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El terrorismo como crimen internacional. Doble moral de la Unión Soviética
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Libro electrónico329 páginas4 horas

El terrorismo como crimen internacional. Doble moral de la Unión Soviética

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La investigación del problema del terrorismo como crimen internacional reviste en nuestros días palpitante actualidad y un gran
significado no sólo para los especialistas en Derecho Internacional, sino para los más amplios círculos de lectores, que muestran interés hacia las relaciones internacionales y las cuestiones de la lucha ideológica en la palestra mundial.
En esta obra que les ofrecemos, la argumentación científica se combina con la accesibilidad y la orientación política. Uno de sus méritos es el enfoque integral de diversos aspectos de la cuestión: el análisis detenido del concepto de acto terrorista de carácter universal,la historia pormenorizada de la elaboración y el profundo estudio de los convenios internacionales sobre la prevención y el castigo por cometer actos terroristas que revisten carácter internacional, la exposición del complejo problema de preparación de los documentos internacionales, que regulan la cooperación de los Estados en la lucha contra los actos terroristas de carácter internacional, incluyendo las cuestiones de la justicia criminal internacional.
El valor científico del libro se ve aumentado por la utilización de un gran número de fuentes documentales y monografías especiales.
Editorial Progreso de Moscú

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento8 sept 2018
ISBN9780463282885
El terrorismo como crimen internacional. Doble moral de la Unión Soviética
Autor

Igor Blischenko

Autores de este libro son conocidos científicos soviéticos, especialistas en el ámbito del Derecho Internacional y de las relaciones internacionales.El profesor Igor Blíschenko tiene a su cargo el curso de Derecho Internacional en la Universidad de Amistad de los Pueblos Patricio Lumumba, donde es jefe de cátedra.Es asimismo vicepresidente de la Asociación de Juristas Soviéticos, miembro del Consejo Mundial de la Paz, experto de la ONU en Derecho Internacional y consultante del Comité Internacional de la Cruz Roja.El catedrático auxiliar Nikolái Zhdánov lee un curso de Derecho Internacional y relaciones extranjeras en la Academia de Ciencias Sociales (ciudad de Moscú).Han publicado juntos, varias obras, algunas de las cuales han sido vertidas a idiomas extranjeros, principalmente al inglés.

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    El terrorismo como crimen internacional. Doble moral de la Unión Soviética - Igor Blischenko

    El terrorismo como crimen internacional

    Doble moral de la Unión Soviética frente al terrorismo

    Igor Blischenko

    Ediciones LAVP 2018

    © www.luisvillamarin.com

    Cel 9082624010

    New York USA

    ISBN: 9780463282885

    Smashwords Inc.

    Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni en todo ni en sus partes, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio sea mecánico, foto-químico, electrónico, magnético, electro-óptico, por reprografía, fotocopia, video, audio, o por cualquier otro medio sin el permiso previo por escrito otorgado por la editorial.

    El terrorismo como crimen internacional

    Introducción

    Definición del acto terrorista de carácter internacional

    Concepto de acto terrorista

    Actos terroristas que caen bajo la acción del Derecho Internacional

    Convenios sobre la prevención y la represión de actos terroristas de carácter internacional

    Convención de 1937 sobre la prevención y la represión del terrorismo

    Convenciones sobre la lucha contra la injerencia ilícita en las actividades de la aviación civil

    Convención sobre la prevención y la represión de los actos terroristas en forma de crímenes contra las personas y los actos de extorsión con ello relacionados, cuando estos actos revisten carácter internacional, de 1971

    Convención sobre la prevención y la represión de los delitos contra las personas que gozan de protección especial, incluyendo a los representantes diplomáticos, de 1973

    Convención europea de 1977 sobre la supresión del terrorismo

    Convención contra la toma de rehenes, 1979

    El mercenarismo: crimen internacional

    Cooperación de los Estados en la lucha contra los actos terroristas de carácter internacional

    Elaboración de las normas enfiladas a luchar contra los actos terroristas de carácter internacional

    Método de unificación

    Mecanismo internacional para enjuiciar y sancionar por la comisión de actos terroristas de carácter internacional

    La justicia penal internacional

    Conclusión

    Introducción

    A partir de finales de los años sesenta e inicios de los setenta en la prensa mundial comenzaron a aparecer cada vez más noticias alarmantes sobre secuestro de aviones, explosiones e incendios en las embajadas, rapto de diplomáticos, provocaciones y agresiones directas a diversas representaciones estatales y no gubernamentales, así como sobre el empleo de bombas-correo.

    Así, por ejemplo, el 3 de diciembre de 1969 un grupo de sionistas integrado por 40 personas atacó la embajada de la República Árabe de Siria ante la ONU. En 1970, ante la negativa del gobierno de Guatemala de cumplir las exigencias de los secuestradores de liberar a 25 presos políticos y pagar 700 mil dólares de rescate, en Guatemala fue muerto el conde von Spreti, embajador de la República Federal de Alemania.

    El 3 de marzo de 1971 contra la sede de la representación iraquí en la ONU fue arrojada una botella que contenía una mezcla explosiva. El 20 de octubre del mismo año en Nueva York un miembro de la Liga de defensa de los hebreos organización sionista de orientación fascista, abrió fuego con fusil de gran calibre contra el edificio de la Representación de la URSS en la ONU, desde el tejado de una casa vecina. Dispararon contra la ventana de una habitación donde en aquel momento había cuatro niños.

    En noviembre de 1972 a la entrada del hotel Sheraton en El Cairo miembros de una organización terrorista palestina dieron muerte al Primer Ministro jordano Wasfi Tal.

    Los actos terroristas han afectado no sólo a representantes oficiales de los Estados.

    A fines de 1972 Scotland Yard tuvo que aplicar por primera vez después de la Segunda Guerra Mundial en el correo londinense medidas especiales de control relacionadas con el gran número de bombas-correo enviadas en cartas y en paquetes de impresos.

    El ministro de Comunicaciones de la India, Bahuguna hizo una declaración especial en el parlamento con motivo del descubrimiento en correos de Delhi de 50 dispositivos explosivos enviados en sobres de correo aéreo. Señaló, en particular, que el examen de peritos había revelado la presencia de construcciones electrónicas complejas elaboradas a base de componentes que no se producen ni en la India ni en los países árabes.

    Se han publicado reiteradamente noticias acerca de acciones terroristas de los ustashes (1) contra representaciones diplomáticas yugoslavas y su personal. Es conocido en el mundo entero el secuestro por los ustashes, en 1972, de un avión sueco con 90 personas a bordo.

    (1) Ustashes: miembros de la organización nacionalista separatista de los fascistas croatas, que fue fundada en enero de 1929. (NR.)

    En Chipre, 95 personas hubieran muerto inevitablemente en 1974, de no haberse descubierto a tiempo la bomba en un avión venezolano.

    En Checoslovaquia fue asesinado un piloto checo y el avión, secuestrado y llevado a la RFA.

    En los Juegos Olímpicos de Múnich en setiembre de 1972, 11 deportistas israelíes fueron secuestrados y luego asesinados por miembros de una organización terrorista palestina.

    En octubre de 1972 hombres de la organización sionista Mossad volaron la librería Palestina en París, y en diciembre del mismo año en la misma ciudad se produjo una explosión en la vivienda del representante de la Organización de Liberación de Palestina en Francia Mahmoud Hamshari.

    En marzo de 1973 miembros de la organización terrorista palestina Setiembre negro agredieron la embajada de Arabia Saudita en Jartum y tomaron como rehenes al embajador de Estados Unidos en Sudán y al encargado interino de negocios de Bélgica, quienes posteriormente fueron asesinados.

    El 14 de agosto de 1973 el Ministerio de Relaciones Exteriores de Noruega anunció la expulsión del país del diplomático israelí I. Eyal, implicado en el asesinato del súbdito marroquí Bouchiki en la ciudad de Lillehammer. En el apartamento de este diplomático fueron detenidos dos terroristas israelíes, presuntos asesinos.

    El 19 de agosto de 1973 en el edificio de la embajada china en Lusaka se produjo la explosión de una bomba llegada por correo.

    El 11 de agosto de 1973 fue raptado en circunstancias misteriosas el político sudcoreano Kim Dae Jung que vivía como emigrante en el Japón.

    En total, desde enero de 1960 y hasta abril de 1974, fueron cometidos 486 actos de terrorismo internacional(2).

    (2)Véase B. M. Jenkins. International Terrorism. House of Representatives. June 24, 1974, p. 8.

    En octubre de 1977 el gobierno japonés se vio obligado a satisfacer la demanda de los terroristas de la organización japonesa Sekigun, cuyos miembros se apoderaron del avión, con pasajeros a bordo, de la compañía Jal que hacía el vuelo París— Tokio. Los terroristas pidieron 6 millones de dólares de rescate y la liberación de nueve cómplices suyos que se encontraban en las cárceles niponas. En caso contrario —declararon— todos los pasajeros y la tripulación serían muertos. Sus condiciones fueron satisfechas y el avión aterrizó en Argel, donde los terroristas se enhenaron a las autoridades.

    El Primer Ministro Fukuda declaró en aquella oportunidad que estaba dispuesto a hacer todo para establecer la cooperación Internacional a fin de prevenir semejantes delitos.

    El 21 de septiembre de 1976 resonó la explosión en Sheridan Circle, Washington, donde murió Orlando Letelier, ministro de Relaciones Exteriores de Chile en el gobierno de Allende. Su homicidio fue organizado por agentes de la DINA, policía secreta chilena. Con anterioridad, el 10 de setiembre de 1974, en Buenos Aires al explotar un artefacto colocado en su automóvil murieron el general Prats y su esposa, que habían emigrado de Chile; y el 6 de octubre de 1975 en Roma fue abierto fuego de fusiles automáticos desde un automóvil contra Leighton, uno de los fundadores del Partido Demócrata Cristiano de Chile, y su esposa quien quedó paralizada a consecuencia de lesiones sufridas.

    La viuda de Orlando Letelier declaró abiertamente en una concedida al corresponsal de la revista Tiempos Nuevos: Nos enfrentamos con el terror estatal enfilado contra muchas personas que se encuentran en Chile y en otros países. . . Para ello se utilizan no sólo bandas de asesinos, sino también la máquina estatal de Chile y de otros países latinoamericanos(3).

    (3) Véase Tiempos Nuevos, 1979, N 11.

    Sal Landau, autor de un libro dedicado al atentado contra Letelier escribe: "En cuanto al asesinato de Letelier, les puedo comunicar con toda responsabilidad, que George Bush, director de la CIA en aquel entonces, tuvo en su mesa de trabajo las fotografías y todos los datos sobre los dos asesinos potenciales seis meses antes de producirse el asesinato, pero no emprendió ninguna acción... Durante la investigación se revelaron hechos escandalosos.

    Por ejemplo, los relacionados con el general Vernon Walters (precisamente el que viajó por encargo de Reagan a los países de América Latina con la misión de atraerles al lado de Washington en el problema de El Salvador). En aquel tiempo ocupaba una posición clave en la CIA y había recibido del embajador de Estados Unidos en el Paraguay una comunicación, según la cual dos hombres con documentos falsos recibidos de la policía chilena se dirigían a Washington para cometer un asesinato político, con mayor probabilidad contra Letelier; sin embargo, V. Walters no hizo nada para prevenir el crimen. Más aún, cuando a V. Walters le preguntaron con posterioridad si hubiera testimoniado durante el proceso contra los asesinos de Letelier, replicó: Sí, indudablemente, pero hubiera dicho también que Letelier era comunista y por eso hicieron bien cuando lo mataron.

    En mayo de 1980 el periódico Daily mail comunicó que los servicios especiales británicos tomaron parte en la preparación del grupo terrorista para eliminar a los dirigentes del Frente Patriótico de Zimbabue. Según el diario, en abril de 1979 un grupo de saboteadores, vestidos con el uniforme de los militares de Zambia, perpetró un ataque contra el edificio en que se encontraba la representación del Frente Patriótico en Lusaka.

    Por una feliz coincidencia el líder de este Frente J. Nkomo salió ileso. A finales de febrero de 1980 en Rhodesia durante las elecciones tuvo lugar un atentado contra la vida de R. Mugabe (electo Primer Ministro). En el camino, por el que se dirigía en un automóvil para asistir a un mitin preelectoral en Forte Victoria, voló una bomba.

    El tercero de esta lista fue J. Tongochara, jefe del ejército africano Liberación Nacional de Zimbabwe, quien perdió la vida ni un accidente automovilístico a fines de 1979, después de terminar en Londres la Conferencia sobre Rhodesia. La enumeración de ejemplos podría ser continuada. (4)

    (4) Véase I.P.Blischenko. International violence as a special problem of the fight against crime. —International Review of criminal policy, N 32, 1976, U. N., pp. 8-13.

    Del número total de actos terroristas cometidos en los años 70 el 50% le corresponde a Europa, el 21%, a América Latina, el 14% a América del Norte, y el 11%, al Oriente Medio y el Norte de África. En 1970 en América Latina se cometió el doble de acciones terroristas que en Europa. En 1978 esta correlación se hizo inversa. En el transcurso de 1970-1978, las pérdidas directas ocasionadas por el terrorismo y los gastos con él relacionados para la protección, seguridad, etc. alcanzaron a miles de millones de dólares. Entre 1970 y 1978 solo el rescate declarado por las personas secuestradas superó la cifra de 145 millones de dólares.

    En su trabajo Terrorismo internacional y seguridad mundial, el norteamericano B. M. Jenkins escribió: El terrorismo ha aparecido y se ha incrementado notablemente en los últimos años. Los extremistas políticos y criminales en diversas partes del mundo atacan a los pasajeros en los aeropuertos, estaciones ferroviarias, lanzan bombas contra edificios gubernamentales, oficinas de corporaciones multinacionales, restaurantes y teatros; secuestran aviones, naves e inclusive transbordadores en Singapur; toman como rehenes a centenares de pasajeros; ocupan embajadas, raptan a representantes gubernamentales y diplomáticos. Cada día nos enteramos de nuevos incidentes. El terrorismo ha aportado un nuevo elemento en las relaciones internacionales(5).

    (5)International Terrorism and World Security, ed. by David Carlton and Carlo Schaerf, London, 1975, p. 13.

    Al mismo tiempo se llegan a mezclar diversos fenómenos Antilegales de la vida internacional con el terrorismo, lo que impide concentrar de modo objetivo, los esfuerzos para combatir este tipo de delitos internacionales. Cabe citar el ejemplo del libro de L. R. Beres Terrorismo y seguridad global: amenaza nuclear(6), en el que se trata de la posesión del arma nuclear y la posibilidad de su empleo como formas de terrorismo. Es evidente que en este caso se afectan otras esferas de las relaciones internacionales sujetas a otra calificación.

    (6)L. R. Beres. Terrorism and Global Security: The, Nuclear Threat, Boulder, Westview Press, 1979.

    Ya en 1972 en la XXVII sesión de la Asamblea General de la ONU se discutió el problema del terrorismo internacional, que fue incluido en el orden del día de la Asamblea General como el punto 92, titulado Medidas para prevenir el terrorismo internacional, que amenaza la vida de personas inocentes, ocasiona su muerte, o pone en peligro las libertades fundamentales, y estudio de las causas de estas formas de terrorismo y actos de violencia, originados por la miseria, la decepción, las calamidades y la desesperación, que incitan a ciertas personas a sacrificar vidas humanas, inclusive las suyas propias, en el afán de lograr cambios radicales(7).

    (7) Documentos de la ONU, A/C 6/418, p. 5.

    Las diferencias de las posturas de distintos países en cuanto al problema del terrorismo, y la vaguedad de la formulación del punto 92 del orden del día fueron la causa de que ni la sesión XXVII ni la XXVIII de la ONU pudieran elaborar medidas encaminadas a combatir las acciones terroristas que ponen en peligro el desarrollo normal de las relaciones internacionales. Por las mismas razones el Comité Especial, creado sobre la base de la resolución de la Asamblea General 3034 (XXVII) del 18 de diciembre de 1972, no pudo presentar a la XXVIII sesión ningún documento de trabajo.

    Los representantes de los Estados imperialistas intentaron aprovechar la discusión del problema del terrorismo internacional en la ONU para extender este concepto a la lucha de liberación nacional y diversas formas de la lucha de clase de los trabajadores por sus derechos(8).

    (8)Véase Self-determination: national, regional and global dimension!. Ed. by Y. Alexander, K.A. Friedlander. Ohio Northern University College of Law, 1979,

    Esta circunstancia viene a determinar la importancia del arreglo del problema teniendo como base los principios de las relaciones interestatales, lo cual permitiría rechazar los intentos de los países imperialistas de torpedear las normas comúnmente reconocidas del Derecho Internacional, así como llenar el vacío existente en este campo.

    Los autores occidentales han insistido en tergiversar la posición marxista-leninista respecto al problema del terror en general(9) y han adulterado la historia de muchos movimientos revolucionarios, procurando demostrar que el terror es un método de violencia propio de la práctica de la lucha revolucionaria. Las ediciones enciclopédicas más importantes que se hicieron en la Rusia zarista, Europa Occidental y Estados Unidos vinculaban históricamente la propia noción del terror con la Gran revolución burguesa en Francia, caracterizando la política de la dictadura jacobina como violencia unilateral por parte de la revolución.

    (9)Véase International Terrorism in the Contemporary World. Ed. by M. H. Livingston with L. B. Press and M. G. Wanek. Greenwood Press, London, 1978.

    En su obra La burguesía y la contrarrevolución Marx dio una brillante evaluación objetiva de las acciones de la gran revolución francesa como método de lucha. V.I. Lenin en sus trabajos Tercer Congreso del POSDR, titulado Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática, La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo, Los enemigos del pueblo, dedicados a cuestiones del movimiento obrero ruso e internacional da múltiples apreciaciones de este período de la historia de Francia como período de lucha revolucionaria auténtica de los trabajadores y oprimidos contra la clase explotadora.

    El terror es mencionado en más de treinta tomos de las obras completas de Lenin. Lenin rechazaba la práctica de los miembros del grupo Naródnaya Volia (Voluntad del Pueblo) y desenmascaraba el seudo-revolucionarismo de los socialistas-revolucionarios terroristas. Calificaba el terror de aventura, de acción desesperada, ilusión y falta de fe en las masas.

    En su intervención en la XXVII sesión de la Asamblea General de la ONU A.A. Gromiko, miembro del Buró Político del CC del PCUS y ministro de Relaciones Exteriores de la URSS, dijo: La Unión Soviética se pronuncia desde posiciones de principio contra los actos terroristas que obstaculizan las labores diplomáticas de los países y sus representantes, las vías de transporte entre ellos, el desarrollo normal de los contactos y encuentros internacionales, contra los actos de violencia que no sirven a ningún fin positivo y acarrean la muerte de las personas.

    Cuando a comienzos de 1981 la administración norteamericana de R. Reagan intentó izar la bandera de lucha contra el terrorismo internacional, el trasfondo de esta acción se reveló desde el primer instante. Se trataba de encubrir una serie de delitos de carácter terrorista, cometidos por la CÍA y otros servicios especiales norteamericanos en el territorio de otros países con la finalidad de desestabilizar las relaciones internacionales, acusando de ello a los movimientos de liberación nacional y a la Unión Soviética.

    Con su interpretación de la lucha contra el terrorismo inter-nacional, la administración Reagan se pronunció contra la legalidad internacional, introduciendo las llamadas pequeñas formas de violencia en las relaciones internacionales como norma de conducta, persiguiendo el mismo fin de desestabilización.

    Sobre el particular en la declaración de TASS del 2 de febrero de 1981 se decía:

    No, no son la Unión Soviética ni los movimientos de liberación nacional los responsables por el surgimiento de focos de tensión y el culto a la violencia, que implantan determinados círculos en la palestra mundial, ni por las acciones terroristas con las que se ven forzados a chocar algunos países. El caldo de cultivo de la arbitrariedad, violencia y terrorismo en el campo internacional es la actividad, y la política de los que vienen pisoteando los intereses y los derechos legítimos de Estados y pueblos soberanos, que siembran la ideología de odio racial y nacional, quienes apoyan los regímenes reaccionarios dictatoriales y que se mantienen en el poder sólo gracias al terror, quienes se aferran al fomento de la tensión mundial y al estímulo de la carrera armamentista y caldean la atmósfera de sicosis bélica. Las características de aquellos de quienes se trata son bien conocidas.

    Según U. S. News and World Report, desde 1961 hasta 1976 la CIA de Estados Unidos realizó unas 900 operaciones secretas de gran magnitud contra personalidades indeseables y gobiernos enteros. Entre ellas, el asesinato del Primer Ministro iraní Mossadegh y el derrocamiento en 1953 de su gobierno, el derrocamiento del gobierno de Guatemala en 1954, de la República Dominicana en de Ghana en 1966, de Chile en 1973. Cabe enumerar a las siguientes personalidades políticas que cayeron directamente de manos de la CIA:

    Che Guevara, el presidente de Chile S. Allende, O. Letelier, el general Carlos Prats, el ex presidente de Bolivia Juan Torres, el primer ministro del Congo P. Lumumba, el Secretario General del Partido Africano de Independencia de Guinea y las Islas del Cabo Verde A. Cabral, el dirigente de la ludia del pueblo de Mozambique Eduardo Mondlane, el Primer Ministro de Sri Lanka Solomon Bandaranaike.

    La CIA ha organizado más de 20 atentados contra la vida de Fidel Castro: se ha intentado matarlo con armas de fuego, granadas, caracoles-minas, cigarros envenenados, pastillas tóxicas, escafandra de buzo con bacilos tuberculosos.

    El almirante Turner, director de la CIA durante el gobierno del Presidente Cárter, declaró en cierta ocasión que para aprovechar con éxito el terrorismo en favor de los intereses norteamericanos la única posibilidad era penetrar físicamente en las filas terroristas.

    En julio de 1981 la revista italiana Panorama publicó un extracto del documento secreto FM 30/31, que fue elaborado por el general Westmoreland, ex jefe del estado mayor del ejército estadounidense. En él se habla claramente de la utilización en provecho de Estados Unidos de los movimientos terroristas en los países amigos.

    Ejemplo brillante de ello es la organización del terror y su desenfreno en Italia, en particular, el llamado asunto de la logia masónica Propaganda 2 (en siglas P-2). Ya en 1974 el teniente coronel Amos Spiazzi, agente del servicio de contraespionaje italiano y al mismo tiempo miembro de la organización neofascista Rosa de los vientos, declaró en un interrogatorio que precisamente los masones habían organizado los contactos entre los neofascistas, la mafia, los servicios secretos italianos y la CIA.

    Según el diario Paese Sera, a juzgar por los hechos, precisamente en 1969 (al menos así se considera en círculos neoyorquinos competentes) los dirigentes del departamento de seguridad nacional de Estados Unidos y representantes de las fuerzas de la derecha italiana tomaron la decisión de encubrir con la pantalla masónica una organización subversiva, que en realidad debía contribuir a un viraje radical de la política italiana. Fue así como esta misión se le encomendó a la logia P-2, que ya actuaba con energía entre los empresarios y financieros.

    A partir de ese momento la vida de políticos y personalidades públicas de Italia se hizo depender de sus simpatías o antipatías a la política de Estados Unidos y hacia la OTAN. Entonces también A. Haig, asesor del presidente estadounidense para las cuestiones de seguridad nacional, estableció no pocos contactos con empresarios italianos.

    El asunto Occorsio fue característico de la actividad terrorista de la logia P-2. Como es sabido, en los años 70 Italia estuvo más de una vez al borde de ser víctima de golpes fascistas, preparados a través de toda una serie de monstruosas acciones terroristas. La prensa informó sobre los designios anti-estatales de Valerio Borghese, el conde negro en 1971, y en 1974 Licio Gelli preparó otro golpe semejante.

    Los neofascistas procuraron crear un ambiente político desestabilizador: en mayo de 1974 fue organizada la explosión en Brescia, en agosto del mismo año se hizo explotar una bomba en el tren expreso Italikus. La investigación de estos crímenes fue encargada a Vittorio Occorsio, substituto del fiscal general de Roma.

    En el curso de la investigación se estableció que la bomba había sido colocada por Mario Tuti, Pietro Malentachi y Luciano Francia, neofascistas de la organización Frente Nacional. Occorsio descubrió el hecho que revelaba la relación de los masones con bandidos que secuestraban a personas y completaban los caudales de las organizaciones neofascistas a cuenta de los rescates obtenidos. Llegó a precisar que el abogado Antonio Minghelli —que tiene el título de maestro de la logia masónica Lira y Espada y que luego se hizo secretario de P-2— era el cajero de la banda de secuestradores. En una de sus conversaciones privadas Occorsio dejó escapar alguna palabra sobre Minghelli.

    Al cabo de unos días, el 10 de julio de 1976, al salir de su casa le dispararon una ráfaga con un fusil automático. El asesino fue un neofascista —Luigi Goncutelli— y en el local donde fue detenido se encontraron 11 millones de liras, que acababa de recibir el bandido Renato Villanzasca por el rescate de Emanuela Trapagni, raptada por la mafia. Pero luego la investigación comenzó a detenerse.

    En aquel mismo tiempo fue detenido por tráfico de drogas el norteamericano Ronald Stark, según la opinión pública, agente de la CIA quien comunicó que las llamadas brigadas rojas" preparaban el asesinato del fiscal de Genova F. Coco y el secuestro de un importante político en Roma. La declaración de Stark no se tomó en cuenta y dos meses después F. Coco fue muerto por los terroristas de las brigadas rojas.

    En 1978, unos días después de que el embajador de Estados Unidos en Italia Gardner calificara a Aldo Moro, líder del Partido Demócrata Cristiano, de personaje peligroso en la arena política de Italia, puesto que éste se inclinaba al diálogo con los comunistas, las mismas "brigadas rojas secuestraron y asesinaron a Aldo Moro.

    Stark, deportado después del secuestro de Moro a Florencia bajo vigilancia policial, envió una carta a la redacción de un periódico local, prometiendo contar la verdad acerca de sus vínculos con los terroristas. Después de esto Stark desapareció sin dejar rastro.

    He ahí otro ejemplo característico del espíritu de venganza de la CIA. El italiano Salvatore Krisaffi, que se negó a raptar por orden de la CIA a Giovanni Agnelli, gerente del consorcio

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