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La isla enamorada
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Libro electrónico61 páginas52 minutos

La isla enamorada

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Tres islas aparecen como personajes en tres originales historias. En la primera, la isla se enamora de un náufrago que llega a ella y trata de retenerlo desplegando su más rica flora y fauna. En el segundo, el protagonista logra llegar a la Isla de la Suerte, pero no sabe si todo lo que le ocurrió en ella es buena o mala suerte. El territorio de la Isla de la Paz, en el tercer cuento, está dividido en dos partes, en cuyos extremos viven dos pueblos muy distintos que protagonizarán sorprendentes sucesos cuando crucen la frontera que los separa.
IdiomaEspañol
EditorialZig-Zag
Fecha de lanzamiento1 dic 2020
ISBN9789561235038
La isla enamorada

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    La isla enamorada - Jacqueline Balcells

    Delfín de Color

    ISBN edición impresa: 978-956-12-2617-3.

    ISBN edición digital: 978-956-12-3503-8.

    3ª edición: marzo de 2017.

    Obras Escogidas

    ISBN: 978-956-12-2618-0.

    4ª edición: marzo de 2017.

    Gerente Editorial: Alejandra Schmidt Urzúa.

    Editora: Camila Domínguez Ureta.

    Director de Arte: Juan Manuel Neira Lorca.

    Diseñadora: Mirela Tomicic Petric.

    ©2013 por María Jaqueline Marty Aboitiz.

    Inscripción Nº 232.760. Santiago de Chile.

    © 2014 de la presente edición por Empresa

    Editora Zig-Zag, S.A.

    Inscripción Nº 244.080. Santiago de Chile.

    Derechos exclusivos de edición reservados por

    Empresa Editora Zig-Zag, S.A.

    Editado por Empresa Editora Zig-Zag, S.A.

    Los Conquistadores 1700. Piso 10. Providencia.

    Teléfono +56 2 28107400. Fax +56 2 28107455.

    www.zigzag.cl / E-mail: zigzag@zigzag.cl

    Santiago de Chile.

    El presente libro no puede ser reproducido ni en todo ni en parte, ni archivado ni transmitido por ningún medio mecánico, ni electrónico, de grabación, CD-Rom, fotocopia, microfilmación u otra forma de reproducción, sin la autorización escrita de su editor.

    La infracción se encuentra sancionada como delito contra la propiedad intelectual por la ley Nº 17.366.

    Diagramación digital: ebooks Patagonia

    www.ebookspatagonia.com

    info@ebookspatagonia.com

    ÍNDICE

    LA ISLA ENAMORADA

    LA ISLA DE LA SUERTE

    LA ISLA DE LA PAZ

    LA ISLA ENAMORADA

    I

    La isla más linda del Mar de las Maravillas estaba situada al noroeste de la Isla de Pascua. Se llamaba Vana y se merecía ese nombre porque era absolutamente vanidosa. Pero no todo era por su culpa: el mar la adoraba y hacía cosas increíbles para hacerla feliz. Conseguía, por ejemplo, aquietar sus olas y despejar el cielo en medio de las tempestades más violentas si a Vana se le antojaba en ese momento mirarse en el agua, como en un espejo. Desviaba por ella sus grandes corrientes desde los cuatro rincones del mundo y le traía preciosos corales, algas y anémonas para adornar sus roqueríos, si Vana se lo pedía; y con sus grandes vientos le traía aves, mariposas y semillas de flores de colores nunca vistos, de aromas embriagadores y formas deslumbrantes. ¿Dónde cantaban los únicos ruiseñores del Mar de las Maravillas? En un bosquecito de encinas en Vana. ¿Dónde había perlas como para hacerle un collar de tres vueltas a la Luna? En los fondos arenosos de las playas de Vana. ¿Dónde se daban los higos, los plátanos y los melocotones más lindos y deliciosos? En las colinas de Vana.

    Durante miles y millones de años, Vana vivió tan feliz consigo misma, que no se dio cuenta de que vivía sola. Por su parte, el mar se las arregló para que ningún velero, ni barco, ni lancha llegara hasta ella. Cuando algún audaz navegante se acercaba a sus aguas, invariablemente se encontraba con vientos huracanados y violentas tempestades. Así, ningún ser humano había llegado a pisar la nacarada playa de Vana.

    Pero un buen día Vana despertó, echó una mirada al espejo de agua que la rodeaba y no sintió su acostumbrado escalofrío de placer. El mar comprendió enseguida que algo grave pasaba y se aquietó al máximo para que ninguna arruga desluciera la imagen de su regalona. Pero ella, en vez de sonreír, como siempre lo hacía cuando se contemplaba, dio un largo suspiro.

    Por primera vez en su milenaria vida de vanidosa, Vana se sentía sola.

    ¡Qué no hizo el mar para alegrarla! Le llevó peces, aves y moluscos nunca vistos; montó a su alrededor un circo de remolinos verdes y auroras boreales púrpuras; sopló sobre ella aromas tan exquisitos y raros, que ni el viento los había olido. Pero Vana no reaccionaba. Al contrario, cada día se ponía más mustia: sus follajes se secaban, los pájaros enmudecían, sus fuentes se ponían turbias, sus frutos no maduraban. Y ni en sus grutas ni en sus playas se oían las risitas de placer que la islita lanzaba cuando no sabía que estaba sola.

    Sola, sola, sola se sentía Vana. Y en vez de contemplarse en el

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