El Poder de la sangre

Por Dag Heward-Mills

¡La Biblia habla de muchos tipos de sangre: la sangre de machos cabríos, la sangre de las ovejas, la sangre de palomas! La Biblia también afirma categóricamente que sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados. ¿Entonces, pueden estos diferentes tipos de sangre quitar nuestros pecados? La respuesta es un enfático "¡No!" Entonces, ¿qué nos puede lavar de nuestros pecados? ¡Ninguna cosa, sino la sangre de Jesucristo! Sólo la sangre de Jesús tiene el poder para lavar nuestros pecados y darnos la salvación.

En este importante libro, descubrirás muchas verdades sagradas acerca de la sangre de Jesucristo. Descubrirás cómo la sangre de Jesús nos da la vida y cómo la sangre de Jesús adquirió su importancia. Entenderás la interacción entre el Espíritu Santo y la sangre de Jesús. ¡Efectivamente -hay poder en la sangre de Jesús!

• Idioma: Español
• Editorial: Dag Heward-Mills
• Fecha de lanzamiento: 27 jul 2016
• ISBN: 9781613957578

Dag Heward-Mills

Bishop Dag Heward-Mills is a medical doctor by profession and the founder of the United Denominations Originating from the Lighthouse Group of Churches (UD-OLGC). The UD-OLGC comprises over three thousand churches pastored by seasoned ministers, groomed and trained in-house. Bishop Dag Heward-Mills oversees this charismatic group of denominations, which operates in over 90 different countries in Africa, Asia, Europe, the Caribbean, Australia, and North and South America. With a ministry spanning over thirty years, Dag Heward-Mills has authored several books with bestsellers including ‘The Art of Leadership’, ‘Loyalty and Disloyalty’, and ‘The Mega Church’. He is considered to be the largest publishing author in Africa, having had his books translated into over 52 languages with more than 40 million copies in print.

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Capítulo 1

Las palabras y la sangre de Jesucristo

Hay mucho que aprender de Jesucristo. ¡Hay muchas cosas que podemos estudiar acerca de Jesucristo! Podríamos estudiar Su vida, Su familia, Sus Logros, Su ministerio, Sus viajes, Sus metas y el estilo de Su liderazgo. Pero las dos cosas más importantes de Jesucristo son Sus palabras y Su sangre.

Palabras Preciosas

Las palabras de Jesús son importantes porque nos enseñan  las verdades y la sabiduría de Dios. Es conveniente poner las palabras de Jesús por encima de todas las palabras humanas. Actualmente las palabras de Jesús están separadas con tinta roja del resto de las Escrituras.

Anteriormente, las preciosas palabras de Cristo estaban mezcladas de manera indiscriminada con el resto de las Escrituras. Las Biblias modernas atribuyen a las palabras de Jesús el honor que merecen. En las Biblias con letra roja, las palabras de Jesús se colocan como únicas en su clase; una clase sin igual.

Durante el periodo de la Reforma de la iglesia, los hombres se enfocaron en la obra de Cristo en el Calvario. Anteriormente, el foco de atención era la persona de Cristo. En años posteriores, los detalles de Su vida terrenal, del pesebre a la cruz, se convirtieron en el centro de atención para su estudio intenso. Actualmente, también debemos hacer énfasis en la sangre de Jesucristo. Afortunadamente, el valor único de la sangre de Jesús se reconoce en la actualidad. A la sangre de Jesús se le ha otorgado la distinción que merece.

Sangre Preciosa

Nuestros pecados no pueden lavarse por medio de las palabras de Jesús. Necesitamos la sangre de Jesús para lavarnos de nuestra miseria y de nuestra condición pecaminosa, de modo que nuestros nombres puedan ser escritos en el Libro de la Vida. No importa cuánto habló, predicó y enseñó Jesús, Él aún necesitaba rescatarnos por medio del poder de Su sangre. ¡No hay perdón de pecados sin el derramamiento de sangre! Necesitaba haber derramamiento de sangre para que nuestros pecados pudieran ser cubiertos.

¿Quién pagaría por nuestros pecados?

Es cierto que las instrucciones y la sabiduría de Dios se encuentran en las enseñanzas de Jesucristo. ¿Pero quién pagaría por nuestros pecados? ¿Quién pagaría por nosotros el precio para escapar del infierno? Fuimos redimidos (rescatados) por la sangre de Jesucristo. No fuimos redimidos por las palabras de Jesús sino por Su sangre. No fuimos redimidos por la sangre de toros y cabras sino por la sangre de Jesús. 

Dejó de predicar y permitió que la sangre se derramara 

¿Por qué Jesucristo dejó de predicar cuando tenía treinta y tres años de edad y se dirigió a la cruz? ¿Por qué no continuó en otros países Su misión de predicar y enseñar la palabra de Dios? ¿No podría haber ido a Siria, al Líbano, a Inglaterra, a Alemania, a Iraq, a Persia, a India y a África? ¡Ciertamente hubiera podido hacerlo! Él tenía sólo treinta y tres años cuando dio su vida en la cruz. Si hubiera vivido otros cuarenta años, o quizá hasta la edad de ochenta, hubiera podido viajar por todo el mundo.

Cuando visité Chennai en India, descubrí una iglesia que fue construida en memoria de Santo Tomás, el escéptico. Tomás fue uno de los doce apóstoles de Jesucristo. Parece que  el apóstol Tomás viajó a la India y ahí realizó su ministerio. Ahí lo martirizaron y ahí construyeron una iglesia en su honor. Si Tomás, el cual vivió y caminó con Jesús, pudo viajar a la India, entonces de igual manera, el mismo Jesús podría haber viajado a la India. Estaba dentro de las posibilidades de Jesús viajar y predicar el evangelio del reino por todo el mundo.

Jesucristo dejó de predicar repentinamente y se dirigió a Jerusalén, donde Él sabía que sería capturado, torturado y asesinado. Jesús dijo, Nadie me quita la vida. Yo la rindo por mi propia voluntad. ¿Por qué hizo eso Jesús? ¿Estaba pensando correctamente?

¿Por qué la cruz?

¿Por qué Jesús voluntaria y conscientemente fue al lugar de Su crucifixión en donde hombres malvados lo llevarían a la muerte? Esa fue la manera en que Jesús permitió que Su sangre se derramara por los pecados de la humanidad. Si Jesús no hubiera derramado su sangre por nosotros, Su ministerio habría durado hasta que Su mensaje hubiera sido olvidado. El día de hoy, el poder de la sangre que Jesús derramó aún está actuando. Llega al más alto valle y a la más pequeña montaña de este mundo. El poder de la salvación de Dios está desatado aún dos mil años después de la muerte de Jesucristo debido a la sangre de Jesús. Por eso