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Un poco más cerca es una invitación a ir más profundo. Nuestra que- rida Norma Gilles de Benedetto nos abre los más ricos tesoros de toda una vida de intimidad con Dios y nos comparte con generosidad aquellos secretos que tienen el poder de transformar nuestra vida. Es el llamado desde el cielo que nos invita a acercarnos confiada- mente al trono de la gracia y a crecer en nuestra experiencia como hijos e hijas de un Padre que nos ama eternamente.
Este tipo de vivencia es expresado en estas páginas como una opor- tunidad de gustar y ver lo bueno que es nuestro Dios y lo maravillo- sas que son sus obras. No es un contenido teórico, sino la imparti- ción de un estilo de vida. Tal como lo expresa la autora:
«No tomemos clases virtuales con el Señor. Hagamos con Él un curso presencial, ya que estamos sentados con Él en lugares celestiales, y Él nos va a aconsejar y guiar en una charla personalizada. Cercanía con el Todopoderoso, con el majestuoso Dios, con nuestro Salvador, con el incomparable Espíritu Santo.»
Norma y su esposo Dito son pastores fundadores de la Iglesia Patricios de Jesucristo en la ciudad de Córdoba, Argentina. A lo largo de los años, han multiplicado su ministerio en decenas de congregaciones diseminadas por Argentina, Latinoamérica y Europa. Pioneros en el ejercicio de la profecía en su iglesia local, Dios siempre los ha llamado a abrir brechas para que el pueblo de Dios llegara más lejos. Aún lo siguen haciendo. Sus hijos y nietos también son instrumentos poderosos en el ministerio de extender el reino de Dios y llevar el amor de Jesús a las naciones. ¡Cuánto nos inspira esta maravillosa familia edificada sobre la Roca!
Gracias, Norma, por mostrarnos junto con Dito, de manera tan práctica, lo que es portar a Jesús y su amor sin límites. Son un gran ejemplo y un enorme desafío a ir Un poco más cerca cada día. Recomiendo leer también el primer libro de la autora, Dios presente, para conocer más en detalle otras de sus aventuras y testimonios en su caminar con Cristo.
Es un honor para nuestra editorial compartir este libro, sabiendo que cada persona que lo lea será sumergida en un nuevo tiempo de cercanía, revelación y disfrute de la vida cristiana.
IdiomaEspañol
EditorialBookBaby
Fecha de lanzamiento5 jun 2020
ISBN9789874724724
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    Un poco más cerca - Norma Gilles de Benedetto

    amo

    Capítulo uno

    La distancia

    Hay distancias y distancias. Hace unos años, los primeros misioneros que emigraron a lejanas tierras, se despedían de sus familiares con la nostalgia de no verse nunca más, tal vez. No los alentaba la posibilidad de viajes, pues eran sumamente caros y dificultosos. Además, las comunicaciones no eran lo que son ahora, aunque nos quejemos de que se interrumpan periódicamente. Hoy podemos hablar sin costo casi todos los días con nuestros tres hijos, si quisiéramos. Los programas al respecto han proliferado, tratando la modernidad de eliminar las trabas y salvar las distancias que nos separan de nuestros semejantes, para que nos sintamos más unidos. Con los nuestros lo hemos logrado, en parte. Ahora… ¿ha conseguido la tecnología unirnos realmente? ¿O estamos más apartados que antes…? ¿Han podido las máquinas acercarnos? ¿Puede la ciencia intervenir para paliar la tremenda distancia que siente el hombre de hoy entre él y sus pares ? Del correo convencional al correo electrónico, de allí a los programas computarizados. Las redes sociales han hecho su gran aporte también. El teléfono colabora, pero es más caro. Todo sirve, aunque no completamente.

    Con nuestro Dios no hay problemas. Es especial. Es Dios de cerca y Dios de lejos¹. Está ahí. No hay distancias. La condición es buscarlo. No es suficiente una oración hecha a las apuradas. Tampoco es necesario decretar un ayuno para lograr cierta cercanía con el Omnipotente. Ni planificar una reunión extraordinaria procurando llegar lo más cerca posible. Ese tipo de esfuerzos me recuerda lo que hicieron los hombres en la llanura de Sinar², trabajando con afán para llegar a Dios. Así fue su confusión. Todo eso y mucho más es religión. En la espontaneidad de lo cotidiano en la casa del Padre, en la sencillez de una búsqueda sincera y conciente en el diario vivir de nuestro hogar, allí vamos a poder acercarnos para verlo mejor, para escuchar Sus consejos, para que nos regañe o aliente, según sea Su óptica de las cosas que nos sucedan. Una cercanía sin distancias. Con Él es posible. Una perspectiva totalmente subjetiva del Dios que me ama. Es mi familiar. Jamás nos ocurriría lo que a David, que en una dolorosa plegaria le ruega a Dios que lo libre de los que lo traicionan, aunque estén cerca de él: "Porque no me afrentó un enemigo, lo cual habría soportado; ni se alzó contra mí el que me aborrecía, porque me hubiera apartado de él; sino tú, hombre, al parecer íntimo mío, mi guía, y mi familiar; que juntos comunicábamos dulcemente los secretos, y andábamos en amistad en la casa de Dios"³. Esto hacen los hombres. Traicionan, aborrecen, descubren los secretos. Con Dios es otra cosa. Él es nuestro familiar, pero jamás nos afrentaría ni vendría contra nosotros, porque somos sus hijos amados, objeto de su preocupación y amor. Los secretos que compartimos con Él son algo que el Señor no descubre, ni viola, ni difunde. Son míos y de él. Absolutamente. Además, Dios vive en un eterno hoy y aquí. A nosotros nos invita a acercarnos, porque así funciona, acercarnos con confianza⁴.

    Siempre fueron un inconveniente las distancias. Si propusiéramos un torbellino de ideas, unos dirían: separación, alejamiento. Alguien opinaría que le hace pensar en aislamiento o algo desprendido, y así podríamos seguir. No nos gustan las distancias. Nos hablan de desunión, lejanía, incomunicación. De librarnos de esto nos debemos ocupar, tratándose del Señor. Un paso que diéramos, bastaría para demostrarle cuán interesados estamos en gozar de intimidad con Él. Cuando el hijo pródigo tomó la decisión de volver a la casa del padre, fue precisamente el papá el que corrió a su encuentro y se colgó de su cuello. Pero el hijo debió dar ese primer paso. Él nos espera, con el anhelo del Padre que quiere ver restaurada la relación con su hijo. Algo que de corazón hagamos por lograrlo, seguramente dará sus frutos. Un momento de gozosa quietud frente al Señor, sin pronunciar palabra. Un alto en el camino en la convicción de que Él está allí. Un instante de profunda contemplación de Su grandeza. El reconocimiento de Su soberanía en nuestras vidas.

    Capítulo dos

    ¿Qué cosa nos separa?

    Ya no hay velo. En el tabernáculo, en el desierto, el velohacía separación entre el Lugar Santo y el Santísimo. Había cosas establecidas por Dios que eran inamovibles. El hebreo común no tendría acceso a la misma presencia de Dios, representada por el arca del pacto. Ni aún los sacerdotes comunes. Sólo el Sumo Sacerdote y una vez al año, el Día de la Expiación. Dependían de que Moisés esté conectado con Dios. O con Aarón como Sumo Sacerdote.

    Pero cuando el velo se rasgó el día de la crucifixión, el arca del testimonio quedó a la vista. Ya no era un secreto la misma presencia de Dios entre Su pueblo. El llegar a ella se tornó accesible. Así lo es hasta ahora⁶. Sólo que no nos damos perfecta cuenta, creo, de la bendición que es poder acercarnos con corazón sincero y sin mala conciencia, ya que nuestra vida está limpia por la acción de la muerte de Jesús, en quien creímos. ¡Pura gracia! Favor inmerecido.

    Cabe, a esta altura de la reflexión, preguntarnos por qué vivimos como si hubiera todavía una separación entre nosotros y Dios. Es que hay vendas, vendas mágicas⁷ que son puestas sobre la vista de Su propio pueblo. Es razonable que a menudo no veamos la realidad, porque ¡tenemos los ojos tapados! Pero Él dice que nos librará de las manos de quienes las colocan⁸. Esta es una noticia fabulosa. Él nos librará. Lo dijo y lo hace. ¡Lo dijo y lo creo! Los cristianos ni nos percatamos de la enorme protección que viene de Dios. Hay cosas que hace Él directamente, y otras que hacen sus mensajeros, los ángeles⁹, que ciertamente nos asisten sin que nosotros lo notemos siquiera. La actividad en el mundo espiritual a nuestro alrededor es tremenda y maravillosa a la vez. Muchas veces me pregunté si ángeles y demonios se encontraban en el misterioso y enigmático mundo invisible que nos rodea. Muchas visiones bíblicas y aun contemporáneas aseguran que sí. El libro de Daniel nos instruye acerca del príncipe de Persia¹⁰, quien se opuso a que el ángel trajera a Daniel la respuesta a su ayuno y humillación. Esos empellones se suceden continuamente, tratando, el príncipe de este mundo, de impedir que el favor del Señor llegue a nosotros. Tal vez hasta demore la bendición (¡!) ¿No lo crees? Es un oponente fuerte y su plan es el de destruir nuestra confianza en Él. A veces sus avances son peligrosos, pero…¿quién es el más fuerte?

    Capítulo tres

    Acortando el trecho

    Corría

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