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Tantra urbano: Sexo sagrado para el siglo XXI
Tantra urbano: Sexo sagrado para el siglo XXI
Tantra urbano: Sexo sagrado para el siglo XXI
Libro electrónico493 páginas8 horas

Tantra urbano: Sexo sagrado para el siglo XXI

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Si crees que la felicidad sexual y espiritual no es compatible con los ritmos frenéticos del mundo actual, no has experimentado el tantra urbano. La aclamada educadora sexual Barbara Carrellas mezcla sabiduría erótica y sabiduría espiritual para conseguir una actualización radical de la antigua práctica del tantra. Los exploradores sexuales modernos que deseen superar su límite encontrarán técnicas fáciles de seguir para experimentar estados orgásmicos expandidos y juegos en solitario y en pareja (así como prácticas más aventureras).
Esta sorprendente guía revela deliciosos mundos de éxtasis disponibles para todos, e incluye prácticas de veinte minutos, sexo adaptado a todas las identidades y cuerpos, así como bdsm tántrico. Sea cual sea tu género, orientación sexual o gusto erótico, Tantra urbano expandirá tus nociones sobre el placer y te impulsará a nuevas cotas de intimidad y satisfacción sexual.
IdiomaEspañol
EditorialMelusina
Fecha de lanzamiento28 jun 2020
ISBN9788418403002
Tantra urbano: Sexo sagrado para el siglo XXI

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    Tantra urbano - Barbara Carrellas

    Neilson

    Contenido

    Agradecimientos

    Prólogo

    Introducción a la nueva edición

    Preludio

    Primera parte Tantra: los principios básicos

    Capítulo 1 ¿Qué es eso del tantra?

    Capítulo 2 ¿Por qué necesitamos el éxtasis?

    Capítulo 3 Vive el aquí y ahora

    Capítulo 4 Conoce tus chakras, conócete a ti mismo

    Capítulo 6 Cómo tocar

    Capítulo 7 Tantra en veinte minutos

    Segunda parte Tantra en solitario: desata tu energía orgásmica

    Capítulo 8 La energía sexual: qué es y qué hacer con ella

    Capítulo 9 El orgasmo: todas las posibilidades

    Capítulo 10 Los orgasmos de aliento y energía

    Capítulo 11 Tantra para uno

    Tercera parte Tantra para parejas: un ritual tántrico

    Capítulo 12 Preparar el escenario

    Capítulo 13 Relajarse y entrar en calor

    Capítulo 14 Reunirse

    Capítulo 15 Rock and roll

    Capítulo 16 El placer del después

    Capítulo 17 El masaje del despertar erótico: introducción

    Capítulo 18 El masaje del despertar erótico para personas con vagina

    Capítulo 19 El masaje del despertar erótico para personas con pene

    Capítulo 20 El masaje del despertar erótico para personas trans e inconformistas del género

    Cuarta parte Tantra para intrépidos

    Capítulo 21 BSDM tántrico

    Capítulo 22 Cómo crear el ritual tántrico perfecto para ti

    Capítulo 23 Tantra en grupo

    Quinta parte Tantra: la siguiente dimensión

    Capítulo 24 La magia sexual

    Bibliografía

    Recursos

    Agradecimientos

    Imaginé este libro hace ya unos años, durante unos talleres salvajes y muy cachondos que impartí en Australia sobre sexo y espiritualidad. Han sido necesarios el amor y el apoyo de muchas personas para que Tantra urbano salga de las aulas y quede plasmado en la página impresa.

    A mi compañera en el amor, el arte y la vida, Kate Bornstein: gracias por tu fe inquebrantable en mí y en la importancia de este libro. Gracias por darme la inspiración y el ánimo que necesitaba para llevar este libro mucho más allá de la idea original. Gracias por leer cada capítulo de este libro, una y otra vez. Gracias por amarme.

    A Chester Mainard: gracias por regalarme las palabras precisas para hablar de los cuerpos y el placer. Eres el mejor maestro que haya encontrado nunca y enseñar en colaboración contigo ha sido una de las mayores emociones de mi vida. He intentado captar el espíritu de tus enseñanzas en Tantra urbano. Te amaré siempre.

    A Louise Hay: gracias por tu amor incondicional, por seguir subiéndote con placer al tren de mis diversiones más extremas, y por estar siempre a mi lado cuando necesito una buena sesión de lágrimas, de risas o de chispas. Gracias, especialmente, por la intensidad de tu apoyo durante las últimas etapas en la redacción de este libro.

    Gracias a mi hermana del alma, Annie Sprinkle, quien me dio la mano cuando me lancé de cabeza a la piscina del sexo y me obsequió con la mejor de las amistades desde entonces. Gracias también a las otras mujeres del Club 90: Veronica Hart, Gloria Leonard, Candida Royalle y Veronica Vera, quienes me han brindado su ánimo en cada etapa de este camino. Vaya asimismo un agradecimiento especial a Linda Montano, quien me prestó orientación espiritual y consejos en el arte y en la vida durante tantísimos años.

    He aprendido muchísimo de mis amigas y colegas: Lily Burana, Kutira Decosterd, Betty Dodson, Raelyn Gallina, Lynda Gayle, Jwala, Robert Lawrence, Christiane Northrup, Carol Queen, Pat Sinatra y, sobre todo, Joseph Kramer. Os estaré eternamente agradecida no sólo por lo que me habéis enseñado, sino también por haberme permitido incluir algunas chispas de vuestro brillante saber en este libro.

    y-welby, entre otros.

    Gracias a mi agente literaria Malaga Baldi por tu total entrega y fe en este libro. Con tu ayuda se ha desarrollado hasta convertirse en todo lo que había imaginado, y más.

    Un enorme abrazo de éxtasis entusiasmado a Colleen Cover, quien creó las ilustraciones perfectas que acompañan a Tantra urbano.

    Montones de gratitud a Ten Speed Press, donde me ayudaron a restañar las heridas de una pesadilla editorial anterior brindándome respeto, entusiasmo y amor; y un agradecimiento especial a mi editora, Brie Mazurek. Brie, eres una estrella. Gracias también a Mark Rhysberger y Felice Newman por su ayuda editorial con una versión previa del manuscrito.

    Es verdad lo que dicen: la gente del mundo del espectáculo es especial. Gracias a James M. Nederlander, Herschel Waxman y Jim Boese de la Nederlander Organization, y a la plantilla y personal del Brooks Atkinson Theatre, quienes no sólo supieron tolerar mis frecuentes angustias de escritora, sino que además me apoyaron con su buen amor y alegría a lo largo de este camino. Muy en especial, mi más sentido agradecimiento y amor a Marilyn S. Miller, quien me sustituyó en un sinfín de actuaciones para que pudiera escribir. Me quito el sombrero ante todos.

    Le estoy muy agradecida a Tristan Taormino por continuar apoyando mi trabajo de forma incansable y también haber participado en la creación de Dark Odyssey, donde encontré inspiración en muchísimos pioneros y pioneras del erotismo. Gracias, especialmente, a Anton, Phoenix Benner, Blair, Sir C, Colten Tognazzini, Femcar, Lee Harrington, Kate y David, Lolita, Major, y Puppy, por su sabiduría y amistad. Y vaya un agradecimiento especialísimo a los autores y maestros tántricos Mark Michaels y Patricia Johnson por su ejemplo y camaradería.

    Vaya mi gratitud a Mary Wallach y Rod DeJong, quienes cuidaron de mis cuerpos físico y emocional mientras escribía, y a Osho, que cuidó de mi alma.

    Gracias a familiares y amigos: Michelle Ainsworth, Lynn Birks y Judith Wit, Frances, Gizmo, Goose, Chele Graham, P. Kitty, Sara Miriam, Mollyanna, Patricia C. Lee, Patricia Neilson, Daniel Peralta, Beverly Petty, Kaylynn Raschke y Alexis Hurkman y Ron Tillinghast, quienes me brindaron espacios y oportunidades para esconderme, gritar, imaginar, enfurecerme, bramar y reír durante todo el proceso de escritura.

    A los participantes de mis talleres durante todos estos años y a todas las personas que, en fiestas bdsm, rituales o retiros eróticos, me han impresionado con su honestidad, pasión, sabiduría, valentía y creatividad, gracias. Me habéis inspirado y dado fuerzas para no desviarme del camino. Para vosotros es este libro, del que en parte también sois autores.

    Nota de agradecimiento para la edición revisada

    Durante estos últimos diez años, he recibido la inspiración, el ánimo y el conocimiento de la comunidad de varios cientos de graduados en el programa que dirijo de Formación Profesional en Tantra Urbano. Estos cursos de formación no habrían sido posibles sin la apasionada dedicación de sus coordinadores locales en todo el mundo. Vaya, pues, mi más profundo agradecimiento a Elise Bish, Hayley Caspers, Liana Gailand, Lola D. Houston, Amanda Gay Love, Donia Love, Rebecca Lowrie, Gina Machado, Tara Phillips, Carl Johan Rehbinder, Jennie Rehbinder y Lorenzo Stiernquist. Un agradecimiento también enorme a los brillantes, entregados y leales miembros del equipo que se reúnen todos los años para prestar su apoyo a estos cursos de formación y a esta comunidad.

    Todo mi amor para Rowan Tinca Parkes, amiga del alma, quien deja todo lo que esté haciendo, se sube a un avión y trae su magia a cualquiera de las aventuras salvajes y locas en que me haya embarcado.

    Gracias una vez más a Ten Speed Press por su lealtad y compromiso con este libro, y por haberme brindado una nueva experiencia editorial maravillosa. Ha sido un auténtico placer trabajar con mi editora, Kate Bolen, y mi diseñadora, Angelina Cheney.

    Un agradecimiento muy especial para la increíble artista YuDori (yudori.com), quien se ofreció a crear ilustraciones suplementarias para esta nueva edición, y a Cyndi Darnell por las imágenes de The Atlas of Erotic Anatomy and Arousal, que sirvieron de base para las ilustraciones. Gracias, también, al Club de Lectura bdsm de Lexington (Kentucky), por plantear unas preguntas estupendas y ofrecerme perspectivas novedosas sobre el tantra y el bdsm.

    Y, por último, gracias a todas las personas que leyeron y recomendaron la primera edición de este libro. Con vuestro aliento, respirando acompasadamente, estamos cambiando el mundo.

    Prólogo

    Cuando mi amiga Barbara Carrellas me pidió que escribiera el prólogo de Tantra urbano, su segundo libro, me dijo que era «porque habíamos recorrido gran parte del camino juntas». Era verdad, por lo menos hasta la aparición de Tantra urbano en 2007. Habíamos viajado miles de kilómetros de la mano (y con la mano en otros paisajes del cuerpo), en pos del Santo Grial: disfrutar de un sexo estupendo que no sólo fuera divertido y satisfactorio, sino también profundamente curativo, emancipador en lo personal y revelador en lo espiritual. Seguimos el camino que nos indicaban nuestras musas, y nuestros clítoris, y nos guiaron maravillosamente bien.

    Nuestra aventura comenzó en el Nueva York de los años ochenta, antes de Sexo en Nueva York, antes de que Disney invadiera el ambiente deliciosamente sórdido de Times Square, antes de que hubiera talleres de sexo tántrico en todas las grandes ciudades del país. Barbara era una mujer cultivada, con una carrera de éxito, pues era directora general de un teatro en Broadway, mientras que yo, por mi parte, era una prostituta y actriz porno a mucha honra, y también me había convertido en una profesional en el arte de hacer realidad las fantasías fetichistas de mis clientes, al tiempo que daba mis primeros pasos como educadora sexual.

    Nos habíamos conocido durante los años del «sexo equivale a muerte» de mediados de los ochenta, en un gran grupo de apoyo llamado New York Healing Circle (Círculo Curativo de Nueva York), cuando el sida causaba estragos y dolor sin que nadie pudiera ponerle remedio. Estábamos perdiendo a muchos amigos, demasiado jóvenes. El Círculo Curativo era un grupo de apoyo que encontraba fuerzas en la espiritualidad. Barbara estaba dejando atrás el catolicismo y se mostraba muy timorata en asuntos religiosos. Yo era atea y me había criado en una familia unitaria, por lo que no me sentía del todo cómoda con ese interés que se me había despertado hacía poco de entrar en ámbitos sagrados, aprender que lo espiritual podía ser curativo e intentar santificar mi vida. Tuvieron que morir varios de nuestros amigos y amantes más queridos para que ingresáramos en un camino espiritual que iba a cambiarnos la vida y que nos venía como anillo al dedo.

    Desde el primer momento, Barbara y yo hicimos buenas migas. Tuvimos una breve relación sexual que terminó mutando en una profunda amistad. Por aquel entonces, Barbara ya era más experta sexualmente y pro-sexo que la mayoría de gente. Con ella aprendí que tenía un punto g (gracias, B.). Pero en otros aspectos también era inexperta. Cuando la invité a conocer el «underground sexual» de la ciudad, pensé que iba a meter los deditos en aquel mar para probar cómo estaba el agua y luego regresar a caminos más trillados y heteros. Ni hablar.

    En vez de ello, Barbara enfiló por el carril rápido y se puso a aprender todo lo que pudo sobre cualquier faceta del sexo, adquiriendo experiencias a través del exceso. Fuimos juntas a orgías, a clubes bdsm, a los palacios del peep-show que había en Times Square, a fiestas de transexuales, y nos apuntamos a cursillos y rituales de masturbación, y Barbara lo probó todo con montones de gente. Incluso se puso delante de la cámara y apareció en un par de películas porno con pretensiones artísticas que dirigí, The Sluts and Goddesses Video Workshop y Annie Sprinkle’s Amazing World of Orgasm. También participó en la primera película de educación sexual que realizó Betty Dodson, Selfloving, y más tarde se pasó a la televisión comercial con varias apariciones en Real Sex, una serie documental producida por hbo. Y a todas esas aventuras Barbara aportó todo su entusiasmo, estilo e integridad.

    Casi desde el principio, empezamos a hacer cursillos de tantra organizados por los pocos maestros de la especialidad que había activos en ese momento. Lo que nos atrajo de entrada al tantra fue lo que habíamos leído sobre los antiguos senderos tántricos, que parecían abarcar cualquier manifestación de la sexualidad, como poemas amorosos, posiciones extremas de yoga para follar, alucinantes prácticas fetichistas, relatos sobre «prostitutas sagradas» y orgías en cementerios que duraban un mes, entre otras cosas salvajes. Pero muchos de esos cursos que hicimos nos parecían un poquitín bobos y demasiado mojigatos para nuestras inclinaciones zorrunas y las sensibilidades que se estilaban en Nueva York. No terminamos de encajar en esa modalidad tántrica pensada para parejas progres, estrictamente heterosexuales, blancas, de mediana edad y con veleidades New Age. Como éramos las únicas participantes queer, provocadoras, raritas y perversas, se nos juzgaba por cómo éramos y por lo que nos interesaba. «El tantra no es eso», nos decían. Pero las técnicas que aprendimos y la óptica general del tantra dejaron una impronta indeleble en nosotras. En secreto, nos preguntábamos si no habríamos sido unas expertas tantrikas en alguna reencarnación pasada.

    Hasta técnicas antiguas relativamente asequibles como la respiración para alcanzar el éxtasis nos cambiaron la vida para siempre. Tuvimos experiencias absolutamente electrizantes con orgasmos energéticos de cuerpo completo que parecían enemas para los chakras, viajes chamánicos y experiencias religiosas potentísimas, todo a la vez.

    Estábamos tan entusiasmadas con aquellas experiencias que, como no podía ser de otra forma, nos dieron ganas de compartir todo aquel saber con nuestras amistades y las distintas comunidades en las que participábamos. Empezamos por nuestros hermanos gais enfermos de sida. Cuando abrazaron con amor esa nueva forma extática de sexo sagrado y más seguro, nos sentimos tan animadas que enseguida cogimos carretera y manta y empezamos a echar una mano en la organización de talleres de sexualidad, aprendiendo todavía más a través de la enseñanza. Nuestros cursos «Sexo sagrado», «Pasarlo bien con la respiración y los orgasmos energéticos», «Masaje erótico» y «Zorras y diosas» estaban completamente imbuidos del espíritu tántrico, pero se alejaban bastante de los talleres tradicionales de la disciplina. Incluían cantos, trabajo energético y meditación, pero en ocasiones incorporábamos también bdsm, intercambio de géneros, corsés muy ceñidos, fetiches, arquetipos de puta/zorra/bruja y disfraces alucinantes, entre otras muchas cosas. La mayoría de la gente maravillosa que vino a estos cursos nos hizo comentarios entusiastas, sentidos y a veces emocionados, agradeciéndonos sentirse libres o diciéndonos que sus vidas habían cambiado para bien, y para siempre, gracias a algo que habían aprendido o experimentado con nosotras. Muchos de los participantes de los cursos nos regalaron sin saberlo nuevas claves o experiencias que nos permitieron ahondar en nuestra exploración personal, y se lo agradecemos de verdad. Enseñábamos lo que queríamos aprender, ¡y vaya si aprendimos!

    El tantra nos brindó una nueva vía para continuar nuestros viajes sexuales y conseguir satisfacer nuestras necesidades espirituales y emocionales, al tiempo que nos ofrecía estrategias para lidiar con toda la enfermedad y muerte que nos rodeaban. Barbara y yo tuvimos la impresión de estar reivindicando el sexo, rescatándolo de la cultura desquiciada, disfuncional, moralista, ignorante y puritana que, en materia sexual, dominaba Estados Unidos. Entendimos que nuestro deber cívico, nuestra labor amorosa y nuestra misión en la vida consistían en emplear la sexualidad para suscitar experiencias sexuales que fueran curativas, trascendentales y enriquecedoras para los demás y para nosotras mismas.

    Tras muchos años aprendiendo, trabajando y viajando juntas, Barbara y yo llegamos a una encrucijada en nuestra colaboración. Habíamos seguido a nuestras musas, y a nuestra dicha, y llegamos a un punto en el camino en el que, como por arte de magia, intercambiamos nuestras vidas: yo me convertí en la mujer de teatro y Barbara en la mujer de sexo. Barbara siguió concibiendo nuevas formas de acercarse a la enseñanza de la sexualidad colaborando con Chester Mainard, maestro entre maestros del tacto con unas manos prodigiosas. Más tarde, se enamoraría de Kate Bornstein —autora visionaria, performer, activista y «forajida del género»— con quien impartió algunos cursos buenísimos. Bornstein la inspiró a transitar por terrenos inexplorados en la educación sexual más allá del binarismo de género.

    Andando el tiempo, Barbara creó el tantra urbano: una versión del tantra fresca, nueva, inclusiva, estupenda, a la última, atrevida y muy divertida y vanguardista. La ha llevado por toda la geografía estadounidense y también a otros muchos países, y sus enseñanzas han llegado a públicos nuevos y diversos que buscaban experiencias transformadoras diseñadas para personalidades y estilos de vida que se salen de lo convencional. Hoy día, Barbara es una experta y educadora sexual de talla mundial y el tantra urbano ha hecho del mundo un lugar más satisfecho sexualmente, extático, tolerante e inclusivo.

    Así pues, no podías estar en mejores manos. Ahora que te dispones a iniciar tu singladura por el tantra urbano, has de saber que te recibimos con los brazos abiertos, seáis tú y/o tu pareja expertos o inexpertos, jóvenes o mayores, trans o cis, con capacidades diferentes, con piercings o tatuajes o con la piel intacta, te ponga el kink o no. Da igual dónde vivas, quién seas o a qué te dediques. Esta es tu casa si quieres entrar en ella. Barbara cree que eres una persona perfecta y sexy tal y como eres, y te enseñará cosas nuevas, deliciosas y muy apetecibles para ayudarte a que tu vida sea cada vez más más gozosa y plena. ¡Feliz aventura!

    Annie Sprinkle

    Introducción a la nueva edición

    Conque quieres una revolución…

    Cuando empecé el primer borrador de la primera edición de Tantra urbano, escribí: «¡Quiero una revolución!». No sólo quería una revolución en las actitudes culturales en torno a la sexualidad y la espiritualidad, sino que además aspiraba a una revolución en el tantra: la única práctica espiritual que he conocido a lo largo de mi vida que asume de buen grado que la sexualidad es un sendero hacia la libertad espiritual. Quería una revolución. Y no estaba dispuesta a esperar más.

    Hoy, once años después, esa revolución está en marcha. Eché un vistazo al círculo de graduados de mi más reciente programa de formación profesional en tantra urbano y esto es lo que vi: una dominatrix profesional transgénero, un médico cisgénero, un íntimo sagrado (persona que ayuda a otras a encontrar el camino del placer en sus cuerpos) gay, una enfermera, una prostituta, una trabajadora social que colaboraba con pueblos indígenas, varios especialistas en educación sexual, otros maestros tantra, dos monitores de yoga, una artista de la performance, y una religiosa protestante. Un tercio del grupo estaba formado por personas de color. Nuestras edades estaban comprendidas entre los veintipocos y los sesenta y muchos. Pudimos amar, llorar, reírnos a carcajadas, sentir profundamente, experimentar momentos «¡eureka!» que te cambian la vida, y apoyarnos y querernos los unos a los otros durante toda una semana. Todos ellos eran exploradores hermosos, valientes y apasionados, y tras esos siete días se habían convertido en colegas y amigos míos. Con Tantra urbano, mi primera intención había sido escribir el libro que siempre había querido leer pero que nunca había encontrado. Sabía que en el mundo había gente valiente, amorosa, inclinada a lo espiritual y centrada en lo erótico que también quería ese libro. Y me apetecía conocer a toda esa gente. Jugar con ella. Trabajar con ella. Aprender de ella. Y allí estaban. Escribí el libro y vinieron. Un sueño hecho realidad.

    Así pues, desde 2007 he visto cómo se hacían realidad muchos de mis sueños tántricos urbanos. La expresión «sexualidad consciente» es habitual hoy día. El sexo sagrado ha ampliado sus fronteras hasta incorporar toda suerte de creencias y prácticas. El campo de la educación sexual ha vivido un crecimiento exponencial, proporcionando recursos a personas de todas las razas, religiones y perfiles culturales. El bdsm fue suprimido del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales en 2013, pasando a ser una elección fruto del consenso y no una enfermedad mental. Las relaciones no monógamas salieron del armario y nos han invitado a todos a replantearnos sin prejuicios de qué forma creamos y conservamos nuestras relaciones. Y luego llegó el género. ¡Tremendo! En estos últimos años, el apogeo simultáneo de las identidades de género y las iniciativas por los derechos trans lo han cambiado todo, abriendo una caja de infinitas oportunidades de género que ya no es posible cerrar. Hoy, el tantra urbano es un movimiento global. El programa de formación profesional en tantra urbano por sí solo ha supuesto la graduación de cientos de practicantes de veintiséis países distintos que, a su vez, han llevado la práctica a rincones del mundo que nunca habría soñado.

    Logré mi revolución. A lo grande.

    Ahora que nos hallamos en tiempos posrevolucionarios, ha llegado el momento de que el tantra urbano madure de acuerdo con esta nueva época. Para esta segunda edición, he revisado, actualizado y complementado el texto, no sólo para poner el libro al día, sino también para echar un vistazo a lo que puede depararnos el futuro. Siempre he pensado que el tantra urbano es una práctica en constante evolución. ¿Adónde podemos encaminarnos ahora? ¿En qué puede convertirse el tantra urbano el día de mañana? Esta edición revisada es un paso hacia ese futuro.

    Comunidad ampliada

    Como suele ocurrir con las revoluciones, cuando alguien iza una bandera, todas las demás personas que estaban ansiando una revolución acuden corriendo para presentarse y preguntar cómo pueden ayudar. Eso es justo lo que me ocurrió en 2007, cuando apareció la primera edición de Tantra urbano. Toda la gente que había encontrado cerradas las puertas de otras escuelas de tantra descubrió una bandera a la que podían unirse. Primero nos reunimos en internet, para hacerlo después en persona, desde todo el mundo.

    En esta edición revisada, extiendo una invitación a una inclusión todavía mayor. Ofrezco prácticas y consejos para personas que comparten relaciones con varias parejas. El número de personas que practican abiertamente una no monogamia pactada ha crecido muchísimo. Durante esta última década, he creado cursos de tantra para tríadas, quads y otras variantes. En esta edición, propongo estrategias para que el tantra de pareja pueda incluir a más de un amante.

    Muchas escuelas de tantra han adoptado posiciones más inclusivas, de forma que grupos de personas con intereses e identidades comunes han creado sus propios grupos tántricos o han incorporado principios y prácticas tántricas a sus organizaciones y escuelas de pensamiento. El tantra gay, el tantra oscuro, el tantra pagano, el tantra queer y el tantra para mujeres son tan sólo una muestra de ese nuevo repertorio de sabores tántricos. He encontrado inspiración en muchas expresiones creativas del tantra que han florecido en todo el planeta y espero que esta nueva edición de Tantra urbano pueda, por su parte, servirles de inspiración.

    También he encontrado una fuente de inspiración en el auge del movimiento asexual. Una persona asexual es aquella que o bien no experimenta atracción sexual o bien sí la experimenta, pero no siente la necesidad de exteriorizar sexualmente esa atracción. En nuestra cultura, la falta de interés y/o deseo sexual suele considerarse patológica. Yo aplaudo a los asexuales y arrománticos (gente que experimenta una atracción romántica escasa o nula por los demás) por negarse a que los traten de enfermos. Y resulta que un número cada vez mayor de asexuales y arrománticos empieza a sentirse atraído por el tantra. En esta edición, indico prácticas dirigidas a personas con distintas afinidades sexuales y románticas que les ayudarán a encontrar formas de relacionarse, traspasar energía y crear vínculos e intimidad sin incluir necesariamente el sexo y/o la seducción.

    Tantra y bdsm

    La relación entre tantra y bdsm —considerada radical y herética cuando escribí sobre ella por primera vez— es hoy práctica habitual. El boom causado por la novela Cincuenta sombras de Grey catapultó el bdsm desde la oscuridad a las casas de las clases medias. Los practicantes del bdsm que siempre habían jugado con un toque tántrico disponían ahora de un nombre con el que referirse al juego energético del que tanto tiempo habían disfrutado. Aquellos tantrikas aficionados a darle un giro un poco más físico o intenso en el plano emocional a sus prácticas vieron que podían hacerlo sin que nadie se lo afeara. Algunos practicantes tántricos conjugan hoy elementos de poder y sensaciones intensas con el tantra tradicional, en una variante a la que en ocasiones se denomina «tantra oscuro». Veteranos del bdsm salen hoy del armario y confiesan ser buscadores espirituales, al tiempo que crean escenas diseñadas específicamente para recibir a dios/diosa/universo/todo-lo-existente en sus mazmorras. Están creciendo comunidades en las que se dan cita personas kinky y tántricas para mezclarse y jugar juntas, y hoy podemos encontrarlas por todo el mundo.

    El sexo tántrico y el bdsm tienen mucho más en común de lo que podría parecer a primer vista. Ambos son artes eróticas de la conciencia. Ambos inyectan intensidad a la vida y al sexo. Ambos adoptan una gran variedad de prácticas potentes y pactadas. Tanto los rituales del tantra como los del bdsm comparten el objetivo de generar energía erótica. Ambas prácticas implican un dar y recibir consciente. Ambas animan a asumir riesgos, sean éstos físicos o emocionales. Ambas artes eróticas animan a buscar la libertad personal, la individualidad y la imaginación. Y ambas provocan estados de trance y experiencias transcendentes y transformativas. En esta edición, ofrezco a los lectores un repertorio más amplio para quienes deseen investigar en esta intersección.

    La revolución del género

    Nuestra mirada y nuestro discurso sobre el género han experimentado una transformación radical. Cuando escribí la primera edición de Tantra urbano, quise emplear un lenguaje inclusivo en cuanto al género, pero mis editores (comprensiblemente) consideraron que el público general lo encontraría confuso o incorrecto desde un punto de vista gramatical, así que esquivé el problema usando nombres de pila neutros en vez de pronombres, alternando entre él y ella, y empleando él/ella. Durante la preparación de esta segunda edición, el tema ni siquiera se planteó. Hoy, la mayoría de diccionarios ingleses admite el uso del pronombre de tercera persona del plural (they) como pronombre neutro de tercera persona del singular.*

    El lenguaje del género está cambiando tan deprisa que estoy convencida de que, cuando leas este libro, habrá evolucionado para dar nombre a nuevos aspectos o interpretaciones del género. Ello requiere extremar el cuidado en el uso de una terminología sobre el sexo y el género que se halla en constante evolución. Tal y como recuerdo en mis talleres y libros, definir los términos que emplearemos al hablar o escribir es esencial para transmitir de forma rigurosa nuestros sentimientos, identidades y deseos. Con este ánimo, detallo a continuación mis definiciones de los términos relacionados con el género que voy a emplear en el libro:

    Cisgénero (o cis) es aquella persona cuya identidad de género coincide con el sexo que se le asignó al nacer.

    Transgénero, al escribir estas líneas, se refiere a un hombre, mujer, niño o niña que ha hecho la transición desde otro género. Hasta hace tan sólo unos años, transgénero era un término inclusivo para cualquier persona que estuviera experimentando con el género. Hoy, ese término inclusivo es trans.

    Trans, al escribir estas líneas, es un término inclusivo para cualquier persona cuyo género no concuerde con las normas culturales del género. Incluye, por tanto, personas no binarias, genderqueer, e inconformistas del género.

    No binarias, genderqueer e inconformistas del género son aquellas personas cuyas identidades de género son masculinas y femeninas al mismo tiempo, ni lo uno ni lo otro, o escapan a los conceptos de masculinidad y feminidad.

    En esta edición, ofrezco un abanico más amplio de posibilidades eróticas tanto para transexuales como para las personas que les aman. Cuando escribí la primera edición de Tantra urbano, titulé mis masajes para un despertar erótico indicando que iban destinados a «personas con vagina» y «personas con pene», en vez de a mujeres u hombres. Quería que los lectores entendieran que no todas las personas que se identifican como mujeres tienen coño y no todas las personas que se identifican como hombres tienen polla. Ahora, a medida que cada vez más gente entiende que los genitales no equivalen al género, es la ocasión perfecta para ser más inclusiva con respecto a la comunidad trans añadiendo un nuevo capítulo, «Masaje del despertar erótico para personas trans e inconformistas del género». Se trata de una aventura erótico-espiritual basada en la idea de que todo tejido erótico es la misma gelatina vertida en moldes distintos.

    Un tantra en constante evolución

    Hoy día, la palabra tantra se considera prácticamente sinónima de sexo en la cultura dominante en Occidente, lo cual es una pena. Aunque he tratado de centrarme en la práctica espiritual en un sentido más amplio, lo cierto es que quiero honrar y apoyar la profunda necesidad que tanta gente tiene de una práctica espiritual que abrace la sexualidad. En el capítulo 1, «¿Qué es eso del tantra?», adopto una postura más matizada sobre la naturaleza y la historia del tantra, así como su evolución hasta convertirse en una práctica moderna y sagrada de la sexualidad en Occidente.

    Cuando apareció Tantra urbano, mi primer propósito era crear una práctica tántrica que diera la bienvenida a personas de todo género, raza, capacidades, preferencias sexuales y creencias espirituales. Quería una escuela de tantra que tuviera los pies en el suelo y que fuera divertida, asequible y transformadora. También quería ampliar los límites de lo que era y podía llegar a ser el tantra. A lo largo de los años siguientes, he presenciado innumerables milagros emocionales y curativos en el plano físico gracias a las prácticas tántricas de varias personas. Hoy día, lo que me pregunto es: ¿cómo puede la práctica del tantra urbano no sólo curarnos sino también sanar el mundo? ¿Cómo podemos ser de ayuda a los demás? ¿Qué otras posibilidades alberga esa intersección entre espíritu y sexo? ¿Cómo puede el tantra —y, en concreto, el tantra urbano— no sólo inspirar a la gente a dar lo mejor de sí misma, sino también provocar cambios en el mundo para beneficio de los demás? La quinta parte de esta nueva edición —«Tantra: la siguiente dimensión»— apunta precisamente hacia ese porvenir. Os invito a todos, así como a mí misma, a emplear el arte de la magia sexual que nos brinda el tantra para que cada cual cree su propio sello de un activismo social alimentado por la espiritualidad y la sexualidad.

    Hayas transitado por la senda del tantra urbano desde que apareció la primera edición de este libro o estés empezando hoy tu viaje con nosotros, te doy la bienvenida. Tengo la esperanza de que esta nueva edición de Tantra urbano te inspire a crear tu propio cóctel de sexualidad con unas gotas de espiritualidad y/o de espiritualidad con unas gotas de sexualidad. Puedes llamar a esa práctica tantra, sexo sagrado, sexualidad consciente, espiritualidad erótica o kink sagrado. El nombre que yo le he dado es, sencillamente, «Cómo amo».

    * Para la traducción, hemos optado por utilizar el masculino como género no marcado. No ha sido una decisión fácil, pero cualquier otro uso habría complicado en gran medida la legibilidad del texto. Con todo, el lector deberá tener en cuenta que, salvo que se indique expresamente lo contrario, el texto va dirigido a personas de todos los géneros. (N. del trad.)

    Preludio

    El templo del baile erótico sagrado o el éxtasis está donde lo encuentras

    Los veranos en Nueva York son legendarios por el bochorno que hace. Remolinos de vapor ascienden por entre las rejillas del metro y se mezclan con el aire húmedo y estadizo, oprimiendo en un desagradable abrazo a quienquiera que no haya podido escaparse a las playas pijas de Long Island y la costa de Nueva Jersey.

    El distrito financiero de Nueva York es incluso más claustrofóbico en la canícula de agosto que la mayoría de barrios de la ciudad. Entre las estrechas calles y los imponentes rascacielos no corre ni la más mínima brisa que pueda refrescarte. En 1992, mucho antes de que nadie pudiera imaginar que ese barrio algún día se llamaría Zona Cero, los jóvenes genios de las finanzas que todavía no destacaban lo bastante para pasar esas jornadas bochornosas en climas más templados salían con traje y corbata de un rascacielos climatizado para meterse inmediatamente en otro rascacielos climatizado. La mera visión de esos seres abotonados hasta el cuello en el calor de las calles del centro me hacía boquear ahogada. El distrito financiero no era una parte de la ciudad que yo frecuentara, pero tenía que ir donde corría el dinero: había metido en la maleta mi mejor sujetador de encaje negro y el liguero y el tanga más caros que tenía. Las medias negras extralargas que completaban mi atuendo no eran caras. Cuando te dedicas al baile erótico, lo más normal es que te cargues varios pares de medias en un solo turno.

    Sólo lo había hecho una vez, pero aprendí rápido. Lo primero, ponte medias; sujetan mejor los billetes que un liguero. De esa forma puedes dedicar toda tu atención al cliente sobre cuyo regazo te contoneas, lo que a su vez da pie a un baile más largo y, por lo tanto, a más propinas. Además, las medias hacen que tus piernas luzcan más largas y atractivas. Lo segundo: elige un personaje que te funcione y no lo cambies por otro. En ese club, yo era «Alexandra», una chica de compañía de altos vuelos y clase alta. Una rubia estupenda de porte refinado es algo único en esos locales de mala muerte. Todas basamos nuestros personajes en estereotipos sexuales. Las latinas con las que trabajaba preferían el look Charo-cuchi-cuchi, en homenaje a la ínclita cantante española Charo. Las afroamericanas se inclinaban por el estilo Uptown Saturday Night. Las pocas blancas que trabajaban en el Harmony preferían un look deportivo, tonificado y atlético. Alexandra era una rareza en esos ambientes y eso siempre constituía una ventaja en aquel negocio. Ese aire a «¿Y si Grace Kelly fuera una puta?» cautivaba a una clientela considerable en esta parte de la ciudad.

    Trabajo en el Harmony Burlesque porque necesito dinero, y rápido. Mi novia está en Australia cuidando de su madre enferma y me ha invitado a pasar un par de semanas con ella. Incluso me ha enviado el billete de avión. Pero ando tan escasa de fondos en este momento que ni siquiera me atrevo a gastar dinero. Además, me apetece trabajar aquí una última vez. Admiro mucho a Dominique, la dueña del local. Es una mujer fuerte e inteligente. Hay que aceptar una larga lista de normas para poder trabajar aquí (empezando, con buen criterio, por abstenerse de consumir drogas y prostituirse, ya que ambas cosas están prohibidas en Nueva York), pero, a

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