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El Padre Que Danza: Descubra Gozo Y Poder A Través De Una Relación Diaria Con Dios
El Padre Que Danza: Descubra Gozo Y Poder A Través De Una Relación Diaria Con Dios
El Padre Que Danza: Descubra Gozo Y Poder A Través De Una Relación Diaria Con Dios
Libro electrónico206 páginas3 horas

El Padre Que Danza: Descubra Gozo Y Poder A Través De Una Relación Diaria Con Dios

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El título mismo es encantador. ¡Póngase a pensar, que el Padre mismo le toque el hombro y le diga: “¡Para de hacer lo que estás haciendo! ¡Esta danza es conmigo!”

Es simplemente el descubrir, de nuevo, el gozo y el poder que se encuentran por medio de una relación diaria con Dios.

El poder es el producto de la relación. ¡Este libro está lleno de consejos de poder! El mismo dicho que se encuentra en la Biblia, “Si eres el Hijo de Dios...” nos indica que el infierno oye lo que el cielo dice de usted. No hay nada que el infierno tema más que el poder de la relación del hijo con el Padre.

Lea este libro para recibir bendición. Ingiéralo para recibir fuerza. Y más que todo, dance con el Padre con gozo- porque “¡El gozo de Jehová es nuestra fuerza!”

~T. F. Tenney

IdiomaEspañol
EditorialBrian Kinsey
Fecha de lanzamiento14 mar 2022
ISBN9781953285218
El Padre Que Danza: Descubra Gozo Y Poder A Través De Una Relación Diaria Con Dios
Autor

Brian Kinsey

BRIAN KINSEY has been in ministry for most of his life and presently serves as Senior Pastor of First Pentecostal Church in Pensacola, Florida where he resides with his wife, Lanette.www.BrianKinsey.com

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    Vista previa del libro

    El Padre Que Danza - Brian Kinsey

    1ª PARTE

    Lecciones De Danza

    LECCION 1

    Confíe En El Dios Que Le Ama

    El propósito de este libro es el ayudarle a usted a descubrir una senda espiritual que le conduzca a una diaria relación con Dios que sea madura, llena de gozo, y aumente constantemente. Al aprender a aplicar estos siete principios espirituales descritos aquí, verá y anticipará el gozo de su Padre celestial de una manera que ahora no entiende. Se convertirá en alguien más fiel, más seguro de su relación con Dios, y Él le utilizará a usted en una manera mayor de lo que usted podría haberse imaginado. Estos siete principios le permitirán escapar la mediocridad de un simple hábito religioso, y traerá a su casa la maravillosa experiencia de Dios.

    Sin embargo, antes que pueda usted recibir el beneficio de estos principios para transformar su vida, es esencial que tome ciertas decisiones que le permitan aplicar lo que va a aprender. Estas decisiones son prerrequisitos para el crecimiento espiritual. Sin ellas, puede que usted aprenda todo principio espiritual de las Escrituras, pero que no cambie nada en su vida espiritual. Piénselo; si usted fuera a consultar a una entrenadora atlética y le pidiera consejos para perder peso y transformar su cuerpo, ella le podría enseñar muchas cosas. Ella podría medir su condición presente, darle consejos para mejorar su dieta, y enseñarle rutinas de ejercicio que le ayudarían a tener más fuerza, perder peso, y mejorar su sistema cardiovascular. Usted entonces sabría todo lo necesario para poder mejorar su salud. Pero si usted no había ya propuesto de antemano el mejorar su salud, lo que ha aprendido no le ayudaría en nada. Para poder llegar a estar en una mejor condición física, debe primero decidirse a alcanzar esa meta. Debe escoger el cambiar su rutina diaria para incluir el ejercicio. Debe de excluir ciertas comidas de su dieta, y añadir otras. Sin tomar esas decisiones fundamentales, el pedir consejos a la entrenadora le ayudará tanto como ponerse de cabeza. Usted entenderá lo que ella le dijo, y tal vez estará de acuerdo con ello, pero si previamente no ha tomado la decisión de cambiar, nunca recibirá el beneficio de los consejos.

    De la misma manera, debe de poner ciertas cosas en orden antes de recibir el beneficio de las buenas lecciones espirituales. Es un prerrequisito al crecimiento espiritual. Y la primera de estas cosas es: Para experimentar una comunión con Dios, debe aprender a confiar en el Dios que le ama. Su concepto de Dios determinará su relación a Él. Si usted ve a Dios como un juez duro y enojado que está listo a castigarle, su comunión con Él siempre será negativa. Usted evitará buscar a Dios, y se esconderá con vergüenza y miedo. Pero, si usted puede llegar a tener la idea correcta de Dios, viéndole como un padre amoroso que se goza en usted, su hijo, tendrá una comunión positiva, sana e íntima con su Padre celestial. Para crecer espiritualmente, debe de aprender a confiar en el Dios que le ama.

    DIOS LE AMA

    Su Padre celestial se deleita en usted. Dios le ama, y Él se regocija sobre usted. Ese es un nuevo concepto para muchos cristianos. A través de los años, hemos desarrollado una imagen mental de Dios que es incorrecta. Tal vez es porque hemos oído tantos mensajes acerca del pecado y del juicio, que no podemos imaginarnos a Dios como una persona feliz e invitadora. Sabemos que Dios odia el pecado, y sabemos que somos pecadores. Es razonable entonces que Dios esté más disgustado que contento con nosotros, ¿no es así?

    Puesto que muchos de nosotros pensamos en Dios como un padre, le vemos como un disciplinario austero. Es un padre con expectaciones muy altas, que no tiene tolerancia para el fracaso, y tiene una aversión a sonreírse. Dios es como el maestro que usted nunca puede agradar, o como el entrenador que nunca puede impresionar. Cuando usted le trae su tarjeta de calificaciones con todas A, esta versión de Dios dice exasperadamente, ¿Es lo mejor que puedes hacer? Suponemos que Dios está molesto, disgustado, o aún enojado con nosotros. A lo más, Él nos tolera. ¿Alguna vez le agradamos? Probablemente no. Tristemente, este es el concepto de Dios que muchos de nosotros llevamos en la mente.

    No es sorprendente que el concepto de Dios oscurece nuestras vidas espirituales. Nos imaginamos que somos el hijo malcriado que nunca hace nada bien. En las raras ocasiones cuando sentimos la presencia y bendición de Dios, nos aferramos a ese sentimiento como si nuestra vida dependiera de ello, ansiando que la experiencia de estar en la cima nunca termine. Pero, siempre termina. Después, nos sentimos más solos y abandonados que nunca. ¿Qué pasó? nos preguntamos. ¿Fue algo que hice? ¿Decidió Dios que ya no puede amarme? ¿Necesito hacer algo para reanudar la comunión?

    Esta experiencia triste y solitaria nos conduce a tirar más fuertemente de la manga de Dios, pidiendo atención. Nos apuntamos en el próximo seminario. Vamos al concierto de música cristiana con gran expectación de que Dios nos encuentre allí. Corremos de la cima al valle y otra vez a la cima, desesperadamente buscando ese sentimiento de estar bendecidos, llenos, y en paz con Dios. Esta es una manera muy cansada de vivir, y desgasta nuestra vida espiritual. Muy pocos hijos pueden mantener una relación con un padre terrenal que es frío, distante y solo muy de vez en cuando muestra su afecto. Ninguno puede desarrollar una relación sana con un Padre celestial que detiene o da Su amor basado en el capricho del momento.

    Es por esto que es vital que oiga esto y lo entienda totalmente: su Padre celestial se deleita en usted. Él le ama. Y Él quiere mucho más que una conexión pasadera con usted. El anhela una relación constante, en la que usted y Él se deleiten. Cuando al fin entienda que Dios se goza mucho en su relación con Él, sentirá como si hubiese encontrado un tesoro. Piense, ¡a Dios le gusta estar con usted! ¡Él quiere estar cerca de usted!

    Cuando usted experimente esa conexión sana y llena de gozo con Dios, su vida espiritual y su ministerio darán un paso gigante hacia adelante. Ya no buscará a Dios solo en la cima del fervor espiritual, sino que también experimentará Su presencia a diario. Encontrará menos valles espirituales, y cuando los encuentre, le frustrarán menos, pues sabrá que su Padre celestial todavía está allí, y aún le ama, y está pronto a tener comunión con usted otra vez.

    EL PADRE QUE DANZA

    Alguna vez se ha preguntado: ¿Qué es lo que verdaderamente quiere Dios de mí y para mí? Muchos de nosotros asumimos que lo que Dios más quiere para nosotros es que nos portemos bien, y lo que quiere de nosotros es que asistamos a la iglesia, paguemos nuestros diezmos, y nos ofrezcamos a servir. Esas son cosas buenas e importantes, pero simplemente ser bueno y asistir a la iglesia- por obligación o para entretención- no son las cosas que agradan a Dios. Lo que Él verdaderamente quiere es tener una relación con cada uno de nosotros. Así como nuestros padres desean amar, y ser amados por un hijo, también Dios desea una comunión íntima con cada uno de nosotros. Pero ¿cómo llegamos a tener esa comunión? Si esto es lo que Dios quiere más, ¿cómo se lleva a cabo?

    Esencialmente, estamos preguntando la misma cosa que preguntó el rey David en 1ª Crónicas 13:12: ¿Cómo he de traer a mi casa el arca de Dios? En otras palabras, ¿cómo puedo traer la presencia y el poder de Dios a mi vida personal, mi hogar, mi escuela, y mi trabajo? Cuando descubra la respuesta a esa pregunta, entenderá que está destinado a más que correr de una conferencia o servicio a otro, buscando el próximo sentimiento espiritual. Gozosamente descubrirá que Dios ya tiene planeado un destino para usted, y que si aprende de Él los valores y las cualidades que Él desea para usted, se convertirá en lo que Él quiere.

    Puesto que ya ha nacido del agua y del Espíritu y ha sido bautizado en el nombre de Jesús con la evidencia de hablar en otras lenguas, puede estar seguro de que los papeles de adopción han sido finalizados, y que el proceso de convertirse en un miembro de la familia de Dios se ha completado; ahora ya le pertenece usted a Él. Nuestro gozo al ser adoptados por Dios es obvio. Estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, sin esperanza en el mundo (Efesios 2:1, 12), y viviendo en una condición horrenda. Fue allí donde nos encontró Dios, y nos lavó, nos limpió y nos hizo aceptables a sus ojos. El gozo es nuestra respuesta natural a la salvación. Y, ¿cuál es la reacción de Dios? Para contestar esa pregunta, consideremos una imagen hermosa y sorprendente de Dios que ofreció uno de los profetas más inspiradores del Antiguo Testamento, Sofonías: es la imagen de un padre que danza.

    La primera vez que descubrí esta imagen, fue en Sofonías 3:17: Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos. Lo que verdaderamente me sorprendió en ese pasaje fue lo que aprendí acerca del significado de la palabra alegría que es usada allí. Nunca había pensado mucho en ello, pues creía que significaba felicidad. Sin embargo, el comentario dice que la palabra hebrea, traducida aquí como alegría, quiere decir girar (bajo la influencia de una emoción violenta). Imagíneselo por un momento: girar bajo la influencia de una emoción. ¡Eso parece una danza! En verdad, es danzar. El profeta nos dice que Dios estará tan lleno de deleite por la salvación de Su pueblo, que expresará su alegría con movimiento. ¡El danzará por nosotros!

    Al reflexionar más sobre lo que significaba este pasaje, me di cuenta de que yo también he danzado de la misma manera. Usted también tal vez lo ha hecho. He danzado con gozo al ver a mis hijos recién nacidos. He brincado y aplaudido al oír sus primeras palabras y cuando tomaron su primer paso. Los he cargado y he girado con ellos con deleite. He danzado por mis hijos con gozo tan completo y tan grande, que no tuve otra salida sino el expresarlo con mis manos y pies. Creo que todo padre ha experimentado el gozo de danzar alegremente por sus hijos. ¡Y las Sagradas Escrituras nos dicen que Dios danza con ese mismo gozo por nosotros!

    Considere esto: ¿por qué, siendo padres terrenales, danzamos por nuestros hijos? ¿Qué nos hace demostrar nuestra exuberante emoción? ¿Nos deleitamos tanto por nuestros hijos porque ellos son perfectos? ¿Es porque contribuyen económicamente a nuestras vidas? ¿Es porque han hecho algo sobresaliente o asombroso? Aun siendo padres amorosos, podemos admitir que nuestros hijos no son perfectos, agotan nuestras finanzas, y muchas de las cosas que hacen son tan ordinarias que serían aburridas si las hubiera hecho el hijo de cualquier otro. La razón por la que nos deleitamos con nuestros hijos es simplemente que ellos existen- son nuestros hijos. Un niño que entra al mundo da una razón de gozo. Cualquier padre adoptivo siente la misma emoción al traer a un niño a su hogar. Ahora tienen a alguien a quien pueden reclamar como propio. En efecto pueden decir, Tú me perteneces. Ahora eres mío. Pero, aún eso no describe completamente nuestro gozo de ser padres. Nos gozamos por lo que nuestros hijos serán. Nos imaginamos su futuro, su crecimiento, su aprendizaje, su habilidad- los visualizamos como jóvenes creciendo y madurando, y nos llenamos de orgullo, gozo y esperanza.

    Este es exactamente el mismo gozo que Dios siente por usted. Usted le pertenece a Dios, y Él tiene un plan divino para su desarrollo, mejoramiento, y crecimiento- tal como lo tiene cualquier padre amoroso de este mundo por su hijo. Es esta la razón por la que Dios se goza sobre nosotros: Le pertenecemos, y Él nos permite escapar el horrible destino del mundo y alcanzar la calidad de vida que Él diseñó para nosotros. Este es un gran socorro para nosotros, y una causa de gran gozo para el Padre. Y Él expresa ese gozo danzando.

    Esta imagen de Dios ha sido capturada muy hermosamente por el escritor de himnos contemporáneo, Jared Anderson, en el himno titulado Asombrado.

    Tú danzas por mí

    Mientras no estoy viendo

    Tú cantas en todas partes

    Pero yo nunca oigo el sonido

    Señor, estoy asombrado de ti

    Señor, estoy asombrado de ti

    Señor, estoy asombrado de ti

    ¡Cómo me amas!

    Ya no podemos pensar más que Dios sea sólo un juez, un disciplinario estricto, o un padre severo y sin amor. ¡Dios es nuestro Padre que danza! Él es un padre bueno y amoroso que se deleita en que estemos en su presencia, que desea lo mejor para nosotros, y que nos guía diariamente por el camino a la madurez. Ya podemos dejar la inútil búsqueda de la exuberante emoción espiritual, y empezar un viaje lleno de gozo con nuestro Padre. Retenga esta imagen firmemente en su mente mientras avanza por las páginas de este libro- y a través de su vida con Dios. Él es su padre que le ama, el Padre que se goza, el Padre que danza.

    Ahora que tiene una idea correcta de Dios, podemos pasar al segundo prerrequisito de su crecimiento espiritual. Para hacer esto, debemos visitar un lugar geográfico muy único en Norteamérica, uno que fue creado no por la mano de Dios, sino por un acto del Congreso de Estados Unidos. Nuestro próximo capítulo empieza con una visita a un lugar pequeñísimo en el desierto oeste de los Estados Unidos.

    SU PRÓXIMA MOVIDA

    Su próxima movida es reconstruir su concepto de Dios para que refleje Su actual naturaleza, y no sus nociones preconcebidas acerca de Él. Para lograr esto, pruebe hacer una o más de las actividades siguientes.

    Escriba cinco palabras que describan el concepto de Dios que tiene ahorita. Al lado de cada palabra, escriba una breve descripción de cómo llegó a esa noción. Por ejemplo, Juez- enseñanzas de mis padres. Finalmente, examine la Biblia para ver si cada descripción es cierta.

    Identifique al creyente más maduro que usted conoce. Pregúntele a esa persona, "¿cómo sabe que Dios le ama? Cuéntele a alguien más lo que descubrió en esta experiencia.

    Lea el Evangelio de Juan. Al irlo leyendo, escriba sus observaciones acerca de cómo es Dios. ¿De qué manera confirma esto sus ideas sobre Dios? ¿Qué sorpresas encuentra?

    LECCIÓN 2

    Siga Las Direcciones De Dios

    La meseta de Colorado es escabrosa y muy montañosa y está ubicada en la parte suroeste de los Estados Unidos.

    Esta región, que mide aproximadamente como ciento treinta mil millas cuadradas, es notable por las singulares formaciones geológicas que salpican su escabroso terreno. Si usted maneja en la ruta U.S. 164, que más o menos divide en dos la región, usted encontrará un paisaje que parece haber sido inspirado por el Dr. Seuss. Hay picos de tierra de forma esférica que se llaman cúpulas, rocas en forma de chimeneas rojizas que se llaman chimeneas de hadas, bosques petrificados, puentes naturales, y cañones de ranura que miden solo unos pocos pies de ancho por arriba, pero de hondo tienen más de cien pies o más. La meseta de Colorado es donde se encuentra el Gran Cañón, diez parques nacionales, dieciocho monumentos nacionales, y casi treinta y nueve otras áreas desiertas protegidas.

    Sin embargo, la característica más rara de esta asombrosa región es singular, formada no por aguas tenebrosas ni por el viento fuerte, sino por el movimiento de una pluma. El 24 de febrero de 1863, el Congreso de E.E.U.U. creó el Territorio de Arizona de la parte suroeste del existente territorio de Nuevo Méjico. El límite de este nuevo territorio se identificó, no como una longitud o latitud, ni con un río. Está designado como una línea que corre al sur de la esquina suroeste del Territorio de

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