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Evangelismo de poder: Claves para llegar efectivamente a otros con el Evangelio
Evangelismo de poder: Claves para llegar efectivamente a otros con el Evangelio
Evangelismo de poder: Claves para llegar efectivamente a otros con el Evangelio
Libro electrónico302 páginas6 horas

Evangelismo de poder: Claves para llegar efectivamente a otros con el Evangelio

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El Evangelio no es una buena noticia para las personas que no lo han escuchado...un evangelio sin predicar para nada es evangelio.

 En el Nuevo Testamento nunca leemos que Dios siguió adelante por sí solo, sino que sus discípulos “predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor”. En resumen, Dios actuó cuando ellos actuaron.

 El evangelista Reinhard Bonnke ha dirigido a millones de personas hacia un transformador encuentro con Dios. En Evangelismo de poder él presenta los principios necesarios para llevar a cabo un evangelismo efectivo, demuestra cómo Dios obra a través de cualquiera que esté dispuesto a seguir su plan.

 El Evangelio es vital hoy en día como lo fue cuando Jesús caminó en la orilla del mar de Galilea; las naciones urgentemente necesitan, ahora mismo, el mensaje dador de vida de la cruz. Repleto de principios bíblicos, mensajes proféticos y ejemplos personales, Evangelismo de poder que le inspirará a enfocar su vida y ministerio de nuevo en la Gran Comisión.



IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento31 oct 2011
ISBN9781616385460
Evangelismo de poder: Claves para llegar efectivamente a otros con el Evangelio
Autor

Reinhard Bonnke

El evangelista Reinhard Bonnke es conocido principalmente por sus grandes Cruzadas Evangelísticas por todo el continente de África. Hijo de pastor, Reinhard entregó su vida al Señor a los nueve años de edad, y oyó el llamado al campo misionero africano antes de llegar siquiera a la adolescencia. Después de estudiar en el seminario bíblico en Gales y su ordenación en Alemania, pastoreó una iglesia y después fue a comenzar la obra misionera en África. Fue allí, en el pequeño reino montañoso de Lesoto, donde Dios puso en su corazón la visión de “el continente de África, siendo lavado en la preciosa sangre de Jesús”; un continente entero, desde Ciudad del Cabo hasta Cairo, y desde Dakar hasta Djibouti, que necesitaba ser alcanzado y oír la proclamación del evangelio seguido de señales.

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    Evangelismo de poder - Reinhard Bonnke

    mismos.

    PRIMERA PARTE

    LA NECESIDAD

    CAPÍTULO 1

    ¡CUANDO UN INCENDIO PROVOCADO NO ES UN DELITO!

    DIOS PUEDE INCENDIAR troncos y tablas que andan por el agua a la deriva. Pedazos de madera viejos y secos pueden arder para Dios, ¡como lo hizo la zarza de Moisés! ¡Aleluya!

    Mi oración no es: Que me consuma por ti, amado Señor. No quiero ser un montón de cenizas. Lo asombroso de la zarza fue que no se consumía. Muchos de los siervos del Señor se están consumiendo. Esto es por causa de otro tipo de fuego. Mejor yo digo: Que pueda seguir ardiendo por ti, amado Señor. La llama del altar nunca debe apagarse.

    Sin fuego no hay evangelio. El Nuevo Testamento comienza con fuego. Lo primero que se dijo acerca de Cristo su primer testigo estaba relacionado con el fuego. Juan el bautista, de quien se dice era una antorcha que ardía y alumbraba declaró:

    Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.

    —MATEO 3:11

    Juan, el que bautiza, presenta a Jesús el que Bautiza, el que lo hace con una inmensa diferencia. Juan usaba agua, un elemento físico, pero Cristo usa un elemento espiritual, el Espíritu Santo. Agua y fuego; ¡qué contraste! No es que Juan el bautista tuviera una religión aguada (aunque hay muchas de esas por ahí, ¡muchas veces combinadas con hielo!). Juan el bautista estuvo en las aguas frías del Jordán, bautizando, pero Jesús el que Bautiza está en un río de fuego líquido.

    La obra notable de Juan fue el bautismo, ¡y él dijo a las multitudes que la obra notable de Jesús también sería el bautismo! Jesús es el que Bautiza; en el Espíritu Santo. Esta es la principal experiencia de Cristo para usted una vez que ha nacido de nuevo.

    INCENDIARIOS

    El evangelio es un encendedor. No tenemos al Espíritu Santo solo para ayudarnos a predicar elocuentes sermones. Nos ha sido dado para poner fuego en los corazones de los hombres. A menos que sea Cristo quien lo encienda, usted no podrá llevar fuego a la tierra. Separados de mí nada podéis hacer, dijo el Señor (Juan 15:5). Jesús instruyó a los discípulos que no hicieran nada hasta que recibieran poder desde lo alto (Lucas 24:49). Cuando llegó ese poder, el Espíritu se reveló como lenguas de fuego que se ubicaron sobre cada uno de ellos.

    Y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.

    —HECHOS 2:3

    Con anterioridad, Jesús había enviado a los discípulos en parejas (Lucas 10:1). Esto me recuerda a Sansón enviando zorras de dos en dos, con una tea ardiendo entre cada dos colas para un asalto incendiario sobre las mieses, viñas y olivares del enemigo (Jueces 15). Él también mandó a los discípulos de dos en dos, portadores de teas, incendiarios para Dios, abrasando los territorios del diablo con el evangelio de fuego. Ellos fueron nuevos Elías que hacían descender fuego del cielo.

    Mientras no caiga el fuego, el evangelismo y las actividades de la iglesia pueden ser rutinarios y faltos de emoción. Ensayos, homilías, lecciones de moral o predicaciones desde el púlpito sobre cómo usted cree que debe llevarse la economía del país; todo eso es trabajo glacial. No hay chispa divina que haga arder el hielo. Nadie se va a casa ardiendo. En contraste, los dos que escucharon a Jesús en el camino a Emaús fueron a casa con sus corazones ardiendo. Estoy seguro de que no les habló de política, ni ofreció sugerencias y consejos. Eso no habría hecho arder sus corazones. Jesús dijo: Fuego vine a echar en la tierra (Lucas 12:49). La misión de Jesús no es pasar un día de excursión; Satanás está decidido a que no lo sea. Él es un destructor. El Señor envía a sus siervos con una advertencia de peligro físico.

    Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.

    —MATEO 10:28

    ¿Qué es un daño físico comparado con una vida en llamas con el gozo y entusiasmo de Jesús? ¿Qué es el peligro para el cuerpo comparado con la corona de la vida o con la obra maravillosa que pone en nuestras manos?

    Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia.

    —MATEO 10:8

    LA SEÑAL DEL HIJO DEL HOMBRE

    El fuego es la insignia del evangelio, la señal del Hijo del Hombre. Solo Jesús bautiza en fuego. Cuando vemos tales bautismos, es una evidencia de que la obra es de Él, y de nadie más. Es la marca distintiva de su actividad y de la fe cristiana verdadera. Ponga su mano sobre tales actividades y sentirá el calor. El profeta Elías expresó la misma idea cuando dijo:

    El Dios que respondiere por medio de fuego, ése sea Dios.

    —1 REYES 18:24

    Solo un Dios hace eso y Elías estaba seguro de que Baal era incapaz de ello.

    ¿Qué lectura tiene su termómetro espiritual? ¿Llega a registrar algo? ¿Está usted congelado? ¿Hay altares fríos en la iglesia? ¿Adoración sin calor? ¿Doctrinas cuyo calor es solo por fricción? Hay teologías y enseñanzas tan a prueba de fuego como el asbesto. Hay libros religiosos que solo producen calor cuando se ponen en una hoguera. Tales cosas que enfrían la fe no tienen nada que ver con el Cristo de Pentecostés. Todo lo que Él toca se enciende. Jesús derrite el hielo. Cualquier esfuerzo de una iglesia por producir un poco de entusiasmo es, en lo espiritual, como frotar dos trozos de madera.

    MUNICIONES DE JUGUETE

    El fuego de Dios es especial. De hecho, es único. En el altar de Moisés solo se permitía el fuego de Dios, no fuego producido por algún medio humano. Nadab y Abiú hicieron fuego por ellos mismos, y encendieron su incienso con él. Se le nombró fuego extraño. Salió fuego divino del Señor y mató a los sacerdotes desobedientes (Levítico 10:1–2).

    Hoy también se ofrece fuego extraño. Hay evangelios extraños que no son el verdadero evangelio sino teologías de incredulidad, pensamientos de hombres y sus filosofías, críticas y teorías. No portan rastro alguno de la gloria y el calor del cielo. Nada en ellos produce combustión alguna salvo controversias.

    Lo que yace detrás de todo esto es lo que mi amigo Paul C. Schoch me señaló. Él citó Mateo 16:23, donde Jesús se dirigió a Satanás cuando hablaba con el apóstol Pedro:

    ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.

    Los pensamientos existen en dos niveles opuestos. Están los pensamientos de Dios y los pensamientos de los hombres. Los altos y los bajos, como dijo Dios en Isaías 55:8–9:

    Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.

    Satanás piensa como lo hacen los hombres. Él no puede comprender la perspectiva de Dios de todas las cosas. Esto resulta extraño cuando usted recuerda que él fue Lucifer, un ángel muy cercano a Dios, el querubín protector. Jesús hirió la cabeza de la serpiente, ¡y me parece que provocó cierto tipo de daño cerebral en el diablo! Está desorientado. Una vez Lucifer estuvo lleno de sabiduría, pero hoy Satanás, el adversario, el acusador de nuestros hermanos, ese príncipe del poder del aire se siente confundido por lo que Dios está haciendo, y sobre todo por lo que el Señor hizo en la cruz. Es el pecado el que produce este tipo de confusión.

    Al igual que Satanás piensa como los hombres, así también los hombres piensan como Satanás. Ellos también ven la cruz como una tontería y no pueden entender las cosas de Dios, como señaló el apóstol Pablo. Pablo tampoco las podía ver al principio. Su corazón estaba corroído por una furia insensible contra los creyentes. Él era un hombre dragón, exhalando amenazas y muerte. Lleno de celo, su cerebro estaba lleno de una sagaz incredulidad. Sin embargo, cuando creyó cayeron escamas de sus ojos.

    Me pregunto si el infierno se interesaría en enviar agentes de espionaje al Reino de Dios, solo para ver los secretos que tiene. De todos modos los demonios no entenderían esos secretos. El infierno está confundido por completo. Para Satanás, el sacrificio de Cristo es una trama muy bien urdida por Dios para ventaja personal. El diablo devora a los demás. Esa es su malvada naturaleza.

    Si fuéramos a luchar contra el diablo al nivel del pensamiento humano, debemos recordar que él piensa como piensan los hombres. Satanás inventó el juego de ajedrez humano, el cual ha jugado por miles de años. El diablo anticipa cada uno de nuestros movimientos, y nos dará jaque mate en los diez próximos movimientos. Satanás tiene experiencia desde el tiempo de Adán a la fecha, y él conoce cada truco de la ingenuidad humana sobre el tablero. Usted no puede producir fe por medio de la sabiduría de las palabras. El diablo siempre tiene una manera de contradecir todo lo que usted diga.

    El evangelio no salió de la cabeza de alguien. No nos lo dio un profesor universitario. Tenemos que movernos a la dimensión divina, porque allá el enemigo no puede seguirnos. El diablo no puede competir con la mente del Espíritu Santo. Si planificamos, predicamos, testificamos y evangelizamos como hombres, Satanás nos hará fracasar. Él puede manejar la psicología y la propaganda. La respuesta es movernos en el Espíritu y predicar el evangelio tal cual es. Entonces nuestro principal gestor de confusión saldrá confundido e incapaz de poder seguir el juego. El diablo ni siquiera conoce el alfabeto del Espíritu Santo.

    Vemos esto de forma constante en nuestras campañas evangelísticas. Abrimos las reuniones por completo al Espíritu Santo. Los resultados son asombrosos. Países enteros desafiados por el maravilloso poder de Cristo. Donde han prevalecido en otro tiempo la falsa religión y las doctrinas de demonios, ¡las vemos sacudidas y quebrantadas! Ningún predicador puede hacer esto, no importa lo popular o inteligente que sea. Tal éxito ocurre solo cuando Dios lo hace a su manera. Cuando entramos al campo, ya hay una poderosa victoria. Él puede tener éxito, lo tendrá y lo tiene, cada vez que le permitimos que se haga cargo.

    Estos grandes progresos son parte de las bendiciones del tiempo del fin que el Señor prometió. El día de Pentecostés continuó; no se detuvo en Jerusalén, sino que es hasta lo último de la tierra (Hechos 1:8). Le ofrezco este desafío: Comience a obrar en el nivel del Espíritu Santo, y verá la salvación del Señor.

    Este tipo de evangelismo será lo peor que puede sucederle al diablo en el mundo y lo derrotará de forma aplastante. Este es el fuego santo que no puede imitarse.

    MUNICIONES DE VERDAD Y ¡MUCHA PRESIÓN DE VAPOR!

    Cuando se dispara una pistola, cargada con munición de fogue, el estallido y el movimiento de retroceso son los mismos que cuando se usan municiones de verdad. Hay diferencias en el uso de municiones de verdad y municiones de fogueo, pero no en el ruido.

    La munición de fogueo no hace marca en el blanco, porque nunca lo alcanza. La bala de verdad puede llegar al blanco. No estamos interesados solo en estallidos y movimientos de retroceso, entusiasmo y muestras espectaculares del evangelio, aun cuando eso atraiga a cientos de miles de personas. Queremos ver algo vivo que da en el blanco. Es posible que vengan multitudes, pero debemos, por fe, liberar una verdadera andanada de potencia de fuego del Espíritu Santo para poder lograr algo. Multitudes que nacen de nuevo, vidas cambiadas por completo, iglesias llenas, el infierno asolado y el cielo muy poblado. ¡Aleluya!

    Dios no envía su fuego para el disfrute de experiencias emocionales, aunque su fuego sí provoca este resultado. El poder del Espíritu Santo produce reuniones muy animadas; sin embargo, el designio de Dios no se satisface con solo estar contentos y con deseos de aplaudir. El Espíritu Santo obra para propósitos eternos.

    Pienso en esto cuando veo esas antiguas y casi extintas máquinas de vapor soltando vapor. Esos caballos de hierro son como criaturas vivientes, respirando vapor con fuego en sus entrañas. El trabajo del fogonero es alimentar la llama y permitir un flujo pleno de vapor. Cuando la presión de vapor es alta, él se vuelve al que opera la máquina y le dice: ¡Mucha presión de vapor!. El operador puede hacer una de dos cosas. O tira de la palanca para dejar escapar vapor, o le da un giro a la palanca que dirige la potencia hacia los pistones. En la primera opción se deja escapar el vapor hasta que este se agota, produciendo un silbido que pueden escuchar a kilómetros de distancia. Sin embargo, si la potencia se dirige a los pistones, el vapor puede hacer girar las ruedas con mucho menos alboroto, sin llamar la atención. El tren entonces se mueve con su carga por todo el país. Gracias a Dios por la palanca que libera el vapor. Es muy importante. Sin embargo, si lanzar un silbido es lo único que puede hacer ese vapor, no valdría la pena prender fuego bajo la caldera y avivarlo.

    El fuego del Espíritu Santo da poder. No importa el ruido; permitamos que este poder se convierta en movimiento. El trueno se justifica después que el rayo ha golpeado. El propósito de Pentecostés es poner en movimiento las ruedas de Dios en cada iglesia, para así transportar el evangelio por toda la faz de la tierra.

    Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

    —MARCOS 16:15

    La Iglesia de Cristo es una iglesia que va, no una iglesia que se sienta. Mire afuera, a donde nuestro Señor se está moviendo por todos los continentes. Algunos están mirando hacia adentro, examinando de manera constante sus propias almas; incapacitados por la introspección. Jesús lo salva; no tenga miedo. Comience ahora a ayudarlo a Él a salvar a otros. Si el Espíritu Santo ha venido, entonces levántese y vaya. Él hace el trabajo, no usted ni yo.

    ¡Ay de mí si no anunciare el evangelio!

    —1 CORINTIOS 9:16

    ¡Y ay de ellos a quienes no se lo predicamos!

    LA ERA CRISTIANA ES LA ERA DE FUEGO

    Permítame hacerle una pregunta. ¿Por qué Dios exaltó a Jesús a su diestra? Incluso en los más importantes comentarios, muy pocos escriben acerca de este asunto. La ascensión de Cristo parece ser un tema de estudio que se descuida. ¿Tiene tan poca importancia? Jesús declaró que su ascenso sería conveniente para nosotros (Juan 16:7). Él nos dijo que, a menos que subiera al Padre, no experimentaríamos algo que nos sería esencial. Sin la ascensión del Señor, no recibiríamos el bautismo en el Espíritu.

    Miremos atrás a todo lo que hizo Jesús. Juan escribe que sus hechos fueron tantos, que si se escribieran todos, no cabrían los libros en el mundo. Entonces, ¿qué sería eso que Él no hizo cuando estaba en la tierra? Juan el bautista lo dijo: Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.

    Él no lo hizo mientras estaba en la tierra. Jesús vino del cielo, y tenía que regresar allá, por medio de la cruz y la tumba, antes de que pudiera comenzar la parte final de su misión.

    Nada de lo que Jesús hizo en la tierra podría describirse como bautizar con el Espíritu Santo y fuego. En ninguna de sus poderosas obras—su predicación, su enseñanza, sus sanidades, o en su muerte y resurrección—Él bautizó con el Espíritu Santo. Jesús hizo mucho por sus discípulos. Les dio autoridad para realizar misiones de sanidad, pero partió de esta tierra sin bautizarlos con el Espíritu Santo.

    Tal bautismo no podía ocurrir hasta que Él fuera al Padre. En verdad, el Señor no solo dijo esto, sino que lo enfatizó. Él entró a la gloria para ocupar un oficio del todo nuevo, el oficio del que Bautiza con el Espíritu Santo. Esta es la razón por la cual ascendió al Padre. El Antiguo Testamento desconoce de tal bautismo. Es la cosa nueva de Dios. Jesús nos da muchas otras bendiciones en este tiempo, por supuesto. Es nuestro Sumo Sacerdote, nuestro Abogado y nuestro Representante. Sin embargo, Él no mencionó estas funciones. Solo describió la venida del Espíritu.

    Luego de su ascenso, y nunca antes, el Espíritu vino y aparecieron lenguas repartidas como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos (Hechos 2:3). Años atrás, los altares del tabernáculo de Moisés y del templo de Salomón habían recibido fuego puro del cielo. En Pentecostés, las llamas en el aposento alto vinieron de la misma fuente celestial. Jesús tiene todo el poder en su mandato. Él está en la sala de control.

    LENGUAS DE FUEGO

    Si bautizar con el Espíritu Santo es su función, ¿qué significa esto? Significa que todo lo que tiene que ver con Él y con el evangelio debe caracterizarse por el fuego. Debe arder. Debe hacer fuego:

    • En aquellos que testifican y trabajan

    • En aquellos que predican

    • En la verdad que predicamos; ¿No es mi palabra como fuego…? (Jeremías 23:29).

    • En el Señor que predicamos; …porque nuestro Dios es fuego consumidor (Hebreos 12:29).

    • En el poder para predicar; …lenguas…como de fuego (Hechos 2:3).

    • En el Espíritu por el cual predicamos; …en Espíritu Santo y fuego (Mateo 3:11).

    Permítame ahora mostrarle algunos conceptos importantes acerca del fuego de Dios:

    El fuego debe consumir todo sacrificio.

    Hubo dos sacrificios en el monte Carmelo. Uno lo realizaron los sacerdotes de Baal, el otro, Elías. El primero, el sacrificio para Baal, nunca se quemó. No hubo fuego. El sacrificio estaba allí. Los que sacrificaban lo hacían con gran fervor. Oraron a Baal todo el día, y hasta se cortaban con cuchillos para mostrar cuán desesperada era su sinceridad.

    Y ellos clamaban a grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos.

    —1 REYES 18:28

    Ellos pusieron todo su empeño, sin embargo, su sacrificio no trajo fuego. Si el diablo hubiera podido enviar una o dos chispas del infierno para crear el fuego, lo habría hecho, pero el altar permaneció frío.

    Tampoco cayó fuego porque Elías dispuso un sacrificio. Cayó cuando Elías oró y creyó.

    Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos. Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja.

    —1 REYES 18:36–38

    La fe produce victoria. Elías preparó todo como debía, eso es cierto. Siguió las instrucciones de Moisés al pie de la letra, pero el fuego no fue el resultado de su obediencia. La fe trajo la llama.

    Dios envió el fuego solo sobre el sacrificio. No habría tenido que enviar el fuego si no hubiera sacrificio. Los cristianos de sillón nunca reciben fuego. No existen los teleadictos ungidos. Algunas veces las personas oran por fuego cuando no están rendidos a Dios y por lo tanto hacen muy poco por Él. Entregan muy poco tiempo o dinero, y no muestran esfuerzo alguno. Si tuvieran el fuego de Dios, ¿qué harían con él? ¿Sentarse en la casa y disfrutarlo? El fuego no es para evitarnos problemas para ganar al mundo; es para darnos poder para predicar el evangelio a pesar de los problemas.

    Es el fuego lo que importa. Preparar y presentar un sacrificio no es suficiente. Dios no salvará almas ni sanará a los enfermos hasta que pongamos todo lo que somos en el altar para Él; eso es cierto, pero nuestro sacrificio no es la razón por la cual lo hace. Él realiza sus maravillas de salvación y sanidad por causa de su misericordia y su gracia. La bondad de Elías no generó el asombroso rayo que lo quemó todo en el altar. El fuego no vino producto de su santidad. Sus diezmos y ofrendas no pueden comprar ni una diminuta llama de fuego celestial. El fuego de Dios viene, no por nuestro sacrificio, sino por el sacrificio de Cristo. Por lo tanto, gracias a Dios, el fuego es para todos. El fuego del avivamiento no es una recompensa para las personas buenas. Es un don de Dios. ¿Por qué luchar por él? Las personas hablan de pagar el precio. Pero es un caso de usted paga demasiado por lo que se entrega gratis. El fuego vino por la fe.

    La verdad necesita el bautismo del fuego.

    ¡Uno puede tener toda la razón del mundo, y de todas maneras no resolver nada! Podemos insistir en un cuerpo de verdades, pero pudiera ser un cuerpo muerto y frío. Jesús no dijo: Yo soy el camino, y la verdad. Él dijo: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida (Juan 14:6, énfasis añadido). Dios dijo que pondría sobre Sion resplandor de fuego que eche llamas (Isaías 4:5). Jesús testificó que Juan el bautista era antorcha que ardía y alumbraba (Juan 5:35). Estas son imágenes de luz y calor. El evangelio es un evangelio de calor; sin importar cuánto se ría de él el necio mundo. No sé cómo predicar las palabras de vida" de Dios (Hechos 7:38), sin estar lleno de vida. El evangelio está, y debe estar, en llamas. Predicar el evangelio con serenidad y de manera despreocupada sería algo ridículo.

    Un día una señora me dijo que había un demonio que la dominaba, aunque era una cristiana nacida de nuevo. Yo le dije: Las moscas solo pueden estar en una hornilla fría, ¡y sobre una hornilla fría pueden estar por mucho tiempo! Ponga el fuego del Espíritu Santo en su vida y ese sucio demonio no se atreverá a tocarla, de lo contrario se le quemarán sus asquerosos dedos. El evangelio proporciona su propio poder de fuego. Es natural, por lo tanto, que un predicador esté enardecido.

    EL FUEGO DE DIOS EN JESÚS

    En términos de emoción humana, el fuego de Dios se traduce en pasión; el tipo de pasión que vemos en Jesús. Sin embargo, Él no solo era apasionado en sus palabras. Cuando iba en su viaje final a Jerusalén, leemos:

    Iban por el camino subiendo a Jerusalén; y Jesús iba delante, y ellos se asombraron, y le seguían con

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