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TVMorfosis 4: Television everywhere
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TVMorfosis 4: Television everywhere
Libro electrónico241 páginas7 horas

TVMorfosis 4: Television everywhere

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¿La televisión muere? No, definitivamente, no. De hecho, está en todas partes, se expande en horarios y pantallas diversas, así como en nuevos géneros y modos de producirse y recibirse; ha escapado del televisor-mueble y se reproduce en infinitos dispositivos audiovisuales mezclándose con otras actividades, movimientos y lugares. TVmorfosis 4, television everywhere explora un fenómeno emergente que trasciende lo tecnológico y lo mediático para volverse cultural, estético, político e, incluso, un avistamiento al futuro del hombre y su relación con las máquinas. La televisión se ha transformado, su producción se adapta a las necesidades de audiencias que ya no se miden por su número, sino por sus interacciones, lo cual implica que el modelo de comunicación que impuso la TV, caracterizado por la unilateralidad de la emisión y la pasividad del receptor, se modifica y ocurre, por un lado, un incremento en la participación de los públicos y, por otro, la profundización de las maneras de control y vigilancia a través de la obtención de información. ¿Qué sucederá? La presente obra analiza el fenómeno y traza un panorama que contradice la vieja idea de que la televisión idiotizaba a los que la miraban.
IdiomaEspañol
EditorialTintable
Fecha de lanzamiento17 nov 2015
ISBN9786078346172
TVMorfosis 4: Television everywhere

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    CONTENIDO

    PRESENTACIÓN

    TELEVISIÓN EVERYWHERE

    Guillermo Orozco Gómez

    RECONOCIMIENTO DEL NUEVO ESCENARIO TELEVISUAL

    La televisión pública en la era de la TV everywhere

    Ignacio Ramonet

    La digitalización de los contenidos audiovisuales en el espacio global. Convergencia y desigualdades

    Miquel Francés

    Cibervisión: la metamórfosis de la televisión

    Sebastião Squirra

    Del webeo al placer de contar. Acerca de las audiencias productivas y los medios públicos

    Omar Rincón

    Lo televisivo como escenario de las transformaciones entre tv y audiencias

    Guillermo Orozco Gómez

    EXPERIENCIAS DE LO TELEVISIVO POSIBLE

    Tv Over The Top (OTT) en el contexto español

    Agustín García Matilla

    Las pantallas múltiples pueden salvar vidas: sistemas de alerta anticipada de emergencia

    Fernando García Moreira

    PERSPECTIVAS DEL ESCENARIO TELEVISUAL DEL FUTURO

    Lo digital, una caja de sorpresas

    Javier Darío Restrepo

    Los contenidos audiovisuales en el nuevo espacio mediático

    Gabriel Torres

    ¿La nueva televisión es la vieja televisión? De las arquitecturas de la libertad a las arquitecturas de controll

    Alejandro Piscitelli

    International Center for Journalists (ICFJ). Innovación sur a sur

    Joyce Barnathan

    Consideraciones para la viabilidad de modificación de las leyes de medios en América Latina

    Gabriel Mariotto

    LOS AUTORES

    PRESENTACIÓN

    TELEVISIÓN EVERYWHERE

    Guillermo Orozco Gómez

    Hoy la televisión está en todas partes. Se expande de múltiples formas llegando en distintos horarios y contratos televisivos a diversas pantallas y dispositivos audiovisuales, ampliando significativamente sus índices de visionado, y logrando al mismo tiempo un cada vez mayor y variado involucramiento de sus audiencias.

    ¡La TV está más viva que nunca! Multiplicándose a través de diferentes formatos y relatos, transformándose creativamente, cambiando sus maneras de presentarse ante sus audiencias, de engancharlas e interpelarlas. Aun en su forma clásica de broadcasting o televisión radiodifundida, continúa llamando la atención, recibiendo altas sumas en inversión publicitaria, las mayores entre los medios masivos. Y en la mayoría de países, la televisión radiodifundida sigue también consiguiendo las mayores audiencias y marcando la pauta en la construcción colectiva de la imagen de nación, mientras continúa sirviendo de eje principal para el intercambio societal entre amplios sectores de población.

    ¡Pero la TV se ha escapado del televisor-mueble! Y se reparte en muchos dispositivos audiovisuales, mezclándose con otras actividades, otros momentos y lugares por los que transitan sus audiencias. Muchas siguen viniendo a ella, otras no; la encuentran o la llevan de nuevas e insólitas formas, todo lo cual parece marcar una nueva era para la TV y sus audiencias. Una era que algunos llaman de post-TV o cibervisión, como enfatiza el autor Sebastião Squirra en este libro, que se caracteriza sobre todo por una metamorfosis de la TV que inicia con su liberación de ciertas pantallas, como el televisor, y de ciertos lugares y tiempos para su consumo, mientras aumenta su multiplicación de formatos y géneros televisivos. Una nueva era en la que el origen de su producción deja de ser sólo televisiva, para ser también digital, y en la que existe una ampliación de posibilidades para su acceso por parte de las audiencias, que parece no tener límites, más allá de los costos involucrados en algunas opciones de conectividad. De aquí que se refuercen y se abran aún más desigualdades entre las audiencias, como advierte Miquel Francés en su capítulo.

    Estamos ante un fenómeno nuevo, creciente, muy significativo, como lo es todo lo que afecte a la comunicación. Un fenómeno no meramente tecnológico o mercantil, mediático, estético o audiovisual, sino, cultural y político, que va más allá de la suma de sus partes, ya que se empieza a modificar justamente la "lógica del engagement con la televisión, es decir, el vínculo entre ésta y las audiencias, lo que incide en las formas de involucrarse e interactuar con ella, disfrutarla y deconstruirla". Un nuevo vínculo que no eclipsa otros anteriores, ni elimina a la TV ni a sus audiencias, tema que discute Guillermo Orozco Gómez en este libro.

    La tendencia creciente de la televisión conlleva, por una parte, una programación televisiva que puede visionarse más allá de la pantalla del televisor-mueble y disfrutarse a destiempo de su emisión puntual y masiva, lo cual implica y facilita una serie de cambios tanto para las audiencias como para la misma televisión y sus programas. Uno de estos cambios tiene que ver con la necesidad de la TV actual de adaptar su programación —al menos parte de ella— a tiempos y ritmos cortos y rápidos, y de fácil visibilidad, puesto que las audiencias pueden hoy decidir cuándo ver lo que quieren ver, pero no tienen mucho tiempo ni quizá paciencia para ver y disfrutar TV más allá de algunos minutos en cada ocasión que se conectan. Situación inexistente antes de la convergencia entre pantallas inaugurada con lo digital y potenciada con la portabilidad de los dispositivos audiovisuales. Pero, ¿estamos realmente ante una nueva televisión? se pregunta Alejandro Piscitelli en su capítulo.

    Por otra parte, la tendencia actual de la TV abre la posibilidad de una interlocución con las audiencias, que desde sus dispositivos móviles pueden disfrutarla, compartirla, modificarla, criticarla, incluso reconstruirla y, por supuesto, reenviarla a través de las redes. Lo que modifica esencialmente el rol de las audiencias como conglomerados de receptores a ser individuos atomizados, productores y emisores. Esta tendencia, sin embargo, aun no involucra a la mayoría de las audiencias: mientras las minorías están hiperconectadas, siguen existiendo mayorías desconectadas y las brechas digitales se amplifican, lo cual advierten varios autores en este libro.

    Si la programación clásica de la televisión masiva era dirigida a una masa nacional medida en ratings y shares, que podía alcanzar hasta el 50 por ciento de hogares con el televisor encendido en un mismo canal a una misma hora, hoy cada vez más el alcance televisivo se desfasa en tiempos y se dispersa, se vuelve en todo caso intermitente, actualizándose de maneras inesperadas e impredecibles en conjuntos menores de individuos que pueden o no estar en los momentos de visionado de un programa. Se desvanece esa posibilidad de la reunión a distancia de una gran audiencia, que sin estar congregada en el mismo sitio, sí coincidía en estar frente al televisor y recepcionar el mismo producto televisivo en momentos determinados.

    Una de las consecuencias y desafíos de que la televisión esté en todas partes es la dificultad de medir su visionado. Las empresas tradicionalmente encargadas del rating, como Nielsen o Ibope, entre otras, se encuentran buscando nuevas maneras e implementando otras metodologías para captar la migración de las audiencias y saber finalmente qué ven y con qué se conectan. Pero lo más importante, independientemente de que se logre captar en qué canal, video, película o sitio de Internet "andan las audiencias", es poder conocer qué hacen con ello, esto es mucho más de lo que cualquier rating puede medir.

    Más allá de nuevas y perfeccionadas mediciones, la televisión requiere desarrollar y asumir una presencia cualitativamente diferente en sus audiencias, trascender ser un mero objeto de su visionado. Algo que supone interactividad e interlocución y que podría conseguirse a través de estrategias transmediales, en donde la nueva relación audiencias-televisión sea una de involucramiento y no de transmisión-recepción.

    El modelo de comunicación mediática que impuso la TV y que ha imperado por más de medio siglo, caracterizado esencialmente por la unilateralidad de la emisión, siempre por su verticalidad y, muchas veces, por su autoritarismo aunado a la pasividad y subordinación de sus audiencias —con o sin su consentimiento— se está modificando con la televisión en todas partes y las posibilidades de interlocución que con ello se abren.

    De ahí la existencia de diferentes posiciones frente a este fenómeno, desde los más optimistas en términos tecnológicos que se sienten en su tierra prometida, hasta los que ven en ese escenario posibilidades de participación de las audiencias y de fortalecimiento de una ciudadanía activa y comunicativa, hasta quienes contrariamente, advierten con sobre el riesgo y peligro que la creciente conectividad ensanchada acarrea para la vigilancia y el control político de las sociedades contemporáneas, como lo enfatiza nuestro primer autor Ignacio Ramonet y lo abordan otros autores en capítulos posteriores.

    Con distintos énfasis y desde diversas perspectivas, los capítulos reunidos en estas páginas presentan y discuten aspectos específicos que buscan esclarecer algo del complejo fenómeno de una televisión que está en todas partes o multiplicada.

    En la primera parte del libro, los autores se concentran en los aspectos sobresalientes del fenómeno televisivo contemporáneo, señalando sus tendencias e inercias, así como sus transformaciones más sobresalientes. Allí Omar Rincón hace con vehemencia, una crítica a posicionamientos ideológicos aún vigentes en algunos de los discursos sobre la TV y sus audiencias. En la segunda parte, Agustín García Matilla y Fernando Moreira abordan ejemplos concretos desde sus escenarios nacionales, de una televisión en todas partes. En la tercera parte, Alejandro Piscitelli, Gabriel Torres y Javier Darío Restrepo fundamentan perspectivas y opciones posibles para el futuro inmediato, así como la cooperación mutua entre televisiones de diferentes países, que comparte Joyce Barnathan. En el último capítulo, Gabriel Mariotto narra la historia reciente de la configuración de un nuevo escenario mediático y, en particular, televisual en Argentina, en el que las universidades, a través de sus departamentos de estudios de comunicación, contribuyeron para la transformación conjunta del sistema televisivo-mediático de la nación pampera y el posicionamiento de sus medios públicos.

    Como en el caso de los libros anteriores, agradezco a los autores aquí reunidos por su disposición de reconvertir para los lectores sus presentaciones en el Foro TVmorfosis celebrado en la fil Guadalajara el 1⁰, 2 y 3 de diciembre de 2014. Nuevamente mi agradecimiento a la Universidad de Guadalajara y especialmente a Gabriel Torres, ya que, sin su apoyo, el foro y el libro no habrían sido posibles.

    Guadalajara, Jalisco, 24 de agosto de 2015

    RECONOCIMIENTO DEL NUEVO ESCENARIO TELEVISUAL

    LA TELEVISIÓN PÚBLICA EN LA ERA DE LA TV EVERYWHERE

    ¹

    Ignacio Ramonet

    La Televisión Pública tiene vocación —al igual que el sistema educativo, en el marco de un proyecto de educación integral— de contribuir a la formación de los ciudadanos y a la transmisión de los valores humanistas emancipadores; valores de paz, de ciudadanía, de democracia, de respeto, de justicia, de cohesión social y de solidaridad.

    Esta tarea resulta hoy cada vez más difícil, esencialmente por dos motivos:

    en primer lugar por las nuevas prácticas de acceso a los contenidos audiovisuales que observamos sobre todo entre las generaciones jóvenes;

    en segundo lugar, por la creciente desconfianza hacia los discursos políticos y hacia las instituciones que los transmiten.

    Vamos a examinar el primer motivo: las nuevas prácticas de acceso a los contenidos audiovisuales. Todos los estudios realizados en Estados Unidos y Europa indican un cambio rápido al respecto, sobre todo entre los jóvenes que pasan del consumo lineal de TV hacia un consumo diferido y a la carta en una segunda pantalla (computadora, tableta, smartphone). De receptores pasivos, los ciudadanos-televidentes pasan a ser, mediante el uso masivo de las redes sociales, productores-difusores.

    En los primeros años de la televisión, el comportamiento tradicional del telespectador era mirar los programas en vivo en la pantalla de su televisor de salón, manteniéndose a menudo fiel a una misma y casi única cadena. Con el tiempo, cuando llegó la era digital, todo eso cambió. En la televisión analógica ya no cabían más cadenas y no existía posibilidad física para añadir nuevos canales. En la televisión analógica, un bloque de frecuencia de seis megahertz (MHz), equivalía a una sola señal, un solo canal, pero con la digitalización, el espectro radioeléctrico se fraccionó y se optimizó, por cada frecuencia de 6 MHz, en vez de una sola cadena, se pueden transmitir hasta seis u ocho señales y se multiplica de ese modo la cantidad de canales.

    Esa explosión del número de canales disponibles, particularmente por cable y satélite, dejó obsoleta la fidelidad a un canal preferencial y suprimió la linealidad. Como en un restaurante, se abandonó la fórmula del menú único, para comer platos a la carta, simplemente zapeando con el control remoto entre la multitud canales.

    La invención de la web —hace exactamente veinticinco años— favoreció el desarrollo de Internet y el surgimiento de lo que llamamos la sociedad conectada mediante toda clase de links o enlaces, desde el correo electrónico hasta las diferentes redes sociales (Facebook, Twitter, etc.) y mensajerías de texto y de imagen (Whatsapp, Instagram, etc). La multiplicación de las nuevas pantallas, ahora nómadas (computadoras, tabletas, smartphones) han cambiado totalmente las reglas del juego.

    La televisión progresivamente deja de ser una herramienta de masa para convertirse en un medio de comunicación consumido individualmente, a través de diversas plataformas, de forma diferida y personalizada. Esta forma diferida se alimenta en particular en los sitios de replay de los propios canales de televisión que permiten un acceso no lineal a los programas. Presenciamos el surgimiento de un público que conoce los programas y las emisiones, pero no conoce la programación ni siquiera el canal de difusión al que pertenecen esos programas originalmente.

    A esta oferta, ya muy abundante, se le suman ahora los canales online de la galaxia Internet. Por ejemplo, las decenas de cadenas que Youtube difunde, o los sitios de video alquilados a la carta (on demand). Hasta el punto que ya no sabemos siquiera lo que la palabra televisión significa. Reed Hastings, director de Netflix, el gigante estadounidense del video en línea (con cincuenta millones de suscriptores), declaró recientemente a una revista francesa que "la televisión lineal habrá desaparecido en veinte años, porque todo estará disponible en Internet".

    Es posible, pero no es seguro

    También están desapareciendo los propios televisores. En American Airlines, por ejemplo, los pasajeros de clase ejecutiva ya no disponen de pantallas de televisión ni individuales, ni colectivas; ahora, a cada viajero se le entrega una tableta para que él se haga su propio programa y se instale con el dispositivo como mejor le convenga (acostado, por ejemplo). En Norvegian Airways van más lejos, no hay pantallas de televisión en el avión ni tampoco entregan tabletas, el avión posee Wi-Fi y la empresa parte del principio de que cada viajero carga una pantalla (computadora, tableta o teléfono celular) y que basta pues con que se conecte en vuelo al sitio de la Norvegian para ver películas, teleseries, emisiones de televisión o leer los periódicos (que ya no se reparten).

    Jeffrey Cole, un profesor estadounidense de la University of California, Los Angeles ucla, experto en medios en Internet y redes sociales, confirma que la televisión se verá más por la red. Nos dice que en la sociedad conectada la televisión sobrevivirá, pero disminuirá su protagonismo social; mientras que la industria cinematográfica y musical podrían desvanecerse.

    Sin embargo, Jeffrey Cole, es mucho más optimista que el patrón de Netflix, porque Cole afirma que, en los próximos años, el promedio de tiempo consagrado a la televisión pasará de entre dieciséis a cuarenta y ocho horas a la semana, actualmente hasta sesenta horas, ya que la televisión, dice Cole, va saliendo de la casa y se podrá ver en todo momento, gracias a cualquier dispositivo con pantalla, con sólo conectarse a Internet o mediante la telefonía 5G.

    También hay que contar con la competencia de las redes sociales. Según el último informe de Facebook, "casi el 30 por ciento de los adultos de EEUU se informa a través de Facebook" y el 20 por ciento del tráfico de las noticias proviene de esa red social. Mark Zuckerberg afirmó hace unos días, que el futuro de Facebook es en video: Hace cinco años la mayor parte del contenido de Facebook era texto, ahora evoluciona hacia el video, porque cada vez es más sencillo grabar y compartir.

    Por su parte, también Twitter está cambiando de estrategia: y está pasando del texto al video. En un reciente encuentro con los analistas bursátiles de Wall Street, Dick Costolo, el consejero delegado de Twitter, reveló los planes del futuro próximo de esa red social: 2015, será el año del video en Twitter. Para los usuarios más antiguos, eso tiene sabor a traición. Pero según Costolo, el texto, su esencia, los célebres ciento cuarenta caracteres iniciales, está perdiendo relevancia, y Twitter quiere ser el ganador en la batalla del video en los teléfonos móviles.

    Según los planes de la dirigencia de Twitter, se podrá subir video desde el móvil a la red social a comienzos de 2015; se pasará de los escasos seis segundos actuales que permite la aplicación Vine, a añadir el video, tan largo como sea, directamente en el mensaje.

    Google también quiere ahora difundir

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