Cartas a un joven poeta
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"Kappus admiraba profundamente a Rainer Maria Rilke, que ya era una de las voces más poderosas de su tiempo. Rilke había estudiado en la misma academia militar que Kappus y, como él, había asistido a las clases del profesor Horaček, un hombre sabio y bondadoso que ejercía de capellán. Animado por esas circunstancias, el joven aprendiz de poeta se decidió a escribirle, pidiéndole respuestas o simples consejos. Rilke le contestó desde París el 17 de febrero de 1903, iniciando un intercambio epistolar que se prolongaría hasta el 26 de diciembre de 1908. Kappus nunca se desprendió de las diez cartas de Rilke, que aparecerían publicadas por primera vez en Leipzig en 1929, tres años después de la muerte del autor de El libro de horas".
Rainer Maria Rilke
Rainer Maria Rilke was born in Prague in 1875 and traveled throughout Europe for much of his adult life, returning frequently to Paris. There he came under the influence of the sculptor Auguste Rodin and produced much of his finest verse, most notably the two volumes of New Poems as well as the great modernist novel The Notebooks of Malte Laurids Brigge. Among his other books of poems are The Book of Images and The Book of Hours. He lived the last years of his life in Switzerland, where he completed his two poetic masterworks, the Duino Elegies and Sonnets to Orpheus. He died of leukemia in December 1926.
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Cartas a un joven poeta - Rainer Maria Rilke
Rainer Maria Rilke
CARTAS A UN
JOVEN POETA
Ilustraciones de
Ignasi Blanch
Traducción de
Isabel Hernández
019imagenimagenimagenimagenimagenimagenimagenimagenimagenimagenimagenimagenimagenimagenimagenimagenINTRODUCCIÓN
Fue a finales del otoño de 1902… Yo estaba leyendo un libro en el parque de la Academia Militar de Wiener Neustadt,[1] sentado bajo unos vetustos castaños. Estaba tan absorto en la lectura que apenas me di cuenta de que se había acercado a mí el único de nuestros profesores que no era oficial, Horaček, el erudito y amable capellán de la Academia. Me quitó el libro de las manos, miró la cubierta y meneó la cabeza. «¿Poemas de Rainer Maria Rilke?», preguntó pensativo. Luego lo hojeó por varios sitios, leyó por encima algunos versos, miró reflexivo a lo lejos y asintió finalmente. «Así que el joven René Rilke se ha convertido en poeta».
Y me enteré de la existencia de aquel chico delgado y pálido, al que sus padres habían enviado hacía más de quince años a la Escuela Militar de Sankt Pölten para que más tarde fuera oficial. En aquel entonces Horaček era capellán de aquella institución y recordaba aún muy bien al antiguo pupilo. Lo describió como un joven callado, serio, muy bien dotado, al que le gustaba mantenerse apartado, que soportaba con paciencia las obligaciones de la vida del internado y que, al concluir el cuarto año, pasó con los demás a la Escuela Militar Superior, que estaba en Mährisch-Weisskirchen.[2] Allí, como es natural, su constitución se reveló demasiado débil, por lo que sus padres lo sacaron de la institución y le dejaron que siguiera estudiando en casa, en Praga. Qué había sido de su trayectoria a partir de entonces, eso Horaček ya no supo decirlo.
Tras escuchar todo esto, es perfectamente comprensible que ya en ese mismo momento me decidiera a enviarle a Rainer Maria Rilke mis intentos poéticos y pedirle su opinión. Sin haber cumplido aún veinte años y muy próximo a pisar el umbral de un ámbito profesional que sentía como todo lo contrario a mis inclinaciones, esperaba encontrar comprensión, si es que podía encontrarla en alguien, en el autor del libro En mi honor.[3] Y sin que yo en realidad lo hubiera pretendido, surgió una carta que acompañó a mis versos, en la que yo me expresaba sin reservas, como nunca lo había hecho antes ni volví a hacerlo después frente a otra persona.
Pasaron muchas semanas hasta que llegó una respuesta. El escrito, con un sello azul, llevaba el matasellos de París, pesaba mucho en la mano y mostraba en el sobre los mismos rasgos claros, hermosos y seguros con los que estaba redactado el texto desde la primera hasta la última línea. Con él empezó mi correspondencia regular con Rainer Maria Rilke, que duró hasta 1908 y luego, poco a poco, fue diluyéndose porque la vida me empujó por caminos de los que precisamente la preocupación cálida, tierna y conmovedora del poeta había querido protegerme.
Pero esto no importa. Lo único importante son las diez cartas que siguen a continuación, importantes para conocer el mundo en el que vivió y creó Rainer Maria Rilke, e importantes también para muchos que están creciendo y formándose hoy y para los que lo harán mañana. Y allí donde alguien grande y único habla, los pequeños han de guardar silencio.
Berlín, junio de 1929
FRANZ XAVER KAPPUS
[1] Ciudad de la Baja Austria, situada a cuarenta y cinco kilómetros de la capital. (Todas las notas de esta edición son de la traductora).
[2] Es la actual ciudad checa de Hranice, localidad del distrito de Přerov, en la región de Olomouc.
[3] Se refiere al poemario titulado Mir zur Feier, que Rilke publicó entre 1897 y 1898.
París, 17 de febrero de 1903
Estimado señor:
Su carta me ha llegado hace tan solo unos días. Quiero darle las gracias por su confianza, grande y afectuosa. Apenas puedo hacer otra cosa. No puedo entrar en el estilo de sus versos, pues nada queda más lejos de mí que cualquier intención crítica. No hay nada con lo que menos pueda rozarse una obra de arte que con palabras críticas: al hacerlo siempre surge algún malentendido más o menos afortunado. Las cosas no son todas tan palpables ni tan expresables como querrían hacernos creer la mayoría de las veces; la mayor parte de los acontecimientos son indescriptibles, se desencadenan en un espacio que jamás ha pisado una sola palabra, y lo más indescriptible de todo son las obras de arte, existencias misteriosas, cuyas vidas perduran junto a la nuestra, que acaba por desaparecer.
Enviando de antemano este apunte, lo único que puedo decirle es que sus versos no tienen un estilo propio, aunque sí son un