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Sueños Destruidos
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Libro electrónico585 páginas6 horas

Sueños Destruidos

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Información de este libro electrónico

Una forma diferente y cautivadora de recontar los hechos de la revolucin Cubana, llevando al lector a travs de eventos como la invasin de Baha de Cochinos, La Crisis de Octubre, los cuales culminaron en el xodo de innumerable nmero de Cubanos, forzados a abandonar la Isla que los vi nacer en busca de libertad, oportunidad, con el noble propsito de encontrar la paz. El sueo de un hombre se transform en la pesadilla de una Nacin! Sueos Destruidos nos trae la saga del Cubano con visin haca como transformar la experiencia humana de forma que la historia no se repita para las nuevas generaciones de la humanidad!

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento18 dic 2008
ISBN9781466953932
Sueños Destruidos
Autor

Esperanza Amelia Rodríguez Díaz

Esperanza Amelia Rodríguez Díaz, nació el día 5 de Enero del 1954 en Pinar Del Rio. Salió de Cuba el día 30 de Diciembre del 1968 a través de Méjico. El día 29 de Junio del 1969 aterrizó en el aeropuerto de la ciudad de Miami, estado de La Florida, en Los Estados Unidos de Norte América. Estudió en la escuela de Miami Springs Senior High, obtuvo el Secretariado en Miami-Dade Community College, e hizo su Bachillerato en la Escuela de Negocios, graduándose de la Universidad Internacional de la Florida. Vea a la autora durante Miami-Dade Book Fair. No se pierda una entrevista de radio con nuestra autora, hecha por Here’s Help Radio Show.

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    Vista previa del libro

    Sueños Destruidos - Esperanza Amelia Rodríguez Díaz

    Contents

    Dedicatoria

    Prólogo

    Capítulos

    1-El Sacerdote

    2-La Agonía

    3-Macho Ferro

    4-Esperanza Díaz

    5-Ramón Rodríguez

    6-Catecismo

    7-Punta de la Sierra

    9-Los Vecinos

    11-María Martina

    13-Buscando Tesoros

    14-Desaparece El Niño

    15-Zoila y Regino

    16-El Baile

    17-El Hombre Lloraba

    18-Revelaciones

    19-Primer Día de Clases

    20-Alfabetización

    21-El Ajiconal

    22-Camino Bloqueado

    23-Lucha por Sobrevivir

    24-La Esclavitud

    25-Nace Monín

    26-CDR en la Cuadra

    27-Los Lubumbas

    28-Posteridad en Foto

    29-Las Muecas

    30-Corte y Costura

    31-Tío Benito

    32-Amonestaciones

    33-Los Milicianos

    34-Marcha Militar

    35-Refugio en el Parque

    36-Primera Carta de Tina

    37-Partida de Zoila

    39-Padre Cayetano

    40-Partida de Regino

    41-Voz de las Américas

    42-La Crisis de Octubre

    43-Fidel Castro Ruz

    44-Osvaldo Dorticós

    45-Pesadilla de Octubre

    46-Presidente Kennedy

    47-Embajada Americana

    48-Presidente Nixon

    49-Salida por Camarioca

    50-Jaque Mate

    51-Vicentico Cué

    52-Carnavales

    53-Alejandrito Del Rosario

    54-Libro del Che

    55-Aida Rosa Pérez

    56-Bella y Alejandro

    57-Muere la Monja

    58-Humillación

    59-Diciendo Adiós

    60-Pasos de Libertad

    61-Otorgan las Visas

    62-Junio 29 del 1969

    Epílogo

    Reconocimientos

    Presente

    Foto de la fiesta de los 90 años de mi padre –10-15-07

    Dedicatoria

    Image366.JPG

    Alexander J. Ariano, Consejero de Salud Mental, ha traído mucho a mi vida: emociones que habían desaparecido desde la muerte de mi esposo, Frank Reynolds. Descubrir que lo que me mantenía despierta y sin dormir en las noches era el fuego latente del dolor. Así surgieron las páginas de este libro, destapando la agonía que habíamos vivido. Finalmente, compartir la enseñanza de sus hijas, Katya y Nadya Ariano, las cuales hoy, son parte importante de nuestra familia. Dedico este libro a Alex. Gracias a su naturaleza gentil, su paciencia y su habilidad de escuchar, debo el haber decidido publicar las historias de los años que forjaron mi personalidad. Todo lo que quiero decirte Alex es: te amo … ¡Gracias!

    Image374.JPG

    Alexander J. Ariano y Esperanza Reynolds

    Participantes

    Prólogo

    El sueño es ser un agente de cambio. Hacer una diferencia durante nuestra vida y dejar un legado que mejore el espíritu colectivo de la humanidad. Por lo tanto, quiero compartir la perspectiva de una cubana cuya esperanza es que lleguemos a poseer valores globales que aseguren la paz mundial, la tranquilidad y la libertad para todos.

    Durante los primeros 14 años de mi vida, crecí bajo un sistema de dictadura totalitaria en Cuba. Mi pasión era leer libros clásicos. Quizás lo hacía para extraerme de la realidad que nos rodeaba. Todavía timbra en mi oído la voz de mis padres, los cuales me llamaban en desespero, porque cuando al fín me extraía del libro que estaba leyendo y escuchaba su llamada, ya lo habían hecho varias veces.

    Las experiencias que comparto fueron resultado de vivir bajo un régimen socialista / comunista, hoy admirado por muchos y sin embargo, viví bajo un gobierno dirigido por una de las peores personas nacidas en el Siglo XX, un ser criminal y manipulador, Fidel Alejandro Castro Ruz.

    Mientras que mi propósito no es politiquear, temo que cualquier persona que escriba acerca de la Cuba de Castro no tiene otra alternativa. Hay millones de cubanos emocionalmente heridos por el horror que significa ver morir en el paredón. El crimen cometido para recibir esa cruel sentencia de muerte, es sólo tener ideales opuestos al gobierno Castrista. Otros quedaron impactados por la expropiación de propiedades. Muchos obligados a abandonar a Cuba legalmente o por medio de una balsa, en busca de la libertad de expresión. Durante los últimos 50 años, los cubanos han enfrentado innumerables retos y sobrevivido tribulaciones en el mundo entero.

    Aquéllos de nosotros que somos producto de una niñez vivida bajo dichas circunstancias, poseemos apasionados ideales de la importancia de la libertad política, un ardiente deseo de vivir y prosperar donde se respeten los derechos del individuo y una ferviente decisión a ejercitar nuestro derecho a la libertad de expresión.

    Vivir bajo dichas circunstancias opaca el espíritu porque uno ve lo peor de la humanidad en juego cotidiano. Para unos, una firme decisión nace de vivir lo más lejos posible de la tiranía. Para otros, quedamos anonadados del poder del mal y soñamos con cambiar el mundo.

    Las historias que aquí cuento, son compartidas para resaltar el mal que se crea cuando una persona, orden social o gobierno esclavizan a las personas, sacando ventaja de la debilidad humana que resulta de la falta de conocimientos, ausencia del discernimiento intelectual, o la inhabilidad de ver a través de la manipulación.

    En fin, la revolución de Castro demuestra no ser más que la perenne lucha del antiguo debate entre la estabilidad y la anarquía, entre los que tienen y los que carecen. Como muchos socialistas o comunistas antes que él, los ideales expuestos por Castro de que todos los ciudadanos son iguales, en realidad, están equivocados.

    En términos legales, se debe considerar a todos por igual. Derecho a la igualdad en lo que refiere a la libertad de escoger qué hacer con nuestras vidas. Pero éstas leyes reconocen la diferencia natural que existe entre los seres humanos. Entre ellas, la diversidad en sabiduría, habilidades, gustos, belleza, color de pelo y ojos.

    Una persona que se levanta a las cinco de la mañana y se pone a trabajar en cualquier empresa que le guste, logrará mucho más que otra que se levanta al mediodía. A veces, los que tienen una buena educación, se sorprenden del éxito de alguien que por su tenacidad, o por su suerte triunfan y hasta llegan mucho más lejos que ellos.

    Así que, ningún gobierno puede, o debe, decirnos que todos somos iguales, porque el hacerlo termina en lo que vemos hoy en Cuba, doctores que viven estudiando por años como eliminar enfermedades, montados en bicicletas yendo hacia hospitales donde los encargados de la limpieza ganan relativamente lo mismo, o todos por igual esperando en cola para obtener la ración permitida por el gobierno. ¿Cuál es el incentivo para trabajar bajo esta forma de gobierno?

    El propósito de éste libro es inspirar la firme resolución de nunca permitir que la adoctrinación se apodere de nuestros pensamientos. Desde niña fui testigo de la lucha de las masas que quieren creer las palabras de demagogos, jugando con gran maestría con los prejuicios populares, haciendo falsas alegaciones y promesas para obtener el poder. Estas personas trataban de encontrar salida a su miseria escuchando y creyendo a un maestro de la manipulación.

    ¿Cómo impactar a futuras generaciones con el conocimiento necesario para no ser presa de demagogos? ¿Cómo resaltamos, compartimos y diseminamos nuestra historia para prevenir que se repita el pasado?

    La pluma es más efectiva que la espada; ¡escribir un libro! La esperanza de traer luz brillante a donde existe la obscuridad. Historias compartidas con el propósito de prevenir que otros sufran las consecuencias de seleccionar a un monstruo para guiar sus naciones.

    Castro se convirtió en un maestro de cómo controlar a otros a través de palabras vacías. Palabras como aquéllas pronunciadas durante uno de sus primeros discursos al pueblo de Cuba, donde alerta a todos del peligro de la autocomplacencia y pregunta ¿Por qué hicimos la revolución? ¿Tenía alguno de nosotros una ambición especial, algún objetivo innoble?

    La respuesta a la pregunta de Fidel Castro es que su ambición es profunda. El sueño de Castro, la pesadilla de muchos, era obtener control absoluto del gobierno de Cuba por los próximos 50 años. Castro no ha permitido la libre elección. El objetivo innoble era apoderarse de todo lo que pertenecía a otros, a través de la excusa de prioridades del pueblo, y convertirse en el comandante en jefe de la que una vez fue una próspera nación.

    El sueño de Fidel Castro es alcanzar la inmortalidad. Ha triunfado. Pocos han conseguido estar en escenario por tanto tiempo. En el año 2008, Fidel Castro es el dictador que ha reinado por el mayor tiempo, habiendo tomado el poder en el 1959. ¡49 años!

    ¿Cómo aprendió Castro el arte sutil de la demagogia? ¿Cómo llegó a convertirse en un líder que utiliza los prejuicios populares haciendo falsas reclamaciones para obtener y mantener el poder? Aprendió de un gran maestro, Adolph Hitler. Leer el libro de Hitler, Mi Vida, no es algo fácil de hacer, porque su contenido reta a vivir dentro de una mente enfermiza. En la página 34 de Mein Kampf¹, Adolph Hitler comparte la perspicacia de su experiencia y provee la leña necesaria para impulsar el fuego maligno de Castro en su plan de gran poderío. Hitler escribe: El psique de las masas es accesible a lo que es fuerte, inflexible e intransigente. Como una dama. la cual prefiere inclinarse ante un hombre fuerte a ser dominada por el débil-de la misma forma, las masas del pueblo prefieren al dictador antes de tener que suplicar y se llenan de un fuerte sentido de seguridad mental, el cual tiene un sólo rival, la enseñanza del libre derecho a seleccionar.

    Hitler continúa: La mayoría del pueblo tiene una idea vaga de como hacer dicha selección y está expuesto a sentir que han sido abandonados. Sienten poca vergüenza de ser aterrorizados intelectualmente y están inconcientes del hecho de que su libertad como seres humanos está siendo abusada impunemente. Por lo tanto, no sospechan la falacia intrínsica de dicha doctrina. Ellos solamente ven la fuerza y la brutalidad de su determinada palabrería, a la que siempre se someten.

    Hitler continúa: la infamia de ésta técnica es el triunfo a través de una campaña de terrorismo mental en contra de la burguesía, los cuales no están moralmente, ni espiritualmente, preparados para resistir dichos ataques. Las tácticas de ésta democracia social consiste en abrir, al dar una señal, un fuego auténtico de mentiras y calumnias en contra de personas que saben son sus adversarios, hasta que el nervio del contrincante cede y sacrifica al atacado, con la sencilla esperanza de que se le permita vivir en paz. Pero ésta esperanza demuestra ser tonta, porque nunca logran recuperar dicha paz.

    La misma táctica es repetida, una y otra vez, hasta que el temor a estos ataques, a la más sencilla sugerencia de ellos, crea un efecto de parálisis en sus víctimas. Esto es, en esencia, como Castro comienza a formalizar su plan para vencer al pueblo, para apoderarse de la Isla de Cuba, para forzar lo que había sido un mundo bello a convertirse en una sociedad desintegrada, cuyos miembros se encuentran hoy diseminados a través del mundo. Estudiando y analizando dichas palabras para adquirir la perspicacia de como controlar las masas con su oratoria enardecedora, Fidel Castro aprende a decir las palabras que el pueblo quiere escuchar, y gana terreno en contra del enemigo, el cual siempre terminó entregando su derecho, su propiedad, su patrimonio, entregando todo a cambio de la esperanza de que se le permitiera vivir en paz.

    Hoy, un cubano que vive fuera de la Isla de Cuba, es un paria que acepta vivir dondequiera, haciendo cualquier cosa, en la mayor parte de los casos con gran éxito, para recrear lo que tenía, pero dándose cuenta de la gran pérdida que sufrió para tener el derecho a vivir en paz.

    Algunos perdimos el derecho a un legado de sueños realizados con la árdua labor de nuestros antepasados. Muchos de nosotros no hemos tomado el tiempo necesario para anotar y diseminar la historia de los horrores que vivimos, o de compartir la historia de sueños destruidos.

    No lo hemos hecho en algunos casos por falta de tiempo, en otros por poner nuestro enfoque en recrear nuestras vidas y en muchos casos por miedo a la represalia en contra de aquéllos miembros de nuestras familias que todavía viven en Cuba. Pero ya es hora de decir: ¡Basta! ¡Ha sido suficiente! ¡Se acabó el miedo! ¡Qué caigan las fichas de este juego de dominó! ¡Ya es hora de compartir nuestra verdad!

    Capítulos

    1-El Sacerdote

    Las líneas frente al confesionario daban vuelta y llegaban a la entrada. Desde donde estaba, parecían ser cordones de zapatos. No podía esperar tanto tiempo para hablarle al cura. Ya debían haber notado mi ausencia en el apartamento. Con resolución, me acerqué al sacerdote:

    -   Por favor, ¡necesito hablar con usted!

    Al mirarme, notó mi alterada expresión y preguntó:

    -   ¡No ves que estoy en medio de una confesión! ¿Por qué tienes que hablar conmigo? ¿Necesitas confesarte?

    -   No Padre. Necesito un amigo, alguien que me quiera escuchar. ¡Estoy al final de la soga!

    -   Vamos, vamos, no es para tanto. Espera un momento.

    El sacerdote hizo un gesto hacia la sacristía, donde un monaguillo se preparaba para misa. El joven se acercó, preguntando:

    -   ¿Diga Padre?

    -   Dile al Padre Antonio que venga enseguida. Necesito un substituto. Hay algo que tengo que hacer de inmediato.

    Mirando hacia mi, dijo:

    -   Espera hasta que el otro cura venga y hablaremos en la Sacristía.

    Sin saber por qué se había detenido el proceso, las personas que esperaban para confesar, nos miraban. Pronto, el Padre Antonio apareció y se acercó al confesionario. Su expresión demostraba asombro.

    -   Diga Padre.

    -   Ella necesita ayuda y ha pedido hablar conmigo. ¿Te molestas si me reemplazas?

    Mirando hacia mi, dijo:

    -   ¡En lo absoluto!

    Todavía sin estar seguro de lo que sucedía, el Padre Antonio continuó los servicios. Caminamos hacia la Sacristía. El cura abrió la puerta y nos encontramos en una pequeña oficina, con paredes desnudas. La única decoración era un crucifijo detrás del escritorio. El sacerdote me pidió que me sentara frente a su escritorio. Tomando asiento me preguntó:

    -   Hija; ¿qué puedo hacer por ti?

    ¿Dónde comenzar? ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué quiero? ¿Cómo hablar a través del nudo que se me había hecho en la garganta? ¿Cómo controlar el deseo de romper en llanto? Las lágrimas empañaron mis ojos. Mi voz temblaba al decir:

    -   Estoy sola. Mi vida no tiene sentido, ni siquiera sé si mi pasado es real.

    -   Vamos, vamos, mantén la calma. ¿Por qué estás sola? ¿Dónde están tus padres?

    -   En Cuba.

    -   ¿Qué edad tienes?

    -   14 años.

    -   Entonces, ¿cómo es que puedes estar aquí sola? ¿Quién te cuida? ¿Dónde vives? ¿Con quién?

    -   Vivo en un apartamento con diez personas a las cuales apenas conozco. Los dueños de la casa me cuidan porque son amigos de mis tíos y prometieron encargarse de mi hasta que me vaya para los Estados Unidos. Mis tíos envían dinero todos los meses para mis necesidades básicas, pero sé que represento un sacrificio para ellos. Ellos acaban de llegar a Miami y no tienen mucho. La pareja con la que estoy, vive en la Colonia Roma.

    -   Madre de Dios. ¿Quiénes son las otras diez personas?

    -   La pareja es Raúl y Rosa, están casados y tienen un hijo. Rosa está en estado. Los otros son miembros de su familia, los cuales, como yo, salieron de Cuba y están en tránsito para irse a los Estados Unidos.

    -   ¿De qué tamaño es el apartamento donde vives?

    -   Tiene dos habitaciones, sala y comedor, una pequeña cocina y un baño.

    -   ¿Diez personas viven en tan poco espacio?

    -   Sí.

    -   ¿Cómo se las arreglan para dormir?

    -   Raúl y Rosa duermen en una habitación y mudaron la cuna del niño con ellos. La otra pareja, con sus tres hijos duermen en la segunda habitación. Yo duermo con la sobrina de Rosa en un sofá que abre y queda plano. A mi me toca la parte estrecha que da afuera, ella la grande contra la pared. El sobrino, quien tiene dificultades mentales, duerme en el pasillo, en un catre.

    -   ¡Madre de Dios! ¿Cuándo los conociste?

    Las lágrimas fluyeron. El cura me dio una caja de pañuelos y salió, dejándome sola. Regresó con un vaso de agua fría, el cual me dio sin decir palabra alguna. Al fin, suavemente preguntó:

    -   ¿Cuánto hace que tomaste alimento?

    -   ¡Oh no! Gracias. Ellos me dan de comer, estoy bien.

    -   Pero, eres tan delgada. ¿Cuánto pesas?

    -   No tengo la menor idea.

    -   Continúas llorando. Traeré algunos sandwiches. Quizás estés bien, pero yo tengo apetito.

    Al decir esto, el sacerdote salió de la habitación. Llorando, alcancé el vaso de agua y tomé un sorbo. El agua fría me hizo temblar. El cura regresaba. Podía oir sus pisadas. Al entrar dijo:

    -   Así me gusta, has tomado agua. Aquí están los sandwiches que pude encontrar.

    El plato quedó cerca. Los sandwiches eran muy pequeños, como los que hacía mi madre. Habían quitado la corteza. Una lasca de jamón y otra de queso quedaban abrazadas por la parte blanca y suave del pan, el cual había sido cortado en triángulos. Cerré mis ojos.

    -   ¿Qué te sucede? ¿No te gustan los sandwiches?

    -   Es que son como los que hacía mi madre.

    -   Pues bien, cómetelos. Quizás te sepan como los que hacía tu madre.

    Su agudo sentido del humor, me hizo reir. Al escuchar mi risa, me paralicé. Al tanto de cada movimiento que hacía; como tratando de leer mis pensamientos, el cura preguntó:

    -   ¿Qué te sucede?

    -   Nada. Hace tanto que no río que me tomó de sorpresa.

    -   ¡Por Dios en los cielos! Por favor, come.

    Las palabras del sacerdote me calmaban. Tomando un sandwich, lo probé y estaba delicioso. Pronto había devorado tres. El cura miraba sin participar. Sintiendo culpabilidad, le pregunté:

    -   ¿Padre, no iba usted a comer también?

    -   De la forma que comes, pareces no querer compartir. Mejor traigo más.

    -   No, por favor. Quédese, estoy mejor. Tomando uno de los sandwiches, el cura preguntó:

    -   Regresemos a tu historia, ¿cuándo conociste a las personas con las que vives?

    -   El día que llegué de Cuba.

    -   ¿Cuándo fue eso?

    -   Hace dos meses.

    -   Así que llegaste a México al final de diciembre del 1968 o al principio de enero del 1969.

    -   Llegué en diciembre 30th, 1968.

    -   Cuéntame de ese día.

    -   No, me causaría mucho dolor.

    Solamente pensar que iba a revivir ese día me llenaba de terror. El sacerdote dijo:

    -   Por eso precisamente me lo debes contar. Dolor revivido, es dolor confrontado.

    Cerrando mis ojos traté de recordar los eventos de aquel dia.

    -   Temprano en la mañana del día 30 de diciembre del 1968 fui al aeropuerto de Rancho Boyeros. Mis tíos Cuco y Olga, los que viven en la Habana y mis padres me acompañaban. Había oído tantas historias de los problemas en el aeropuerto de aquéllos que marchaban, que tenía mucho miedo del día en que me tocara vivir la experiencia. Dijimos adiós en la puerta. A través de las ventanas de cristal podía ver que mis padres estaban atentos a todo lo que me sucedía. Los milicianos registraron mi jabuco y me dejaron entrar.

    Image409.JPG

    Jabuco con las iniciales de Esperanza Amelia Rodríguez Díaz-1968

    Caminamos hacia el avión. Era mi primer vuelo. Al subir la escalera, miré en dirección al edificio pero no podía ver nada porque el sol había convertido las ventanas en espejos. Solamente podía ver el reflejo de la larga fila de cubanos caminando hacia la nave. Al llegar a la puerta, la azafata me dio un letrero, el cual colgó de mi cuello. Decía: Menor, viaja sola. Ella me pidió que me volteara para ponérmelo y al mirar hacia el techo del edificio, vi que habían varias personas en la azotea. ¡Allí estaban mis padres! Saludé con mi mano para ver si me veían. Ellos regresaron el saludo. Entré al avión y encontré mi asiento. Levanté la cortina que cubría

    la ventanilla que correspondía a mi asiento y pude verlos. Desesperadamente, saludé con la mano para ver si se daban cuenta en cual ventanilla estaba. Mi madre regresó el saludo. Me podía ver. De pronto vi que ponía su cabeza en el hombro de mi padre y supe que estaba llorando.

    La voz me falló. El nudo en mi garganta prevenía que pudiera articular palabra alguna. Las lágrimas fluyeron. El sacerdote vino a mi lado y levantando su brazo derecho, puso su mano en mi hombro. Comenzé a sollozar, convulsivamente. Con dificultad, trataba de respirar. El cura movió su mano y la puso en mi cabeza. Poco a poco, recuperé la compostura y pude continuar.

    Escuché la voz que por el altoparlante nos pedía que nos pusieramos el cinturón de seguridad. La azafata comenzó a explicar algo. Podía oir el sonido de su voz, pero no entendía el significado de sus palabras.

    -Estabas en gran estado de conmoción. Es algo común. Cuando la vida trae momentos de gran impacto emotivo, el cerebro desconecta. Una forma de sobrevivir las tragedias.

    Finalmente, el avión comenzó a moverse. Algunos estaban llorando. Otros estaban gritando. A dos asientos de distancia, una señora se quejaba de un terrible dolor de muelas.

    El avión fue en dirección opuesta a donde estaban mis padres, girando con gran cuidado hasta que comenzó a deslizarse para alcanzar velocidad. El techo donde estaban mis padres se podía ver. Estábamos en el aire. Continué mirando hasta que el conjunto que formaban mis padres se convirtió en un punto en la distancia. ¡Ésa fue la última vez que los ví!

    Llorando fuera de control, bajé mi cabeza y la puse sobre el escritorio.

    -   Vamos, vamos, llora todo lo que quieras. solamente tengo una iglesia llena de feligreses que me esperan para oir Misa.

    Entre lágrimas, me encontré riendo de nuevo. Tenía razón. El cura había dejado todas sus obligaciones por estar conmigo. Secando mi cara con pañuelos, miré hacía el sacerdote.

    -   Lo siento padre.

    -   ¿Puedes quedarte y oir misa? Te haría mucho bien. Así, cuando termine, podría llevarte a tu casa. Durante nuestra caminata, me podrías hablar más de ti.

    -   ¿Piensa usted delatarme?

    -   No, pero me gustaría visitar donde vives. ¿Crees que haría bien si pido permiso para que puedas venir a Misa los domingos? Así podrías ayudarnos. Aquí necesitamos mucho, de todos.

    No estando segura de qué hacer pensé que sería agradable tener un amigo y alguien con quien hablar. Así que, contesté:

    -   Está bien.

    El cura me pidió que caminara frente a él, detrás de los monaguillos. La instrucción era que cuando llegara al primer banco, debía tomar asiento y oir Misa. El dijo:

    -   Siéntate en el primer banco para poderte ver durante la Misa. El sermón de hoy tiene mucho que ver contigo.

    La Misa empezó y el cura comenzó el sermón diciendo:

    -   El⁴ afligido nunca perecerá mientras que tenga esperanza en Dios. Dios ayuda a los que tienen esperanza en su amor eterno. Esperamos por ti, Dios, y sabemos que tú eres la respuesta.

    La multitud miraba al sacerdote con gran atención. Sus palabras eran profundas. Mirando hacía mi, continuó el sermon:

    -   ¿Qué buscamos? Nuestra esperanza está en ti. Cuando estamos apesadumbrados, ponemos nuestra esperanza en Dios. Él es nuestro Salvador. Bendito sean los que ponen su esperanza en Dios, porque su amor eterno nunca abandona. Cuando la esperanza falta, el corazón enferma, pero cuando la esperanza regresa, nos llenamos de alegría. Benditos aquellos que confian en Dios. Contra toda esperanza, Abraham guió naciones. Regocíjense en el sufrimiento, porque el sufrimiento produce perseverancia. La perseverancia produce carácter y el carácter produce esperanza. La esperanza no falta en aquel en quien Dios ha puesto su amor, porque en la esperanza es que somos salvados. Regocíjense en la esperanza. Sean pacientes en la aflicción. Tengan fe en la oración. El pasado está escrito para enseñarnos a tener esperanza.

    El cura miró en mi dirección. ¿Era aquello una sonrisa? Arrodillándome, cerré los ojos y recé que pronto pudiera reunirme con mi familia. Al terminar la Misa, caminé hacia el portal de la Iglesia. Allí estaba el sacerdote, despidiendo a los feligreses. Notando mi presencia, vino hacia mi, y me dijo:

    -   Me quitaré la sotana, regreso y te acompaño a casa.

    Mirando a mi alrededor; esperando por el sacerdote, pensé que estaba rodeada por la muchedumbre. No conocía a persona alguna y nadie parecía tener el menor interés de conocerme.

    Cerré mis ojos y pensé en los días, cuando rodeada de familia y amigos, me sentía protegida y feliz.

    Image417.JPG

    Cumpleaños. Tíos Titico, Marta, y Bella. Abuelas; Martina y Nena. Mis padres,

    Neida Coira y Cuca. Primos: Glicita, Alina, Rayda, Tina, Alex, Raulito y el Chino

    2-La Agonía

    Al regresar, el sacerdote me dijo:

    -Así que tus padres te enviaron sola.

    Image426.JPG

    Padrinos y padres sujetándome mientras que el PadreCayetano me bautiza

    -No había otra alternativa. Mis padres presentaron la solicitación para la salida, pero nuestro expediente fue parte de un envio extraviado. Después que le quitaron el trabajo de maestra a mi madre, nos dimos cuenta que teníamos que empezar de nuevo con el papeleo. Mis tíos salieron de Cuba y pidieron mi permiso de salida, el cual les fue otorgado. Vine por México porque así puedo conseguir las visas para que mi hermano y mis padres salgan de Cuba.

    -   ¿Por qué no pudiste esperar a que los papeles fueran aprobados y les llegaran a través de los Estados Unidos para poder salir todos juntos?

    -   La ley bajo Castro es que los varones que cumplen la edad de 15 años no pueden salir hasta que tengan 30 años porque primero tienen que entrar al servicio militar obligatorio. Si no consigo las visas pronto, tendría que quedarse mi hermano en Cuba y si ésto sucede, mis padres no saldrían.

    Image433.JPG

    -   ¿No salen sin tu hermano, pero en cambio, tus padres se atreven a enviarte sola?

    -   Existe una gran diferencia. Yo viajo hacia la libertad. Este sacrificio es para disfrutar el derecho de vivir en una sociedad libre.

    -   ¿Para cuándo está fechado tu viaje hacia los Estados Unidos?

    -   No tengo idea. Mi caso sigue un proceso lento a través de Gobernación aquí en México, hasta que llegue mi turno y entonces me llamarán. El gran temor bajo el que vivo es que la mayoría de los cubanos que están en México llevan más de dos años esperando llegar a Estados Unidos.

    182824.pdf

    -Hablar con usted es más fácil. Usted representa a Dios. En Cuba, el padre Cayetano era un gran amigo de mis padres y cuando había algo serio de que hablar, mis padres iban a verlo. Las personas con las que estoy no parecen entender mi dolor. Cuando trato de hablarles, me dicen que no debo protestar, que debo dar gracias por todo lo que hacen por mi. Cada vez que trato de hablar, me comentan sus problemas. Constantemente me piden que aprecie las circunstancias difíciles que ellos atraviesan desde que llegamos de Cuba, que debo considerar que, en medio de todo lo horrible que pasa en el mundo, mi caso es sencillo en comparación. ¡Pero no es cierto! Estoy cansada de oir que debo poner mi vida en perspectiva en comparación con la vida de otros. ¡Siento dolor! ¡Siento soledad! ¡Tengo miedo de no volver a ver a mis padres! ¡No quiero saber que hay niños que ni siquiera conocieron a sus padres! No quiero saber que hay niños que están enfermos y que por lo menos, yo tengo salud. ¡Siento dolor y soledad. Necesito saber cómo enfrentar mis problemas! ¿Usted cree que por saber del dolor de otros aminora mi carga? ¡No! ¡Por lo contrario! Al oir estas historias aumenta mi desesperación.

    Haciendo una pausa, traté de recuperar la respiración.

    -   Tienes toda la razón. Muchas personas comparten sus problemas en vez de escuchar los nuestros. Es como si nos dijeran; ¿Por qué compartes tus problemas conmigo cuando yo tengo que cargar mi propia cruz? Has tomado una decisión sabía en buscar quien te escuche.

    -   Gracias Padre.

    Llegamos al apartamento. Un momento embarazoso. El cura tocó en la puerta. Rosa contestó. Sin darse cuenta de la precencia del cura, me dijo:

    -   ¿Dónde estabas? Estaba muy preocupada, a punto de llamar a la policía.

    Finalmente, notó la presencia del sacerdote, el cual estaba parado a mi lado. Sin inmutarse, el sacerdote contestó:

    -   Vino a la Iglesia a escuchar Misa. ¿Podemos entrar? Dudando, Rosa al fin contestó:

    -   Sí, Padre, por favor. ¡Perdóneme! ¿Dónde están mis modales? Por favor, entre y tome asiento. ¿Puedo ofrecerle un vaso de agua?

    -   No, Gracias.

    El cura entró al apartamento tomando asiento en el sofá que abríamos durante la noche para dormir. Sin estar segura de qué hacer, me mantuve de pie. El sacerdote miró en todas direcciones de la habitación, hizo un gesto hacia Rosa, diciendo gentilmente:

    -   Por favor, ¿puede sentarse aquí a mi lado? ¿Hay alguien más en casa?

    -   No. Raúl fue de compras con el resto de la familia. Estoy sola y estaba muy preocupada porque no sabía donde estaba Esperancita. Estoy en estado de mi segundo hijo, pero no creo que ella comprende el daño que me causan las preocupaciones. Gracias a Dios que no hay nadie en casa o estuviéramos llenos de preocupación.

    -   Pues bien, ella está bien y ya está aquí.

    El sacerdote tomó la mano de Rosa en la suya. Ella tembló al sentir el contacto, pero se calmó. El cura dijo:

    -   No hay nada de que preocuparse. La razón por la que estoy aquí es que necesitamos ayudantes en la Iglesia, especialmente ayuda de jóvenes que ya tomaron su primera comunión. Me gustaría que Esperancita viniera a la Iglesia los domingos para ayudarnos con las clases de Catecismo.

    -   ¿Los domingos? Ese es el día cuando vamos de compras. En vez de ir a ayudarlo a la Iglesia, ella debe estar aquí para ayudarme a mi. Hay diez personas que viven en este apartamento, así que hay mucho que hacer. Tengo un hijo pequeño y pensaría que ella quisiera ayudar más.

    -   ¿Ella ayuda?

    El cura miró hacia donde estaba. Permanecí en silencio. Rosa miró hacia mi y dijo:

    -   Bueno; en verdad, sí. Ella nos ayuda mucho.

    -   ¿Qué hace ella en este apartamento?

    El cura miraba a Rosa fijamente. Mirando hacia mi, Rosa contestó:

    -   Bueno pues, limpia, me ayuda a cuidar a mi hijo, hasta lo lleva al parque. Cuida de mi pariente que no es saludable. Lava los platos y la ropa.

    Las palabras de Rosa causaron un gran impacto en el cura. Sin poder contenerse, preguntó:

    -   ¿Para once personas?

    -   Bueno, pues sí. Mi esposo trabaja todo el día. Mi familia lo acompaña y trata de ayudar. Esperancita se queda commigo y me ayuda. Los domingos, todos estamos en casa. Es el día en que más necesito de ella.

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    Primera Comunión-Esperanza Amelia Rodríguez Díaz

    Al escuchar las palabras de Rosa, me di cuenta de la gran responsabilidad que tenía esta pareja. Habíamos cambiado sus vidas y no había sido un cambio hacia la mejoría. Sin soltar la mano de Rosa, suavemente, el sacerdore dijo:

    -   Ya veo. Tratando de ayudar a tantos, han hecho que su situación sea insoportable.

    Rosa comenzó a llorar. Suavemente, el cura colocó una de sus manos en el hombro de Rosa, ésta dijo:

    -   Perdóneme Padre. Todo ha sucedido tan rápido. Los tíos de Esperancita nos pidieron que la cuidaramos y se los prometimos. Pero mi familia recibió las visas y vinieron para México. Nuestra sobrina también. Mire el tamaño de este apartamento. Tratamos de ayudar a nuestro alcance, pero son tantos. Como estoy en estado, me canso tanto.

    -   Cierto, pero podemos admitir que Esperancita es muy joven para cargar con todo el trabajo. ¿En qué ayuda su sobrina? ¿Qué hace ella en el apartamento?

    -   Me temo que no mucho. Ella no sabe mucho del trabajo de una casa. Mis nervios no toleran discusiones. Para evitar problemas, simplemente le pido a Esperancita que me ayude. Ella siempre está dispuesta.

    Rosa miró hacia donde yo seguía de pie, e intentó sonreír. El cura dijo:

    -   ¿Así que, la penalidad de Esperancita por estar dispuesta a ayudar, es tener que hacer todo el trabajo en este apartamento?

    -   No, eso no es lo que quise decir. Hablando con franqueza, le doy gracias por todo lo que hace en este apartamento. Desde que llegó de Cuba, mi vida ha mejorado. Mi hijo la adora. No existe ser más paciente con mi primo. Ella ha inventado juegos que lo mantienen entretenido durante la tarde para poder dormir la siesta y descansar, porque ya no logro dormir durante la noche.

    -   De todas formas, ¿podrias compartir a Esperancita los domingos? Las clases de Catecismo duran una hora. La misa dura otra. Estamos hablando de tres horas en la mañana de los domingos.

    -   Pero, estamos muy ocupados para poder responsabilizarnos con llevarla y traerla para que esté segura. No me gustaría saber que va sola a la Iglesia los domingos.

    -   Entonces, hagamos un trato. La vendré a recoger todos los domingos a las 8:30 AM y la acompaño

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