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Corrupción: ¿Sumisión o Rebelión?
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Corrupción: ¿Sumisión o Rebelión?
Libro electrónico388 páginas4 horas

Corrupción: ¿Sumisión o Rebelión?

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El diplomático, político, escritor y periodista Carlos Carrasco pone de manifiesto todas aptitudes en su interesante recopilación de artículos bajo el título “Corrupción: sumisión o rebelión”. El título pone ya el dedo en la llaga más lacerante de la Sociedad en que vivimos: la corrupción y sus nefastas consecuencias para un sistema que ha fracasado ya en su intento de conciliar Capitalismo y Democracia. Porque no pueden convivir con éxito un Capitalismo salvaje e incontrolado y una Democracia si no sumisa, sí escasamente rebelde y trufada de engaños y mentiras. Una Democracia que ha fracasado en la primera de sus obligaciones: repartir la riqueza equitativamente y defender sin concesiones los derechos humanos.Carlos Carrasco tiene el privilegio de saber muchas cosas y de saberlas contar concisa y amenamente.

En su libro, nos conduce a través de la actualidad de los cinco continentes, con una admirable capacidad de hacernos entender en pocas líneas las enrevesadas situaciones actuales de países tan diversos como Francia, Cuba, EEUU, Nigeria, Brasil, Congo, Rusia, Turquia, Zimbabue, Malasia, y un largo etcétera que hacen de su lectura un ejercicio de actualización y complementación de nuestros conocimientos de la Sociedad internacional. Hay artículos que he disfrutado especialmente, como “Mediterráneo: crisis y cruceros”, “La cumbre sin Trump” o “Madame Claude”, donde la ironía del autor se despliega en toda su amplitud.
IdiomaEspañol
EditorialXinXii
Fecha de lanzamiento1 dic 2019
ISBN9783966335591
Corrupción: ¿Sumisión o Rebelión?
Autor

Carlos Antonio Carrasco

CARLOS ANTONIO CARRASCO, actualmente profesor universitario en Paris y columnista en diarios y revistas de América Latina y Europa, es también Miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia. Recorrió el mundo como diplomático y funcionario internacional. Autor de una docena de libros sobre la política internacional contemporánea, en SU ÚLTIMA CONFESIÓN ingresa por vez primera al campo de la ficción.

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    Corrupción - Carlos Antonio Carrasco

    libro.

    PROLOGO

    Conocí al Embajador Carrasco, como no podía ser de otra forma, en Paris, en los inicios de mi periplo como Secretario General de la Unión Latina (2009-12). Su conocimiento de las entrañas de la UNESCO y de América Latina (por mencionar únicamente dos terrenos de los muchos que domina) me impulsó a pedirle que aceptara ser el Representante de la UL ante aquella institución. Los dos, y mucha más gente, hicimos lo posible por renovar y modernizar la UL. Pero fracasé en el intento y ocurrió lo peor: que entre todos la mataron y ella sola se murió.

    No ocurrió lo mismo con mi amistad con Carlos, que se ha mantenido invariada a lo largo de los últimos dos lustros. He leído sus libros y artículos, he seguido su incansable trayectoria de estos años y ahora, diez años después, me honra pidiéndome que prologue su último libro.

    Acepté sin haberlo leído.

    El diplomático, político, escritor y periodista Carlos Carrasco pone de manifiesto todas estas aptitudes en su interesante recopilación de artículos bajo el título Corrupción: sumisión o rebelión. El título pone ya el dedo en la llaga más lacerante de la Sociedad en que vivimos: la corrupción y sus nefastas consecuencias para un sistema que ha fracasado ya en su intento de conciliar Capitalismo y Democracia. Porque no pueden convivir con éxito un Capitalismo salvaje e incontrolado y una Democracia si no sumisa, sí escasamente rebelde y trufada de engaños y mentiras. Una Democracia que ha fracasado en la primera de sus obligaciones: repartir la riqueza equitativamente y defender sin concesiones los derechos humanos.

    Carlos Carrasco tiene el privilegio de saber muchas cosas y de saberlas contar concisa y amenamente. En su libro, nos conduce a través de la actualidad de los cinco continentes, con una admirable capacidad de hacernos entender en pocas líneas las enrevesadas situaciones actuales de países tan diversos como Francia, Cuba, EEUU, Nigeria, Brasil, Congo, Rusia, Turquia, Zimbabue, Malasia, y un largo etcétera que hacen de su lectura un ejercicio de actualización y complementación de nuestros conocimientos de la Sociedad internacional. Hay artículos que he disfrutado especialmente, como Mediterráneo: crisis y cruceros, La cumbre sin Trump o Madame Claude, donde la ironía del autor se despliega en toda su amplitud.

    Faltaría a mi honestidad con el autor y con el amigo si no dejara constancia de mi total desacuerdo con el artículo que le dedica –sin duda con la mejor intención- al problema de Cataluña. El problema catalán existe, es real, y hay que resolverlo por la vía del diálogo. Pero el comportamiento de las Autoridades de la Generalitat, su menosprecio de la opinión y deseo de más de un 50% de la población catalana, su desprecio de las leyes y normas constitucionales democráticamente aprobadas por el pueblo español (incluído el catalán, por supuesto) y su artera forma de engañar y confundir a la opinión pública que les siguió y apoyó (que mucho me recuerda a

    las mentiras con que se vendió el BREXIT a los que luego decidieron votarlo favorablemente) no son dignos de ningún tipo de elogio.

    Pero de ese, y de muchos otros temas, espero que el tiempo nos permitirá seguir hablando y discutiendo, querido Carlos, durante mucho

    Tiempo. Enhorabuena por tu trabajo. Estoy seguro de que tus lectores sabrán disfrutar la lectura de tu colección de artículos.

    José Luis Dicenta Ballester

    Embajador de España

    Paris 4 de Marzo de 2.019

    PROLOGO

    UN MUNDO EN CRISIS BAJO EL PRISMA DE CARRASCO

    Gonzalo Jordán Lora, licenciado en Literatura y Economía.

    En las páginas de opinión la gran mayoría de los autores concentran sus esfuerzos y habilidades para exponer y defender, de la mejor forma posible, una idea, una posición o una ideología respecto algún tema en específico, generalmente coyuntural, con el fin último de lograr textos pulcros y bien escritos que logren influir en la opinión de los lectores, y en el mejor de los casos, en su manera de actuar.

    Algunos artículos logran este objetivo con bastante pertinencia, otros (la mayoría), no tanto. Y de vez en cuando uno también tiene la fortuna de leer textos excepcionales que van más allá del contenido, de las intenciones políticas o románticas, y de las estructuras tradicionales que hacen que un artículo sea fácil de comprender. Son textos escritos por autores que no solo argumentan una idea/posición, sino que además ensayan malabares formales, teniendo en cuenta, a veces de manera inconsciente, aquella máxima hindú que afirma, con mucho acierto, que solamente merecen ser dichas —y escritas— aquellas palabras mejores que el silencio. Algo que rara vez ocurre.

    Pues bien, Carlos Antonio Carrasco, diplomático de carrera, ávido lector, y docente universitario es uno de estos raros especímenes, que elaboran artículos muy bien logrados gracias a la extraordinaria y difícil combinación entre una lúcida y original lectura sobre algún aspecto de la realidad y una exposición brillante de esa lectura, materializada a través de un trabajo riguroso con el lenguaje, cualidad que desarrollan solamente los escritores que merecen ser nombrados como tales.

    Varios factores contribuyen para que los artículos de Carrasco deleiten a los lectores que acompañan sus reflexiones. Por un lado, este diplomático de larga trayectoria empieza con ventaja frente a otros articulistas por el simple hecho de dominar el español, el francés y el inglés. Y es que tal cualidad no solo le permite expandir sus lecturas de manera inconmensurable, sino también su cosmovisión, y a la vez incide positivamente en su escritura.

    Esto porque, como bien explican expertos de la talla de Freud, Vigotsky o Leontiev, el lenguaje no solamente encierra un conjunto de normas gramaticales, sino también la esencia de la cultura que lo sostiene, junto con la cosmovisión y la idiosincrasia de quienes la constituyen. Además, gracias a Jaques Lacan ahora sabemos que el inconsciente de las personas (el núcleo de nuestro ser, en palabras del psicoanalista francés) está estructurado como un lenguaje. De allí que aquellos que manejan otras lenguas además de la materna gozan del privilegio de comprender otras culturas a tiempo de poder perfeccionar su escritura de manera excepcional. No por nada Borges era conocido por su dominio de al menos cinco idiomas.

    Todo este bagaje, al que se suman innumerables lecturas, el arte de la diplomacia y una larga carrera docente, le permiten a Carrasco entretejer artículos de opinión muy bien logrados, a partir de temas interesantes y problemáticos abordados bajo una mirada original y creativa. Por ejemplo, en su reflexión a propósito del fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sobre el diferendo marítimo interpuesto por Bolivia contra Chile (¿Qué pasó en La Haya?), Carrasco aprovecha su larga experiencia en las cortes internacionales para hilvanar una hipótesis bastante pertinente y original sobre la radical decisión de los magistrados del máximo tribunal de la ONU y la contundencia de su argumentación con la que echaron por la borda, una vez más, la aspiración boliviana de retornar a las aguas del Pacífico.

    Pero antes de entrar a fondo en el tema, el diplomático boliviano nos regala jugos detalles de forma que permiten vislumbrar la estrategia asumida por la Cancillería boliviana, la cual a la postre se tradujo en una derrota diplomática… La víspera del Día ‘D’, al promediar las 18.00, la comitiva boliviana entró presurosa al Crowne Plaza Hotel en fila india, para asistir a una reunión convocada por el presidente del Estado. Más que de funcionarios, el cortejo parecía un desfile de pavos reales. Todos trasuntaban triunfalismo y se apresuraron a redactar el mensaje a la nación, celebrando la victoria. Un gafe dramático, primero porque no era aconsejable la presencia física del Jefe de Estado de una de las partes ante un fallo aún incierto. Y segundo, porque se lo exponía a padecer en carne propia un fusilamiento jurídico y mediático inmisericorde, como finalmente ocurrió....

    Acto seguido, Carrasco continúa el relato de esta hilaridad con tintes de realismo mágico otorgando la palabra a los propios protagonistas, para que sean ellos quienes informen a los lectores sobre el tema en cuestión: "Cuando el presidente de la CIJ, Abdulqawi Ahmed Yusuf, inició la lectura de los nueve argumentos bolivianos y uno a uno los fue echando al canasto, el aire de triunfalismo comenzó a disiparse, hasta que la siguiente frase conclusiva selló la suerte del diferendo marítimo: ‘La Corte encuentra que la República de Chile no asumió la obligación legal de negociar un acceso soberano al océano Pacifico para el Estado Plurinacional de Bolivia’.

    Así, de a poco, con citas que no lo parecen e información clave, esencial para fundamentar cualquier posición desarrollada a modo de relato, el otrora embajador de la Unesco va detallando el tema y la problemática que en un principio lo impulsó a sentarse frente al teclado, para finalmente manifestar su posición al respecto: Lo que debería haber sido un ‘think tank’ (grupo de expertos) se convirtió en una agencia de empleos. Ignoro si se estudió minuciosamente la peculiar modalidad que siguen los 15 jueces de la CIJ para ponerse de acuerdo. Condimento esencial para diagramar la estrategia inductiva destinada a ese alto cuerpo. Mientras tanto, el rol de la Cancillería boliviana fue prácticamente inexistente.

    Además del diferendo marítimo ventilado en La Haya, en los artículos de opinión de Carrasco se desarrollan temas que afectan por igual a países del primer y del tercer mundo, como la temible tendencia autocrática del ‘hombre providencial’ que concentra en sí mismo poderes absolutistas casi medievales, y usa esa fuerza para cometer atroces crímenes contra sus adversarios. Amenaza que se cierne en naciones tan distantes como Turquía y Rusia en el Asia (Muerte en Estambul); Bolivia, Nicaragua y Venezuela en América Latina (La era populista); o Camerún, el Congo, Zimbabue y Guinea Ecuatorial en el África (Congo: ganó el 21f africano).

    En algunas ocasiones, para abordar este tema Carrasco utiliza una mirada más local, haciendo por ejemplo un fantástico y muy pertinente parangón entre la realidad boliviana de hoy y lo acaecido hace 55 años, cuando Víctor Paz Estenssoro se postuló, en mayo de 1964, para un tercer periodo presidencial, el cual, aunque de forma discontinua, se apoyaba en una forzada enmienda constitucional (¿Reelección o prorroga?).

    Como si se tratase de dos escenarios alejados en el tiempo, pero calcados con la misma moneda, con iguales motivaciones, similares corifeos e idénticos apoyos masivos en calles y plazuelas, Carrasco recuerda cómo los eternos adulones del líder de turno aseguraban que su permanencia era vital para la consolidación de las conquistas sociales obtenidas, e inevitable debido a la ausencia de figuras de substitución. Pero finalmente el descontento del pueblo con la reelección (de Paz Estensoro) persistió más allá de las urnas y fue el caldo de cultivo que abrió el apetito de generales ambiciosos que encontraron una oportunidad para que, tan solo tres meses después, René Barrientos diera un ‘día de gloria a la Patria’ y embarcara al exilio, en Lima, a su idolatrado mentor.

    De esta manera, con una visión no solo lúcida sino también histórica, Carrasco se anima a augurar que (…) la terca determinación de Evo Morales de postularse contra viento y marea hacia un cuarto periodo, pese al rechazo de la mayoría de las urbes, no presagia ningún aliento para la suave prórroga de su mandato, poniendo en práctica de paso una de las máximas del periodismo: cuestionar y pedirle cuentas a quienes detentan el poder (estatal, empresarial, sindical, etc.), ya que la neutralidad, como bien dijo Elie Wiesel, solo ayuda a los verdugos, nunca a las víctimas. Un principio básico en el rubro que puede rastrearse en innumerables artículos de este experimentado diplomático.

    La Paz, 26 de enero de 2019

    PRESENTACIÓN

    Esta obra contiene la antología de una centena de artículos recogidos de mi columna bisemanal del periódico paceño LA RAZÓN, correspondientes a los años 2014- 2018. Anteriormente, con igual propósito publiqué Conjeturas (2010-2012) y luego Las guerras, el sexo y la política (2012-2014) en L’Harmattan (Paris) reditada en digital y papel por Amazons (USA).

    El libro está dividido cuatro tres partes: Temas Nacionales, La Cuestión marítima en La Haya, Temas Internacionales y Comentarios bibliográficos. Mientras el panorama nacional es descrito con esforzada objetividad, las crónicas internacionales repasan episodios acaecidos en el mundo desde mi observatorio parisino. Se incluye también la revista de libros que más me impresionaron durante ese tiempo,

    Nota aparte resalta las gestiones de Bolivia ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, que las seguí de cerca in situ como enviado especial de La Razón, desde la primera hasta la última audiencia. En mis escritos relato la forma y el fondo del bullado trámite que desembocó en la más grande derrota de la política externa boliviana.

    Paris, marzo 2019.

    El autor

    INTRODUCCION

    DEL ESTADO DE SUMISIÓN A LA REBELIÓN

    La hegemonía política de mano del control abierto y encubierto de la tesitura económica del Estado impone su voluntad a los otros poderes, haciendo del Poder Ejecutivo, una maquinaria demoledora de cualquier atisbo de critica a la acción gubernativa. La doctrina del pensamiento único deviene el credo universal que acompaña loas cotidianas al guía supremo, en una campaña sistemática que nutre el culto a la personalidad. Ese síntoma del populismo encuentra espacio ante la crisis del liberalismo y de la democracia. Se constata que las cuatro democracias más pobladas o sea la India, Indonesia, Brasil y Estados Unidos, están regidas por líderes que se atribuyen la representación exclusiva del pueblo, los poseedores de la verdad. Y en otras naciones, como Turquía, Hungría y Venezuela, los autócratas han envilecido los valores democráticos. En éstos últimos, el control de los medios de comunicación es utilizado a plenitud por la propaganda oficial de manera pública y descarada. Por añadidura, se expropia, compra o soborna buena parte de la prensa, radial y televisiva para influir la diseminación de noticias. La situación propagandística es solo comparable a la ficción novelesca que describe George Orwell en su imaginario ministerio de la verdad Ese es el escenario propicio para elevar la figura del supremo al nivel de una deidad prodigiosa que distribuye riqueza y bienestar a sus súbditos mediante medidas populistas tales como subsidios varios y obras públicas cuya ejecución no obedecen a prioridades del pueblo, si no a los sobreprecios a percibirse, condimento substancial del sistema de la corrupción imperante (*).

    (*) El caso de ODERBRECHT que contaminó transversalmente América Latina, provocando el proceso y sucesivo encarcelamiento de una docena de expresidentes, es el más emblemático ejemplo de la corrupción en la región.

    Los estilos populistas de gobernabilidad son como el pan cotidiano que alimenta el ego del autócrata de turno y que, inefablemente, termina trágicamente. La Historia nos regala ejemplos memorables.

    En 1947, en Rumania, el dictador Nicolae Ceausescu a través de elecciones trucadas instauró un reinado no compartido basado en el partido único, una eficiente policía secreta y el apoyo de los obreros mineros de Después de 42 años, sin poder ya contar con el apoyo de la extinta Unión Soviética, Ceausescu fue incapaz de controlar la sublevación popular cuya ira se expresó en el juzgamiento rápido y fusilamiento inmediato del sátrapa y su esposa Elena, el día de Navidad de 1989, el imprescindible conductore no pudo disfrutar su palacio de 330.000 mt2 , apodado la casa del pueblo. El sometimiento había saturado el límite de paciencia de los rumanos.

    En el Medio Oriente, los casos contemporáneos más notorios son la estrepitosa caída, proceso y ahorcamiento de Sadam Hussein, mandatario de Irak, megalómano como otros, cuyo monumento, fue destruido en Bagdad, antes que la poblada lo atrape huyendo por una alcantarilla. (2.003).

    Paralelamente, el 20 de octubre del 2011, al fragor de una guerra civil en ciernes, segmentos armados del populacho lograron identificar y atrapar al pintoresco Muamar Kadafy, el otrora fogoso coronel que se había hecho del poder en septiembre de 1969. Muerto a tiros, su cuerpo fue despedazado ante la morbosa alegría de sus captores. Luego de 42 años de construcción de la exótica Jamayria ésta fue desmantelada en pocos días. Los retratos de Kadafy, cubierto de medallas, contrastan con su última fotografía, esquilmado, exhibiendo su rostro tumefacto y ensangrentado por los golpes recibidos.

    En América Latina, la literatura del realismo mágico ha recogido la vida, pasión y muerte, de varios tiranos que comenzaron su gestión como hombres providenciales y acabaron sus días aborrecidos por sus propios partidarios decepcionados. Las novelas ya clásicas retratan en sus títulos ese lamentable periplo: Yo, el Supremo (Augusto Roa Bastos); El tirano Banderas (Ramón Valle Inclan); El Señor presidente (Miguel Angel Asturias); La fiesta del chivo (Mario Vargas Llosa); ó Melgarejo y sus dos queridas" (Augusto Céspedes).

    La dinastía de los Somoza en Nicaragua, que se inicia en 1930 y acaba el 17 de Julio de 1979 con la victoria militar del Frente Sandinista no da respiro al dictador depuesto Anastasio Somoza Debayle, quien es asesinado en su refugio de Asunción el 17 de septiembre de 1980 fulminado por un obús dentro de su Mercedes Benz, blindado.

    Cuatro décadas después, Daniel Ortega, exguerrillero convertido en autócrata más sanguinario que el propio Somoza, rige los destinos de Nicaragua por 20 años intermitentes, observando el libreto conocido de reformar la Constitución, para posibilitar sus sucesivas reelecciones. Su codicia de poder no encontró límite alguno para hacer elegir vicepresidente a su esposa tan insaciable como él, de poder y de los fondos fiscales.

    Un caso atípico es Venezuela, patria de libertadores, denominada ahora República Bolivariana, cuya praxis del llamado socialismo del Siglo XXI ha provocado la más grande e inédita crisis humanitaria obligando a 3 millones de sus habitantes a emprender un gigantesco éxodo huyendo del hambre y la opresión en un país que encierra en su seno las segundas reservas de petróleo más grandes del mundo. Nicolás Maduro, fiel al silabario oficial, previa reforma constitucional se ha reelegido presidente por segunda vez (mayo 2018) en comicios amañados, mientras los principales opositores guardaban detención. Tamaña arbitrariedad, dio origen a la entronización como legitimo presidente interino al diputado Juan Guaidó, escogido por sus pares para esa función que con carácter transitorio se encargará de organizar elecciones libres y directas. La existencia de dos mandos paralelos y antagónicos dibuja un cuadro complejo para el derecho internacional y para la interpretación cabal de los alcances constitucionales de uno y otro, vislumbrando una difícil salida pacífica al entuerto.

    Para sustentar la hipótesis de que los gobiernos con esquemas populistas como Nicaragua, Venezuela o Bolivia, son proclives a evitar la alternancia en el poder y mantenerse en él, a cualquier costo, consideremos el lado opuesto de la barrera y observemos que en el Brasil, coloso demográfico e industrial de la región, en elecciones libres y democráticas, se impuso la tendencia de las corrientes conservadoras y anti-corrupción, elevando a la presidencia a Jair Bolsonaro, ex militar y feroz adversario de su predecesor el socialista Lula da Silva. Una neta victoria favorecida por el hastío de los brasileros contra la corrupción y el ansia de dejar atrás la sumisión.

    La noción de que, en los gobiernos populistas, el autócrata se muestra renuente a abandonar el poder, obedece al riesgo de enfrentar procesos penales que encuentren sustento en su gestión administrativa, multiplicidad de dolos, sobornos y otros ilícitos que los condenen a la cárcel. Fue el caso del Ecuador, donde el expresidente Rafael Correa, una vez fuera del solio presidencial, fue indiciado de peculados y atropellos a los derechos humanos que lo forzaron hacia un prudente exilio para evitar la prisión formal.

    Triste circunstancia la de los latinoamericanos que creían que los dictadores eran personajes de novela, de un tiempo ya superado. Se constata que, ahora, la vigencia de los fraudes electrónicos en las urnas y las bayonetas como armas, les aseguran falsas-positivas victorias electorales como barniz de gobiernos autoritarios alejados del Estado de Derecho que garantice los derechos humanos y las libertades mínimas de prensa, locomoción y seguridad ciudadana.

    El estado de sumisión es una especie de letargo político en que la ciudadanía, fatigada de ensayar toda iniciativa opositora dentro el marco democrático, así sea éste, muy estrecho, constata que su lucha es infructuosa para conmover o remover a los astros del poder usurpado. Entonces sucede que se rinde, alza las manos y se somete mansamente a las determinaciones oficialistas. Inclusive, en una suerte de víctimas del síndrome de Estocolmo, comienza a tratar de entender las motivaciones de sus captores, de sus opresores y seguir automáticamente sus consignas, escuchando sus eslóganes con indiferencia la mayor parte de las veces. Se nota también una actitud de desprecio a los detentadores del poder y en alguna medida un odio concentrado fruto de la constatación del uso y abuso de los bienes estatales, de la imparable corrupción, de la impunidad para los delincuentes y sobre todo de la ostentación de riquezas mal habidas. No obstante, el temor a represalias, a través de la judicialización de la política que usa el poder para intimidar a sus oponentes, es también factor enervante que impide una acción opositora más firme, empujando al ciudadano a la lamentable condición de sumisión.

    No hay democracia sin alternancia en el poder. Por ello, para que perdure el sistema corrupto, se requiere mantener una autocracia en la cúspide que garantice la continuidad y sobre todo que se sostenga en el poder a cualquier precio. Lo contrario permitiría abrir paso a investigaciones impertinentes que podrían dar cauce a procesos judiciales o juicios de responsabilidades, como ocurrió en varios países latinoamericanos.

    El sistema integrado de corrupción controla todos los órganos del Estado. Aparte del Poder Ejecutivo, coopta como su apéndice al Poder Legislativo, manipula a su arbitrio al Poder Judicial y somete a su férula totalmente al órgano electoral.

    En ciertos países africanos y de América Latina, cuando el periodo presidencial fenece, se recurre a la reelección del Jefe de Estado y si la Constitución lo prohíbe, se reforma llanamente los artículos pertinentes para posibilitar esa opción. La aberración más flagrante se dio en Bolivia, cuando se consultó al pueblo, por referendo (21 de febrero de 2016) si estaba de acuerdo con reformar el artículo 168 para permitir una cuarta reelección del mandatario en función. Ante el resultado negativo de la consulta, el gobierno simplemente ignoró el referendo y, cosa curiosa, invocó el derecho del autócrata a elegir y a ser elegido como camino a su participación en la elección venidera. Presurosamente, el Tribunal Constitucional apaño la medida con la misma sumisión que el Tribunal Supremo Electoral.

    En cambio, en Venezuela, Nicolás Maduro, el 10 de enero de 2019, se entronizó como presidente para el periodo de cinco años (2019-2025) no obstante que su controvertida elección del 20 de mayo de 2018, fue universalmente repudiada, por vicios evidentes de fraude y por tener a sus principales contrincantes encarcelados, el parlamento legitimo cercado, además, de no aceptar observadores internacionales.

    Un recuento mundial de este tipo de situaciones nos señala que cuanto más tiempo permanece un autócrata en el poder, la corrupción se vuelve endémica y el riesgo de postrar al pueblo en estado de sumisión es mayor.

    En África, de 54 países independientes, la mitad están al mando de autócratas inamovibles y en América Latina, 3 países reformaron sus constituciones para permitir al dictador, sucesivas reelecciones.

    Finalmente, por los ejemplos históricos anotados anteriormente, se infiere que el estado de sumisión llega a un nivel de saturación incontenible y cualquier chispa, así parezca intranscendente puede activar la bomba de tiempo que desemboque en la rebelión popular irrefrenable. Aquello se observó en el patético escenario venezolano, donde pese a las restricciones de comunicación, un movimiento horizontal y espontaneo se puso en marcha, ofrendando vidas para la reconquista de

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