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Resiliencia en la educación superior: el cambio de mirada para transformar escenarios de vulnerabilidad escolar.
Resiliencia en la educación superior: el cambio de mirada para transformar escenarios de vulnerabilidad escolar.
Resiliencia en la educación superior: el cambio de mirada para transformar escenarios de vulnerabilidad escolar.
Libro electrónico188 páginas2 horas

Resiliencia en la educación superior: el cambio de mirada para transformar escenarios de vulnerabilidad escolar.

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El presente libro muestra el análisis de la vulnerabilidad en diferentes contextos de la educación superior, al mismo tiempo que establece a la resiliencia como la posibilidad de transformar la educación superior. Se parte de que la vulnerabilidad escolar puede ser un conjunto de condiciones materiales, contextuales y simbólicas que debilita el vin
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 sept 2021
ISBN9786079770983
Resiliencia en la educación superior: el cambio de mirada para transformar escenarios de vulnerabilidad escolar.
Autor

Lilia Benítez Corona

Lilia Benítez Corona: Doctora en Ciencias de la Educación. Profesora-Investigadora en la Universidad Politécnica de Pachuca. Perfil. PRODEP. Miembro de la Asociación Internacional para la Investigación de la Resiliencia. Miembro del Consejo Mexicano de Investigación educativa. Publicaciones en: libros, memorias en extenso, artículos y poencias en congresos nacionales e internacionales en su línea de investigación: educación, desarrollo humano y resiliencia. directora de tesis de maestría: Instructora de talleres de resiliencia. Reyna del Carmen Martínez Rodríguez: Doctora en ciencias de la Educación por la Universidad autónoma del Estado de hidalgo. Profesora-Investigadora en la Universidad Politécnica de Pachuca, Titular B, 23 años como profesora universitaria, miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel 1, perfil deseable PRODEP, líder del cuerpo Académico en consolidación; Estrategias de Aprendizaje y Enseñanza en EBC, Coordinadora de la maestría en Enseñanza de las ciencias. Línea de investigación: estrategias de aprendizaje y resiliencia para el desarrollo humano.

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    Resiliencia en la educación superior - Lilia Benítez Corona

    1. La resiliencia en la universidad: una esperanza para afrontar situaciones de vulnerabilidad

    Reyna del Carmen Martínez Rodríguez

    Investigación y Posgrado/UPPachuca

    Pon tu voz junto a la mía y juntos construyamos

    un mundo lleno de posibilidades.

    Forés y Grané

    Introducción

    Los ambientes escolares de educación superior se tornan cada vez más complejos, puesto que hay mayor diversidad y circunstancias que pueden colocar a estudiantes y profesores en situaciones de vulnerabilidad. No obstante, las instituciones de educación superior pueden ser agentes socializadores que trasciendan en la formación de profesionales más allá de fomentar únicamente la construcción de conocimiento en una disciplina determinada.

    Al respecto, discursos educativos recalcan la necesidad que tienen los universitarios de aprender a reflexionar y evaluar la información que reciben, con el fin de fortalecer la capacidad de afrontar problemas escolares de una forma creativa, además de situaciones problemáticas extraordinarias que pueden poner en riesgo la conclusión de su formación profesional. Cabe destacar que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en 2014, señaló que en México se alcanza 13% en la matrícula de ingreso a la Educación Superior, además, sostiene que en el primer año, 25% de estudiantes abandona sus estudios, lo cual implica que hay diversas problemáticas que afectan el desarrollo educativo de los universitarios que aún no han sido solucionadas.

    En este marco, se han generado estrategias para tratar de solventar dicha problemática; se ha identificado la importancia de atender a los jóvenes que se encuentran en transición del nivel escolar medio superior al superior por una diversidad de factores que detonan cambios en el avance y desempeño en el sistema escolar; se promueven programas con varias alternativas como cursos propedéuticos, cursos específicos de homologación de conocimientos, tutorías, asesorías, programas de becas que favorecen apoyos compensatorios para reducir los riesgos y así incrementar la permanencia escolar.

    Estos programas han sido de apoyo importante a pequeños sectores de población escolar, no obstante, en la educación superior aún se detectan universitarios que abandonan sus estudios al no poder cubrir los requerimientos que la institución educativa les exige; en ocasiones, son jóvenes brillantes que viven una situación emergente y excepcional que rebasa su capacidad de afrontamiento y, de manera silenciosa, se dan de baja o simplemente dejan de asistir a la universidad.

    Por otra parte, también se pueden encontrar otros estudiantes provenientes de sectores vulnerables de la población, por ejemplo, estratos socioeconómicos bajos, familias disfuncionales y enfermedades propias o de familiares, entre otros, que a pesar de vivir en medio de situaciones adversas, pueden desarrollar estrategias de afrontamiento que les permiten ser funcionales hasta concluir sus estudios.

    Con ello se puede ver que si bien son importantes los programas que apoyan a estudiantes en situaciones vulnerables, también es necesario introducir acciones que transformen e incidan en la toma de consciencia de un cambio que impacte la mirada de quienes conformamos los ambientes escolares.

    De tal forma, se requiere que se coloque en el centro de los procesos educativos el potencial de las personas y no su déficit, con una perspectiva que involucre a toda la comunidad universitaria: administrativos, servicios generales, directivos, profesores y estudiantes, que más allá de fomentar la victimización a través de apoyos compensatorios, promueva la prevención por medio de una cultura que resalte el potencial de las personas y se asimile la oportunidad de aprendizaje y colaboración en las situaciones de vulnerabilidad.

    Por consiguiente, es importante explorar las diferencias entre una perspectiva centrada en la compensación remedial a situaciones de vulnerabilidad y otra perspectiva en la que se consideran los escenarios educativos como una oportunidad para apoyar a las personas en el fortalecimiento de su identidad y bienestar, evitando concentrar la atención únicamente en los contenidos temáticos de los programas de las asignaturas, sino también considerando la posibilidad de fortalecer el potencial que tenemos las personas para mejorar el desarrollo humano a partir de una red de interacciones y experiencias vistas como oportunidades y desafíos.

    En este capítulo se reflexiona en torno a tres aspectos principales: la perspectiva remedial centrada en las situaciones escolares vulnerables, la perspectiva preventiva centrada en la resiliencia y las oportunidades, así como la importancia de los modelos a seguir para la generación de estrategias de afrontamiento.

    Perspectiva centrada en las situaciones

    escolares vulnerables

    Se entiende el significado de vulnerabilidad como un concepto dinámico, puesto que se involucran diversos factores en una situación en determinado tiempo, contexto y una sucesión de acontecimientos en la cual una persona o un grupo pueden ser debilitados o deteriorados como consecuencia de estímulos o impactos negativos; según Turner et al. (2003), la vulnerabilidad también puede ser definida como inseguridad y sensibilidad del bienestar de las personas, hogares y comunidades en situaciones de transformación, e implícitamente en su respuesta resiliente a los riesgos que se afrontan durante los impactos que se consideren negativos (Moser, 1998) en el marco de respuesta a diversos riesgos.

    La definición anterior nos muestra la importancia de tomar en cuenta la complejidad del contexto escolar, en el que son muy importantes los indicadores institucionales que permiten identificar el rumbo o las tendencias que lleva una universidad para direccionar o redireccionar los planes de desarrollo y políticas educativas, tales como los índices de retención, abandono escolar, repitencia, reprobación, eficiencia terminal, bajos niveles de aprovechamiento escolar, egreso. En este entorno múltiple, al considerar un concepto dinámico como es la vulnerabilidad y los riesgos que pueden percibir los estudiantes, se abre un abanico de posibilidades como una conjunción compleja de numerosos factores a lo largo del tiempo que pueden detonar diversas situaciones.

    El origen etimológico del término se encuentra en el latín vulnus, herida, abilis, que puede y el sufijo dad, que indica cualidad, por lo que se entiende como la cualidad para poder ser herido.

    La vulnerabilidad educativa implica un conjunto de condiciones materiales y simbólicas, de orden objetivo y subjetivo que pueden debilitar el vínculo de escolarización de un estudiante (DPIE, 2010: 14).

    Se han realizado diversas investigaciones desde diferentes enfoques y metodologías que aportan argumentos para continuar analizando los distintos elementos que pueden colocar a estudiantes en situación de vulnerabilidad escolar, como la reprobación, la repitencia, abandono escolar y retención (Pineda y Pedraza, 2011; Escudero y Martínez, 2011; Braxton, Milem y Shaw, 2000; UNESCO, 2015; Blanco, 2007; Tinto, 1975).

    A continuación, se muestran algunos aportes que guían la cavilación en torno a colocar al déficit en el centro del contexto escolar por medio de la vulnerabilidad.

    La vulnerabilidad ha sido abordada desde las políticas públicas, lo que ha derivado en la generación de estrategias institucionales, a través de programas de becas y de apoyo académico, entre otras acciones que han impactado positivamente la permanencia de los estudiantes universitarios, tal como lo señalan Swail, Redd y Perna (2003). En este sentido, también se pueden encontrar estudios que indican que tales estrategias deberían complementarse con otras acciones escolares durante los trayectos académicos de los alumnos para mejorar el buen desarrollo de los estudios universitarios.

    Autores como Pineda y Pedraza (2011), y Sverdlick et al. (2005), fortalecen la idea de incorporar y fortalecer mecanismos de seguimiento, identificar los periodos en los que las ayudas pueden ser más efectivas, su difusión e información, estimular convenios con entidades financieras y desarrollar marcos legales para la implementación de programas de ayuda desde las universidades, entre otras alternativas.

    Las situaciones vulnerables de los estudiantes universitarios van más allá de una causalidad lineal, son procesos que se tejen con diversos factores y significados que impactan negativamente las trayectorias de los jóvenes en proceso de formación profesional. Si bien es posible encontrar diversos factores personales, familiares y sociales, es necesario también tomar en cuenta los factores de cultura escolar, pedagógicos y políticos que predominan en dicho contexto.

    La ONU (2008) ha denotado que la exclusión social va más allá de la pobreza, ya que tiene que ver con la ausencia de participación en la sociedad y con la falta de acceso a bienes básicos y redes de bienestar social, lo que conduce a un número cada vez mayor de personas a quedar fuera de la sociedad y a vivir por debajo de los niveles de dignidad e igualdad a los que todos tenemos derecho. La exclusión en educación es un fenómeno de gran magnitud que no se limita a quienes están fuera de la escuela porque nunca han accedido a ella o la abandonan debido a la repetición, a la falta de pertinencia de la educación, a los obstáculos económicos o a las circunstancias de vida de los estudiantes.

    Estudios realizados por Tinto (2008) también han permitido identificar un conjunto de dimensiones, factores e indicadores que permiten precisar las causas de la vulnerabilidad con el fin de diseñar instrumentos de diagnóstico e intervención para las instituciones de educación superior. El autor muestra cuatro dimensiones concernientes: políticas públicas de educación, la institución, la familia y los factores personales.

    Desde 1995, la OCDE punteó siete factores que permiten predecir el bajo nivel escolar en relación con la desventaja social: pobreza, pertenencia a una minoría étnica, familias inmigrantes o sin vivienda adecuada, desconocimiento del lenguaje generalizado, características de las instituciones educativas, zona geográfica y contexto en que viven los estudiantes, y falta de apoyo social o familiar. Por otra parte, investigaciones respecto de la integración académica han dado cuenta de que los estudiantes en situaciones vulnerables enfrentan problemas en el rendimiento escolar, desigualdad en lo que se refiere al acceso, la continuidad de estudios, en sus niveles de compromiso con sus carreras y con la institución (Blanco, 2007; Lehmann, 2007; Thomas y Quinn, 2007).

    Otro indicador que se ha constituido en una línea muy importante de investigación es la retención y abandono escolar, en la que se pueden identificar diferentes enfoques de análisis según Braxton et al. (2000), a partir de las variables que se estudien, ya sean personales, familiares o institucionales. Estos aportes diferenciaron modelos explicativos: un enfoque psicológico, que incorpora las variables individuales y atributos personales de los estudiantes como las creencias, actitudes, comportamientos, autoconcepto, aspiraciones, persistencia y expectativas de éxito, entre otros.

    El enfoque sociológico centra la atención en los factores externos como el apoyo familiar, integración social, el apoyo de pares y el acompañamiento académico. Los autores también consideran el enfoque económico que aborda los costos de los estudios, variables demográficas, académicas y beneficios. Finalmente, hablan de los enfoques integradores y de adaptación del estudiante a la institución, considerando las variables que refuerzan su inserción al medio educativo, éstas pueden ser antecedentes familiares, valores, atributos personales, desarrollo intelectual, rendimiento académico y apoyo de los profesores (Himmel, 2002; Braxton et al., 2000).

    En este mismo sentido, Arriaga (2011) sostiene que existen diversos predictores del abandono universitario entre los que se encuentran variables institucionales, por ejemplo, el tipo de universidad, la exigencia de los trabajos, las dificultades para socializar, vincularse en actividades extraacadémicas organizadas por la propia institución, la relación con los profesores, tener apoyos escolares en los momentos más complicados, disponer de la suficiente información en cada momento.

    Es importante considerar que cuando alguno de los estudiantes de nivel superior se encuentra en una situación problemática, no se trata únicamente de una dificultad individual, como obstáculos en el aprendizaje, trayectorias escolares complejas con alto nivel de reprobación y repitencia, conflictos económicos o sociales. En el marco de los ambientes educativos es difícil encontrar una sola causa a la que se pueda atribuir el origen de un problema; se puede descubrir un complicado sistema de significados, prácticas y tradiciones en un contexto escolar particular, que pueden promover la debilitación del vínculo que desarrollan los estudiantes con su universidad.

    Como se puede observar, los aportes mencionados centran su atención en la remediación para tratar de identificar y solventar diferentes carencias en el contexto escolar.

    Intentar nuevas alternativas implica fuertes desafíos para grupos sociales en constante transformación que conforman las sociedades actuales. También es un reto constante para las instituciones educativas intentar responder a las demandas de la sociedad y, al mismo tiempo, anticiparse a las realidades que se les presentan. Como señala Miranda (2002: 5):

    Los cambios en educación son inevitables y

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