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La Mansion De La Injusticia
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Libro electrónico90 páginas1 hora

La Mansion De La Injusticia

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Información de este libro electrónico

La idea de que un hogar digno, con techo que ofrezca proteccin y seguridad es una necesidad humana bsica y necesaria, ha existido desde los tiempos Bblicos; y esta idea se ha preservado en las culturas a travs del tiempo. En Estados Unidos, un pas que ha disfrutado de muchas bendiciones, esta idea se transformo en una necesidad nacional despus de La Gran Depresin econmica de principios del siglo 20 y es as como lderes de la nacin decidieron declarar la Le Reforma de Vivienda en 1937. Esta gran buena intencin quedo sellada en la historia, y a travs de los aos, fue modificada para las necesidades actuales.

Esta historia habla de cmo estas modificaciones y burocracias aadidas han creado circunstancias que impiden la intencin original de presidentes, y legisladores que abrieron sus corazones y sus mentes para ayudar a preservar la idea de que todo ser humano necesita un techo. Al mismo tiempo esta historia intenta crear una conciencia para prevenir un ambiente hostil e indigno en viviendas pblicas departe de personal administrativo, y recordar y agradecer a aquellos lideres que tomaron accin y intentaron llenar una gran necesidad, a los que continan con esta meta de proveer un techo digno al que no lo tiene.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento19 ene 2011
ISBN9781617644412
La Mansion De La Injusticia
Autor

Luisa Yepez

Luisa Yepez ciudadana de los Estado Unidos de Norte América USA de sangre Mexicana toda mi infancia viví en el campo con mis padres abuelos. Soy madre de dos hijos que son los diamantes de mi diadema y mis nietos y bisnietos que son los rubí que formaron parte de mi diadema mi familia vivía de la agricultura honesta respetuosa sencilla.

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    La Mansion De La Injusticia - Luisa Yepez

    Copyright © 2011 por Luisa Yepez.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso:     2010942231

    ISBN:                             Tapa Dura                       978-1-6176-4439-9

                                          Tapa Blanda                     978-1-6176-4440-5

                                          Libro Electrónico             978-1-6176-4441-2

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Este Libro fue impreso en los Estados Unidos de América.

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    Palibrio

    1-877-407-5847

    www.Palibrio.com

    ordenes@palibrio.com

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    Agradezco y dedico este libro a Dios unico creador de todas las cosas que me dió la saviduria para servir y ayudar. Ya mis amados hijos Elias y Mireya y a mi querido esposo Carmen que me han apoyado en mis moments de angustia con una palabra de Consuelo ellos que fueron el pilar fuerte de donde yo tomaba fuerzas para continuar viviendo

    en este martirio.

    A todas aquellas personas que con migo lucharon de la mano con esperanza, aquellos que me brindaron su mano en los momentos de angustia y dolor cuando el miedo me imbadia. Gracias.

    Aquellos que elevavan sus oraciones por mi aquellos que me ayudaron con su participación. Gracias.

    Una Decisión

    Tomé mucho tiempo para decidirme a escribir esta increíble historia triste, pero real, ya que jamás tuve en mi mente ni en mi corazón hacer daño a nadie, por mucho daño que me hicieran, y menos creía que pudiera haber personas que hicieran tanto daño a alguien sin conocerlo y menos aun sin recibir daño de ella.

    Usaré nombres ficticios para evitar avergonzar o molestar personas que de alguna manera son parte de esta historia que escribo con el más grande, puro y noble deseo de que nadie jamás pase por el dolor, sufrimiento y miedo que yo pase y estoy pasando hasta el comienzo del año en curso. Me entristece pensar que mientras mi precaria situación económica no me permita salir de esta vivienda donde actualmente vivo, seguiré en esta antesala del infierno. Para que esta historia no se repita, la escribiría una y mil veces, si con eso pudiera evitar que las familias que viven en la vivienda pública sufran y pasen por todo lo que yo y mi familia pasamos. Luchare mientras Dios me dé fuerzas para que niños, adolescentes, adultos y ancianos no tengan nunca que vivir una historia tan triste como la mía.

    En 1985 me sentí muy feliz con la noticia de que íbamos a vivir en un departamento para él que hacía un año habíamos hecho una solicitud, la cual fue aprobada. Después de que hacía un año nos la habían negado, alegando que porque nuestros recursos económicos eran precarios y nuestro pago de renta, basado en el treinta por ciento que nos quitarían de nuestras ganancias, la cantidad de noventa y dos dólares, era insuficiente y que volviéramos cuando tuviéramos más dinero.

    Fue entonces cuando nos dirigimos a las oficinas de nuestro Congresista donde se nos informó que esas viviendas eran para personas pobres y que el no tener dinero no era problema porque para eso eran. La oficina del Congresista hizo todo los trámites para que se nos diera la vivienda y al año nos volvieron a llamar. Fue entonces cuando se nos dijo que habíamos sido aprobados para rentar un departamento. Así, llenos de gusto y felices, fuimos todos a ver el departamento.

    En esta agencia que nos iban a rentar el departamento nos preguntaron por dónde o en qué área de la Ciudad preferíamos vivir. Como desconocíamos cual área sería la más segura para vivir con nuestra familia, nos sugirieron algunas y por fin nos colocaron en un desarrollo habitacional, pero con tan mala suerte que resulto ser uno en el cual había un alto grado de delincuencia en esos años. A esto hay que agregar el hecho de que yo desconocía lo que era una vivienda pública y los problemas que significaba vivir en un complejo habitacional, que, además de no contar con guardias de seguridad, era una comunidad que albergaba cuatrocientas sesenta y cuatro familias.

    Todos los inquilinos que ocupamos estas viviendas somos familias de bajos recursos económicos. No gozamos de libertad porque tenemos muchas restricciones: no podemos tener un mascota; no podemos tener una visita más de quince días; si nuestro carro no arranca en la mañana para ir al colegio o al trabajo, se nos cobra una multa, lo cual es ilegal, y así es como tenemos constantes acosos y hostigamientos de la persona que administra el complejo además de amenazas constantes de toda índole.

    En ocasiones usan a nuestros propios vecinos para hacernos daño, dándonos falsas promesas y así es como la administradora del complejo divide a la comunidad, a la cual la une solo el deseo de superación y la desesperación de no poder alcanzar sus metas, porque al pobre no se le abren las puertas del éxito fácilmente y eso hace más difícil realizar los buenos propósitos de mejorar su vida.

    En estas comunidades se forma una mesa directiva, la cual debe ser autónoma para poner o quitar a sus miembros, los cuales representan a los que allí vivimos en todas las dependencias gubernamentales o civiles donde haga falta, para la creación de más viviendas, para conservarlas limpias e higiénicas y para que existan programas para niños, adolescentes, adultos, y ancianos. Pero no es así. La autoridad de la vivienda solo los usa para su conveniencia. ¿Cómo? Usando las firmas de asistencia de los vecinos para pedir dinero al gobierno, supuestamente para las necesidades de las viviendas. Son millones de dólares y las firmas de los inquilinos hacen más seria dicha petición y lo hace más creíble por ser la voz del pueblo, que en estos casos cuenta más para HUD.

    HUD es un departamento del gobierno federal que proporciona el dinero a las agencias locales. Hay ocasiones en que la autoridad de la vivienda envía a sus empleados de confianza a los diferentes proyectos para hacer reuniones con la comunidad con el propósito de llevarse las firmas para usarlas para pedir cada vez más dinero. Yo creo que al cliente se le debe de decir la verdad, porque siento que nos están haciendo partícipes de una mentira sin nuestro conocimiento y este dinero es del trabajo de tanta gente que paga impuestos en este país y que no merecen ser engañados, ya que nos hemos dado cuenta de que los patios de las bodegas están llenos de mercancía echándose a perder, en tanto que las viviendas carecen de tantas cosas, y el dinero no se sabe a dónde va o si está guardado. Entonces ¿por qué se le está pidiendo más al Gobierno?, ¿Por qué las viviendas están en un estado deplorable y si el inquilino necesita algún arreglo en su departamento, se le cobra por ello? Y no solo eso, el inquilino tiene que pagarle al obrero el tiempo que le toma para arreglarla, pagando según lo estipule el Director, ya sea sueldo mínimo o más.

    El inquilino (o cliente) llega a pagar de renta hasta seiscientos dólares al mes, porque, aunque el pueblo cree que no se paga renta, no es así. Sí se paga y la agencia recauda mucho dinero de nosotros para HUD Su prioridad es el inquilino, pero éste en ocasiones desconoce sus derechos y su valor ante HUD y por eso es usado y la autoridad de la vivienda abusa de él. ¿Cómo? La persona que maneja el complejo habitacional como venganza personal, o cualquier otra razón, si quiere, tranquilamente puede desalojar a una familia de su casa.

    Si nos acercamos a los jefes de estas personas para exponer nuestras quejas, no nos hacen caso porque los empleados se nos adelantan y les cuentan la situación a su conveniencia, y si por alguna razón nos llegamos a reunir algunos inquilinos para apoyarnos mutuamente, se nos acusa de querer crear una fuerza en contra de la comunidad, y usan muchas artimañas para hacer que estas personas queden mal. Y si algún grupo de voluntarios se acerca para ayudar a la comunidad, los empleados de la agencia no se lo permiten, boicoteando

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