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Economía política feminista: Sostenibilidad de la vida y economía mundial
Economía política feminista: Sostenibilidad de la vida y economía mundial
Economía política feminista: Sostenibilidad de la vida y economía mundial
Libro electrónico562 páginas11 horas

Economía política feminista: Sostenibilidad de la vida y economía mundial

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La economía política feminista constituye una aproximación crítica y alternativa a los análisis de la economía convencional y a las deficiencias estructurales de un sistema capitalista, heteropatriarcal y racista que ha puesto en jaque la sostenibilidad de la vida, causando y agravando el conflicto capital-vida. La financiarización descontrolada, la mercantilización de cada vez más procesos de la vida íntima, la privatización creciente de medios de producción y sectores económicos, la invisibilización de la economía de cuidados o la sobreexplotación de una fuerza de trabajo feminizada y precaria son algunos de los aspectos abordados por la economía política feminista. Esta corriente económica pone la vida, sostenible y digna, en el centro. Articula sus principios en torno a un feminismo del 99%, que recuperaría el interés por las cuestiones redistributivas y por las preocupaciones medioambientales, negociando continuamente sobre las cuestiones del poder y la diferencia.Y se alinea con las posiciones interseccionales que entienden que la realidad socioeconómica está mediada por una multiplicidad de factores (de género, sexualidad, raza o etnia, localización, acceso a recursos…) que no deben ignorarse si se quieren afrontar los problemas sistémicos en un contexto global de complejidad e incertidumbre. Trasladando los aportaciones teóricas de la economía política feminista a los análisis de las tendencias de la economía global, su autora aborda en profundidad, y mediante un completo repaso a la literatura especializada, las claves para entender las causas y efectos del colapso ecosocial. Ofrece, en definitiva, una rigurosa propuesta teórica que pueda ser de utilidad para concebir nuevos horizontes emancipatorios que prioricen la sostenibilidad de la vida en la organización del sistema económico.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento12 mar 2021
ISBN9788413522036
Economía política feminista: Sostenibilidad de la vida y economía mundial
Autor

Astrid Agenjo Calderón

Economista feminista extremeña (Garbayuela, 1985). Doctora en Ciencias Sociales y máster en Economía Internacional y Desarrollo. Es profesora en el Departamento de Economía, Métodos Cuantitativos e Historia Económica de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, donde forma parte del Grupo de investigación EcoEcoFem Economía Feminista, Ecológica y Desarrollo. Es vicepresidenta del Observatorio GEP&DO, miembro del Grupo de Trabajo Economía Feminista Emancipatoria (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales) y de la Red Iberoamericana de Investigación en Trabajo, Género y Vida Cotidiana. También realiza actividades de asesoría y consultoría independiente, y de formación en economía feminista para diversas instituciones y organizaciones sociales. Participa activamente en movimientos sociales y feministas, y concilia su vida familiar, personal y laboral, rural y urbana, gracias a una amplia red de afectos que sostienen su vida.

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    Economía política feminista - Astrid Agenjo Calderón

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    FUHEM ECOSOCIAL

    Espacio de reflexión, encuentro y debate que analiza las tendencias y los cambios profundos que configuran nuestro tiempo desde una perspectiva crítica y transdisciplinar.

    https://www.fuhem.es/ECOSOCIAL/

    Astrid Agenjo Calderón

    Economía política feminista

    SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA Y ECONOMÍA MUNDIAL

    colección economía inclusiva

    diseño de cubierta: pablo nanclares

    © Astrid Agenjo Calderón, 2021

    © Fuhem ecosocial

    AVDA. DE PORTUGAL, 79 POSTERIOR

    28001 MADRID

    TEL. 91 575 21 09

    WWW.FUHEM.ES

    © Los libros de la Catarata, 2021

    Fuencarral, 70

    28004 Madrid

    Tel. 91 532 20 77

    www.catarata.org

    ECONOMÍA POLÍTICA FEMINISTA.

    SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA Y ECONOMÍA MUNDIAL

    isbne: 978-84-1352-203-6

    ISBN: 978-84-1352-165-7

    DEPÓSITO LEGAL: M-2.712-2021

    thema: KCP/JBSF11

    Impreso en Artes Gráficas Coyve

    este libro ha sido editado para ser distribuido. La intención de los editores es que sea utilizado lo más ampliamente posible, que sean adquiridos originales para permitir la edición de otros nuevos y que, de reproducir partes, se haga constar el título y la autoría.

    A Carmen, Luis y Luje, por sostener mi vida.

    Agradecimientos

    Este libro es una adaptación de parte de mi tesis doctoral defendida en junio de 2019 en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Esta no habría sido posible sin la confianza, el cuidado y el apoyo incondicional de mi madre Carmen, mi padre Luis y mi hermano Luje, así como del resto de mi familia. Y, por supuesto, gracias a los consejos, al respeto y la confianza de mis directoras de tesis y maestras Lina Gálvez y Paula Rodríguez, así como del resto de mis compañeras y compañeros del grupo de investigación EcoEcoFem y del Observatorio GEP&DO de la Universidad Pablo de Olavide. Este agradecimiento es extensible a la FUHEM y en especial a Santiago Álvarez-Cantalapiedra y Ángel Martínez González-Tablas, quienes han confiado en mi obra y han posibilitado que esta publicación vea la luz. Y por supuesto a muchas de las compañeras y maestras de la red de economistas feministas que me han apoyado en este camino desde el inicio. Muy especialmente a Cristina Carrasco y a Amaia Pérez Orozco, quienes han supuesto una continua fuente de inspiración que ha sido clave en mi trayectoria.

    El agradecimiento más personal va dirigido a todas y cada una de lxs amigxs con quienes he compartido vivencias, afectos, arte y cuidados en la Casa de las Niñas de Sevilla; al colectivo Setas Feministas; y a todas las amigas y amigos de Garbayuela y de tantos lugares que han caminado a mi lado desde niña. Gracias por vuestra complicidad, cariño y profundo respeto. Esta publicación y yo misma seríamos muy distintas si la vida no me hubiera regalado el poder recorrerla junto a vosotrxs.

    Prólogo

    Prologar este libro no solo es una gran responsabilidad y satisfacción para mí, es sobre todo un orgullo. No puedo ocultar mi emoción mientras escribo estas palabras, porque conozco la inteligencia, la preparación, la rigurosidad, el trabajo, la entrega, la determinación, la ilusión, la capacidad de superación y el compromiso que hay detrás de estas páginas, las cuales, ya les adelanto, no les defraudarán. Lo sé muy bien porque hace años que llevo viendo crecer todo lo que contienen. Tengo la suerte de prologar este magnífico libro de Astrid Agenjo Calderón porque fui, junto con Paula Rodríguez Modroño, la directora de la tesis doctoral sobre la que está construido. Astrid ha sido una de mis niñas, como en Andalucía llamamos —sin ninguna voluntad de infantilizar a las mujeres, pues niños llamamos también a los hombres— al grupo de personas que nos acompaña en nuestro día a día. Y el GEP&DO, al que tanto Astrid como Paula, otras compañeras y yo pertenecemos, es eso: un laboratorio de ideas, un lugar de trabajo y un espacio para compartir experiencias, sueños y penas, pero sobre todo un grupo humano formado principalmente por mujeres que quieren cambiar el mundo y hacerlo con cariño y en compañía, alejadas del paradigma neoliberal individualista que se nos impone en todas partes.

    A la defensa de tesis de Astrid en el verano de 2019 fui acompañada de mi hija Lina, que entonces tenía ocho años y que se sentó en la última fila del aula y se entretuvo con pinturas, libros y aparatos tecnológicos. Aunque la llevé para facilitar la conciliación, también lo hice para escenificar la centralidad de los cuidados en nuestras vidas y en la economía, y, sobre todo, porque yo estaba embarazada de ella cuando Astrid me propuso dirigir su tesis doctoral. Lina ha estado presente, además, en muchas de las tutorías, crisis, alegrías y luchas de todos estos años, como en la manifestación del 15M, con solo tres meses, y, posteriormente, en la mayor parte de los 8M. La tesis de Astrid tenía el tamaño, la ilusión y el potencial de una niña de ocho años y había requerido el mismo trabajo y el mismo cuidado, ni más ni menos. Recuerdo que nos reímos mucho con esta metáfora durante la celebración posterior a la defensa, midiendo la altura de Lina y calculando cuántas células y cuánta vida pueden crecer al mismo tiempo que nuestras ideas, argumentos, propuestas y luchas.

    Si comienzo este prólogo con esta anécdota no es porque quiera quitarle protagonismo al libro de Astrid, sino porque creo que el hecho de que su tesis se cociera a fuego lento y tan entrelazada con la vida y con el momento histórico en el que ella la escribió puede verse y olerse, afortunadamente, en las páginas que siguen. Pues si algo tiene de especial este libro es que está lleno de propuestas para la transformación social, sin abandonar en ningún momento un rigor teórico y metodológico que no se improvisan y que demuestran la excepcional madurez intelectual de su autora, a pesar de su juventud. Tampoco traiciona nunca esta obra la humanidad de quien escribe con preparación y genialidad, pero también con humildad.

    Si el 15M acompañó las primeras investigaciones de Astrid, su conversión en libro ha estado acompañada por otra crisis global, la de la COVID-19. Y esta coincidencia en el tiempo no es baladí, porque, como muy bien señala la propia Astrid, esta crisis no surge de la nada, sino que pone sobre la mesa todas las fallas de un sistema depredador con nuestra naturaleza, desigual, injusto y adulterado, que está vaciando de contenido nuestras democracias. Lo que ha ocurrido con la COVID-19 refuerza una a una todas las tesis, tan trabajadas y bien defendidas, que incluye Astrid en este libro. La actual pandemia es la punta del iceberg de un sistema que no funciona para la mayor parte de las personas ni para nuestro medioambiente. Un sistema devorador de recursos que cada vez esconden más su materialidad en el mundo digital. Un sistema que acelera un cambio climático que está derritiendo la capa de permafrost de los polos y liberando virus de los que no conocemos absolutamente nada y que posiblemente generen nuevas pandemias en el futuro.

    El conflicto capital-vida que Astrid tan bien desarrolla se ha revelado a la vista de todas y todos en esos riders que pedaleaban por calles desiertas para llevar hamburguesas a los hogares durante el confinamiento; en esas mujeres que, por dos duros, se jugaban su salud y la de todos los suyos, limpiando para eliminar el rastro de un virus que estaba matando a miles de personas y colapsando nuestros sistemas sanitario y económico y nuestras instituciones; en esas personas mayores que han muerto solas y desatendidas en residencias que se gestionan con lógicas financieras.

    Porque seguimos funcionando con ideas económicas zombis, a pesar de las alternativas que, por otra parte, cada vez se escuchan más en instancias de toma de decisiones más elevadas. Economistas como Mariana Mazzucato o Kate Raworth están asesorando a instituciones europeas, intentando modificar el relato para poder cambiar las instituciones y las herramientas de evaluación política, e insistiendo en que necesitamos otras formas de medir el éxito económico, ya sea individual o empresarial, desde una perspectiva que, en el nivel macro, vaya más allá del PIB y de la sacrosanta idea de crecimiento económico. Pero cuando se trata de cuadrar las cuentas y de establecer las reglas de juego, nada cambia.

    Por eso son tan necesarias obras como la de Astrid, que presentan una perspectiva alternativa del análisis económico y de nuestra economía. Si la primera parte del libro se centra en las propuestas teóricas de la economía política feminista y el enfoque sistémico de la sostenibilidad de la vida, la segunda aterriza en la economía mundial de nuestro tiempo, los ejes de acumulación, la translimitación ecológica, las revoluciones tecnológicas, la globalización y la financiarización, y las crisis subyacentes al modelo capitalista en su versión neoliberal, con especial atención a la de los cuidados. Esta segunda parte del libro, que solo se entiende tras la propuesta teórica rigurosa de la primera parte, es una aportación original y tremendamente valiosa a nuestra comprensión del mundo en el que vivimos y una fuente de herramientas para transformarlo. Esto es especialmente importante para el alumnado de las facultades de Economía, que normalmente aprende una economía al servicio de un sistema y que debe comenzar a mirar los problemas económicos desde otra óptica. Ojalá muchos de ellos apuren sus páginas.

    Terminaré diciendo que, durante la lectura del libro, he sentido un poco de envidia sana y me he escuchado decirme a mí misma, como a veces me ocurre con ciertas novelas y ensayos: ¡Ojalá lo hubiera escrito yo!. Sin embargo, estoy más que feliz de que lo haya hecho una discípula mía. Espero que a quienes estéis familiarizados con los debates del feminismo y de la economía feminista os ocurra lo mismo, que os guste tanto que deseéis haberlo escrito. Y a quienes no lo estéis, que encontréis en este libro una guía perfecta para ahondar en la que, sin duda, es la propuesta de transformación social más poderosa que ahora mismo se sirve: la economía política feminista. Enhorabuena, Astrid, conseguiste lo que querías y tanto has perseguido con admirable trabajo y determinación.

    Lina Gálvez Muñoz

    Sevilla, octubre de 2020

    Notas sobre la autora

    Me dijeron:

    —O te subes al carro

    o tendrás que empujarlo.

    Ni me subí ni lo empujé.

    Me senté en la cuneta

    y alrededor de mí,

    a su debido tiempo,

    brotaron las amapolas.

    Gloria Fuertes, 1995

    Este poema de Gloria Fuertes simboliza claramente las puertas que el feminismo ha abierto a mi forma de entender la economía como forma de pensamiento, de relación y de acción política. Ha sido un tránsito plagado de dudas, contradicciones e inseguridades, pero también de inmensas alegrías al descubrir que otras formas de pensar y estar en este planeta son posibles, y de satisfacción al corroborar que no estoy en absoluto sola en este camino.

    Considero que este libro plasma de alguna manera mi propio recorrido personal en el descubrimiento de la economía feminista —que ahora apellido como economía política feminista—. Y haciendo un ejercicio de coherencia epistemológica, considero fundamental situarlo, con objeto de manifestar desde dónde parto a la hora de interpretar y tratar de comprender el mundo que me rodea. En general, considero que mi punto de vista se ha conformado en torno a tres pilares fundamentales: la heterodoxia económica, la teoría feminista y la acción política en el seno del movimiento feminista autónomo y de la casa feminista y comunitaria en la que habito. Pilares que se han ido cimentando a lo largo de esta última década —y sobre los que queda aún mucho por (de)construir—, con varios momentos significativos que me gustaría destacar aquí.

    Siempre he sido una persona inquieta y con predisposición a la sospecha y al debate, pero podríamos decir que las dudas respecto a mi posicionamiento económico y feminista comenzaron cuando me licencié en Economía. Ello ocurrió el mismo año en el que estalló la Gran Recesión, la cual me sentía incapaz de comprender utilizando las herramientas neoclásicas que me habían enseñado. Y esta frustrante situación hizo que me interesara por otros enfoques heterodoxos, y que buscara aproximarme al entendimiento de las problemáticas reales —y globales— que estaban irrumpiendo con fuerza en los debates cotidianos. De esta forma, en una búsqueda prácticamente intuitiva, accedí al Máster en Economía Internacional y Desarrollo de la Universidad Complutense de Madrid, cuya orientación estructuralista/marxista conformaría la base de mi visión económica. La primera vez que leí algo referente a la economía feminista fue, de hecho, preparando una tarea para dicho máster, y a partir de ese momento decidí dedicar mi Trabajo Final de Máster a la profundización en esta corriente (que sería publicado más adelante: Agenjo-Calderón, 2011). El asesoramiento del profesorado y de mis compañeros y compañeras de máster fue clave. Pero sin duda, un punto de inflexión central fue conocer a Amaia Pérez Orozco (alumna egresada de dicho posgrado), cuyos consejos me han acompañado a lo largo de esta década, convirtiéndose en una de mis principales referentes teóricas y políticas. En este despertar a la economía política feminista hubo otros momentos clave: la realización en el verano de 2009 de un curso de especialización sobre género y desarrollo en la UCM que me aproximó a las problemáticas feministas globales; la participación en las Jornadas Feministas Estatales de Granada de 2009, en las que más de 3.500 mujeres procedentes de los feminismos autónomos pudimos reflexionar colectivamente sobre neoliberalismo, globalización y acción feminista, así como sobre otros temas emergentes que supusieron un claro revulsivo en mi propio posicionamiento feminista; y el siguiente momento, ya en la primavera de 2010, sería la asistencia por primera vez a las Jornadas de economía crítica en Zaragoza, donde pude compartir mis inquietudes en el seno de la economía feminista con estudiantes y profesorado de perfil heterodoxo.

    Sobre esta base, al terminar el máster decidí dedicarme de lleno al estudio de la economía feminista y me trasladé a Sevilla para realizar el doctorado bajo la dirección de Lina Gálvez y Paula Rodríguez, quienes confiaron en mí desde el principio y me han apoyado personal y profesionalmente en mi trayectoria como docente y como miembro de un grupo de investigación pionero en esta materia: EcoEcoFem. Esta primera incursión académica coincidió con el estallido del movimiento 15M en 2011, en el cual me impliqué intensamente junto con otras compañeras de la denominada Comisión de Feminismos en Sevilla, que luego pasaría a ser el colectivo autónomo Setas Feministas. En dicho colectivo he militado durante los seis años de su existencia y buena parte del desarrollo de esta investigación, lo cual me ha servido para aterrizar el cuestionamiento en abstracto de la ortodoxia neoclásica en su correlato político neoliberal y de lucha antiausteridad. Esta ebullición coincidió también con el inicio de mi convivencia con otras mujeres en la Casa de las Niñas de Sevilla, una casa feminista, comunitaria y asamblearia donde hemos creado una red tupida de afectos desde la que sostenemos nuestras vulnerabilidades, precariedades e inquietudes artísticas diversas, y donde he podido trasladar mis divagaciones teóricas al terreno de lo personal/político y afectivo, creciendo enormemente y aprendiendo que otras formas de habitar el mundo son posibles.

    En esta década, además, he tenido el privilegio de fundar junto con otras compañeras el Observatorio GEP&DO sobre Género, Economía, Política y Desarrollo, y compartir reflexiones feministas con un gran número de asociaciones, colectivos, ONG, empresas, entidades públicas y sindicatos en todo el territorio español, a partir de la impartición de charlas y talleres que me han permitido crecer y aprender de la diversidad de experiencias y saberes de las personas que he ido conociendo.

    En general, toda esta teoría y práctica feminista interrelacionada me ha servido también para ir cuestionando mi propia cotidianeidad, tratando de asumir responsabilidades como mujer privilegiada en el occidente capitalista, pero también politizando la precarización de la vida en esta parte periférica del sur de Europa, y aprendiendo a poner en valor mis propias prácticas de resistencia cotidiana —individual y colectiva—. Me sitúo, por tanto, como una mujer blanca, joven, procedente de una familia nuclear de clase media, que ha tenido la suerte de criarse en Garbayuela, un pequeño pueblo de la Siberia Extremeña, rodeada de naturaleza y tradiciones, y sostenida por lazos familiares y comunitarios ampliamente consolidados. De hecho, mi identidad está muy arraigada a mi pueblo, a sus costumbres y también a sus múltiples contradicciones. Tuve que salir de allí muy joven para poder estudiar y desde entonces he tenido que recorrer muchos kilómetros para formarme y trabajar, pero no he tenido que saltar vallas con concertinas ni echarme al mar en una barcaza, no he tenido que preocuparme por conseguir papeles para poder acceder a un empleo o a ciertos derechos sociales, sanidad, educación o justicia. En la actualidad trabajo de forma remunerada en la universidad pública y comparto una casa alquilada en el centro de Sevilla. Nunca me han desahuciado, ni me han exiliado por mis ideas, mi religión, mi orientación sexual o mi raza. En este momento las personas que conforman mis circuitos de intimidad y yo misma gozamos de buena salud y capacidad para el autocuidado y el cuidado mutuo. Y ello me hace disponer de tiempo propio y de calidad para poder leer, estudiar y reflexionar, y también para la militancia, el arte, los quehaceres y los quereres feministas.

    Y es en este proceso de autocrítica alegre en el que me encuentro al escribir este libro. Todo ello en un momento de enorme complejidad durante la crisis global por la COVID-19, contexto que sigue alentando mis ganas de colectivizar, debatir ideas y ampliar la mirada para poder comprender la complejidad e incertidumbre global que nos rodea, y cómo ello se plasma cotidianamente en nuestros cuerpos, nuestras relaciones y en nuestras condiciones de trabajo y de vida. Este libro pretende ser un pasito más en este intento de comprensión. Y también en el camino colectivo de dibujar otros horizontes emancipatorios posibles, el cual empieza, en última instancia, por una misma.

    Introducción*¹

    1. Un mundo en crisis

    La crisis de la COVID-19 ha estallado en el marco de una encrucijada global preexistente, que no solo se venía traduciendo en importantes desafíos ecológicos, socioeconómicos y geopolíticos globales, sino también en deficiencias institucionales y democráticas fundamentales. Si bien esta pandemia ha supuesto un nuevo y doloroso punto de inflexión, puesto que nos sitúa frente a la emergencia de una catástrofe social sin precedentes en la historia reciente, que ha causado una gran cantidad de pérdidas humanas, materiales, económicas y ambientales, y que ha supuesto una interrupción en el funcionamiento de las sociedades tal y como las conocíamos.

    Esta crisis no ha surgido de la nada, sino que es la concreción o actualización de condiciones de riesgo preexistentes, resultado de procesos sociales, económicos, políticos, ecológicos de mayor recorrido y amplitud que es necesario desvelar. A este respecto, el presente libro no analiza la actual coyuntura de pandemia, sino que trata de ofrecer una herramienta teórica bajo el paraguas de la economía política feminista y el enfoque sistémico de la sostenibilidad de la vida, que puede ser de utilidad para abordar las deficiencias estructurales del sistema socioeconómico que han salido a la luz con virulencia en la actual crisis, así como las consecuencias de esta desde un punto de vista diferenciado. Como plantean desde el Observatorio Social del Coronavirus:

    […] Para encontrar las razones profundas (de esta crisis) hay que observar a través de los eventos para tratar de comprender qué hay debajo del pico del iceberg que nos muestra la crisis sanitaria. Esto implica un esfuerzo por mirar los acontecimientos como auténticos analizadores sociales, es decir, dar visibilidad a objetos y sujetos que tienden a verse excluidos de los marcos consensuales de percepción, reconocer diferentes formas de uso del tiempo y del espacio, así como prestar atención a nuevas y viejas formas de desigualdad que esta crisis deja en descubierto (Merlinsky, 2020: 1).

    Por ello, uno de los objetivos de este libro es ir a la raíz de procesos preexistentes de explotación, expropiación y dominación que venían ocurriendo en el marco de un sistema socioeconómico que estaba —y que continúa— poniendo en jaque las condiciones para la existencia social. Esto es, tratar de desvelar desde una mirada feminista los talleres ocultos del capital (Fraser, 2020) o las condiciones de posibilidad subyacentes de la economía capitalista que ponen constantemente en peligro la vida vivible (Butler, 2009). En términos de Fraser, tales talleres ocultos —que aquí denominaremos como dimensiones del conflicto capital-vida— harían referencia a los procesos de reproducción social asimétricos en cuanto al género, a la dinámica racializada de la expropiación, a las formas de dominio político estructuradas por las diferencias de clase y a las ambiciones imperiales, así como a la depredación ecológica sistemática (ibíd.: 11). Procesos que no son sino externalidades acumuladas por el funcionamiento parasitario del capital respecto a las infraestructuras sociales y subjetivas […], que ofrecen una visión ampliada de las contradicciones del sistema (ibíd.: 10-11).

    Entre las contradicciones más evidentes de este sistema económico es la crisis ecológica producida por la devastación capitalista de los bienes y servicios proporcionados por la naturaleza. En esta obra se abordarán en profundidad las causas y consecuencias del colapso ecológico. Pero lo que nos interesa destacar ahora es que, tal y como muestran las evidencias, el cambio climático, el agotamiento de los recursos, la pérdida de biodiversidad, la erosión del suelo, la deforestación, o la producción masiva de contaminantes, sustancias radiactivas y productos químicos peligrosos suponen un excelente caldo de cultivo para el aumento de epidemias, que, en un contexto de hiperglobalización donde mercancías y personas se desplazan continuamente, pueden convertirse fácilmente en pandemias globales (Morand, 2020).

    Estas pandemias no afectarán a todas las personas por igual: en prácticamente todo el planeta, son las personas pobres de clase trabajadora quienes sufren las amenazas de la falta de agua o alimentos, quienes viven cerca de las industrias y de vertidos de productos contaminantes, de los vertederos, de zonas con tráfico intenso, y todo tipo de situaciones ambientales de riesgo. Las salidas planteadas para la recuperación de la crisis de la COVID-19 deberán tener en cuenta este tipo de desigualdades ambientales si lo que se persigue es avanzar hacia una transición ecológica que permita proteger la salud y el bienestar de todas las personas, construyendo un futuro saludable, limpio y justo. No se trataría solo de apostar por una transición verde de la economía mundial —basada en la buena voluntad individual, algunos impuestos e innovación técnica—, sino que, entre otras medidas urgentes, será clave avanzar de forma inmediata, masiva y sostenida en la descarbonización de la economía, la eficiencia energética, la protección de la biodiversidad, la economía circular, tratando de generar empleos socialmente necesarios y de calidad, y formas de consumo sostenible en los espacios rural y urbano. Todo lo cual tendría también una incidencia central en la amortiguación de las desigualdades mencionadas.

    Por otro lado, esta pandemia está sacando a la luz las consecuencias de una contradicción clave del sistema económico y que es frecuentemente olvidada por los análisis de la economía política: la crisis de reproducción social y de cuidados preexistente. Para abordarla nos situaremos en el contexto de la Unión Europea y del Estado español desde el cual se escribe este libro, acudiendo necesariamente al análisis de las políticas neoliberales de las últimas décadas y su impacto sobre mercados, Estados, hogares y redes sociales y comunitarias. En primer lugar, es necesario señalar las medidas deflacionarias y la flexibilización de los mercados de trabajo impuestas desde el inicio de la integración europea, las cuales han ido obstaculizando la consecución de la autonomía vía trabajo asalariado, erosionando a su vez el poder de la mano de obra, aumentando el desempleo y el subempleo. Esta erosión de la fuerza de trabajo ha agravado la disminución de ingresos en el Estado (vía fiscal) y fundamentalmente en los hogares (por la reducción de salarios), dando paso a un incremento de la informalización y del endeudamiento como estrategias de supervivencia en el seno de los hogares.

    En segundo lugar, y en relación al rol del Estado, con la nueva forma de Estado neoliberal (muy distinto al Estado benefactor del periodo del fordismo), sus funciones se han orientado en un sentido muy determinado: erosionando progresivamente las instituciones que promovieron la equidad en el pasado, como la negociación colectiva o la fiscalidad progresiva; desregulando el mercado laboral y promoviendo la pérdida de poder adquisitivo de los salarios; desregulando la protección social y ambiental y los derechos de la ciudadanía; amputando capacidades a las instituciones públicas para manejar la economía; y reregulando los negocios de las grandes corporaciones, garantizando el margen de maniobra de grandes capitales transnacionales.

    La última etapa poscrisis (en relación con la Gran Recesión iniciada en 2008) habría supuesto una vuelta de tuerca a estas políticas neoliberales: en concreto, la nueva gobernanza económica europea puesta en marcha se fundamentó sobre la intensificación de la austeridad como única opción político-económica, defendiéndose la existencia de un vínculo automático entre la recuperación mercantil y la posterior consecución de los medios necesarios para el bienestar de la población. Si bien tras este discurso se escondían nuevas medidas deflacionarias y recortes sociales que han provocado un incremento de la desigualdad y la pobreza, construyendo un imaginario de escasez que ha fomentado los mecanismos de exclusión y que ha canalizado el malestar social en su eslabón más débil (las personas migrantes, extranjeras o simplemente las otras). Es decir, la austeridad ha introducido un nuevo componente moralizador que responsabiliza y culpabiliza a la ciudadanía de la situación de endeudamiento (Gálvez, 2013; Lombardo y León, 2015), eximiendo así a las élites políticas y económicas responsables del expolio.

    En semejante contexto de austeridad, se ha producido un aumento de la precariedad y una creciente explotación de las formas marginales de trabajo feminizado (remunerado y no remunerado), puesto que han sido los ho­­ga­­res, y en ellos las mujeres, los que han asumido de forma privatizada las responsabilidades sobre el bien-estar de la población. Es decir, las mujeres, con los recursos privadamente disponibles, han sido el contrapunto funcional para que las políticas estabilizadoras de la UE fueran viables, absorbiendo los costes del ajuste y los recortes del gasto público mediante su trabajo no remunerado, resolviendo la reproducción cotidiana de la vida con la sobreexplotación de su tiempo y su trabajo, con mayor incidencia en los hogares de menores rentas. No obstante, en este contexto también hay quienes han interpretado las estrategias de supervivencia feminizadas desde una óptica posfeminista neoliberal, a partir de representaciones femeninas más positivas y sugerentes, discursos que alaban la heroicidad cotidiana de las mujeres, encubren una nueva y ambivalente mística de la feminidad en la cual la celebración del empoderamiento de las mujeres convive con una evidente reinvención y revitalización de las desigualdades de género (Martínez-Jiménez, 2017: 652).

    Han sido muchas las especialistas que han analizado la especial incidencia que las políticas de austeridad en Europa han tenido sobre las mujeres y la igualdad de género (Antonopoulos, 2009; Harcourt, 2009; Elson, 2010, 2014; Gálvez y Torres, 2010; Agenjo-Calderón, 2011; Ezquerra, 2011, 2012, 2013, 2014; Michalitsch, 2011; Pearson y Sweetman, 2011; Gálvez, 2013, 2014, 2016; Gálvez y Rodríguez, 2011, 2012, 2013, 2015a, 2015b; Addabbo, Rodríguez y Gálvez, 2013; Bettio et al., 2013; Karamessini y Rubery, 2014; Lombardo y León, 2014; Rubery, 2014, 2015; Villa y Smith, 2014; Kantola y Lombardo, 2017, entre otras), las cuales suponen a su vez un input fundamental para analizar los efectos de la crisis actual. Ya que la crisis de la COVID-19 ha vuelto a poner sobre la mesa que son las mujeres quienes están a la cabeza de la organización social del cuidado debido a su doble rol como cuidadoras primarias en los hogares (por la división sexual del trabajo imperante) y como principales empleadas en los sectores asociados al cuidado (debido a la segregación ocupacional existente), lo cual implica una intensificación de su tiempo de trabajo y, a su vez, una mayor exposición al virus, entre otros elementos. Existe una gran cantidad de investigaciones feministas en marcha que están tratando precisamente de desvelar estos impactos diferenciados en mujeres y hombres, cruzando a su vez el análisis con otros ejes de jerarquización social como son la clase, la raza, la nacionalidad, el origen rural/urbano o la discapacidad, entre muchos otros (Alon et al., 2020; Bahn, Cohen y Van der Meulen Rodgers, 2020; Branicki, 2020; D’Ignazio y Klein, 2020; Hupkau y Petrongolo, 2020; Mezzadri, 2020; Power, 2020).

    Si bien, como señalábamos, en el presente libro no profundizaremos en estos análisis, sino que lo que nos interesa destacar es que es en este contexto de crisis ecológica, de reproducción social y de representación, inseguridad y sostenibilidad (Runyan y Peterson, 2014: 3) en el que emerge la pandemia global. Y por tanto, es clave recalcar que el parasitismo del capital respecto al uso de los ecosistemas, del trabajo de cuidados no remunerado de muchas mujeres en los hogares o del trabajo altamente precarizado de sujetos racializados venía ocurriendo mucho antes del estallido de la COVID-19. No obstante, es evidente que dicha crisis supone una penosa vuelta de tuerca adicional, la cual potenciará viejas fracturas sociales y generará otras nuevas, pero también puede ser leída como una oportunidad para generar nuevas y necesarias gramáticas de lucha feminista, ecologista y antirracista (Fraser, 2020).

    2. Los feminismos ante la encrucijada global:

    una cuarta ola en formación

    Para afrontar los escenarios de incertidumbre e inestabilidad que emergerán tras esta pandemia, así como los nuevos paisajes de explotación, expropiación y dominación (ibíd.: 11), necesitaremos un planteamiento renovado que pueda aclarar las nuevas configuraciones de la crisis sistémica y civilizatoria, así como las nuevas fracturas sociales que surgirán y también las nuevas formas de lucha y alianzas posibles. Y aquí el movimiento feminista tendrá un papel crucial, igual que lo ha tenido de cara al recrudecimiento neoliberal ocurrido tras la Gran Recesión.

    Tal y como plantea Brown (2017), el neoliberalismo que se había rearticulado y fortalecido tras la Gran Recesión ha actuado en esta década como una suerte de racionalidad rectora, caracterizada por una economización más intensa de cada dimensión de la vida, lo cual no se refiere a la mercantilización (o monetarización) de todas y cada una de las esferas y prácticas cotidianas, sino a la diseminación del modelo de mercado y la configuración de los seres humanos "como actores del mercado, siempre, solamente y en todos los lados, como Homo economicus" (ibíd.: 36). Esto es, se ha producido una economización de la conducta humana y la multiplicación de la empresarialidad desde el interior del cuerpo social (ibíd.), lo cual justifica con criterios de mercado la acumulación de riqueza en cada vez menos manos y la precarización del resto, esto es, la polarización social y la desigualdad.

    Además, tras la Gran Recesión, este neoliberalismo ha adoptado una nueva forma desacomplejada y sin trabas (Pisarello, 2011, 2014) bajo formaciones simbólico-culturales cada vez más reaccionarias, a partir de una concepción reduccionista de la libertad y del orden, de la comunidad y de la pertenencia, la cual se ha ido acoplando al sentido común de la sociedad. Todo ello se ha venido traduciendo en formas diversificadas de explotación, discriminación y dominación a través del discurso del sálvese quien pueda, así como en un implacable retroceso social y una inquietante oleada neofascista de miedo y odio: el neoliberalismo ya no seduce (o intenta seducir), ahora se impone (Pérez-Orozco, 2017: 71). Es decir, desde su origen, el neoliberalismo se ha impuesto mediante el uso doble de la seducción y la violencia; así, si en las décadas pasadas habría predominado la estrategia seductora (mediante la consolidación del nexo capacidad de consumo-calidad de vida, unido al reconocimiento parcial de derechos individuales), tras la crisis el peso se estaría deslizando fuertemente hacia el ejercicio de la violencia y el control (ibíd.). Son esas manifestaciones las que llevan a algunos autores y autoras a hablar del carácter fascista del neoliberalismo (Villalobos, 2018) a la hora de describir los discursos liberacionistas (ibíd.) que lo siguen entendiendo como un régimen descentrado, libertario, capaz de dar mayor autonomía a los individuos y a sus deseos, a partir de un individualismo posesivo como dogma irrenunciable. Desde estos discursos se defiende que cualquier restricción impuesta a la libre iniciativa tendría efectos negativos en el plano político y económico; o que el bien común no puede ser un criterio limitante de la libre iniciativa, sino el resultado fortuito de la búsqueda individual de ganancias y riquezas.

    Ello ha producido también una desdemocratización global, un implacable retroceso social y una inquietante regresión antidemocrática (Fernández, 2018: 9), debido a la progresiva subordinación de la política al poder económico bajo automatismos como la deuda y el ajuste estructural —como en el caso de la Unión Europea—. Los métodos para lograr este vaciamiento democrático son variados, como el control de la opinión pública por parte de los medios de comunicación masivos (dominados por sociedades de capital) que tienden más a reforzar los prejuicios de cada cual que a generar una verdadera cultura de debate democrático; o la amplia determinación de la política por el financiamiento de las elecciones (Hinkelammert, 2018). Y es en dicho contexto en el cual emerge una oleada de fuerzas reaccionarias que pueden poner en peligro conquistas sociales y políticas que deberían ser irreversibles. Como plantea Recio (2018), esta ofensiva no es un simple retorno del fascismo clásico, pero tiene con él muchos elementos en común: la demagogia de presentarse como una fuerza antisistema y practicar las políticas más radicales del establishment; el fomento del miedo a la invasión, al bárbaro que viene de fuera, al deterioro de los servicios públicos y una clara hostilidad antiintelectual. A ello habría que añadir un reforzamiento de los mecanismos de control más directo y explícito de los cuerpos, de la sexualidad y de la vida de las mujeres, unido también a un desprestigio de la propia lucha feminista caricaturizándola como una ideología de género o, por el contrario, apropiándosela y rellenando los discursos igualitarios de significantes vacíos para legitimar estos nuevos escenarios de neoliberalización.

    No obstante, frente a esta oleada reaccionaria, el movimiento feminista se está rearticulado con nuevas herramientas y conexiones planetarias². Es decir, nos encontramos en un nuevo momento histórico del feminismo —que algunas autoras denominan una cuarta ola³—, aunque con una identidad en construcción y todavía no definida. De hecho, en el contexto europeo podemos observar, al menos, tres grandes tendencias:

    Por un lado, encontraríamos dicho feminismo neoliberal despolitizado y despolitizante (Martínez y Burgueño, 2019), un feminismo corporativo liberal en términos de Fraser (2019), que estaría poniendo el énfasis en la meritocracia y en los derechos individualizados aislados para legitimarse, pero que generalmente suele reducirse a una recreación de los privilegios de un sector minoritario de mujeres de clases acomodadas que se limitan a romper los techos de cristal en el ámbito laboral y político, abandonando la crítica y la militancia colectiva.

    Por otro lado, encontraríamos un feminismo de tradición moderna (y radical), en el sentido de que entiende que la sexualidad y la reproducción son el corazón de la subordinación de las mujeres (Cobo, 2020) y que continúa basándose en una noción fuerte del sujeto feminista (las mujeres). Se trataría asimismo de un feminismo calificado por muchas autoras como punitivista (Segato, 2018; Skulj, 2020), en el sentido de que convierte la respuesta penal en una poderosa herramienta para proteger los derechos de ese sujeto fuerte y, en concreto, de visibilización y pedagogía contra la violencia de género en general y la trata sexual en particular. De ahí que abandere batallas específicas como la abolición de la prostitución o en contra de las leyes de identidad de género.

    Por último, la tercera vertiente feminista a la que nos vamos a referir (entendiendo que existe una enorme pluralidad y multitud de matices en las tres vertientes señaladas) es aquella que podríamos considerar como más popular, comunitaria e interseccional, y que precisamente estaría tratando de desestabilizar la noción hegemónica, lisa y universalizante (Skulj, 2020: 1) del sujeto del feminismo. Esto es, un feminismo del 99% —tal y como reza el manifiesto elaborado por Cinzia Arruzza, Tithi Bhattacharya y Nancy Fraser (2019)— que estaría sirviendo de altavoz y fomentando las alianzas de mujeres con una situación vital, demandas y necesidades adicionales a las establecidas por la cultura y el discurso dominantes, prestando especial atención a las otras comúnmente silenciadas: las mujeres migradas, las racializadas, las trans, las marginadas, las excluidas, las precarias, etc. Se trata de un feminismo que entiende que hay múltiples condicionantes estructurales que se imponen a la mayoría de las mujeres fuera de su voluntad y heredadas del pasado, que reproducen relaciones de explotación y presión también entre mujeres (Martínez y Burgueño, 2019). Un feminismo que estaría invitando a cuestionar esa mirada desclasada y cándida respecto de las relaciones de las mujeres —con diferentes expresiones de género(s) y de sexualidad— con el poder punitivo estatal (Skulj, 2020: 1), al tiempo que recupera el interés por las cuestiones redistributivas y por las preocupaciones medioambientales en un contexto de encrucijada capitalista global, buscando confluencias con otros movimientos sociales anticapitalistas. Como plantea Fraser (2019: 1):

    Eso le da un aura completamente diferente frente al feminismo corporativo liberal que ha estado centrado en permitir a algunas mujeres escalar a posiciones altas mientras subcontratan su trabajo doméstico y de cuidados a mujeres migrantes o racializadas mal pagadas. Ahora este feminismo incorpora también a estas trabajadoras en su centro y en su primera línea, así que es muy diferente, se opera desde asuntos diferentes y apela a más sectores de la población. Su composición en términos de clase es diferente, no hablamos solo de mujeres privilegiadas, sino de cualquier persona afectada por la austeridad, preocupada por la educación pública o por la sanidad de calidad […]. No hay un sujeto universal abstracto del feminismo, hay todos estos tipos de mujeres ocupando diferentes posiciones, en lugares diferentes con intereses y necesidades diferentes. Y un movimiento para el 99% debería representarlas a todas […]. Centrarse solo en las mujeres blancas cis heterosexuales de clase media [es] volver a un sujeto restringido […]. No queremos volver al pasado.

    En el presente libro consideramos que este feminismo del 99% estaría fortaleciendo una perspectiva sistémica que permite clarificar las virtualidades y las carencias del actual modelo capitalista de organización económica y social, rompiendo la tendencia a la individualización de las consecuencias que ello tiene sobre la vida de las mujeres, descubriendo así nuevas formas de solidaridad social y reactivando la promesa emancipatoria de los feminismos.

    Tomando como ejemplo el Estado español, consideramos que este vendría representado, por ejemplo, por el movimiento de las Kellys (presentado en 2016 con objeto de dignificar el trabajo de las camareras de piso); las organizaciones feministas de empleadas de hogar como Territorio Doméstico (que se conformó en Madrid en 2006 como un espacio de encuentro, cuidado y lucha de mujeres, la mayoría migrantes, por el reconocimiento de los derechos en el empleo del hogar y la valoración del trabajo de cuidados); los colectivos feministas proderechos para las trabajadoras sexuales, como el Colectivo de Prostitutas

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