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La concepción amorosa de Alí Chumacero
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Libro electrónico317 páginas4 horas

La concepción amorosa de Alí Chumacero

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La concepción amorosa de Alí Chumacero analiza un mismo tema en tres libros del poeta nayarita, estos son: Páramo de sueños, Imágenes desterradas y Palabras en reposo. Los textos a los que se adentra Jorge Asbun se atisban plenos de referencias mitológicas, románticas y con una muy particular visión de la vida, la muerte y, sobre todo, el amor. El minucioso trabajo de Asbun proporciona, además de la rigurosa investigación académica, un completo panorama de la vida personal e intelectual del también editor que en 2018 celebra el primer centenario de nacimiento.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento24 ene 2019
ISBN9786071659903
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    La concepción amorosa de Alí Chumacero - Jorge Asbun Bojalil

    enseñanzas.

    Introducción

    Con sólo cuatro poemarios publicados (Páramo de sueños, 1940; Páramo de sueños, 1944; Imágenes desterradas, 1948; Palabras en reposo, 1956), Chumacero es uno de los grandes poetas de las letras mexicanas; así lo advierten poetas, estudiosos y lectores que admiran su obra, la que han calificado en gran medida como complicada y de difícil acceso. A manera de ejemplo, Emmanuel Carballo apunta: Alí Chumacero es, entre los poetas que comienzan a escribir después de 1940, un caso único en el que se mezclan el rigor y la dificultad.¹ Quizá es debido a esta dificultad, a cierto hermetismo, que la actividad crítica no corresponde al consenso en relación con la importancia de su obra.

    Los estudios más profundos han sido postergados por quienes, con breves ensayos, han querido cubrir una necesidad hasta ahora latente. La mayor parte de dichos ensayos se agruparon en un libro titulado Retrato crítico,² y recientemente ha sido publicado otro, En la orilla del silencio,³ que aporta ocho nuevos textos. La presente investigación nace de la necesidad de analizar detenidamente el tema central de su obra: el amor. En todos los poemarios se puede ver que el amor juega un papel dominante; si se quiere profundizar en un autor tan complejo, es necesario indagar en aquello que atraviesa de principio a fin su obra. Rastreando el tema amoroso se puede acceder de mejor manera a la poesía de Chumacero, entender la forma en que el poeta concibe el amor y descubrir elementos en los cuales se apoya para su creación.

    En el seguimiento del amor, que es el objetivo principal de la presente investigación, se pueden descubrir otros ejes inseparables de éste, como el tiempo y el olvido. Chumacero entrelaza temas, se vale de tipos de amor consabidos (platónico, romántico y contemporáneo-existencialista) para mostrar características de su propia concepción amorosa; asimismo utiliza referencias intertextuales (de la Biblia y la mitología griega principalmente) para sostener su idea y se apoya en un sinfín de símbolos para la creación de sus poemas. En este sentido, si bien se fundamenta en una simbología universal, también resignifica unos y establece otros, creando así un código propio (es uno de los aspectos que obstaculiza la lectura). Se busca clarificar esto con la glosa y el análisis de los poemas seleccionados, que son fundamentales, por sus características, para los objetivos de esta investigación.

    Aunque el poeta sospecha, y sabe pronto en su relación, que el amor es fugaz (pues sigue un ciclo parecido al de la vida), intenta una y otra vez tener éxito para extender su estadía en el mundo, y al término, en su inminente ausencia, quedar vivo en el recuerdo. Por lo anterior, el amor para el poeta se presenta lo mismo como una constante agonía que como una posible salvación. Hacia el final de su paso por el mundo y al final de su penúltimo poemario, y sobre todo del último, descubre que ante el fracaso del amor, la poesía es otra forma de trascender, más viable por no depender de terceros.

    En la presente investigación se estudian poemas de cada uno de los poemarios publicados por Chumacero; de la primera versión de Páramo de sueños se tratarán, aunque no de forma exhaustiva, los seis poemas (Soledad, Anunciación, Espejo de zozobra, Anestesia final, Realidad y sueño y Silencio), relevantes por ser un augurio respecto de lo que depara al poeta en el amor, la vida y la muerte. De la segunda versión de Páramo de sueños se estudia el apartado Amor entre ruinas (Poema de amorosa raíz, De tiempo a espacio, Desvelado amor, Amor es mar, A tu voz, El pensamiento olvidado, Diálogo con un retrato, Mi amante, Entre mis manos, Mujer deshabitada, A una estatua, Espejo y agua, El sueño de Adán,La forma del vacío y Retorno), que presenta un ciclo completo en cuanto a la relación amorosa (nacimiento, encuentro, alabanza y meditación, separación, recuerdo y errabundeo),⁵ al término del cual se agrega un momento de renacimiento que da pie a un nuevo inicio. De Imágenes desterradas se seleccionan poemas de los dos apartados que lo conforman, Tiempo desolado (A solas y Viaje en el tiempo) y Tiempo perdido (Amor entre ruinas, Elegía del marino, Inolvidable, Palabras que nacen del vacío y Laurel caído); éstos no presentan un ciclo, sino más bien un movimiento caótico, pues el poeta va del amor al no amor sin orden aparente. Así, el tiempo se vuelve protagonista, pues es el camino que lleva a la muerte y, al detener su paso, la forma de vencerla. Por último, en Palabras en reposo vuelve a presentarse un presagio del amor, al cual agrega la experiencia recogida de acercamientos anteriores, y una proyección a futuro de la vida como casado (específicamente, el apartado Búsqueda precaria: Responso del peregrino) y de la muerte (en el apartado Destierro apacible: Mar a la vista, De cuerpo presente y Losa del desconocido), la cual, a diferencia de la muerte que se experimenta en la separación, se anuncia como algo permanente.

    Para poder llevar a cabo la investigación se han buscado propuestas de estudiosos o teóricos sobre los que se borda la interpretación, los cuales ayudan a tratar aspectos precisos del tema señalado. Tal es el caso de Irving Singer, ya que la obra de Chumacero exhibe elementos de lo que él denomina amor platónico, amor romántico y amor en el mundo moderno,⁶ este último vinculado con la corriente existencialista.⁷ El primer tipo concibe al amor como la búsqueda de la perfección y del Bien supremo; el segundo enfatiza el deseo de la unión y fusión con la persona amada, tanto física como espiritualmente, y el tercero se refiere al amor fugaz. Los tipos de amor que se pueden identificar en los poemas estudiados están configurados por imágenes y símbolos específicos; además, contienen una carga emocional muy clara; por ejemplo, al primer tipo se le asocia con la afórica, al segundo con la eufórica y al último con la disfórica. Otro autor necesario es Gaston Bachelard, quien aporta recursos para adentrarse interpretativamente en el código que el poeta ha creado, el cual, aunque particular, asocia elementos ya estudiados y localizados por Bachelard en libros como El agua y los sueños,La poética de la ensoñación⁹ y La intuición del instante.¹⁰ La interpretación se completa con las ideas de Gilbert Durand (La imaginación simbólica),¹¹ de quien se toman elementos para descubrir una estética de contrastes que Chumacero emplea para establecer un ethos del amor y del no amor. Además, autores como Octavio Paz (La llama doble,¹² El laberinto de la soledad),¹³ María Zambrano (El hombre y lo divino,¹⁴ El sueño creador,¹⁵ Los sueños y el tiempo),¹⁶ C. G. Jung y Karl Kerényi (Introducción a la esencia de la mitología),¹⁷ soportan la investigación en aspectos como el amor, el tiempo, la muerte, la ensoñación, el sueño, lo inconsciente, lo arquetípico, entre otros.

    Los ámbitos simbólico y mítico merecen mención especial; para familiarizarse con el primero el Diccionario de los símbolos de Jean Chevalier es un texto esencial.¹⁸ El significado universal de los símbolos funciona como el punto de partida para entender parcial o totalmente el significado que el poeta otorga a ciertas imágenes, aunque también se deslinda frecuentemente del valor convencional de otros símbolos para resignificarlos. En cuanto a los mitos, la fuente principal para la aproximación a la dimensión mítica es la Biblia, pozo abundante de intertextos en Chumacero; para la mitología griega en particular se consulta M. R. Padilla (Héroes mitológicos¹⁹ y Dioses mitológicos);²⁰ también se consulta la Odisea de Homero.

    Aunado a lo anterior, se confrontan ideas de autores que se expresaron en torno a la obra de Chumacero, como Jacobo Sefamí,²¹ Jorge von Ziegler,²² Raúl Leiva,²³ Eunice Odio,²⁴ Marco Antonio Campos,²⁵ José Emilio Pacheco,²⁶ Emmanuel Carballo,²⁷ María Ramona Rey²⁸ y Octavio Paz,²⁹ entre otros. El estudio se enriquece, además, con puntos de vista del autor, tomados de diversas entrevistas y escritos, ya que cuando Chumacero expresaba alguna idea, detrás o frente a él, el poeta la sostenía en verso.

    A continuación se presenta la investigación dividida en cuatro capítulos. En el capítulo uno se tratan aspectos relativos al inicio, la formación y el contexto literario en el cual se ubica y desarrolla Chumacero. En el capítulo dos se abordan las dos versiones de Páramo de sueños; en primer término, se hace notar que el poemario (1940) es un augurio de lo que le depara al poeta en cuanto al tema que se presenta, y en la segunda versión (1944) se puede ver un ciclo del amor que se asemeja al de la vida. También se hace énfasis en una estética concerniente tanto al estado de amor como al de no amor. El poemario Imágenes desterradas, tratado en el capítulo tres, muestra algunos aspectos que el poeta incorpora, según los nuevos conocimientos adquiridos en experiencia(s) pasada(s), los cuales llevan del amor al no amor, provocando un estado caótico. El tema del tiempo que divide amor y muerte puede apreciarse como protagonista en este poemario. En el último capítulo, Palabras en reposo, el poeta se enfrenta a una muerte eterna, a diferencia de la fugaz que experimenta con la separación, y apuesta por una trascendencia, más que en el amor (ya fracaso inminente), en la poesía.

    Al final de la investigación, el lector podrá acceder con más elementos interpretativos no sólo a la cosmovisión del poeta, sino también a las partes sustanciales de un estilo (contrastes) que fundamenta el lenguaje empleado por el poeta en cada momento (amor y no amor), y descubrir intertextos y referencias de los que se vale el poeta, así como comprender símbolos y significaciones particulares de Chumacero, lo que ofrece una propuesta de lectura para entender más una obra con tantas aristas.

    I. Alí Chumacero¹

    Inicios, formación y contexto literario

    Antonio Eustolio Mohamed Ally Chumacero Lora nació en Acaponeta, Nayarit, el 9 de julio de 1918; en su pueblo inició sus estudios de primaria, y al terminar el cuarto año, en 1929, su padre decidió mandarlo, junto con sus hermanos, como interno al Colegio Manuel López Cotilla de Guadalajara; ese hecho marcó al poeta debido a que el director del colegio había sido cristero, por lo que la instrucción religiosa era obligatoria para los alumnos. La educación básica y la mezcla con la religión que recibió en el colegio fueron un factor importante para que se diera en Chumacero un acercamiento al estudio del catolicismo, y de manera específica a la lectura de la Biblia, lo cual influye directamente en algunos de sus poemas. Una vez concluida la primaria, continuó sus estudios en la Escuela Preparatoria Autónoma de Jalisco. En sus años de preparatoria comenzaron sus inquietudes por la palabra escrita (como asiduo lector, creador, ensayista y crítico) y se integró a un pequeño grupo literario² que se reunía periódicamente para analizar y estudiar diversas obras de literatura nacional e internacional. Chumacero escribió en 1936 sus primeros poemas, los cuales aún se conservan inéditos, al mismo tiempo que ensayó algunas reseñas y artículos, dos de los cuales fueron publicados en pequeñas revistas: Estudiantina y Nueva Galicia

    El 28 de junio de 1937 viajó a la Ciudad de México.⁴ Al poco tiempo solicitó en la Universidad Nacional Autónoma de México una matrícula provisional para realizar estudios de medicina; sin embargo, al no haber podido terminar la preparatoria, sólo pudo participar en la universidad como oyente, en clases de filosofía y de literatura. Alí comenzó entonces su formación autodidacta en la Biblioteca del Congreso de la Unión⁵ y en la Biblioteca Nacional de México.⁶ El poeta recuerda: Pasaba el día leyendo. Visitaba la Biblioteca del Congreso, excelente no sólo porque cerraba a las ocho de la noche, sino también porque tenía una repisa llena de novedades. Ahí comencé a leer a los escritores que no había podido conocer en Guadalajara, Novo, Pellicer, Villaurrutia y Owen, de quien me hice amigo en 1943.⁷

    De los poetas del grupo de los Contemporáneos, Chumacero admiró a todos; sus poemas testimonian dicha influencia, siendo la de Xavier Villaurrutia una de las más señaladas,⁸ aunque existen otras más ocultas. De igual manera, se interesó mucho por dos poetas españoles: Luis Cernuda y Juan Ramón Jiménez.⁹ Aunado a sus asistencias como oyente y sus lecturas constantes, participó en tertulias y reuniones y convivió con alumnos y maestros de la Facultad de Filosofía y Letras, con algunos de los cuales formó lazos literarios y de amistad que conservaría por muchos años; ejemplos claros fueron José Luis Martínez, Jorge González Durán y Leopoldo Zea, con quienes fundó la revista Tierra Nueva. Solventada económicamente por la Universidad Nacional Autónoma de México, Tierra Nueva logró mantenerse durante un periodo de dos años,¹⁰ y aunque era una publicación bimestral, se hicieron quince números, ya que algunas publicaciones eran dobles. Dicha revista, como venía ocurriendo desde tiempo atrás, identificó como grupo a estos jóvenes.¹¹ En el número 1, en 1940, se imprimió también el primer poema publicado de Chumacero: Poema de amorosa raíz, el cual fue escrito el 13 de abril de 1938 en la Biblioteca Nacional; así lo expresa el poeta: Estaba leyendo algo de Juan Ramón Jiménez. Tomé una libreta, y lo hice rápidamente.¹²

    Aunque la mayor parte de los textos publicados por Chumacero en Tierra Nueva estaban relacionados con la crítica, también incluían reseñas y traducciones, que firmaba en ocasiones como "A. CH.", seguramente impulsado por una respuesta positiva a su poema, Chumacero entregó su primer conjunto de poemas a la revista para publicarlo como Páramo de sueños,¹³ inserto en el número 6, todavía correspondiente a 1940. Si Poema de amorosa raíz lo colocó en el ambiente cultural de la capital del país (en sus primeros años se le reconoce como un joven y entusiasta crítico, traductor y ensayista), con su primer poemario se ganó el reconocimiento de poeta relevante, de cultas referencias y cuidado extremo en su producción verso a verso.

    En octubre de 1944, la Imprenta Universitaria, que se encontraba bajo la dirección de Francisco Monterde, publicó la versión aumentada del poemario Páramo de sueños. En ese mismo año, el poemario hizo al poeta merecedor de su primer premio, el Premio Rueca, que era otorgado por la revista del mismo nombre.¹⁴ Chumacero no sólo escribía en la revista, sino que participó activamente en la producción y formación de ésta, involucrándose de lleno en todo el proceso de edición y corrección, que se realizaba en la Imprenta Universitaria; ahí aprendió bastante del oficio de corrección y formación de originales, así como de editor y de redactor, al que se dedicó durante gran parte de su vida.¹⁵ En el lapso posterior a Tierra Nueva, Chumacero recibe la invitación de Octavio G. Barreda para colaborar en otras dos revistas: Letras de México, en la que participó de 1941 a 1946, y El Hijo Pródigo, donde colaboró de 1943 a 1946, junto con Octavio Paz.

    En 1948 Chumacero da a conocer el poemario titulado Imágenes desterradas dentro de la colección Nueva Floresta, número 7, de la Editorial Stylo, que dirigían Joaquín Díez-Canedo y Francisco Giner de los Ríos. Y en marzo de 1956 se termina la impresión del libro número 23 de la colección Letras Mexicanas del Fondo de Cultura Económica, que fue su última recolección de poesía: Palabras en reposo. Estos libros engloban la mayor parte de los poemas del autor; otros que fueron publicados en revistas, dentro de libros, o hasta en folleto, quedan sin ser recogidos aún.¹⁶

    Para entender mejor el contexto en el que aparece y en el que interactúa Chumacero, así como las corrientes a las que debe, en mayor o menor medida, su desarrollo poético, es preciso hacer un breve panorama de algunos autores y movimientos que se desarrollaron en México y que son de interés para la presente investigación. Debido a lo anterior, no se hará un estudio profundo de todos los autores y sus influencias o movimientos, sino más bien será un vistazo útil para ubicar mejor espacial y temporalmente al autor, lo mismo que las influencias que asimila; por ello el repaso se limita a los inicios de la primera mitad del siglo XX y hasta la aparición del primer poema publicado de Chumacero.

    Los poetas de los primeros años del siglo XX en México, guardaban reminiscencias de las corrientes del siglo anterior, continuaron el legado de los clásicos¹⁷ y/o románticos¹⁸ en sus composiciones en verso o como parte de su formación; sin embargo, son los modernistas quienes aportan a la poesía mexicana, y a la de Latinoamérica en general, algo más que simples adaptaciones de las corrientes europeas, y llegan al siglo XX con paso firme.

    Con frecuencia Hugo Gutiérrez Vega dijo que la poesía en Latinoamérica comienza con el modernismo,¹⁹ el primer movimiento literario que América Latina aporta al mundo. En México se considera a Manuel Gutiérrez Nájera²⁰ el primer poeta que siguió los pasos del modernismo y a la Revista Azul, que dirigía,²¹ su primer medio de propagación nacional, y cuyos ecos alcanzaron diversos países, incluso en el Viejo Continente.

    Hay que tener en cuenta que el paso de un movimiento a otro no fue tajante; había poetas pertenecientes a corrientes contrarias que convivían activamente con los de la otra, como ocurrió, por ejemplo, en la Academia de Letrán o en la revista El Renacimiento, que fundó Altamirano en 1869, donde clásicos y románticos se reunían y publicaban a la par. Menciona González de la Peña: "En las páginas de El Renacimiento tienen cabida todos los géneros, se abren paso todas las ideas. Poesía, crítica, novela, cuento, historia; crónicas literarias y revistas teatrales; versiones de grandes poetas extranjeros antiguos y modernos".²² Musacchio aporta: "Altamirano consideró que había llegado la hora de la reconciliación y fundó El Renacimiento, semanario en el que se propuso reunir a los grandes talentos de su tiempo, tanto del bando victorioso como del otro.²³ Aunque algunos autores sostienen que las ideas políticas entre los liberales y los conservadores, como se acaba de leer, los separaban, otros como Howland consideran que la tendencia literaria de los poetas y escritores dependió, no del partido político [en] que militaban, sino más bien de su formación cultural.²⁴ Así, mientras los clásicos, pertenecientes a la tradición humanística,²⁵ daban a la razón un lugar preponderante, los románticos, inspirados por el movimiento liberal, dieron rienda suelta al sentimiento. Lo mismo pasó con los modernistas, muchos de ellos tenían poemas, versos que podrían calificar (consciente o inconscientemente) como parte del romanticismo. El modernismo es el resultado de una amalgama de romanticismo, parnasianismo y simbolismo, favorecido por la ineficaz resistencia que ofrecían a la sazón las fórmulas literarias heredadas de España;²⁶ así, uno de los principales objetivos de los modernistas era el de apartarse de la imperante métrica castellana, ya sea resucitando combinaciones métricas antiguas (españolas o francesas), ya cultivando los versos de nueve, 10, 12 o 14 sílabas, cuya composición no era común".²⁷

    Del romanticismo, los modernistas continuaron cultivando el individualismo exaltado […] obsesión de la muerte y escepticismo de la fe; hosco pesimismo y rebeldía del espíritu que, en su odio a lo rutinario, les instila el ansia enfermiza de lo nuevo;²⁸ también buscaron equiparar el lenguaje a la música,²⁹ característica tomada de los simbolistas. Pero hubo un gran acierto, pues, según González de la Peña, en lo que sí aportaron una novedad incuestionable fue en el ritmo, gracias a las reformas que introdujeron en la distribución de los acentos.³⁰ No obstante, un aspecto que debe tomarse en cuenta es que el modernismo estaba abierto a recibir influencias de otros movimientos, y no sólo eso, sino que buscaba, contra la fugacidad de la vida y de las corrientes, convertirse en un movimiento permanente. José Emilio Pacheco, en su Antología del modernismo, subraya esa característica: "El arte que comienza a tener dudas acerca de su función y deja de ser inseparable de la utilidad es obligado a hacer de la novedad su mayor valor. La nouveauté se vuelve el canon".³¹

    Si bien es cierto que los poetas modernistas son distintos entre sí y adaptan a su propia circunstancia lecciones aprendidas en otras literaturas,³² se pueden establecer características generales (ya que no existió nunca un manifiesto modernista), que no particulares, ya que para ello sería necesario analizar a cada uno de los autores. Así, el mismo Pacheco ayuda a encontrar algunas características comunes: El poeta cree apartarse del mundo moderno, del mundo burgués —feo, vulgar, mecánico, innoble—. Pero no se retira: es segregado. Encuentra su imagen en el cisne de Baudelaire (1821-1867) que se ahoga en el lodo del arroyo desecado por el crecimiento de la ciudad.³³ Los modernistas dejarán de estar al servicio del dinero, y no escribirán más para esa clase acomodada, harán arte por el arte. No escribirán para el burgués sino para un grupo que como toda minoría amenazada se cierra ante la hostilidad del medio,³⁴ esto último tomado del parnasianismo. Buscan reminiscencias en lugares fantásticos: reales pero desconocidos o casi desconocidos, como el oriental, y también irreales, mitológicos. En ambos casos llenan los versos de un exotismo muy característico de este movimiento. El poeta modernista es, en general, un cosmopolita en el más amplio sentido del término.

    Rodríguez Chicharro, apoyándose en las ideas de Ricardo Gullón y de Bruno Podestá, agrupa en cinco puntos la huella del romanticismo en el modernismo:

    Primero. Voluntad de idealismo […]

    Segundo. Rechazan el presente y se evaden. La evasión idealizadora presenta dos vertientes principales: el indigenismo —evocación distanciadora en la lejanía cultural— y el exotismo —evocación distanciadora en la lejanía espacial— […] procuró buscar la belleza en lo diferente: chinoserías y japonerías, por ejemplo. […] Otra forma de evadirse y, al propio tiempo, de repudiar el presente se manifiesta mediante el suicidio, el desarraigo, la droga, el sexo…

    Tercero. El héroe modernista es el redentor que se halla a punto de ser corrompido por la sociedad y sus males, cosa que también le ocurre al héroe romántico. El héroe romántico es don Juan; el modernista, el poeta —reflejo de Dios, pues es capaz, como Él, de crear, palabra que tiene para los modernistas una connotación sagrada—.

    Cuarto. El liberalismo romántico fue una tradición continuada por los modernistas. ¿Qué implicaba el liberalismo? Tolerancia, respeto, convivencia. Es el ismo de la libertad proyectado sobre todas las manifestaciones de la vida humana que armoniza con el de una modernidad cuyo acento recaía sobre el derecho de discrepar […]

    Quinto. Si el mal del siglo romántico es el tedio, el de la época modernista es la angustia. Románticos y modernistas son, además, subjetivistas e individualistas.³⁵

    Cabe acotar que existió una escuela en México a finales de siglo XIX, y que continuó cultivándose en el siglo XX, que, aunque modernista en sus bases, se caracterizó por buscar una nueva estética, un nuevo ideal inspirado por Baudelaire, en el cual predominaba una visión diferente a la dominante. Podría decirse que fue un enfoque negativo; estos poetas se identificaron entonces como decadentistas. En 1893 Tablada explicaba:

    Presos de un sistema filosófico

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