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Pensar la historia del trabajo y los trabajadores en América, siglos XVIII y XIX
Pensar la historia del trabajo y los trabajadores en América, siglos XVIII y XIX
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Libro electrónico315 páginas5 horas

Pensar la historia del trabajo y los trabajadores en América, siglos XVIII y XIX

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Conjunto de ensayos relativos a la producción historiográfica sobre el mundo del trabajo en América Latina en el tránsito de la época colonial al período republicano. Presenta un completo estado de la cuestión y plantea algunos problemas que se deben afrontar para avanzar en el conocimiento del mundo del trabajo en el periodo. Los artículos aquí reunidos recorren un amplio espectro historiográfico y abarcan una multiplicidad temática que incluye tanto cuestiones generales como específicas. En este sentido, los ensayos analizan aspectos institucionales o la naturaleza y características del trabajo en ciertos sectores productivos o regiones; se ocupan también del estudio de algunos grupos específicos, de sus organizaciones y vínculos con otros colectivos poniéndolos además en relación con el desenvolvimiento político del momento. Entre los temas específicos que se abordan se encuentra el artesanado urbano, una de las figuras centrales debido principalmente al periodo de estudio, la historia social del trabajo de las mujeres, incluyendo así la perspectiva de género, y el caso de los trabajadores migrantes.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento19 dic 2016
ISBN9783954876815
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    Pensar la historia del trabajo y los trabajadores en América, siglos XVIII y XIX - Iberoamericana Editorial Vervuert

    autores

    PRESENTACIÓN

    REFLEXIONES SOBRE EL ESTUDIO DEL TRABAJO Y

    LOS TRABAJADORES

    Sonia Pérez Toledo

    Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa

    El interés común de los autores que participan en este libro por la historia del mundo del trabajo es el motivo principal que nos impulsó a reunir un conjunto de ensayos relativos a la producción historiográfica en la materia. Para la elaboración de los capítulos, nos planteamos como objetivos no solo conocer el estado de la cuestión en algunos aspectos del amplio abanico de posibilidades analíticas de este campo de estudio en distintas latitudes de América durante los siglos XVIII y XIX, sino también plantear algunos de los problemas que habría que afrontar para avanzar en el conocimiento del mundo del trabajo en ese periodo. Si bien es cierto que esta reflexión se inserta en el contexto más amplio de la evolución historiográfica de cada uno de los espacios, periodos y grupos estudiados por cada autor, como es lógico, en tan reducido espacio es natural que presentemos un relato historiográfico incompleto, pues es imposible tender todos los puentes que sin duda existen entre la historiografía sobre el trabajo o los trabajadores respecto de la historiografía general de cada uno de los países estudiados, así como los distintos puntos de contacto con, por ejemplo, la historiografía europea o estadounidense.

    El camino recorrido por un importante número de especialistas al que se hace referencia en los capítulos de esta obra muestra que, al menos desde la cuarta década del siglo XX en el marco de la naciente historia profesional (desarrollada en las jóvenes academias americanas), hubo historiadores preocupados por estudiar el mundo del trabajo del periodo al que se atiende aquí: los siglos XVIII y XIX. Aunque la labor emprendida y los resultados han sido desiguales y se ha avanzado en direcciones diversas no siempre de forma sistemática, la lectura de los ensayos permite constatar que a pesar de que algunos autores con razón afirmen la prevalencia de un conocimiento fragmentario y acotado a ciertos temas, problemas, aspectos o grupos específicos, lo cierto es que resulta importante reconocer que el esbozo historiográfico que presentamos arroja algunos saldos positivos, por más que una preocupación legítima sea la falta de continuidad y, quizá más relevante aún, el relativo menor interés en este campo de reflexión histórica entre los jóvenes que se inician en la historia académica.

    Sin embargo, esta no es una situación que predomine solo en los países o regiones sobre los que se reflexiona en este libro −Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Paraguay−, ya que, como subraya John Womack (2007), prevalece desde hace casi dos décadas un desinterés por la historia del trabajo industrial y el movimiento obrero en la academia estadounidense.¹ Asimismo, el desplazamiento de la historia social −"impasee" como lo define Patrick Joyce (2004: 34)− e incluso de la tradicional desarticulación entre historia social y económica frente al empuje de la historia cultural trasladó el centro de interés hacia actores, problemas y enfoques que en buena parte dejaron de lado a los trabajadores y el mundo productivo propiamente dichos (Berlanstein 1993; Joyce 1997, 2004; Sewell 1987, 1992, 2006, 2011; Piqueras 2008).

    No obstante, en las tres últimas décadas, desde miradas y enfoques diversos algo se ha avanzado en el estudio del mundo del trabajo, o tal vez debiéramos decir sobre el mundo de los trabajadores, con la finalidad de atender la heterogeneidad que le es característica; una muestra de ello es la perspectiva de género, cuya mirada ha introducido elementos que nos acercan a grupos específicos de trabajadores (Scott 2008). Otra, sin duda, tiene que ver con el estudio del lenguaje del trabajo, como lo ha mostrado William Sewell Jr. (1987, 2011), o bien las reflexiones sobre los trabajadores ingleses, sus organizaciones, movimientos y sus vínculos con la política (Berger 2002, McIlroy 2010, Navickas 2011a). Aspectos sobre los cuales no han sido ajenos los estudiosos del continente americano, pero cuyas reflexiones atienden principalmente al periodo que corresponde al surgimiento de las organizaciones modernas de los trabajadores en el último tercio del siglo XIX y su vinculación con el poder, a través de las elecciones o frente a los intentos de control de las élites (Sowell 1992, Gayol 2000, Lida y Pérez 2001, Remedi 2013, Solano y Flórez 2011, entre otros).²

    De hecho, como se puede ver en el libro, preocupaciones de distinta índole que tienen su explicación en el contexto histórico del que formaron parte los estudiosos del trabajo y los trabajadores, han llevado en distintos momentos a los especialistas a centrar la atención en los aspectos institucionales, en la naturaleza del trabajo, en las características de trabajo en ciertos sectores productivos o regiones y hasta en el estudio de grupos específicos, sus organizaciones y vínculos con otros grupos, así como en relación con el desenvolvimiento político. Pero de ningún modo podemos decir que el estudio del mundo del trabajo se ha agotado.

    Es claro que en esta obra el artesanado urbano es una de las figuras centrales en las reflexiones sobre la producción historiográfica debido principalmente al periodo de estudio, por lo que los estudios sobre los trabajadores agrícolas constituyen otra línea de reflexión sobre la que habría que avanzar en otro momento. No obstante, las mujeres y la perspectiva de género ocupan la pluma de Valeria Pita y el estudio sobre los trabajadores migrantes, entre otros muchos grupos laborales, está presente en el capítulo de Alcides Beretta sobre el Uruguay. Aquí conviene tomar en cuenta que, para el caso de América Latina, un gran tema por explorar y que merece atención frente a la situación actual es el de la movilidad geográfica de los trabajadores, pues los fenómenos migratorios de larga data pueden ofrecer elementos para entender el complejo mundo del trabajo, así como la formación y transformación de estos grupos sociales. Como señalé en otro trabajo, hacer las Américas, buscar mejor destino o aspirar a alcanzar el sueño americano son expresiones que están íntimamente ligadas al mundo del trabajo (Pérez Toledo 2012). Sin ello no podríamos incluso explicar a cabalidad el desarrollo de núcleos urbanos o la articulación entre los centros mineros y el trabajo agrícola o artesanal, entre otras actividades productivas; así como la relación espacial que se tejió entre el mundo del trabajo en América y el comercio de esclavos emprendido y dominado por europeos, y que ha sido estudiado para Brasil y Cuba. En el fondo de esta reflexión, me parece una de las discusiones que hay que emprender y que fue objeto de análisis en el congreso de 2008 A World of Labour: Transnational and Comparative History (Kirk 2010).

    Concluyo esta breve presentación formulando tres conclusiones que se derivan de una primera evaluación a la que me conduce la lectura de los ensayos comparativos de Sergio Paolo Solano D. y Manuel Miño, quienes, al igual que Enriqueta Quiroz, recorren un espectro historiográfico amplio, así como la de los capítulos de Fernando Prestes de Souza y Priscila de Lima Souza sobre el lugar del trabajo calificado y artesanal en Brasil, sobre de la historia del trabajo femenino a cargo de Valeria Pita o del artesanado colonial chileno y los trabajadores uruguayos sobre los que se ocupan Hugo Contreras y Alcides Beretta, respectivamente. Primero, la necesaria interlocución entre las investigaciones relativas al mundo del trabajo colonial con la correspondiente al siglo XIX, que son los grandes periodos sobre los que aquí nos ocupamos.³ Segundo, la necesidad de articular nuevamente los estudios de historia económica y social para avanzar en espacios de estudio descuidados hace ya largo tiempo, pues la historia material sí importa (Piqueras 2008), así como el estudio de los procesos productivos o el trabajo propiamente dicho (Womack 2007); y, tercero, la necesidad de impulsar el trabajo de sistematización y análisis de fuentes y acervos documentales, tareas que pareciera han perdido la importancia atribuida otrora a la investigación histórica; esta centralidad inherente a nuestro quehacer ha disminuido frente a la actualidad de perspectivas que subrayaron la decadencia de la historia social y no solo las limitaciones del determinismo económico.

    Finalmente, sobre los cortes cronológicos quiero señalar que la división en historia colonial y del siglo XIX (la de la etapa nacional de los países de América Latina) corresponde a un criterio de clasificación sin duda útil y válido en muy diversos aspectos, pero como indicó hace ya más de dos décadas Magnus Mörner (1992), la independencia como punto de inflexión y con ella las grandes transformaciones de orden político impulsado por la crisis de la monarquía española, o la independencia brasileña respecto de la monarquía lusitana, se han convertido en un obstáculo que nos impide justipreciar la relación cambio/continuidad de lo que denominamos cambio social, diagnóstico que hago mío en lo que se refiere al mundo del trabajo. Así, la independencia política o como otros señalan, la emergencia del nuevo orden político, surgió (qué duda cabe) naturalmente con gran centralidad en la historiografía latinoamericana del siglo XX y creo que también en lo que llevamos del siglo XXI, pero, en contraste, los estudios sobre el trabajo, los trabajadores y su mundo durante el siglo XVIII y XIX requieren mayores reflexiones por parte de los estudiosos y especialistas de este periodo.

    De hecho, me permito una reflexión particular sobre la producción novohispana y mexicana (que sugiero puede extenderse a algunos otros países del continente americano) y esta se refiere a que la otrora prolífica historiografía sobre el trabajo novohispano, con fuertes vínculos con la historia económica disponible para el periodo colonial, no tiene una contraparte similar para el periodo comprendido entre 1821 y 1860-1870. Pareciera que la caracterización de estos años, como el periodo formativo de las naciones modernas cuya principalísima preocupación se ha centrado en la vida política, ha contribuido a desatender otras áreas y problemas históricos, como el que se refiere a intentar periodizaciones diferentes que nos permitan pulsar la evolución del mundo del trabajo sobre el que incluso, para las primeras décadas del siglo XX, aun con los grandes cambios y rupturas, a veces se vislumbran herencias antiguas o su reformulación, es decir, que si reflexionamos dentro de marcos cronológicos más amplios buscando explicaciones a problemas que articulen sectores y modalidades laborales diferentes, probablemente avanzaremos más en el conocimiento sobre el mundo del trabajo y de los trabajadores.

    Una conclusión adicional que se obtiene al evaluar la producción historiográfica es que mientras para los trabajos novohispanos diversos especialistas se ocuparon de buscar, reunir, organizar e incluso publicar un grupo importante de documentos, para el estudio del mundo del trabajo decimonónico aún tenemos mucho que hacer en los acervos documentales, pues formular nuevas preguntas a la documentación histórica es fundamental (Hobsbawm 1968; Thompson 2001), pero al mismo tiempo resulta igualmente importante interrogar al material empírico, que no siempre está tan a la mano y en la superficie con se quisiera para la elaboración de nuevos trabajos académicos: obstáculos para la originalidad y la contribución al conocimiento del pasado.

    Finalmente, solo me resta agradecer a los autores su buena disposición y todo el trabajo realizado para elaborar los capítulos de este libro, así como todo el apoyo e interés de Manuel Chust, quien de manera diligente se interesó en este proyecto. Igualmente, agradezco el apoyo de Artemio Álvarez, quien desde la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa de la Ciudad de México contribuyó con la revisión de los trabajos, así como a AHILA y a todos los que participaron en la edición e impresión de este libro.

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    ¹ El debate en los Estados Unidos sobre el avance de la historia cultural apareció en diversas publicaciones en la década de los 1990: Mukerji y Schudson 1991, así como en la Hispanic American Historical Review.Véase Haber 1999, Dean-Smith y Jhosep 1999, Chase 1995.

    ² La literatura disponible sobre las organizaciones de trabajadores, en especial a partir del surgimiento de los sindicatos, a finales del siglo XIX y comienzos del XX, para el caso mexicano es amplia y amerita una reflexión aparte (Lear 2001, Illades 1996, Gutiérrez 2011, entre muchos otros que les antecedieron). Ese es el caso también de los estudios sobre sociabilidad urbana y violencia en América Latina, aunque para estos temas así como para las reflexiones sobre la adscripción étnica hay estudios que se ocupan del periodo colonial (Deans-Smith 1992 y 1994, Arrom y Ortol 2004, Pérez Toledo 2011, Castro Gutiérrez 2012, Pérez Toledo 2012 y 2014).

    ³ Por supuesto que esos vínculos debieran establecerse con otros periodos si queremos comprender el complejo mundo del trabajo.

    ⁴ Esta misma observación la ha planteado Pablo Piccato respecto del Porfiriato y la Revolución (Piccato 2010).

    HISTORIOGRAFÍA SOBRE LAS RELACIONES ENTRE LAS INSTITUCIONES COLONIALES Y LOS ARTESANOS DE

    HISPANOAMÉRICA A FINALES DE LA COLONIA

    Sergio Paolo Solano D.

    Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa

    PRESENTACIÓN

    En este artículo analizaré el progreso de algunas investigaciones que se han referido a las relaciones entre los artesanos y las instituciones del gobierno colonial en Hispanoamérica, para el periodo comprendido entre mediados del siglo XVIII, cuando se intensificó la implementación de las reformas borbónicas, hasta 1808, cuando se inició la crisis del imperio español, abriendo curso a las transformaciones políticas que en el caso de Hispanoamérica terminaron en el decenio de 1820.

    El estudio de esas relaciones es importante por varias razones. Una de ellas es que a lo largo de la Colonia las instituciones político-administrativas coloniales, incluyendo a distintas corporaciones como eran los gremios de artesanos, tuvieron una importante función autorreguladora y reguladora del orden y de la jerarquía social (Rojas 2007: 45-84). Otra es que para la segunda mitad del siglo XVIII algunas instituciones administrativas tuvieron crecientes necesidades de la fuerza laboral de hombres libres, ya fuese en el campo de las construcciones públicas, las factorías de tabacos y los sistemas defensivos militares.¹ En consecuencia, los nexos que pudiera establecer el artesanado con las instituciones políticas determinaban ciertas posibilidades laborales, económicas y políticas que podían incidir en el protagonismo social y político que alcanzaron algunas franjas de los menestrales, y en los procesos de diferenciación social entre ellos. La última razón tiene que ver con algunos aspectos de la configuración social de las colonias hispanoamericanas que, para el caso de los artesanos, solo es posible observar cuando vamos más allá de la historia estrictamente laboral y nos preocupamos por analizar variables como la raza y las milicias, entre otras.

    En este sentido, cualquier modificación de los nexos entre las instituciones y los sectores subalternos debió incidir positiva o negativamente en la posición de estos últimos en el orden social. A finales del siglo XVIII se operaba un replanteamiento de esas relaciones como resultado de la combinación de las reformas institucionales implementadas bajo el dominio de los Borbones y de los cambios sociales que se venían operando desde mucho tiempo atrás, los cuales incidieron en importantes aspectos de la vida social de los artesanos, como era la valoración del trabajo manual y la prestancia social.

    El artículo está organizado en tres partes. En la primera analizo los contextos en que surgió el interés por las ordenanzas de gremios, así como las consecuencias negativas del escaso diálogo entre las historiografías laboral y del arte en torno al estudio de los gremios y de sus ejercitantes. En la segunda reflexiono sobre los consensos a los que han llegado los historiadores en torno a las principales características de los gremios, la naturaleza de las relaciones entre cabildos y gremios, así como las diferentes interpretaciones existentes sobre las consecuencias de las políticas borbónicas sobre los gremios. En la tercera parte expongo lo que se viene avanzando de forma incipiente por parte de algunos historiadores sobre las relaciones institucionales de los artesanos, distintas a las que siempre habían mantenido con los cabildos, como era el caso de las milicias disciplinadas de finales del siglo XVIII. Se trata de un tema que ofrece muchas posibilidades para analizar las actuaciones políticas del artesanado novohispano, en especial en aquellas ciudades y villas en las que

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