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Reflexiones Y Más
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Libro electrónico112 páginas1 hora

Reflexiones Y Más

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Información de este libro electrónico

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IdiomaEspañol
EditorialXlibris US
Fecha de lanzamiento16 dic 2009
ISBN9781462821365
Reflexiones Y Más
Autor

Basilio Guzmán

Nacido en la República Dominicana, lleva residiendo en Puerto Rico desde el año 1970. Completó la escuela superior en la Central High School, donde también conoció al Señor Jesucristo en el 1973. De ahí pasó a estudiar arte y diseño comercial a la Escuela Superior Vocacional Miguel Such. Fué miembro fundador de la Iglesia Catacumba de Barrio Obrero y luego pasó a residir y trabajar en la ciudad de Ponce. Fué miembro de la Catacumba de Ponce y actualmente forma parte de la Iglesia Evangélica Wesleyana de Caparra Terrace. Es en Caparra donde comienza la publicación de las reflexiones en el boletín semanal. En el año 2008, termina sus estudios en Reparación y Mantenimiento de Computadoras en Universal Career Community College, en Santurce. Actualmente, tiene su propio negocio de computadoras y mantiene varias páginas de internet.

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    Reflexiones Y Más - Basilio Guzmán

    Copyright © 2009 by Basilio Guzmán.

    All rights reserved. No part of this book may be reproduced or transmitted in any form or by any means, electronic or mechanical, including photocopying, recording, or by any information storage and retrieval system, without permission in writing from the copyright owner.

    This book was printed in the United States of America.

    To order additional copies of this book, contact:

    Xlibris Corporation

    1-888-795-4274

    www.Xlibris.com

    Orders@Xlibris.com

    66120

    Índice

    Prefacio

    ¡El vive!

    Viviendo a la defensiva

    Acostumbrado a las cadenas

    Agua pasada . . .

    El dios de las apariencias

    Lo que dicen las Bienaventuranzas

    Condenados injustamente

    Coces contra el aguijón

    Cuando todo termina . . .

    Cuaresma

    Dios está a cargo

    El Dios que maltratamos

    Dios solo necesita una persona . . .

    El Dios que reclama (1)

    El Dios que reclama (2)

    Distintivos de un líder cristiano

    El hilo de mapo

    ¡Espera!

    ¿Esperar o correr?

    No se lo digas a nadie, pero . . .

    Día de madres

    Metamorfosis

    Un nuevo comienzo

    El poder del tirano

    Señor, ¿Qué quieres que haga?

    ¿Quién eres?

    Sobre la amistad

    ¿Quién tiene la respuesta?

    Retirada táctica

    Suprema vocación

    La tiranía del tiempo

    Verdadera autoridad

    Verdadera búsqueda

    Verdadera comunicación

    Verdadera formación

    Verdadera incapacidad

    Verdadera renovación

    Verdadera riqueza

    Verdadera salvación

    Verdadero amor

    Verdadero crecimiento

    Verdadero liderazgo

    Verdadero llamamiento

    Verdadero sacrificio

    Verdaderos adoradores . . .

    Verdaderos sueños

    Versiones de la Biblia

    Vidas fragmentadas

    Mi yugo es fácil . . .

    Ese tipo del espejo

    Mi amigo del espejo

    Mi reflejo

    Puestos los ojos en Jesús

    El tesoro al final del arco iris

    Dedicatoria

    A Ivette González, quien metió en mi mente la ridícula idea de escribir.

    A mis más fieles lectores, Ismael Calderón (RIP), Gerisilda Lebrón, Altagracia Quiñones, Julio Álvarez (RIP), Julita Claudio y Angelita Paniagua.

    A mi doble hermana (¡no piensen mal!) Rosita Guzmán, correctora de pruebas, que corrige los herrores hortográficos y otros errores no tan fáciles . . .

    A Nerys Alvarez, quien me pidió que recopilara todos mis escritos en un solo tomo . . .

    A las piedras del camino, por hacer mi andar más lento, pero más seguro . . .

    . . . y al que ME amó, y me lavó de MIS pecados con SU sangre, y ME hizo rey y sacerdote para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.

    Prefacio

    MIS REFLEXIONES tal y como han sido publicadas periódicamente en el programa semanal de la Iglesia Evangélica Wesleyana de Caparra Terrace, entre 1999 y 2002 en una compilación que las reune en un solo tomo.

    A pesar de que no me considero un escritor, este es un esfuerzo personal por compartir algunos pensamientos referentes a situaciones que se desarrollan en mi entorno y sobre los cuales deseo expresar mi parecer, desde el punto de vista de la doctrina bíblica. No considero esto como una crítica a las situaciones ni actitudes de persona alguna, sino una invitación a reflexionar para enmendar, de ser posible, algunas cosas como las que personalmente he tenido que enfrentar. La mayoría de las veces, la enseñanza bíblica es lo suficientemente clara como para dejar de lado mi opinión personal.

    Quisiera que estos escritos redunden en la edificación de mis amados hermanos, algunos de ellos fieles lectores de los mismos, y sobre todo, que los inspiren a dedicar cada vez más, tiempo precioso para escudriñar las Sagradas Escrituras, las cuales nos pueden hacer sabios para esta vida y para la venidera.

    Que Dios te bendiga.

     ¡El vive!

    LA MAÑANA DE AQUEL PRIMER DÍA DE LA SEMANA, trajo mucha agitación e incertidumbre. Causó toda clase de conmoción y perplejidad tanto entre sus allegados como en sus adversarios. Aquello fue más que un temblor de tierra de esos que se miden en la escala Ritchter. Estremeció aún la fibra más íntima de muchos corazones.

    Primero fueron las mujeres; aquellas que vieron a Jesús padecer y sufrir el cruel martirio, tres días antes. Luego se sumaron sus discípulos más allegados, aquellos que en el momento de su arresto se dispersaron por diversos rumbos. No parecían poder ponerse de acuerdo y entender lo que había sucedido.

    Era un domingo de rumores extraños, decían que aquel Jesús estaba vivo, ¿Pero cómo? Nosotros mismos fuimos testigos de su muerte. La mañana transcurrió alternada entre rumores, apariciones y aún más rumores . . . Las mujeres que habían ido al sepulcro temprano en la mañana, afirmaban haberle visto ¡vivo!; los discípulos no daban crédito a lo que testificaban las mujeres, pero a pesar de ello, ¡había una tumba vacía!, como pudieron constatar Juan y Pedro. Aún más, sus detractores debían elaborar una explicación lógica para explicar aquel portentoso fenómeno. Los soldados, apoyados por las autoridades judías, decían que su cuerpo fue hurtado por los discípulos mientras ellos dormían.

    Por fin el Maestro llegó donde se habían congregado todos, los discípulos y las mujeres. Allí les dio la prueba más fehaciente de todas: su propia presencia reconfortante.

    Aquel terremoto de la madrugada de ese domingo memorable, cuando la tierra devolvía al que no podía retener, estremeció, y aún sigue estremeciendo, los corazones de aquellos que reciben la visitación vivificante del Maestro de Galilea. La presencia de Jesús en la vida de cada persona es lo que hace real y palpable la obra redentora de Dios; fue un hecho en aquella mañana de resurrección; y sigue siendo cierto todavía en nuestros tiempos.

    Viviendo a la defensiva

    USUALMENTE ESCUCHAMOS LOS AVISOS EN LA RADIO que nos exhortan a conducir a la defensiva, cuando utilizamos las carreteras y avenidas del país. El propósito de esa advertencia procede de la cantidad de accidentes que ocurren diariamente, a causa de personas que manejan de forma irresponsable. Es por eso que se nos da la invitación a guiar de una manera que parte de la premisa de que hay conductores negligentes alrededor de nosotros.

    Es muy pesado tener que vivir y actuar a base de las acciones de otras personas y los posibles efectos que tales acciones traerían sobre nuestras vidas. Deja un mal sabor, parecido a un juego de mesa muy popular, en el cual todos son sospechosos de un crimen, por lo tanto, todos aprenden a desconfiar de los demás.

    Pero lo cierto es que con bastante frecuencia nos vemos rodeados de personas que llevan a cabo acciones, negligentes o deliveradas, que tarde o temprano tienen efecto sobre nosotros. Los hallamos en todas las áreas de acción vital, como el trabajo, la escuela, iglesia, club social, la temible carretera . . .

    También el mundo espiritual caído lleva a cabo una serie de acciones dirigidas a minar nuestra vida en el Señor, a sacarnos de su propósito eterno, a hacernos tropezar y errar en nuestra gloriosa misión.

    Es aquí donde debemos detenernos a pensar, si vamos a seguir reaccionando a los acontecimientos o si vamos a continuar nuestra marcha. Una reacción muy común es detenernos ante la oposición, dando por buena la excusa de que no existen las condiciones ideales para seguir adelante. Eso es tan tonto como detenerse a la orilla de la carretera hasta que cambien las condiciones del tránsito. Con tal actitud no llegaremos a nuestro destino.

    Otras veces nos vemos tentados a asumir el control de los eventos, a tomar la ofensiva, convirtiéndonos entonces en ciegos, guías de ciegos. La Biblia nos enseña que tratar de controlar los eventos de la vida es arrogancia. No podemos poner la

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