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Las campañas politicas y gobiernos en las redes sociales
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Las campañas politicas y gobiernos en las redes sociales
Libro electrónico152 páginas1 hora

Las campañas politicas y gobiernos en las redes sociales

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¿Cómo conformar un cuarto de guerra digital? ¿Cómo lograr que cada “like” pueda traducirse en un voto potencial? ¿Cómo hacer llegar el mensaje preciso al auditorio indicado? ¿Cómo reaccionar ante una campaña de ataques y difamaciones? ¿Cómo detectar “bots” y “trolls”? ¿Qué hacer para aminorar las consecuencias de un tropezón? De manera sencilla y directa, este libro comparte una serie de estrategias de trabajo para potencializar la comunicación política en redes sociales y poder trasmitir de la manera más efectiva posible un mensaje o una idea multiplicándolo por miles en cuestión de minutos.
Nuestra vida se ha transformado en una permanente plaza pública, un ágora omnipresente e infinito llamado redes sociales que nos coloca ante los reflectores aun cuando creemos estar en la intimidad. Si hay un mundo impactado por esta nueva forma de comunicación y de vida, es el mundo de la política. Las redes sociales no cambiaron las reglas: cambiaron el juego por completo. Lo que regía hace una década en materia de campañas electorales, hoy es obsoleto.
Actualmente, una campaña millonaria en televisión puede caer derrotada frente a un hábil manejo del Facebook y el Twitter. Formados a menudo en una tradición basada en el discurso vertical y el monólogo, los políticos mexicanos se subieron sin brújula ni guía al tren de las redes sociales y no pocos se han descarrilado por no saber utilizarlas con una estrategia profesional. En las redes sociales no cabe la improvisación ni la reacción a ciegas. Este libro funge como compañero y consejero para aquellos candidatos, gobernantes o líderes que intentan comunicarse y abrirse camino desde las redes sociales en un mundo donde la competencia es despiadada.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento16 mar 2020
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    Excelente libro con grandes estrategias, lo aplicaremos en todo momento para nuestra profesión

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Las campañas politicas y gobiernos en las redes sociales - Armando León Valladolid

© Armando León Valladolid • Jorge Camarillo Govea • Daniel Salinas Basave

© Grupo Rodrigo Porrúa, S.A. de C.V.

Lago Mayor 67, Col. Anáhuac

C.P. 11450, Del. Miguel Hidalgo

Ciudad de México

(55) 6638 6857

5293 0170

direccion@rodrigoporrua.com

1a. edición, enero 2017

ISBN: 978-607-8466-46-7

Impreso en México - Printed in Mexico

Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio

sin autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales,

características tipográficas y de edición

Todos los derechos conforme a la ley

Responsable de la edición: Rodrigo Porrúa del Villar

Corrección ortotipográfica y de estilo: Graciela de la Luz Frisbie y Rodríguez /

Rodolfo Perea Monroy

Diseño de portada: Efrén Miranda

Diseño editorial: Grupo Rodrigo Porrúa

Índice

Prólogo de Federico Arreola

Introducción

Un nuevo campo de batalla

El ágora planetario

Hacia un nuevo modelo horizontal

Del pasatiempo al cuarto de guerra

Breve historia de las redes sociales

2012 la primera elección 2.0

Suicidios políticos en redes sociales

Conformando el cuarto de guerra

Experiencias de trabajo en redes

Enfrentarse a la bestia.

El juego sucio en las Redes Sociales

Cuando la rebelión se vuelve #TrendingTopic

Al asalto del ciberespacio. Los nuevos medios digitales

Los zares de las redes sociales

Gobernanza 2.0

El arte de facebookear a caballo

La ruta del tren bala.

Hacia dónde avanza el cuarto de guerra digital

El decálogo del político 2.0

Glosario para entender las redes sociales

Agradecimientos

Sobre los escritores

PRÓLOGO

Las Sibilas. Miguel Ángel las pintó en la Capilla Sixtina porque –es lo que se pensaba– auguraron el advenimiento de la era cristiana. Es la razón por la que el papa Julio II quiso que tales videntes paganas estuvieran en la Basílica de San Pedro. De ninguna manera pienso que merece un homenaje de ese tamaño, pero creo que a Joe Trippi debemos recordarlo con admiración y respeto en cualquier trabajo sobre la importancia del internet en las campañas políticas.

Si no por otra cosa, porque aquel consultor político de Howard Dean durante las primarias demócratas de 2004, con pulcro sentido profético hace 12 años expresó una frase extraordinaria: La revolución no será televisada. Sibilinas palabras de las que hoy por hoy nadie duda.

Es una gran verdad: el cambio político, y con este la viabilidad de la industria mediática, no pasa ya por la TV –ni la abierta ni la de paga–, sino por las redes sociales de internet, esto es, por Twitter, Faceboook, Whats App, etcétera.

En 2005, cuando dejé la dirección de los diarios Milenio, una persona del sector empresarial me propuso, con generosidad, financiar un periódico que yo pudiera controlar. Rechacé la oferta de inmediato: el monto de la inversión resultaba simple y sencillamente imposible de rentabilizar. Aunque era obvia la modificación del paradigma, no había llegado todavía el momento para el pleno desarrollo de los medios digitales.

En la política las cosas se estaban transformando aceleradamente, pero pocos se atrevían a dar el paso decisivo. Andrés Manuel López Obrador, me consta, no quiso darlo en 2006.

En julio de 2005 asistí a un seminario de directores de periódicos en Buenos Aires organizado con motivo del sesenta aniversario del diario Clarín. Decidí que en mi conferencia, nada más, iba a defender las ventajas del periodismo digital sobre la tradicional forma de comunicar noticias en el papel impreso.

Aunque ya no era director de ningún periódico, y no obstante que empezaba a ayudarle a Andrés Manuel López Obrador en su campaña para las elecciones de 2006, se me mantuvo la invitación. Fui el único exdirector que participó. Exdirector y, para colmo, recién estrenado como uno de los coordinadores de campaña de AMLO.

Así las cosas, en las reuniones de convivencia con los directores de periódicos que participaron en el seminario, entre los que estaban algunos de los más importantes del mundo, se me preguntaba con insistencia cuál iba ser exactamente mi trabajo en el equipo de Andrés y, en especial, cuál era el proyecto digital del líder mexicano de izquierda.

Con pena respondía: Andrés Manuel no tiene en mente ninguna idea sobre el internet. No solo no la tenía, sino que rechazó todo lo que intenté para realizar una campaña digital. Internet no tiene importancia, me decía Andrés: Lo que vale es la televisión.

Como quiera que sea, busqué reunir a todos los numerosos blogueros que tenían sitios de alguna manera ligados a AMLO. Convoqué a una reunión con internautas partidarios de Andrés Manuel, pero solo llegaron los que hacían El Sendero del Peje. Recuerdo a Morfo y Toliro de alguna manera incómodos, pero ganas de colaborar, en aquella junta.

Después de la elección, en la protesta contra el fraude electoral –por cierto, con los medios tradicionales totalmente en contra de nosotros–, empecé una extraña negociación con Víctor Hernández (Toliro) para comprarle su blog.

Extraña porque el Sendero del Peje no tenía ninguna estructura empresarial. Era un blog pequeño, sin ingresos y hasta sin costos cuantificables; por lo tanto resultaba imposible realizar una valoración. El hecho es que, después de varios intentos lo adquirí y, de manera natural, lo puse al servicio de la causa de Andrés Manuel.

En los primeros años del Sendero del Peje –hoy, SDP noticias, sitio líder en visitas desde dispositivos móviles en México, por encima de los grandes diarios como El Universal– escribían los activistas que le habían dado forma al blog: Toliro, Morfo, Renegado Legítimo, Masiosare, Beam, entre otros. Solo Beam continúa en la empresa, que lo es ya con todas las características de una organización capaz de competir y ganar en un mercado muy difícil, en particular porque cualquiera puede participar en el mismo: no existen barreras de entrada de ningún tipo.

Durante años, el señor López Obrador me preguntaba cada vez que lo veía –y me reunía con él muy frecuentemente– cómo iba el Sendero y, además, me pedía que le contara cómo se daba, en mi opinión, el debate político en internet.

Cuando, a finales de 2011, me despedí del movimiento de Andrés Manuel para intentar construir una verdadera empresa mediática basada en internet, el dirigente de Morena ya estaba completamente convencido de las bondades de las redes sociales, pero seguía pensando que era la TV la que más influía en los votantes. Ese año Andrés Manuel cometió un error, grave en mi opinión: acudir al noticiero de Joaquín López-Dóriga a hacer las paces con Televisa.

AMLO había resistido varios años sin televisión y aun contra la televisión. El creciente poder de las redes sociales –aunque Andrés no lo veía con claridad– le permitió sobrevivir y avanzar. Pero algún experto en mercadotecnia convenció a López Obrador de que era imposible ganar una elección con la televisión en contra.

Ese experto estaba equivocado y, ni hablar, Andrés Manuel no leyó algo que, solo tres años después, entendió con gran intuición Jaime El Bronco Rodríguez: que había llegado la hora de triunfar en las elecciones no solo sin televisión, sino contra la televisión. Qué paliza dio El Bronco a Televisa, TV Azteca y Multimedios en la campaña de 2015 en Nuevo León.

En Estados Unidos, ahora mismo, estamos presenciando el éxito de los políticos que luchan contra los grandes medios tradicionales. En febrero de 2016, el vicepresidente de Noticias de Televisa, Leopoldo Gómez, escribió en Milenio sobre una de las características distintivas de este ciclo electoral en Estados Unidos: la confrontación abierta de los candidatos con los medios de comunicación.

Dijo más el ejecutivo de la empresa de Emilio Azcárraga:

Desde los primeros debates republicanos, los candidatos pusieron la mira en los medios.

Trump es quien más ha recurrido a este expediente para apuntalar su candidatura.

Los tiempos han cambiado. Hay enojo y hartazgo con la política y los políticos tradicionales. La desconfianza hacia todos los medios (prensa escrita, radio y televisión) está en su punto más alto desde que se tiene registro.

En el momento mismo en que López-Dóriga entrevistaba a AMLO en 2011, dije en Twitter que se trataba de un grave error del político de izquierda. Sus partidarios me calificaron de traidor por simplemente haber visto lo que ya nadie podía ocultar: que aparecer en televisión empezaba a ser un pasivo, y ya no un activo, para los candidatos antisistema, como evidentemente lo es el presidente de Morena.

El mejor momento de la campaña de 2012 para López Obrador, llegó cuando un grupo de jóvenes, los del #YoSoy132, salieron a la calle a protestar contra Televisa. Los universitarios urdieron lo que Andrés Manuel no se atrevió a hacer durante su segunda campaña presidencial: una estrategia de lucha contra la TV.

En 2012 Andrés Manuel decidió tomar en serio las redes sociales y, en esa lógica, nombró un coordinador digital, Jesús Ramírez –un veterano periodista tradicional que, sin mucho conocimiento, incursionaba en el internet–, que no pudo explotar al máximo las posibilidades de Twitter y Facebook que estaban claramente a favor del candidato de izquierda.

El candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, resistió todos los ataques del equipo de AMLO e inclusive los del #YoSoy132, nada más porque dio su coordinación digital a una experta: Alejandra Lagunes, mujer formada en internet que hizo un trabajo sobresaliente defendiendo a un político y a un partido brutalmente rechazados en las redes sociales.

En unos meses, empezará la actividad rumbo a las campañas presidenciales de 2018. Son batallas electorales que se desarrollarán en internet, no en la TV. Ganarán los políticos que mejor entiendan la naturaleza de las redes sociales.

Estrategas y candidatos harán lo correcto si leen el libro Las campañas políticas y gobiernos en las redes sociales, de Armando León Valladolid, Jorge Camarillo Govea y Daniel Salinas Basave. Porque, insisto, la pelea será digital, es decir, la televisión muy poco aportará. Es que en México, como en el resto del mundo, la TV va en retirada.

Los defensores de los medios tradicionales presumen la cobertura de la reciente visita del papa Francisco como la prueba de que la televisión sigue siendo muy fuerte. Si eso es lo más que puede exhibir la TV en nuestro país, tendremos que prepararnos para que, pronto, México sea un país

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