El sexo del síntoma
Por Silvia Ons
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El sexo del síntoma - Silvia Ons
El sexo del síntoma
El sexo del síntoma
Silvia Ons
Índice de contenido
Portadilla
Legales
Prólogo. Osvaldo L. Delgado
Una mujer –y no una madre– como síntoma de un hombre. Mujer y madre | Un poco de historia |Alejandra, Medea y Antígona | No hay amor sin creencia | El fantasma masoquista es masculino
Anorexia y trauma sexual. Sobre el mentado narcisismo femenino
| La madre capitalista
Creencias. Tragedia y sentimiento delirante de la vida | La identidad como locura
Las formaciones del inconsciente… aún. Culturas | Nuevas resistencias. Sobre lo políticamente correcto
Los amores de Freud. Más acá del Edipo | Freud de la mano con las feministas | Un amor más allá de la ley o Freud pagano | Edipo y la verdad
Atravesamiento del fantasma e identificación al síntoma. El estatuto de la identificación a lo largo de un análisis | Sobre el tiempo real
Desanudamientos y anudamientos. El último Lacan y los trazos del síntoma freudiano | La fiebre de Freud | El síntoma: llamado a la topología
Acerca de la perturbación de la defensa. Sobre la coraza caracterológica
El inconsciente como defensa. Sexo y síntoma | La desconfianza freudiana
Del amor al Uno. Del banquete al Parménides. Lacan y Platón |El error de la metafísica, el posible error del psicoanálisis
Ética, política y diferencia sexual. Cuando Lacan es kantiano | Hegel, Kierkegaard y los sexos | La ética del psicoanálisis
¿Cómo se produce un psicoanalista? Nunca para siempre
© Grama ediciones, 2020
Manuel Ugarte 2548 4° B (1428) CABA
Tel.: 4781–5034 • grama@gramaediciones.com.ar
http://www.gramaediciones.com.ar
© Silvia Ons, 2020
Digitalización: Proyecto451
Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright
, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático.
Inscripción ley 11.723 en trámite
ISBN edición digital (ePub): 978-987-8372-49-5
A mis nietas Luna e Inés
Este libro recoge trabajos –ampliados y modificados– publicados en Una mujer como síntoma de un hombre de editorial Tres Haches, ya agotado. Agradezco a Florencia Dassen por darme la posibilidad de publicarlos en otra editorial y a Alejandra Glaze por poder concretarlo en Grama ediciones. También he incluido otros textos inéditos bajo la perspectiva del síntoma y de las identificaciones a lo largo de la experiencia analítica.
Prólogo
Osvaldo L. Delgado
El libro que ha escrito mi colega y amiga Silvia Ons es verdaderamente excelente, como todas sus publicaciones anteriores. En este texto realiza un esfuerzo enorme, riguroso y con un bien decir propio de su posición como analista. Aborda el tema fundamental de nuestra época, que es la gran conversación del psicoanálisis con los feminismos.
Son los feminismos en plural porque, además de las diferentes olas, felizmente no hay una identidad homogénea, sino más bien diferentes orientaciones y corrientes.
En el texto se realiza un pormenorizado análisis, tanto en el psicoanálisis, en las ciencias sociales, en la literatura y en la filosofía, de la llamada cuestión femenina.
Se ubican con total precisión los impasses en Freud, pero también las incorrectas lecturas que muchas veces se realizan de ciertos textos. Los desarrollos de Lacan y de la orientación lacaniana permiten una conversación al más alto nivel.
Debemos recordar siempre dos cuestiones: la primera de ellas es, como dijo Lacan, que el psicoanalista debe estar a la altura de cómo una época vive la pulsión. La otra, de nuestro colega Javier Aramburu, que dejó escrito para siempre que el psicoanálisis y los derechos humanos comparten la misma posición ética. Quiero destacar las atrocidades que se siguen cometiendo respecto de las mujeres y nombrar quizás solo dos de las más terribles, que son: sostener el aborto como ilegal, cuestión que implica la muerte de cientos de mujeres pobres todos los años; y la crueldad siniestra de los femicidios.
A modo de reflexiones introductorias a este ejemplar texto, quiero formular lo siguiente: comenzaré ubicando la reivindicación de la diversidad sexual que, podríamos decir, se trata de elevar un rasgo singular de goce a la categoría de un S1, a la categoría de un significante amo para armar comunidades de goce, colectividades de goce. Esto es correlativo de algo más: los colectivos entrecruzan nuevas sexualidades y arman nuevas segregaciones, y esto no ocurre sin adosar la intimidad a la dimensión del espectáculo. Los rasgos singulares de goce aparecen como espectáculo, poniéndose en juego la dimensión del dar a ver, pero con una lógica grupal.
En cierta forma esto se acerca a la perspectiva psicoanalítica del último Lacan respecto a la singularidad de goce; la diferencia es que en el psicoanálisis la singularidad de goce no implica elevarla al significante amo y armar un colectivo, ni mucho menos armar con esto una supuesta identidad ni un grupo segregado.
No quiero dejar de mencionar que para el psicoanálisis otro de los rasgos fundamentales a tener en cuenta, es el imperativo de goce superyoico.
¿Cuál es nuestra apuesta como psicoanalistas? Tenemos tres puntos para discutir:
1. El capitalismo, incluida su fase neoliberal, tiene como correlato el desarrollo científico-tecnológico en alianza con el mercado. Esto implica que su referente es el saber-hacer técnico
. Nuestro saber-hacer ahí
como psicoanalistas quiebra esto en tanto apunta a la dimensión de lo contingente; por lo tanto, no es programable, no entra en la repetición. Además, el llamado bien-decir desde el psicoanálisis no es capturable por definición por la trama del imperativo de goce del mercado.
2. El segundo punto tiene que ver con los derechos humanos. En principio, en tanto ciudadanos apoyamos todo lo que tiene que ver con la reivindicación de los derechos humanos y las nuevas legislaciones –matrimonio igualitario, nuevas parentalidades–, respetamos las solicitudes de cambio de sexo, etcétera. Pero, en tanto psicoanalistas, tenemos nuestras profundas diferencias. Primero, porque desde el psicoanálisis sabemos que no existe la identidad, hay identificaciones y modos singulares de goce. No hay identidad de género, no hay identidad mujer, identidad hombre, identidad travesti o identidad bisexual. Por otro lado, la instancia del yo no puede autopercibir nada y la fórmula para el cambio de género y de nombre en la Ley, tiene que ver con la autopercepción yoica de soy mujer
o soy hombre
. El yo para el psicoanálisis es un lugar de desconocimiento absoluto. De este modo el psicoanálisis no puede refrendar la autopercepción yoica de una identidad.
En segundo término, tenemos nuestras serias objeciones en relación con el cambio de sexo y de género en niños antes de la metamorfosis de la pubertad.
La metamorfosis de la pubertad implica la irrupción de cuestiones conmocionantes y muy complejas: si el psicoanálisis sitúa que el cuerpo se tiene o no se tiene, en la adolescencia se pierde un cuerpo y se pasa a tener otro. Asimismo, se juega la caída de los padres en la referencia del ideal; aparece una dimensión muy poderosa que es la aptitud reproductora y, por último, podemos decir que se trata de un encuentro con la feminidad como tal, como enigma y como perturbación.
¿Por qué el encuentro con lo femenino? En El tabú de la virginidad
, (1) Freud plantea cómo la hostilidad tiene varios niveles. Lacan en El reverso del psicoanálisis, (2) toma sólo uno, que es la respuesta hostil de la histérica; por eso sostiene que el único que es feliz no es el portador del falo sino el falo. Ese es el primer piso que trabaja Freud. Pero, además, Freud trabaja cuatro pisos. El que más nos interesa para este tema es aquel en el que Freud toma la hostilidad no como una reivindicación histérica sino el que llama hostilidad como siniestro: el encuentro con lo radicalmente fuera de sentido. Lo nombra como estar ante la presencia de una pulsión perturbadora, desamarrada de todo representante psíquico: se trata de la angustia traumática freudiana.
3. El último punto es la causa del sujeto, que es una causa que cojea, es una causa como una falta fundante estructural. Podemos situar, tanto lo que trabaja Lacan en los últimos capítulos de Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, (3) como lo que trabaja el primerísimo Freud en relación con la primera experiencia de satisfacción perdida, pérdida que funda el sujeto psicoanalítico. Además, se va a implicar entre la causa y su efecto (que es el sujeto) la operación de la defensa. En términos de la defensa freudiana o de lo que Lacan ubica como defensa: el inconsciente transferencial. Entre la causa y el efecto: la defensa, que Jacques-Alain Miller trabaja en su curso Causa y consentimiento. (4)
No quiero dejar de señalar que la idea de que Freud sólo llega hasta el límite fálico de la sexuación es una lectura sesgada de su obra: el Edipo freudiano es un operador estructural. Por ejemplo, en Análisis terminable e interminable
(5), postula la desestimación de la feminidad para ambos sexos. Esto indica claramente que no está tomado por el límite fálico, ya que el límite fálico es el complejo de castración que, además, es un complejo, no se trata de la castración estructural: el complejo es la traducción neurótica de la castración estructural. La envidia del pene o la amenaza de castración son fantasmas de las posiciones sexuadas masculinas o femeninas, pero eso no es la castración.
Otro ejemplo lo tenemos en el capítulo Enamoramiento e hipnosis
, de Psicología de las masas y análisis del yo
. (6) Cuando define el amor sostiene que es elevar el objeto al lugar del ideal, pero en este caso se trata de los amores desdichados y humillantes, ya que colocar al objeto en el lugar del ideal vira siempre al superyó.
En el Apéndice
del mismo texto, (7) sitúa que sólo hay dos cosas que no hacen masa y que son disgregantes respecto de la masa: una, es el síntoma porque da cuenta de un modo singular de goce. La otra, es el amor por una mujer. El amor por una mujer que atraviesa todas las formas sociales, religiosas y culturales –e implica el mayor logro cultural–, tiene la misma lógica que la relación con el síntoma: no hace masa y es disgregante de la masa. Esta concepción de lo femenino no tiene nada que ver con la lógica fálica.
En el punto IV de El malestar en la cultura
, (8) dice que las mujeres entran en oposición con la cultura y pasan a ser