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Libro electrónico215 páginas2 horas

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A través de sus palabras, el santo padre nos enseña a reconocer a Dios en el presente sin caer en la tentación de buscarlo en el pasado o en el futuro, a vivir en un estado de paz y con valentía. Estamos frente a un papa pastor que «piensa siempre, permanentemente, mirando el horizonte hacia el que debe ir, teniendo a Cristo en el centro», un hombre abierto al diálogo y que ama relacionarse con los jóvenes.
Para Antonio Spadaro ha sido «una gran experiencia espiritual» entrevistar al papa, que normalmente no quiere conocer las preguntas que le van a hacer por adelantado, sino acercarse a la inquietud de su interlocutor. Además de ser una larga reflexión sobre la Iglesia de hoy y de ofrecer una perspectiva particular de su pontificado, Ahora hagan sus preguntas es una invitación a amar a nuestro prójimo, una interesante exploración del mundo de mañana con el que sueña el papa Francisco.

Jorge Mario Bergoglio nació en Buenos Aires en 1936, hijo de un trabajador ferroviario italiano. A los 21 años entró en el seminario como novicio de la Compañía de Jesús. Se ordenó sacerdote en 1969. En 1992 Juan Pablo II lo nombró obispo titular de la diócesis de Oca y obispo auxiliar de la arquidiócesis de Buenos Aires, donde fue arzobispo desde 1998 hasta 2001, cuando fue proclamado cardenal por el mismo pontífice. Fue elegido papa el 13 de marzo 2013 con el nombre de Francisco.

Antonio Spadaro, (Messina 1966), jesuita, es director de la revista La Civiltà Cattolica.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 sept 2019
ISBN9788855086059
Ahora hagan sus preguntas
Autor

Papa Francisco

Jorge Mario Bergoglio nació en Buenos Aires, Argentina, el 17 de diciembre de 1936, hijo de inmigrantes italianos. Fue ordenado sacerdote en la Compañía de Jesús (Jesuitas) en 1969 y fue nombrado obispo en 1992 y Arzobispo de Buenos Aires en 1998. Fue creado cardenal en 2001. En marzo de 2013 fue electo Obispo de Roma, el papa número 266 de la Iglesia Católica.

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    Ahora hagan sus preguntas - Papa Francisco

    Papa Francisco con Antonio Spadaro

    Ahora hagan sus preguntas

    EDIFICARE

    UNIVERSI

    © 2019 Europa Edizioni s.r.l. | Roma

    www.europaedizioni.it

    I edizione elettronica settembre 2019

    ISBN 978-88-9384-xxx-x

    Distributore per le librerie Messaggerie Libri

    Introducción

    Una palabra que tiene vivo el mensaje

    «Recordemos que nunca hay que responder preguntas que nadie se hace».

    (Papa Francisco, Evangelii gaudium, n.º 155)

    Era el 14 de junio de 2013. Con los otros miembros de la comunidad de La Civiltà Cattolica, estaba esperando a ser recibido en audiencia por el papa Francisco en el Palacio Apostólico. Se trataba de una audiencia muy apreciada por todos los papas al principio de su ministerio, a causa del vínculo tradicional que existe entre la revista y los pontífices. Me llama un monseñor y me dice que el santo padre me está esperando para conversar un momento antes de empezar. Voy. Fue en esta ocasión cuando le pedí una entrevista a Francisco. Me respondió con un «no» claro y tajante. Y, como para justificarse, empezó a contarme lo mucho que le cuesta conceder entrevistas. Me dijo que prefiere pensar más que dar respuestas a bote pronto en entrevistas circunstanciales.

    Luego vi que empezaba a cambiar de idea. Lo vi en discernimiento, como dándose cuenta de que podía ser un camino por recorrer. Y al final aceptó responder por escrito a una serie de preguntas planteadas de antemano, siempre por escrito. En realidad las cosas tomaron otra dirección, y tuve la oportunidad de entregarle personalmente mis preguntas (¡veinte!) en Brasil, durante su visita para la Jornada Mundial de la Juventud, una mañana al terminar la misa. De vuelta a Roma, después de leerlas, me llamó para decirme que prefería conversar sobre ello en un diálogo de tú a tú. Fijamos la fecha: 19 de agosto. Y pasamos tres tardes juntos realizando la entrevista.

    Una palabra entrecortada «de tú a tú»

    Es verdad que Francisco te mira a los ojos. «Lo que trato de hacer todavía hoy es buscar los ojos de la gente», me dijo en la entrevista que le hice en 2016 para el libro que reúne sus escritos como arzobispo de Buenos Aires (En tus ojos está mi palabra), que también se incluye en esta publicación. Su palabra está en los ojos de la persona o las personas que tiene delante. Es decir, nace de un diálogo, no está preconfeccionada. Que la palabra de Bergoglio fluye como un manantial lo sabemos perfectamente gracias a la «doctrina oral» que está ofreciendo desde el principio de su pontificado en Santa Marta.

    Leyendo este volumen se comprobará una vez más que se trata de una palabra «entrecortada» para ser compartida en el momento en que se pronuncia. El lector encontrará un Logos que acoge en sí la fuerza de la oralidad. Hay una tensión vital que no puede ser «domesticada» con una labor limae, trabajando con un cincel de laboratorio. Y el contexto de la entrevista o de la conversación resulta ideal.

    El mensaje del papa Francisco es capaz de tocar a las personas de modo inmediato, directo, intuitivo. Su capacidad comunicativa tiene sus raíces en una vivencia pastoral, con una inclinación natural a la creación de relaciones auténticas. Su autoridad no se expresa nunca de manera rígida o con una postura escultural: hasta su cuerpo se inclina hacia el interlocutor al hablar. Y esto se ve también al conversar con él de tú a tú en las entrevistas.

    La palabra de la entrevista es una palabra sentida. Lo es de verdad, en una relación auténtica de rasgos pastorales. Se entiende perfectamente durante las conferencias de prensa en el avión, por ejemplo, al volver de sus viajes. La relación del papa con los periodistas presenta los rasgos de una relación pastoral. Es el mismo Francisco quien lo confirma en el texto inicial de esta recolección. Obviamente, el periodista hace su trabajo y el papa lo sabe. Pero eso no es un obstáculo, es más: ¡es un estímulo! para su labor de «pastor». Francisco está siempre «dentro» del evento comunicativo: lo crea y lo desarrolla desde el interior sin ser el intérprete de una parte escrita. Es este también el motivo por el que no quiere conocer las preguntas que le van a hacer por adelantado. Y no solo eso: varias veces hemos asistido a una especie de «tira y afloja» cuando en viajes de poca distancia, en los que el tiempo para las entrevistas se acorta, el papa tiende a alargarlo a pesar de los límites que le imponen sus más estrechos colaboradores.

    Está claro que el hecho de que el papa Francisco no quiera conocer previamente las preguntas lo expone al riesgo de divagar, porque no tiene una preparación anterior y bien estudiada. Sin embargo, tiene la ventaja de generar un lenguaje que no solo desea aclarar y explicar, sino también encontrar a quien lo escucha. En este sentido es, precisamente, pastoral. Si es mimético al hablar es para bajar su nivel, convirtiéndolo en el de la vida misma y no en el de la especulación. El sentido es claro: el mensaje evangélico no debe presentarse solo como doctrina, sino también como experiencia. Es esta la característica radical de la pastoralidad. El papa pastor de la Iglesia siente que ha llegado el momento de que la palabra de la predicación sea de verdad una palabra «simplificada», es decir, capaz de asumir la misma postura que las palabras de Cristo, que no fueron pronunciadas desde un trono de gloria, sino por el Hijo que se ha vaciado de sí mismo. Es esta la motivación remota de lo que vemos en las entrevistas y en las conversaciones de Francisco.

    Muy indicativa, a mi parecer, la conclusión de una de sus respuestas durante el vuelo de regreso a Roma después del viaje apostólico a Tierra Santa, el 26 de mayo de 2014: «No sé si me he acercado un poco a su inquietud». He aquí el interés de Bergoglio cuando responde a las preguntas: no ofrecer definiciones o sentencias, sino acercarse a la inquietud del interlocutor. Y también esto es pastoral.

    Palabras privadas dichas en público

    Este volumen no incluye solo conversaciones individuales, sino también con grupos medianos o numerosos, de hasta 250 personas. En estos casos el papa se relaciona con una asamblea y, a pesar de ello, responde siempre personalmente. No es una asamblea la que hace las preguntas, sino una persona concreta que toma la palabra. En este caso, resulta claro cómo Francisco sintoniza con el grupo, cómo busca la longitud de onda adecuada. Se ve en su actitud, en el saludo, en la postura de su cuerpo. En las conversaciones recogidas en este volumen el diálogo se lleva a cabo con grupos homogéneos: los generales de las órdenes religiosas y los jesuitas reunidos en la Congregación General. Ante ellos, el papa no asume poses de «personaje» o de estrella, sino todo lo contrario: incluso llega a manifestar un cierto malestar durante el segundo encuentro con los superiores generales. Todo esto contribuye a «relajar» a la asamblea respecto al nerviosismo inicial y ayuda a centrar el diálogo en la verdadera interacción. Evita el riesgo del evento como «espectáculo». De manera que las respuestas siempre están relacionadas con la persona que plantea la pregunta, a pesar de tomar en consideración el contexto y el grupo.

    Los coloquios del papa con los jesuitas durante sus viajes apostólicos representan una situación especial. Desde su primer viaje a Brasil, Francisco ha decidido reunirse cuando es posible con los jesuitas de los países que visita. Este encuentro puede adoptar varias formas: una misa, un saludo personal a un grupo, un diálogo… Este volumen presenta sus conversaciones con los jesuitas en Filipinas y en Polonia, significativas por sus temas y su extensión. Obviamente, son palabras privadas que no fueron grabadas oficialmente para publicarlas. Por eso no se utilizaron medios profesionales y han debido ser transcritas y aprobadas por el pontífice antes de su publicación.

    En este caso, el papa habla a sus cofrades jesuitas. La forma del discurso es muy relajada, fraterna, espontánea. Y, por experiencia personal, sé que estas conversaciones son siempre un eco de la visita que está realizando. El papa mismo habla de lo que experimenta durante estas conversaciones en el prefacio del presente volumen. A veces contienen claves de lectura del viaje a la luz de la experiencia viva del pontífice. De hecho, el viaje apostólico tiene su escaleta y no contempla tiempos de reflexión compartida. En algunas ocasiones los encuentros con los jesuitas ofrecen al papa oportunidad para decir lo que percibe durante el viaje, sus primeras consideraciones y emociones. Su palabra resulta entonces particularmente eficaz y nos hace entender mejor algo que también se deduce de otros aspectos de su pontificado: a Bergoglio hay que entenderlo «en camino». Hay que considerar el proceso que está realizando mientras lo está realizando. Y lo bonito de las entrevistas y de las conversaciones es que son documentos sobre la marcha. No presentan la rigidez típica (e innecesaria) de un texto terminado. En este sentido, la entrevista y la conversación son una forma de expresión especialmente coherente con las formas dinámicas de este pontificado. En la entrevista encontramos siempre el «ruido de fondo» de la vida, de una manera o de otra, y esto marca una profunda diferencia en la comunicación de un papa. La duda no se disipa con una claridad glacial, sino con la efectiva comprensibilidad del mensaje. Francisco lo afirma explícitamente en el prefacio de este volumen: «Deseo una Iglesia que sepa insertarse en las conversaciones de los hombres, que sepa dialogar. Es la Iglesia de Emaús, en la cual el Señor «entrevista» a los discípulos que caminan desanimados. Para mí, la entrevista es parte de esta conversación de la Iglesia con los hombres de hoy».

    Una perspectiva del pontificado

    Este volumen desea ofrecer al lector una perspectiva particular del pontificado. Lo que une las distintas conversaciones es el hecho de que quien las escribe ha sido interlocutor del pontífice o testigo de ellas. Para mí ha sido una experiencia muy valiosa por el contacto directo y por su tridimensionalidad, que he intentado transmitir en la narración. Creo que las entrevistas de Francisco deben transcribirse junto a la historia de cómo se han verificado, porque son eventos que se realizan gracias a un encuentro. No basta grabarlas: es necesario contarlas. A veces, como en el caso de dos largas entrevistas que realicé en 2013 (Mi puerta siempre está abierta) y en 2016 (Las huellas de un pastor), insertando las respuestas en la narración del contexto. Otras veces, como en las conversaciones que he presenciado, ilustrando bien el contexto en el que han tenido lugar. Aquí se encuentra también una entrevista concedida al jesuita sueco Ulf Jonsson, a la que tuve el placer de asistir en calidad de intérprete.

    ¿Qué se puede deducir de las afirmaciones del pontífice? Para responder a esta pregunta es necesario leer el texto. A veces lo que quiere decir se entiende mejor con el paso del tiempo. Como en el caso de mi primera entrevista de 2013: yo mismo fui incapaz de entender entonces el alcance de algunas de sus afirmaciones. volver a leer ahora de nuevo esa entrevista ayuda a comprender con más profundidad algunas decisiones de Francisco, a entender hasta qué punto estaban ya presentes desde el principio en su visión. Un ejemplo: la importancia atribuida al sínodo.

    También cabe resaltar aquí algunos aspectos de su discurso abierto, que para mí tienen una relevancia especial. En el fondo, la lectura puede realizarse como si fuera una única y larga conversación con distintas etapas.

    Periferia

    Francisco invita a mirar la realidad desde la «periferia», porque es de ella de donde parten los cambios de la historia. Aquí se entiende claramente que «periferia» no es un eslogan en uso (y del que se abusa) hoy en día. Es una categoría profética. Las periferias son significativas porque son proféticas (si lo son) y emiten una palabra con un sentido que el «centro» no es capaz de pronunciar. «Ser radicales en la profecía» pide el papa en 2016 a los superiores generales. Y continúa: «Ser radicales en la profecía es el famoso sine glossa, la regla sine glossa, el Evangelio sine glossa. Es decir: ¡sin calmantes! El Evangelio hay que tomarlo sin calmantes». El Evangelio no es un Valium que duerme la conciencia y la conforma a una norma determinada, sino un mensaje que sacude e inquieta, que crea movimiento en el alma, que nos impulsa a salir de nosotros mismos.

    Profecía

    El movimiento de «salida» aparece explicitado con claridad desde el principio del pontificado: es un salir para ir allá donde pueden encontrarse los significados humanos y espirituales. Y Bergoglio confía mucho en los jóvenes, que son los que le hacen las preguntas más difíciles: «Si los jóvenes no profetizan, a la Iglesia le falta el aire» dice. Pero podrán hacerlo solo bajo una condición que podríamos considerar insólita: que los ancianos tengan «visiones», sueños. Ante la vida nueva, dice Bergoglio, el anciano empieza a soñar. El sueño es la quintaesencia de su sabiduría. Entonces el joven, si escucha esa sabiduría, puede afrontar el futuro y puede reconocer su sentido. Como vemos claramente, transmitir sabiduría no tiene nada que ver con el tradicionalismo o el conservadurismo. Todo lo contrario. Pasado y presente se compenetran para «ver» el futuro. En el centro se encuentra la profecía.

    El movimiento opuesto aparece ejemplificado en lo que Francisco denomina «clericalismo», entendido como hipócrita adhesión exterior a las reglas, como un agarrotamiento estancado y mortífero. El diálogo con los jesuitas filipinos tiene el ritmo de la salida y de la periferia, al que se une un llamamiento al riesgo, a no tener miedo a los desafíos que, por el contrario, deben ser abrazados. En la larga entrevista que le hice en 2016 se perciben las raíces de estas actitudes de Bergoglio, la génesis lejana del pontificado en su acción de párroco en Argentina y de obispo después. En efecto, en esa entrevista Francisco dice mucho de sí mismo, de su experiencia viva. Por eso considero fundamentales sus respuestas para entender la génesis de su enfoque pastoral y

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