El Teniente Galindo? Biografía autorizada de un piloto de la República
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- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Una obra muy interesante que muestra de manera apolítica y sin revanchismo, las vivencias de un joven en la guerra civil y la posguerra.
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El Teniente Galindo? Biografía autorizada de un piloto de la República - Miguel y Jesús Galindo Sánchez
Introducción
Este es el relato biográfico de nuestro padre Miguel Galindo Saura. Un piloto de caza de las Fuerzas Aéreas de la república, cuya trayectoria profesional hemos querido publicar, tras más de veinte años de investigación en la que hemos podido recabar numerosa documentación contrastada, que avala la objetividad histórica con la que se ha querido tratar esta biografía.
Nos ha parecido adecuado plantear el texto en primera persona, para así dotarlo de un mayor grado de identificación con el personaje objeto de esta biografía. Para ello, hemos dispuesto —como elemento primordial en el que basarnos— de un manuscrito a modo de pequeña autobiografía, que Miguel Galindo dejó escrito, en el que describió una buena parte de sus vivencias, y al que tituló: Episodio y secuela de una guerra incivil.
Queremos aquí agradecer la colaboración de diversas personas, entidades, asociaciones, etc., a las que hemos tenido que recurrir y quienes nos han facilitado el acceso a innumerables documentos, hasta ahora, inéditos y sobre los cuales se han podido reconstruir determinados pasajes de la trayectoria militar del piloto del ejército republicano.
Ha sido inestimable la contribución prestada por estas personas e instituciones —que en otro apartado se detallan—, así como la aportación de otros relatos, entrevistas y diversa bibliografía, en la que se ven reflejados algunos de los episodios en los que estuvo involucrado el teniente Galindo. No obstante, queremos resaltar, muy especialmente, el trabajo de investigación realizado por Luis Garrido Orozco —hijo de Albino Garrido— quien, desde su residencia en Francia ha prestado una inestimable ayuda en la búsqueda y recopilación de datos y documentación, imprescindibles para historiar las vivencias y acontecimientos que nuestro padre padeció durante su exilio en Francia. Así como la inestimable colaboración de Carlos Lázaro Ávila, quien, además, ha tenido la gentileza de prologar este libro.
El relato, por tanto, se ha confeccionado, a modo de autobiografía, siguiendo las siguientes pautas: una parte que ha sido transcrita literalmente de las memorias del aviador y que podrán detectar por el tipo de letra diferenciado. Otros pasajes —acotados y en cursiva— que relatan hechos y anécdotas, expresados por otros protagonistas, pero en los que aquel había participado, y en los que se cita la fuente que los ha proporcionado. Y, por último, la labor de redacción, de determinados pasajes, extraídos de la memoria histórica legada por nuestro padre, así como la construcción ordenada del texto, en el que hemos trabajado los abajo firmantes, y que ha permitido la confección de su contenido de una forma cronológica y armonizada.
Miguel y Jesús Galindo Sánchez
Prólogo:
Miguel Galindo, el murciano que jugó con las nubes
Las páginas que van a leer a continuación reflejan las vivencias de un joven aviador de la república, pero en ellas no van a encontrar una visión revanchista de la guerra, ni una crítica hacia quienes fueron —como su autor matiza, producto de las circunstancias— sus enemigos. Estas son unas memorias carentes de rencor y odio; tan solo recuerdos de un joven aviador que vivió peligrosamente y al que la muerte física y oficial —se le dio por desaparecido en varias ocasiones— le rondó en varias ocasiones.
El testimonio de Miguel Galindo Saura refleja vitalidad, dolor y pasión, siendo esta última la que espoleó su espíritu en dos grandes direcciones: el amor por su tierra y su ambición en convertirse en piloto. El protagonista de esta compilación de recuerdos deja claro su amor por Murcia, en concreto, a la región aledaña a Los Alcázares y el Mar Menor; mar y terruño que su futuro periplo vital por España y Francia nunca restaron un ápice del valor que siempre tuvieron en su desarrollo vital y profesional. Las diferentes etapas en las que se desgranan sus recuerdos rezuman añoranza por los olores, colores, sabores y gentes de Murcia, como si su recuerdo tuviera un efecto balsámico que alivió enfermedades, penas o privaciones.
Miguel fue uno de aquellos chicos murcianos criados en una familia humilde cuya curiosidad infantil fue amoldada con las enseñanzas de sus profesores y espoleada por la irresistible atracción hacia la aviación; porque hablar de Murcia es hablar de aviación. Es indudable que la presencia de la cercana base aérea de Los Alcázares influyó notablemente en el desarrollo económico y social de esta región, pero no se podía sospechar que la actividad de la base ejerció un gran influjo en los sueños de muchachos como Miguel, que trocaron sus sueños infantiles en una ambición: volar. A partir de ese momento, el adolescente murciano se marcó como objetivo vincularse por completo a todo aquello que le acercara a la aviación.
En este sentido, las memorias de Galindo constituyen uno de los ejemplos de aquellos aviadores de preguerra que, siendo miembro del escalón de tierra de la antigua Aviación Militar, accedieron a la cabina de un avión gracias a la necesidad de personal volante en las escuadrillas necesarias para hacer frente a la sublevación militar. El valor de este libro no solo reside en pertenecer al pequeño grupo bibliográfico de memorias escritas por ese personal no tripulante que se convirtió en piloto, sino también al hecho de que su autor también fue miembro de ese exiguo grupo de doscientos españoles que, en relación con las promociones que se formaron en la URSS, acudió a la escuela de vuelo de Bourges (Francia) donde en un corto período de tiempo asimiló los rudimentos básicos del pilotaje —solo pudo obtener el título de piloto elemental—. En Bourges se trabajó duro, pero también hubo ocasión para la diversión y para que aflorara en aquel ambiente juvenil la camaradería y fraternidad aeronáutica que tendrá ocasión de deparar a nuestro protagonista sorpresas en los momentos más insospechados de su vida.
Galindo finalizó su formación como piloto militar en las Escuelas de Transformación de Murcia, obteniendo el título de piloto militar de caza (Polikarpov I-15, «Chato») y el empleo de sargento, siendo enviado a la base de Alcalá de Henares donde volvió a experimentar un segundo bautismo de fuego en los combates de Madrid a bordo de su querido «Chato», en los que se fogueó lo suficiente para ser enviado a uno de los frentes más complejos de la guerra: el norte. Y es aquí donde este libro vuelve a adquirir relevancia porque es uno de los pocos testimonios aeronáuticos —tan solo han trascendido cuatro— sobre el difícil traslado en vuelo sobre el territorio sublevado y los agotadores combates sostenidos en la cornisa cantábrica frente a un enemigo técnicamente superior. El norte exigió un tributo de sangre y responsabilidades al que no fue ajeno el propio Galindo: nombrado jefe de escuadrilla en sustitución de un compañero herido, al poco tiempo cayó derribado y tras librarse de una ejecución inminente, fue hecho prisionero.
Como el propio aviador indica, a partir de ese momento se abrió una etapa sombría de su vida: desaparecido oficialmente en combate —«resucitado» por la Cruz Roja Internacional—, vivió el periplo en cárceles franquistas —evitando recrearse en las múltiples penalidades de su confinamiento—, su posterior canje en Hendaya con un famoso piloto franquista y, tras la caída de Cataluña, su incorporación a la marea de refugiados civiles y militares que atravesaron los Pirineos y fueron confinados en los inhumanos campos de «acogida» de Argelès-sur-Mer y Gurs. Este periplo aflora en sus páginas punteado por el sentimiento de derrota, humillación al ser vistos como indeseables, tristeza, pero no olvida la solidaridad humana brindada por los escasos ejemplos de franceses que los ayudaron en este éxodo que condujo finalmente a Galindo y a sus compañeros a una terrible salida del campo como mano de obra forzada —resignada, pero nunca vencida espiritualmente—, agrupada en las Compañías de Trabajadores Extranjeros. Estos destacamentos fueron organizados por el Gobierno francés para la construcción de trincheras e instalaciones para el Ejército francés ante el previsible enfrentamiento con la Wehrmacht alemana.
El destino volvió a poner a este piloto en la misma encrucijada plagada de inseguridades y privaciones que el resto de los aviadores republicanos exiliados en Francia, aunque la singularidad de la 185.ª Compañía a la que perteneció Galindo reside en que, declarada ya la Segunda Guerra Mundial, fue adscrita a un batallón de ingenieros británicos del Cuerpo Expedicionario enviado por Londres a Francia para luchar contra los alemanes. Bajo el mando británico —que les hará una propuesta sorprendente—, el aviador murciano y sus compañeros se vieron