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Guía completa para el artista
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Libro electrónico764 páginas3 horas

Guía completa para el artista

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Ésta es una obra dirigida tanto al aficionado como al profesional, que puede emplearse como herramienta de aprendizaje o bien como libro de consulta para aclarar cualquier duda acerca de los procesos creativos y de los principios que los gobiernan. Así que incluyen todos los materiales, procedimientos y técnicas del dibujo y la pintura, con numerosas explicaciones aclaratorias y procesos paso a paso. Los contenidos de esta obra se han organizado teniendo en cuenta las necesidades y la curiosidad de los modernos dibujantes y pintores para poner en sus manos un libro de verdadera utilidad.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento5 jun 2019
ISBN9788434215108
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    Guía completa para el artista - Equipo Parramón Paidotribo

    EL DIBUJO

    EL DIBUJO

    Materiales y medios

    El dibujo, en tanto que soporte esencial de cualquier práctica artística, es el único fundamento sólido sobre el que puede desarrollarse la obra creativa. En este capítulo se tratan los aspectos esenciales del dibujo: los materiales y los medios para dibujar. Materiales que incluyen desde el más humilde lápiz hasta el más sofisticado estilógrafo, pasando por todos los instrumentos habituales en el trabajo artístico (carboncillo, plumas, pinceles, etc.).

    Entendemos por medios de dibujo las técnicas básicas y los recursos gráficos mediante los cuales plasmamos en el papel con claridad y precisión aquello que hemos observado atentamente. Los materiales y los medios de dibujo se estudian aquí en todas sus facetas para que el lector encuentre la respuesta adecuada a toda posible inquietud.

    EL LÁPIZ DE GRAFITO

    El grafito es la sustancia de la que están compuestas las minas de los lápices; es el medio de dibujo más sencillo y también el más limpio. Se puede dibujar a lápiz sobre casi cualquier superficie; la naturaleza grasa del grafito lo hace muy permanente y no necesita de ningún fijado final, aunque en determinados casos esto resulte aconsejable. El lápiz permite dibujos a línea y trabajos a base de sombreados. Su color gris plomizo es siempre el mismo en todas las clases de grafito, variando únicamente su intensidad: más suave en el grafito duro y más oscura en las minas de grafito blando.

    Jean Auguste-Dominique Ingres (1780-1867), La familia Forestier. Una obra de gran precisión y detallismo realizada con lápiz de mina dura.

    Las minas de grafito de menor dureza son las que proporcionan un trazo más intenso y oscuro y también las que sufren mayor desgaste con el uso.

    Modalidades

    Las distintas intensidades del trazo que permite la mina de grafito dependen de su dureza: cuanto más blanda sea la mina, más intenso y oscuro será el trazo. Estas durezas están especificadas por una indicación numérica y alfabética grabada en el extremo superior del lápiz: las letras B y H señalan los grados de dureza (B en los lápices blandos y H en los duros). Las variantes más utilizadas son las durezas medias y blandas. Las minas duras son adecuadas para proyectar dibujos cuidadosos y para los primeros sombreados de una obra, mientras que las más blandas se utilizan para resaltar las partes más oscuras. El grafito se puede presentar también en barras cilíndricas, cuadradas o hexagonales de distinto grosor (las más delgadas pueden insertarse en portaminas) y dureza.

    Utensilios para el dibujo con grafito: barra de grafito con funda de plástico (A); lápices afilados con cuchilla o con sacapuntas (B); barra plana de grafito (C); portaminas con minas recambiables (D); gama de lápices de minas de distinta dureza (E); gomas de borrar de plástico o caucho (F); barra de grafito de sección hexagonal (G); soporte para papel de esmeril afilaminas (H).

    MINAS METÁLICAS

    El grafito para dibujar se denomina también mina de plomo. Este nombre proviene de las puntas metálicas que se utilizaban como medios de dibujo antes de la aparición del grafito. Podían ser de oro, cobre, plata (trazo marrón en los tres casos) o plomo (trazo gris). La imagen adjunta reproduce un dibujo de Perugino realizado con mina de plata.

    Papeles para dibujar a lápiz

    Una de las ventajas del lápiz es que puede emplearse sobre casi cualquier superficie y, por tanto, sobre prácticamente todo tipo de papel. No obstante, los papeles especiales para dibujo son, lógicamente, los más indicados. Debemos distinguir entre papeles de calidad corriente hechos con pulpa de madera, fabricados con molde o a máquina, y papeles de gran calidad, cuyas pastas contienen un alto porcentaje de trapos y el proceso de fabricación se realiza con especial cuidado. El papel de alta calidad es caro, por ello todos los fabricantes sirven papeles de calidad intermedia. Los buenos papeles se distinguen por la presencia del nombre o marca del fabricante en uno de los vértices o márgenes de la hoja, grabado en seco o con la tradicional marca al agua, que se ve mirando el papel al trasluz. Entre las distintas calidades profesionales, el papel de dibujo a lápiz se fabrica en acabados satinados, de grano fino, de grano medio y verjurado (un acabado rugoso en forma de surcos).

    Cada papel favorece determinados resultados y dificulta otros. En general, cuanto más rugosa sea su superficie, menos detallismo realista podrá llevar a cabo el dibujante.

    Este dibujo ocupa cuatro fragmentos de papeles de diferente grano; la línea es tanto menos perfilada cuanto más rugosa es la superficie del soporte.

    Papeles satinados, lisos y rugosos

    Los papeles satinados, de grano casi imperceptible, prensados en caliente precisamente para acentuar el alisado, permiten crear una amplia gama de grises y dan muy buen resultado al fundir y difuminar los trazos del grafito. Los papeles de grano fino también son adecuados para el trabajo con lápiz de grafito, así como algunos papeles verjurados. Estos papeles ligeramente rugosos realzan la fuerza del trazo y permiten mayores contrastes de claroscuro que los satinados. Los papeles muy rugosos (tipo acuarela, por ejemplo) no son muy apropiados para el dibujo a lápiz: el trazo no penetra en el grano del papel y las zonas grises aparecen moteadas de blancos; además, la dureza de la mina deja surcos visibles sobre la hoja.

    Los pequeños blocs de notas son ideales para transportar en el bolsillo, sus hojas resultan muy adecuadas para el dibujo a lápiz.

    Determinados granos de papel de dibujo se dejan notar en las obras a lápiz que presentan abundantes sombreados.

    Los papeles más indicados para dibujar con grafito son los de superficie lisa o de rugosidad moderada. Cuanto más rugosos, menos fluido será el trazo del dibujo.

    La técnica básica del dibujo a lápiz

    La técnica básica del dibujo a lápiz abarca los trazados, los difuminados y, eventualmente, el borrado de líneas. Para trazar correctamente, lo primero es sujetar el lápiz de forma adecuada: tomándolo como un instrumento de escritura, sujeto cerca de la punta, es más fácil controlar los detalles y la precisión de la línea, pero se pierde sentido de conjunto y es casi imposible dominar el dibujo por entero. Tomando el lápiz desde más abajo, manteniendo el bastón en el interior de la mano, se pueden realizar trazos amplios con mayor seguridad; es la manera adecuada de proceder al inicio de la obra.

    El trazo del grafito (de las barras, en este caso) depende de cómo se aplique sobre el papel: de punta, de canto o plano.

    Tomado el lápiz desde su extremo, como quien sujeta un bastón, se abarca mejor el conjunto del dibujo y es más fácil controlar la intensidad y el grosor de los trazos.

    Sujetando el lápiz como un utensilio de escritura, el control del trazo es perfecto para detallar y matizar zonas muy menudas.

    Difuminados

    El grafito blando, de tono intenso, puede difuminarse con difuminos para conseguir grises y degradados sin rastro de trazos. Sin embargo, la mayoría de los dibujantes suelen difuminar directamente con el dedo para obtener un mayor control de los degradados. Si se difumina constantemente con los dedos, siempre se acaba ensuciando el papel. Muchos artistas solucionan este problema colocando un trozo de papel bajo la mano, mientras dibujan, para evitar que ésta toque y manche el papel.

    El grafito se puede difuminar con los dedos. El difuminado produce un área sin trazos de una tonalidad degradada.

    Colocando un trozo de papel bajo la mano que dibuja se evitan manchas y suciedades producidas por la naturaleza grasa del grafito en contacto con la piel.

    Borrados

    El grafito se borra fácilmente con gomas de caucho, que serán más o menos blandas en función de las minas utilizadas. Una goma sucia mancha el papel; para evitarlo, se limpia frotándola sobre una hoja aparte antes de cada uso. Si los detalles que se desea borrar son muy pequeños, se puede cortar un pedazo de goma para aprovechar las aristas. En caso de que el dibujo esté muy avanzado, se colocará un pedazo de papel justo debajo del detalle que haya que borrar para que el borrado no afecte a ninguna otra zona del trabajo.

    LIMPIEZA DEL PAPEL

    Después de cada borrado, se eliminan los restos de goma con un cepillo suave o un pincel de abanico. Es muy importante que el trabajo acabado no presente estos restos porque continuarán absorbiendo y borrando la parte del dibujo donde se encuentren hasta hacer desvanecer las líneas.

    Con un papel se puede precisar la zona que se desea borrar, salvaguardando las zonas adyacentes.

    Líneas y trazos

    El dibujo de línea es sólo una de las posibilidades del dibujo a lápiz, un dibujo cuyo valor reside en la intención de la línea, en su grosor y sus inflexiones. Un estilo más matizado tendrá que incluir trazos sueltos que valoren formas y volúmenes. Si se desea una obra donde abunden las sombras, entonces se recurrirá a las tramas, que, como se verá, constituyen meras acumulaciones ordenadas de trazos. Estos recursos son muy sencillos en sí mismos y cuestan poco de aprender.

    Trazado de líneas

    La inclinación del lápiz es decisiva en la calidad de la línea. Cuanto más inclinado lo coloquemos, más gruesa será ésta. Por lo general, en los dibujos a lápiz basados exclusivamente en la línea, el artista debe ir modificando constantemente su grosor para obtener variedad y huir de la fría monotonía de una línea uniforme. La decisión sobre dónde aumentar el grosor y la intensidad de la línea depende de la naturaleza del tema. Es importante practicar el trazado de líneas para obtener trazos fluidos, sin zonas insistidas o entrecortadas: es preferible una ligera imprecisión en el contorno de la forma que una continua rectificación en la dirección del trazo, hecho que delata inseguridad.

    Las líneas a lápiz deben ser decididas y sin vacilaciones. Una recta se consigue trazando rápido y con decisión; de lo contrario, se obtiene una acumulación de trazos dubitativos.

    Tomando el bastón del lápiz de la forma que aparece en la imagen es mucho más fácil abarcar todo el espacio del dibujo.

    Es preferible la imprecisión de un contorno que una continua rectificación en la dirección del trazo, hecho que delata inseguridad.

    Dominio del trazo

    Quien se inicie en el dibujo a lápiz debe investigar las distintas variedades de trazos y su interés gráfico. Un ejercicio tan sencillo como realizar una serie de trazos paralelos de la misma longitud e inclinación es un primer paso para adquirir soltura. Este ejercicio se puede desarrollar con series de trazos curvos, redondeados, en espiral o en zigzag.

    Los dibujos basados en el contorno de las formas deben trazarse con seguridad, mostrando decisión y fuerza en las líneas que mejor definen la forma de las figuras,

    Este dibujo ha sido realizado por Gabriel Martín con un solo lápiz. Las distintas sombras y los valores lineales responden a diferentes maneras de aplicar su punta sobre el papel.

    OBRAS A LÁPIZ

    Tradicionalmente, el lápiz se ha empleado para tomar apuntes del natural, dibujar bocetos y trazar esbozos de obras de mayor envergadura. Son muchas las técnicas pictóricas que necesitan de un dibujo preparatorio y ese dibujo se realiza casi siempre a lápiz. Todo ello se debe a que el lápiz es el medio más rápido, sencillo y directo de abordar la práctica artística sin que por ello ocupe ningún lugar subalterno en el trabajo de los profesionales.

    Tramas y punteados

    Las tramas son acumulaciones ordenadas de trazos que suelen emplearse como medio de sombreado o para diferenciar superficies y texturas. Pueden estar compuestas de líneas perpendiculares, entrecruzamientos en diagonal, espirales, etc. Lo más importante es conseguir masas de tramas de densidad igual, es decir, que formen un tejido homogéneo. Una vez logrado esto, se pueden ensayar tramados de densidad creciente o decreciente, muy útiles para obtener zonas de sombra en degradado.

    Las tramas permiten trabajar las luces y las sombras de manera sistemática, graduando con precisión sus distintas intensidades.

    Cuatro tramas muy sencillas con las que empezar a practicar, intentando conseguir un tejido homogéneo de trazos.

    A la derecha, dibujo realizado por Gabriel Martín, combinando las distintas tramas. Las diferentes intensidades de tono responden a la desigual densidad de cada trama.

    Dibujo de Gabriel Martín realizado mediante punteado donde no aparecen líneas ni tramas sino zonas de diversa entonación,

    Tramas

    La trama paralela se consigue trazando líneas paralelas muy juntas que conforman una zona tonalmente unitaria; ese tono será más o menos oscuro en función de lo apretada que sea la trama y de lo intensos que resulten los trazos que la componen. Asimismo, la trama paralela puede producir un efecto de degradado cuando los trazos comienzan siendo muy suaves y se van intensificando poco a poco o viceversa. Los artistas suelen emplear estas tramas mediante rápidas líneas en zigzag distribuidas en las localidades en sombra del dibujo. La densidad de la trama dependerá de la intensidad y la cantidad de líneas.

    Punteados

    Los punteados se emplean en obras de factura minuciosa para conseguir contrastes delicados entre distintas zonas de un dibujo. Su aplicación es tan fácil como acumular pacientemente pequeños toques de lápiz de desigual intensidad y con diferente densidad (a mayor intensidad y densidad de punteado, mayor oscuridad de la zona).

    LA TÉCNICA DIVISIONISTA

    El puntillismo o divisionismo fue una técnica introducida a finales del siglo XIX por Georges Seurat, un pintor impresionista que decidió experimentar con el efecto que produciría el color aplicado puro, sin mezcla, y en pequeños toques. La coloración de sus obras produce un curioso efecto de mezcla óptica, es decir, lo que en realidad son toques separados parecen masas de color sólido.

    Estos punteados crean superficies de distinta textura y luminosidad; vale la pena ensayar éstas y otras posibilidades pacientemente.

    EL CARBONCILLO

    El carboncillo es carbón vegetal, y su uso se remonta a los orígenes del hombre. Las pinturas rupestres contienen carbón vegetal pulverizado (y ligeramente aglutinado, probablemente con saliva); éste constituía su procedimiento pictórico esencial y su perdurabilidad a través de los siglos es el mejor aval de la permanencia e inalterabilidad de este medio. Como en el caso del lápiz, el dibujo al carboncillo no requiere de medios auxiliares, pero a diferencia de aquél permite resultados más pictóricos y espontáneos trabajando en cualquier formato, desde pequeñas obras hasta composiciones de gran tamaño.

    Leonardo da Vinci (14521519), Estudio para el brazo derecho de san Pedro, 1503. Biblioteca del Castillo de Windsor (Reino Unido).

    Características

    El carboncillo es una sustancia seca al tacto que deja un trazo mate y de un gris muy oscuro, casi negro. Por estar compuesto de finas partículas carbonizadas, puede extenderse sobre el soporte (generalmente papel) y permitir gran variedad de difuminados y degradados de grises distintos. El acabado de un dibujo al carboncillo depende en gran medida del papel utilizado: cuanto más rugoso sea éste, más intensidad tendrán los trazos porque más partículas habrán quedado alojadas en las irregularidades de la hoja. El carboncillo es un producto enteramente natural que no incorpora ningún aglutinante que le dé cohesión, por lo que es necesario fijar el dibujo para que las partículas no se desprendan con el tiempo. Las barritas de carboncillo son ramas finas de sauce, tilo o nogal especialmente seleccionadas para que no presenten nudos y carbonizadas. El tamaño y grosor de las ramas determina el del carboncillo final, siendo más caras las más gruesas.

    El carboncillo es el medio de dibujo más antiguo. Hoy en día sigue gozando de la unánime aceptación de todos los artistas. Su presentación tradicional son las ramas de sauce carbonizadas.

    El carboncillo es el más antiguo de todos los medios de dibujo. Las pinturas rupestres son, en cierta manera, dibujos al carboncillo.

    UN ANTECEDENTE DEL CARBONCILLO

    Los grandes maestros del Renacimiento trabajaban habitualmente con un antecedente del carboncillo actual denominado piedra negra. Esta sustancia de origen mineral (no vegetal como el carboncillo moderno) proporcionaba un trazo de un gris muy oscuro que podía ser bastante preciso si el artista afilaba la piedra hasta conseguir una buena punta. En la imagen, un dibujo a la piedra negra de Paolo Veronese.

    Modalidades del carboncillo

    El carboncillo se comercializa en distintos grosores, desde la barrita de apenas 2 mm de diámetro hasta la de casi 2 cm, y su precio está en función del grosor. Su calidad depende de la selección de las mejores ramas, que deben ser lo más rectas posible y sin nudos, así como del proceso de carbonización, que ha de ser completo y uniforme. El carboncillo natural es el de mejor calidad pero no resulta barato. Existen en el mercado barritas de carboncillo

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