Sobre la lectura
Por Marcel Proust
4/5
()
Información de este libro electrónico
Proust revive en este breve pero notable ensayo de 1905 sus lecturas de infancia. La propuesta del autor, sin embargo, va mucho más allá de la mera autobiografía. De lo que aquí se trata es de dar respuesta a una pregunta acuciante: ¿qué hacemos cuando leemos?
Marcel Proust
Marcel Proust (1871-1922) was a French novelist. Born in Auteuil, France at the beginning of the Third Republic, he was raised by Adrien Proust, a successful epidemiologist, and Jeanne Clémence, an educated woman from a wealthy Jewish Alsatian family. At nine, Proust suffered his first asthma attack and was sent to the village of Illiers, where much of his work is based. He experienced poor health throughout his time as a pupil at the Lycée Condorcet and then as a member of the French army in Orléans. Living in Paris, Proust managed to make connections with prominent social and literary circles that would enrich his writing as well as help him find publication later in life. In 1896, with the help of acclaimed poet and novelist Anatole France, Proust published his debut book Les plaisirs et les jours, a collection of prose poems and novellas. As his health deteriorated, Proust confined himself to his bedroom at his parents’ apartment, where he slept during the day and worked all night on his magnum opus In Search of Lost Time, a seven-part novel published between 1913 and 1927. Beginning with Swann’s Way (1913) and ending with Time Regained (1927), In Search of Lost Time is a semi-autobiographical work of fiction in which Proust explores the nature of memory, the decline of the French aristocracy, and aspects of his personal identity, including his homosexuality. Considered a masterpiece of Modernist literature, Proust’s novel has inspired and mystified generations of readers, including Virginia Woolf, Vladimir Nabokov, Graham Greene, and Somerset Maugham.
Autores relacionados
Relacionado con Sobre la lectura
Libros electrónicos relacionados
Leer contra la nada Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Leer Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Leer el mundo: Experiencias actuales de transmisión cultural Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La vía de la narración Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Sobre el arte de leer: 10 tesis sobre la educación y la lectura Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Antimanual para lectores y promotores del libro y la lectura: La utopía y el imperativo de leer Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl último lector Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Un lector Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl arte de ensayar: Pensadores imprescindibles del siglo XX Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La conversación infinita: Encuentros con la escritura y el pensamiento Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl arte de caminar Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Del vicio de los libros Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El viajero, la torre y la larva: El lector como metáfora Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLeer es un riesgo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSeis propuestas para el próximo milenio Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEnsayos Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El poder de la escritura: La ética literaria de Henry Adams Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa barbarie de la ignorancia Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Correspondencia desde dos rincones de una habitación Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La soledad del lector Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Manifiesto por la lectura Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Historias de lecturas y lectores: Los caminos de los que sí leen. Nueva edición aumentada Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEx Libris: Confesiones de una lectora Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Escritores descalzos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEstilo: Escritos literarios de un opiómano inglés Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLibrerías Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Letras ajenas: Ensayos literarios Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Mejor que ficción: Crónicas ejemplares Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones¿Qué leen los que no leen?: El poder inmaterial de la lectura, la tradición literaria y el placer de leer Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Ensayistas ingleses Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Memorias personales para usted
No leer Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Apegos Feroces Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Resumen de Me Alegro De Que Mi Madre Haya Muerto por Jennette McCurdy (I'm Glad My Mom Died Spanish Summary): Un Resumen Completo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUna vida robada Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Inocencia interrumpida Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Autobiografía Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Sí, Señor Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cómo Superar la Muerte de Alguien que Amas: Recibe consuelo y esperanza para sobrellevar el duelo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAtrevete a Creer La Palabra De Dios: Dare to Believe the Word of God Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa Suma de Mis Partes: Testimonio de una Sobreviviente de Trastorno de Identidad Disociativa Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El chico de las musarañas Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cuaderno de ideas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Principios que funcionan: En la vida y el liderazgo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Las pequeñas grandes cosas: Todos los días pueden ser un gran día Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesToda La Verdad Sobre Nesara Por Adamus Saint Germain a Través De Ngari Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Diario de un loco Calificación: 5 de 5 estrellas5/5A pesar de todo, decir sí a la vida Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Las confesiones Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAferrándose a la Esperanza: A Pathway through Suffering to the Heart of God Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Palabras que consuelan Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Perdón (Forgiveness Spanish edition) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Tenía que sobrevivir Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Misioneros en Sudamérica: Pioneros del adventismo en Latinoamérica Calificación: 2 de 5 estrellas2/5Un niño afortunado (6º edición ampliada) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La chica del grupo Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Mi legado Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Confesión Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Guardiana de la Sabiduría: Mi Extraordinario Viaje para Liberar el Sagrado Interior Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCien años de sociedad Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Categorías relacionadas
Comentarios para Sobre la lectura
1 clasificación0 comentarios
Vista previa del libro
Sobre la lectura - Marcel Proust
Marcel Proust
Sobre la lectura
Traducción: Pedro Ubertone
Ilustración de tapa y contratapa: María Rabinovich Diseño: Ixgal
Título original: Sur la lecture
© Libros del Zorzal, 2006 Buenos Aires, Argentina
Libros del Zorzal
Printed in Argentina
Hecho el depósito que previene la ley 11.723
Para sugerencias o comentarios acerca del contenido de Sobre la lectura, escríbanos a: info@delzorzal.com.ar
Asimismo, puede consultar nuestra página web:
Dedico estas páginas a la Princesa Alexandre de Caraman-Chinay, cuyas Notas sobre Florencia
habrían hecho las delicias de Ruskin, en homenaje a la profunda admiración que le tengo.
Índice
Sobre la lectura | 6
Vida de Marcel Proust | 50
Sobre la lectura
No hay quizá días de nuestra infancia que hayamos vivido tan plenamente como aquellos que pasamos con uno de nuestros libros preferidos. Todo aquello que parecía entretener a los demás nosotros lo apartábamos como un obstáculo vulgar ante un placer divino: el juego que un amigo venía a proponernos justo en el pasaje más interesante, la abeja o el rayo de sol molestos que nos forzaban a levantar los ojos por sobre la página o a cambiar de lugar, las provisiones para la merienda que nos habían hecho llevar y que dejábamos a nuestro costado, sobre el banco, sin tocarlas, mientras que por encima de nuestra cabeza el sol perdía fuerza en el cielo azul, la cena que nos aguardaba y de la que sólo pensábamos en salir para terminar, enseguida después, el capítulo interrumpido. La lectura nos hacía sentir la incomodidad de todo aquello, pero esta gimnasia intelectual grababa en nosotros un recuerdo tan dulce (mucho más preciado, a nuestro juicio actual, que aquello que leíamos con tanto amor) que, si se nos ocurre todavía hoy hojear los libros de antaño es simplemente como revisar esos únicos almanaques conservados de días extinguidos, con la esperanza de ver reflejados en sus páginas las casas y los estanques que ya no existen.
¿Quién no se acuerda como yo de aquellas lecturas hechas en tiempos de vacaciones, en las que uno iba a esconder sucesivamente esas horas del día que eran bastante apacibles e inviolables como para poder darles asilo? Por la mañana, volviendo del parque, cuando todo el mundo se había ido a dar un paseo
, me metía en el comedor donde, hasta la hora todavía lejana del almuerzo, nadie entraba excepto la vieja Félice, relativamente silenciosa, y donde no tendría por compañeros respetuosos más que a los platos pintados que colgaban de la pared, el almanaque cuya hoja del día anterior había sido arrancada recientemente, el péndulo y el fuego que hablan siempre sin exigir que uno les responda y cuyos dulces propósitos vacíos de sentido no vienen, como las palabras de los hombres, a reemplazar el de las palabras que uno lee. Me instalaba en una silla, cerca del pequeño fuego de madera, a propósito del cual, durante el almuerzo, el tío matinal y jardinero diría: ¡No hace ningún daño! Un poco de fuego se soporta muy bien; les aseguro que a las seis hacía realmente frío en el huerto. ¡Y pensar que en ocho días vienen las Pascuas!
. Antes del almuerzo que –¡lamentablemente!– ponía fin a la lectura, uno contaba todavía con dos buenas horas. De tiempo en tiempo, se escuchaba el ruido de la bomba de la cual el agua iba a manar y que hacía que uno levantara los ojos y la mirara a través de la ventana cerrada, allá, bien cerca de la única calle del jardincito que bordeaba de ladrillos y porcelanas en medialunas sus arriates de pensamientos, recogidos, parecía, en esos cielos demasiado bellos, multicolores y como reflejados por los vitrales de la iglesia que podía verse entre los techos de la aldea, cielos tristes que aparecían antes de las tormentas, o después, muy tarde, cuando el día iba a terminar. Desgraciadamente la cocinera venía con mucha anticipación a poner la vajilla. ¡Si al menos la hubiera puesto sin hablar! Pero ella se sentía obligada a decir: Usted no está bien así; ¿y si le arrimo una mesa?
. Y nada más que para responder: No, muchas gracias
, había que detenerse en seco y volver a traer de la lejanía la propia voz que, dentro de los labios, repetía sin ruido, corriendo, todas las palabras que