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La fortaleza de lo ilegible
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Libro electrónico120 páginas1 hora

La fortaleza de lo ilegible

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En el volumen La fortaleza de lo ilegible (2015) el profesor, poeta, narrador, traductor y periodista cultural José de María Romero Barea (Córdoba, 1972) ha seleccionado 30 poemarios editados en los últimos cinco años y que, a su entender, nadie debería perderse.

Se incluyen creadoras y creadores nacionales e internaciones, de diversas generaciones y de diferente bagaje o trayectoria, reconocida o no. Se reivindica la labor del crítico como descubridor, introductor y divulgador. La fortaleza de lo ilegible pretende descubrir y redescubrir autores en otros idiomas y en castellano, pero sobre todo rescatar la poesía, un género suprimido por las políticas de la censura y el empleo de la moral como excusa para eliminarlo.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento21 dic 2015
ISBN9788494320897
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    La fortaleza de lo ilegible - José de María Romero Barea

    José de María Romero Barea

    La fortaleza de lo ilegible

    2010-2015

    5 años en 30 poemarios

    Prólogo

    La fuerza de la poesía actual es evidente. Surgen nuevas revistas; los poetry slam, competiciones de poetas, son cada vez más populares; hay numerosos festivales; los macro-eventos musicales cuentan con actos de spoken word, muy concurridos; el rap se ha convertido en una especie de poesía callejera. La recesión financiera no ha podido con la lírica: se multiplican los alegatos contra la guerra, la corrupción, el cambio climático. Su pureza y precisión es popular entre los más jóvenes, ya que, como ellos, rechaza el materialismo.

    He seleccionado treinta poemarios editados en los últimos cinco años y que, a mi entender, nadie debería perderse. Las reseñas que incluyo han aparecido en prensa y revistas especializadas, nacionales e internacionales. Se incluyen creadoras y creadores, nacionales e internacionales, de diversas generaciones y de diferente bagaje o trayectoria, reconocida o no.

    La poesía es un género difícil y requiere una lectura atenta. A cambio, la relación que establece con el lector es intensa, cosa que ningún otro medio verbal consigue. Las redes sociales han revolucionado la forma en que se distribuye: los poetas y editores utilizan Facebook para atraer a más lectores. Aunque el papel de cribado de la crítica sigue siendo importante, internet ha conseguido romper las barreras: cualquiera puede publicar y ser leído. El modelo ha cambiado por completo. Hoy todo el mundo puede ser poeta.

    José de María Romero Barea

    Sevilla, 2015

    Antinaufragios: el oleaje que nos salva

    El poema que da título a la colección presenta un lúcido, engañosamente sencillo e inquietante, autorretrato: Hay un oleaje que nos salva/ que atraviesa nuestros rasgos y nos une/ a la tierra de las frutas que se ofrecen/ al espacio donde siembran las estrellas. La composición Antinaufragio, como los autorretratos de Rembrandt, tiene una honestidad penetrante. El poeta no se reconcilia con su rostro, ni siquiera con el arte. Cuatro versos no parecen compensar el hecho de ser mortal. Privado de armonía, el poema se niega a fingir la dignidad del paso del tiempo, a dar la espalda a la vida.

    Hay una poderosa tensión dialéctica, una disputa metafísica en Antinaufragios (Vaso Roto, Poesía, 2014) de Juan Bufill (Barcelona, 1955). El poemario se ocupa de los reclamos conflictivos de inmanencia y trascendencia, de lo temporal y lo eterno. Bufill se sumerge tanto en la vida, el reino físico y sus objetos, como en la mente, el pasado lejano, el deseo perpetuo: la energía que nos mueve/ quiere abarcar lo completo// en ese movimiento hay un arder/ y su residuo es de sombra.

    W.H. Auden (York, 1907 – Viena, 1973) sostiene en su poema Museo de Bellas Artes que la vida continúa en el rostro de la muerte. Qué importa lo que nos espera tras la muerte, parecen decir los poemas de Bufill, si la salvación solo es posible en vida: pero más tarde, otro día/ - si lo oscuro no ha vencido por completo -/ el cuerpo que había caído/ se alza y camina de nuevo/ quizá cargado de sombra/ pero animado otra vez/ por una fuerza o ceguera/ misterio de la luz y la energía/ herida del soñar y desear).

    En Antinaufragios, el poeta barcelonés explora su propia versión de la lírica, logrando una rara síntesis entre lo arcaico y lo nuevo. La medida calidad de sus versos oculta temas discordantes, la dislocación esencial, el extrañamiento: tenue escritura del descenso// breve animal del ocaso// grave en el sí de la luz// su negación casi viaje. Su auto-cuestionamiento lo convierte en extranjero de una poesía que, a pesar de ser irónica, es sensible a la Historia.

    Bufill gusta de alejarse y volver a un hogar escindido. La textura expansiva, celebratoria de sus versos participa de lo sencillo y lo sublime. No renuncia a su compromiso con el mundo sensorial, ni siquiera en la evocación: la infancia está también en esta fruta/ completamente madura/ en esta edad no alejada/ tras muchas vueltas al sol/ de su primer nacimiento/ pues el comienzo prosigue.

    El interlocutor de Antinaufragios es un ser humano reconocible, distintivo, que desaparece detrás de sus versos. Se lanza a la primera persona, para retirarse después a merced de la tercera, como si esa sobre-exposición fuera demasiado tentadora: a veces lo más vivo es peligroso/ y era una vaga mentira/ edificada y difusa/ todo lo anterior que no vivía/ y que impedía vivir// mira la mirada de lo vivo: el universo es imán.

    Los poemas cosmopolitas actúan a modo de contrapunto estético y corolario a meditaciones en playas solitarias y lugares abandonados, donde se oye el silencio reverberante, las voces quejumbrosas de los olvidados. Bufill es un ciudadano del mundo, que reclama el mundo para sí: ya no hacen falta conquistas/ no hay objetivos que valgan/ ni objetivos que poseer// la vida así se vive como un poema/ se vive y no se tiene/ no se podría vender.

    El poemario se divide en cinco secciones. El tono de La vida en los fragmentos es sobre todo elegíaco. Como Dante, el poeta convoca a los fantasmas del pasado y su presencia inmanente; recuerda a la multitud de amigos muertos: A. creía que el edén era un lugar/ pero un lugar ausente (…) B. situaba el jardín del paraíso/ en un lugar del pasado/ y era incapaz de soñarlo/ para pasado mañana (…) C creía/ que el paraíso era un mito/ mera ficción o leyenda. En El mundo (mal) organizado + Propuestas para el siglo XXI, el poeta interpela a la existencia. Su poesía es plenitud en la crisis: habrá que alumbrar otro mundo/ pues este está casi muerto.

    La sección La apertura es simétrica. Consta de cuarenta y un poemas dispuestos en cuatro secciones de igual longitud, cada una de las cuales propone una metáfora sobre la acción y la meditación: clima de la deriva/ antinaufragio inconsciente/ entre animales de luz/ cuando la fuente es la sed. La vida múltiple es un conjunto de visiones sobre la memoria y la conjetura: algo que invisible/ ha descendido/ haciendo de la piel otro cerebro/ haciendo del sueño otra vida/ y del silencio un inicio/ abismo despoblador. Por último, Celebración, intemperie captura momentos luminosos, consigue apresar la medida del tiempo mediante la codificación de imágenes y presagios del pasado: lograr existir según nuestro sueño/ vivir nuestro modo de ser/ reunir vida, sueño y verdad/ también ahí afuera, en el tiempo.

    Como el escritor Albert Camus (Mondovi, Argelia, 1913 – Villeblerin, Francia, 1960), Bufill es el poeta de los monumentos caídos, de las salidas necesarias y las bienvenidas culpables, del ingenio auto-lacerante y el dolor existencial. Persigue el ideal privilegiado y la sabiduría divina tanto como regresar a casa, a los lugares que el tiempo ha cambiado, la vuelta a los rostros de siempre. La Historia está al acecho en cada rincón de su poesía. El hogar es un concepto elusivo, una región de cómputos oscuros, un dominio extranjero y fantasmal.

    El efecto de Antinaufragios es pictórico: no sorprende, ya que Bufill se ha formado como artista. Su estética es vegetal, con algo de la abundancia brutal de la naturaleza. Antinaufragios se ocupa de las pérdidas, equilibradas por las maravillas: el aire y el silencio, el agua y el cielo, la tierra y el espíritu. El poeta se encuentra atrapado entre dos reinos: el sólido, fluctuante mundo de los objetos, y el reino encantado, alucinatorio, de la imaginación. Su poesía es retrato de la generosidad que vuelve cada amanecer. Su esplendor crea un deleite legible.

    Ave Soul: ser, estar y luchar

    La poesía no debe ser escrita, sino vivida. Un poeta abjura de toda literatura que derive su legitimidad de fuentes externas, ya sean el Estado o el arbitrio voluble de la opinión pública. Jorge Pimentel (Lima, 1944) es un poeta así. Por ello, la edición definitiva, revisada y aumentada de su segunda colección de versos, Ave Soul (1973, Ediciones Sin Fin, Barcelona, 2013), es todo un acontecimiento.

    Si la poesía rehúye el aplauso, las redes convencionales del mecenazgo artístico

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