimos creados

    Sexto, fuimos creados para alabarle. El Catecismo Menor dice: El propósito principal del hombre es glorificar a Dios y gozar de Él para siempre. Jeremías 13:11 nos muestra que Dios escogió al pueblo de Israel específicamente para su gloria, alabanza y renombre. Esto se refleja también en 1 Pedro 2:9: Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable.

    Hemos sido escogidos para el propósito específico de proclamar Sus alabanzas. Isaías lo expresa de una manera preciosa: Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará (Isaías 43:21 RVR1960).

    Por la necesidad de encontrar plenitud y significado, muchos buscan en lugares equivocados. La completa realización interna viene solo a través de una correcta relación con nuestro Creador. A.W. Tozer acertadamente declaró: El propósito de Dios al enviar a su Hijo a morir y vivir, y estar a la diestra de Dios el Padre, era restaurar para nosotros el tesoro que habíamos perdido, el tesoro de la alabanza; para que así pudiéramos regresar y aprender a hacer de nuevo eso para lo que fuimos creados desde el inicio: adorar al Señor en la hermosura de la santidad.

    Alabar no es una tarea ardua o difícil de dominar. Al contrario, es algo que fluye naturalmente de los corazones, cuando nuestro ADN espiritual ha sido codificado otra vez al nacer de nuevo. ¡Alabar es una de las cosas más naturales que podemos hacer!

    ¿CUÁNDO DEBEMOS ALABAR?

    1.Cuando estamos alegres

    Alabamos, en primer lugar, cuando tenemos ganas de hacerlo. ¿Está alguno de buen ánimo? Que cante alabanzas (Santiago 5:13). Cuando Dios liberó a su pueblo ahogando en el mar al ejército del Faraón, el pueblo de Israel estalló en alabanzas (Éxodo 15:1-21). Simplemente sintieron la necesidad de alabar a Dios. La alabanza es la respuesta perfecta cuando Dios nos rescata de una manera poderosa.

    2.Cuando estamos tristes

    También adoramos cuando sentimos que no queremos hacerlo. La alabanza no depende de nuestra condición emocional del momento sino de Su grandeza incambiable y constante bondad. Es por eso que muchos de los Salmos ofrecen alabanzas a Dios aun en medio de grandes momentos de sufrimiento personal.

    La fe exalta el poder de Dios incluso cuando pareciera que se apartara de nosotros. Como dijo el salmista: ¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios! (Salmos 42:5).

    Alguien podría acusarnos diciendo: ¡Su alabanza es puro emocionalismo!. Bueno, no exactamente. Emocionalismo es hacer lo que ordenan nuestras emociones. Alabar es una disciplina que ejercitamos sin importar lo que sentimos.

    Aunque la alabanza no es emocionalismo, sí es emocional, debe serlo. Alabar es la manera más noble de liberar las emociones que Dios nos ha dado.

    3.Ahora

    ¿Cuándo deberíamos alabar al Señor? ¡Ahora mismo! Incluso si las circunstancias son duras o complejas. El profeta Habacuc habló sobre alabar a Dios aun en las circunstancias más difíciles (en su caso, la invasión de un ejército extranjero):

    Aunque la higuera no florezca, ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del olivo, y los campos no produzcan alimentos; aunque en el aprisco no haya ovejas, ni ganado alguno en los establos; aun así, yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en Dios, mi libertador! (Habacuc 3:17-18).

    Habacuc decidió regocijarse en el Señor así no tuviera alimento para su familia (una invasión implicaba devastación económica). ¿Por qué? Porque tenía un indicio de que el plan de Dios obraría para bien, de tal manera que las bendiciones que llegarían después, serían mayores que si no hubiera pasado por esa prueba.

    Cuando visualizas a Dios, ¡puedes alabarle en cualquier circunstancia! Lo exaltamos porque Él puede proteger y proveer en toda situación.

    4.En todo tiempo

    ¿Cuándo deberíamos alabar al Señor? Temprano en la mañana o tarde en la noche, en cualquier momento del día. David escribió: ¡Despierta, alma mía! ¡Despierten, arpa y lira! ¡Haré despertar al nuevo día! (Salmos 57:8). El Salmo 119:62 dice: A medianoche me levanto a darte gracias por tus rectos juicios.

    En los tiempos de David, los Levitas ministraban en la presencia del Señor las 24 horas del día. Estos músicos de día y de noche se ocupaban del ministerio (1 Crónicas 9:33). En ese mismo espíritu, sirvamos a Dios como sacerdotes reales, ofrezcamos continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su nombre (Hebreos 13:15). ¡La alabanza nunca termina!

    El punto aquí, es que existimos para declarar: Bendeciré al Señor en todo tiempo; mis labios siempre lo alabarán (Salmo 34:1). No importa cuándo e independientemente de las circunstancias, siempre es oportuno bendecir al Señor.

    ¿DÓNDE DEBEMOS ALABAR?

    1.En todo el mundo

    Dado que vivimos para alabar al Señor en todo tiempo, lo que sigue es alabarlo en todo lugar, incluso en nuestra cama (Salmos 149:5).

    El Salmo 113 declara: Desde la salida del sol hasta su ocaso, sea alabado el nombre del Señor (Salmo 113:3). Significa que Dios debe ser alabado desde el amanecer hasta que anochece, pero representa más que eso. El sol sale por el oriente y se oculta por el occidente, este verso expresa que desde los confines más lejanos del oriente hasta los lugares más remotos del occidente, el nombre del Señor debe ser alabado. ¡Él debe ser alabado en todo el planeta!

    2.En la iglesia

    Un lugar en particular en el que Él debería ser alabado es en la congregación de los justos. Dios ama las alabanzas de la congregación. Él ama cuando las familias se reúnen para presumir de Él. Varios Salmos hablan acerca de la alabanza cuando el pueblo se congrega:

    Proclamaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré... Tú inspiras mi alabanza en la gran asamblea; ante los que te temen cumpliré mis promesas (Salmos 22:22, 25).

    Señor, yo amo la casa donde vives, el lugar donde reside tu gloria... Tengo los pies en terreno firme, y en la gran asamblea bendeciré al Señor (Salmos 26:8, 12).

    Una sola cosa le pido al Señor, y es lo único que persigo: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y recrearme en su templo (Salmos 27:4).

    Yo te daré gracias en la gran asamblea; ante una multitud te alabaré (Salmos 35:18).

    En el santuario pueden verse las procesiones de mi Dios, las procesiones de mi Dios y Rey. Los cantores van al frente, seguidos de los músicos de cuerda, entre doncellas que tocan panderetas. Bendigan a Dios en la gran congregación; alaben al Señor, descendientes de Israel (Salmos 68:24-26).

    El celo por tu casa me consume; sobre mí han recaído los insultos de tus detractores (Salmos 69:9).

    ¡Que lo exalten en la asamblea del pueblo! ¡Que lo alaben en el consejo de los ancianos! (Salmos 107:32).

    Una hermosa muestra de unidad se ve cuando el pueblo de Dios levanta su voz con la misma melodía, las mismas palabras y al mismo tiempo, en adoración a Dios. El incienso usado en el tabernáculo de Moisés estaba compuesto de muchas y diferentes fragancias, con el fin de producir lo que Dios deseaba.

    Simbólicamente, esto nos muestra que la variedad de la alabanza en una congregación lo complace mucho. Unos pueden estar de pie, otros de rodillas, algunos podrán tener sus manos levantadas, otros danzarán. Y no se trata de desorden, es una unidad ordenada alrededor de la grandeza de nuestro Dios.

    3.En todo lugar a donde vamos

    Se nos ha dicho: Proclamen su gloria entre las naciones, sus maravillas entre todos los pueblos (Salmos 96:3). Me dio un canto nuevo para entonar, un himno de alabanza a nuestro Dios. Muchos verán lo que él hizo y quedarán asombrados; pondrán su confianza en el Señor (Salmos 40:3 NTV). Las alabanzas a Dios no son exclusivamente para los oídos de los santos. El mundo necesita escuchar acerca de las maravillosas obras de Dios y observar cómo se cantan Sus gloriosas alabanzas. ¿Por qué? Porque muchos verán lo que él hizo y quedarán asombrados; pondrán su confianza en el Señor (Salmo 40:3 NTV).

    ¿CÓMO DEBEMOS ALABAR AL SEÑOR?

    En humildad, el Señor nos ha explicado cómo quiere ser alabado. No lo alabamos como nosotros queremos sino a su manera. ¿Cuáles son entonces las maneras bíblicas de alabarlo? Veamos.

    1.Levanta tus manos

    Para empezar, levantamos nuestras manos a Él (Nehemías 8:6; Salmos 28:2; 63:4; 134:2; 141:2; 1 Timoteo 2:8). ¿Por qué? Es una forma de expresar que honramos en gran manera la dignidad de Su nombre. Las personas levantan las manos por muchas razones. Mencionaré solo tres.

    Los niños levantan sus manos cuando quieren ser cargados. Por ejemplo, recuerdo cuando mi hijo era un niño y cómo me saludaba cuando llegaba a casa del trabajo. Me esperaba en la puerta con los brazos extendidos y una mirada que decía: ¡Levántame, papi!. De igual manera, nuestras manos alzadas expresan que queremos ser levantados por nuestro Salvador. Que deseamos Su toque. Que buscamos ser cargados y llevados cerca de su corazón. Las manos levantadas expresan un deseo.

    Las personas alzan sus manos como una señal de entrega. Supongamos que alguien pusiera un arma en tu espalda y dijera: Manos arriba, muy probablemente levantarías tus manos. ¿Por qué un hombre armado te pediría tomar esa posición? Para dejarte sin defensas. Ocurre lo mismo con la alabanza. Los brazos extendidos muestran que estamos desarmados y con nuestro corazón abierto para el Señor. Por el contrario, los brazos cruzados indican autoprotección o resistencia. Al levantar nuestras manos en adoración expresamos sometimiento a Dios.

    Los jugadores de fútbol americano que juegan en posición de receptores tienen siempre las manos extendidas, ¿por qué? Es así como atrapan el balón que viene hacia ellos. En otras palabras, las manos alzadas son un gesto de receptividad. Cuando levantamos las manos en alabanza estamos expresándole al Señor que deseamos recibir más de Su Espíritu y Su gracia.

    A propósito, cuando levantes tus manos al alabar, probablemente verás que liberas tu corazón. Inténtalo. Cuando elevas tus manos hacia el Señor, descubres que no te distraes tan fácilmente y que tu mente está más dispuesta para enfocarse en Jesús.

    2.Aplaude

    Otra forma en la que el Señor nos invita a alabarle es aplaudiendo. El Salmo 47:1 (NTV) dice: ¡Vengan todos! ¡Aplaudan! ¡Griten alegres alabanzas a Dios! En las Escrituras, la idea de aplaudir no parece una forma de seguir el ritmo, pero sí de hacer mucho ruido. David creó una cultura en la que la alabanza al Señor era estridente y expresiva. ¡Unámonos al clamor! Celebremos su excelencia. ¡Haz ruido, alégrate en Él y aplaude!

    3.Toca instrumentos musicales

    El Señor también se complace cuando interpretamos instrumentos musicales para Él. Algunas corrientes dentro del cuerpo de Cristo han insistido en que los instrumentos no deberían usarse en nuestras iglesias, pero sus argumentos son falsos, ya que la Biblia es muy clara cuando habla sobre hacer música para el Señor. Para empezar, veamos el Salmo 150, en el que se nos pide alabar al Señor con trompeta, guitarra, arpa, pandero, flauta y címbalos.

    4.Ponte de pie

    Otra manera de adorar al Señor es poniéndonos de pie (2 Crónicas 5:12; 7:6; 29:26; Salmos 135:2). En el tabernáculo de Moisés, el Señor dio instrucciones específicas acerca de cómo debían fabricarse y ubicarse los muebles. Pero era evidente que una pieza del mobiliario estaba ausente: no había sillas. Los sacerdotes y levitas permanecían de pie mientras ministraban en la presencia del Señor (Deuteronomio 10:8).

    Permanecer de pie tiene dos funciones particulares en la adoración. Primero, demuestra respeto. Si estuviéramos en una reunión de mandatarios y el presidente de los Estados Unidos entrara, todos nos podríamos de pie en señal de respeto. Entonces ¿por qué razón cuando nos reunimos para celebrar la presencia del Rey de reyes, Él nos encuentra sentados? En la escena celestial de adoración de la que habla el libro del Apocalipsis, el Rey está sentado en el trono y los demás de pie, alrededor de Él. Dios está sentado, nosotros de pie.

    En segundo lugar, permanecer de pie indica que estamos involucrados y atentos. Me doy cuenta de que, cuando me siento durante la adoración, mi mente tiende a relajarse y divagar. Con el fin de adoptar una postura de alguien que está alerta, permanecer de pie nos ayuda a participar de la adoración de una manera más intencional. He notado que cuando la adoración se torna más enérgica la gente se pone de pie, pero cuando una reunión empieza a decaer, las personas comienzan a sentarse. Estar de pie y adorar son dos cosas que simplemente van juntas.

    5.Arrodíllate, inclínate, póstrate

    Arrodillarse, inclinarse y postrarse son demostraciones apropiadas de adoración y alabanza, como podemos ver aquí: Vengan, postrémonos reverentes, doblemos la rodilla ante el Señor nuestro Hacedor (Salmos 95:6). Entonces los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono (Apocalipsis 19:4; 4:9-11). La posición más común de adoración que nos muestra el libro del Apocalipsis es estar postrados. ¿Alguna vez has derramado tu alma delante del Señor hasta quedar rendido delante de Él?

    6.Canta

    Puede ser demasiado obvio, pero cantar es una manera bíblica de alabar. Para alabar se puede hablar o gritar, pero lo que se hace usualmente es cantar, ¿por qué? Gracias a la belleza de la música. Cuando a la música

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