Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Libertad, progreso y autenticidad: Ideas sobre México a través de las generaciones filosóficas (1865-1925)
Libertad, progreso y autenticidad: Ideas sobre México a través de las generaciones filosóficas (1865-1925)
Libertad, progreso y autenticidad: Ideas sobre México a través de las generaciones filosóficas (1865-1925)
Libro electrónico156 páginas2 horas

Libertad, progreso y autenticidad: Ideas sobre México a través de las generaciones filosóficas (1865-1925)

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

¿Dónde surgen las ideas? ¿Cómo piensan los filósofos? ¿Qué lugar ocupan los intelectuales en la sociedad? ¿Qué relación existe entre la filosofía y la política? ¿Cómo cambian las ideas, valores y creencias de una generación a otra? Partiendo del principio de que las ideas no caen del cielo, Alejandro Estrella aborda estos problemas al analizar la forma en que los filósofos mexicanos pensaron a nuestro país en las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX, el periodo decisivo que va de la instauración del régimen republicano a institucionalización de la Revolución Mexicana.

El libro recorre el pensamiento de tres generaciones de intelectuales mexicanos: los liberales de la segunda mitad del siglo XIX, los positivistas porfirianos y el Ateneo de la juventud, cada una de las cuales pensó la realidad nacional y proyectó el país que buscaron construir a partir distintos paradigmas: la libertad para los primeros, el progreso para los segundos y la autenticidad para los últimos.
Entre los autores analizados por Estrella destacan intelectuales de la talla de José María Vigil, Ignacio Manuel Altamirano, Gabino Barreda, Justo Sierra, Alfonso Reyes, José Vasconcelos y Antonio Caso. El libro permite adentrarse en la trayectoria y pensamiento de estos personajes, siempre a partir de una perspectiva que privilegia la dimensión social en la explicación del surgimiento y la circulación de las ideas.

Finalmente, la principal virtud de la obra es la relevancia de los temas que analiza. La libertad, el progreso y la autenticidad siguen siendo ejes centrales para abordar los problemas que aquejan a nuestra nación. Una mirada histórica sobre cómo fueron pensadas dichas ideas por filósofos del pasado nos pude dar pistas para reflexionar sobre los desafíos de los intelectuales y de la sociedad en general en el presente.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento21 dic 2015
ISBN9786079409203
Libertad, progreso y autenticidad: Ideas sobre México a través de las generaciones filosóficas (1865-1925)

Relacionado con Libertad, progreso y autenticidad

Libros electrónicos relacionados

Filosofía para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Libertad, progreso y autenticidad

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Libertad, progreso y autenticidad - Alejandro Estrella González

    Índice

    Portada

    Créditos

    Prólogo

    1. Un enfoque sociohistórico para el estudio de las ideas

    2. Forjadores de la patria: los liberales metafísicos

    3. El positivismo como producto escolar del régimen republicano

    4. Las polémicas entre metafísicos y positivistas: libertad y progreso

    5. El Ateneo de México: una generación en transición

    6. Democracia y autenticidad en Antonio Caso

    7. Hacia la filosofía de lo mexicano

    8. Conclusión

    9. Bibliografía

    Colofón

    Sobre el autor

    Libertad, progreso y autenticidad

    Ideas sobre México a través de las

    generaciones filosóficas (1865-1925)

    Alejandro Estrella González

    Créditos

    Libertad, progreso y autenticidad. Ideas sobre México a través de las generaciones filosóficas (1865-1925) / Alejandro Estrella González

    Primera edición electrónica: 2015

    D.R.©2015, Jus, Libreros y Editores, S. A. de C. V.

    en colaboración con Editorial Jus

    Donceles 66, Centro Histórico

    C.P. 06010, México, D.F

    Comentarios y sugerencias:

    (55) 12 03 37 81 / (55) 12 03 38 19

    www.jus.com.mx / www.jus.com.mx/ revista

    ISBN: 978-607-9409-20-3, Jus, Libreros y Editores, S. A. de C.V.

    Todos los Derechos Reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la copia o la grabación, sin la previa autorización por escrito de los editores.

    DISEÑO DE PORTADA: Anabella Mikulan / Victoria Aguiar

    PUMPKIN STUDIO holapumpkin@gmail.com

    FORMACIÓN: Anabella Mikulan

    CUIDADO EDITORIAL: Jus, Libreros y Editores, S. A. de C. V. y Aarón Cervantes Soria

    "Siempre que enseñes,

    enseña a la vez a dudar de lo que enseñas."

    José Ortega y Gasset

    Para Francisco Vázquez García

    1. Un enfoque sociohistórico para el estudio de las ideas

    Corría el año 1898 cuando el azar quiso que Trostki, por entonces encarcelado en una inhóspita prisión de Odesa, tuviera acceso a la traducción de diversos ensayos del filósofo italiano Antonio Labriola. Las tribulaciones por las que atravesaron estos textos hasta llegar a manos de un presidiario confinado en régimen de aislamiento debieron resultar extraordinarias. A Trostki puede que le mereciera la pena el riesgo. En estos ensayos reveladores encontró una sentencia concisa que le abriría definitivamente las puertas al universo del materialismo histórico: según afirmaba el filósofo italiano, "las ideas no caen del cielo". 

    Hoy día, aún no podemos decir que esta máxima constituya una guía metodológica compartida por todos los historiadores de las ideas, especialmente cuando estos mismos historiadores toman por objeto de estudio las producciones ideológicas que genera el discurso intelectual. Prestos a mostrar los anclajes mundanos de las ideas que producen otros grupos sociales, los intelectuales tienden a olvidar que sus ideas tampoco han caído del cielo. No cabe imputar este modus operandi a una suerte de cinismo inherente al trabajo intelectual. Los campos intelectuales se han constituido históricamente de tal forma que, parte del éxito en sus lances, depende precisamente de la capacidad para ocultar que el contenido de sus ideas está vinculado en diverso grado al contexto en el que éstas se produjeron. Podríamos decir incluso que el trabajo intelectual responde a una continua labor de depuración de sus anclajes mundanos, hasta generar un producto final que se caracteriza precisamente por ocultar ese trabajo de depuración. De esta forma, al deshistorizar la historia de este trabajo, la obra intelectual parece trascender sus condiciones particulares de producción y puede aspirar a presentarse dotada de universalidad. Pero si bajo el poder de encantamiento que poseen las ideas intelectuales asumimos de forma acrítica lo que ellas mismas se empeñan en ocultar y se resisten a revelar —a saber, que son el resultado de un trabajo de depuración de sus condiciones sociohistóricas de producción— corremos el peligro de considerarlas como caídas del cielo: bien producto de la misteriosa creatividad del genio, bien del juego de ideas que en forma de tradiciones convergen en su persona. 

    El ensayo que el lector tiene entre las manos toma como punto de partida el axioma de Labriola que tanto impresionó a Trostki. Su objeto de estudio son las representaciones ideológicas sobre México que ha producido el discurso filosófico mexicano. Por razones que expondré a continuación, el periodo que abarca este ensayo ocupa desde la definitiva instauración del régimen republicano al proceso de institucionalización de la Revolución, que tiene lugar a partir de la década de los 20 del siglo pasado. 

    El contenido que adoptaron las representaciones ideológicas durante este periodo dependió en gran medida de los avatares por los que atravesó la historia política mexicana: la reflexión filosófica se desarrolló y varió al ritmo de los profundos conflictos y transformaciones por los que transitó el proyecto republicano a lo largo de esos 60 años. Esta influencia de la vida pública sobre el discurso filosófico no sólo tuvo lugar en calidad de objeto de estudio. También se debió al hecho de que el campo intelectual mexicano carecía durante esos años de una autonomía suficientemente sólida. Las interacciones intelectuales se encontraban subordinadas a los conflictos entre las diferentes familias políticas del liberalismo mexicano, de forma que la agenda intelectual estaba marcada en gran medida por la agenda política. No sería hasta la década de los 20 del siglo pasado cuando los intelectuales mexicanos comenzaron a desarrollar una conciencia de sí como grupo social diferenciado, especialmente en relación a las redes políticas. Como consecuencia, en la década de los 30, las representaciones sobre México que producía el discurso erudito disponían de un mayor grado de autonomía respecto a las urgencias temporales del que gozaban tres décadas antes. Estos dos acontecimientos fundamentales —la inauguración de un nuevo orden escolar e intelectual bajo la Reforma y, a través del proceso revolucionario, la conquista de ciertas cotas de autonomía intelectual sobre la que tendría lugar la posterior constitución de un campo filosófico diferenciado y profesionalizado— conforman la horquilla temporal de nuestro trabajo. 

    A lo largo de esos 60 años, las ideas sobre México que produjeron los filósofos mexicanos estuvieron condicionadas por el variable grado de dependencia del universo intelectual hacia la esfera política y sus redes. La autonomía de la que logró dotarse el campo intelectual mexicano a lo largo del primer tercio del nuevo siglo vino determinada por dos factores: los efectos del proceso revolucionario sobre la posición social de los intelectuales —lo que contribuyó a su autopercepción como grupo específico respecto a las redes políticas— y el desarrollo de todo un entramado institucional que permitiría un conjunto de intercambios específicamente intelectuales. En este escenario, la actividad filosófica en México comenzó un periplo que la llevaría a dotarse de un perfil diferenciado y en vías de profesionalización. Fenómeno que termina de consolidarse a partir de la década de los años 30, cuando la filosofía mexicana deje de estar orientada exclusivamente hacia la docencia y se dote de una base institucional adecuada para la investigación y para la inserción en los circuitos filosóficos internacionales.¹ De este modo, a medida que el campo filosófico adquirió mayores cotas de autonomía y profesionalización, las preguntas y respuestas en torno al problema de México tendieron a expresarse, menos en clave directamente política y más a través de polémicas específicamente filosóficas. Esta relación cambiante entre el universo filosófico y el ámbito político constituye una de las líneas directrices de nuestro relato. Se trataría entonces de analizar bajo un enfoque sociohistórico la producción filosófica relativa a las representaciones sobre México, a lo largo de un periodo que comienza con el nuevo orden escolar e intelectual de la República Restaurada y que culmina, a través del proceso revolucionario, con un campo filosófico diferenciado y en vías de profesionalización en la década de los 30 del siglo pasado.²

    No obstante, considerar la dependencia del campo intelectual respecto a la lógica el universo político no supone reducir las polémicas intelectuales a meras relaciones de fuerza entre familias políticas. Esta suerte de reduccionismo nos situaría en el reverso del sesgo idealista que denunciaba Labriola y llevaría a considerar que las ideas filosóficas reflejan sin gasto ni trabajo las condiciones sociales desde las cuales se produjeron. Si las ideas de los intelectuales no caen del cielo, tampoco se elevan sin trabas desde la materialidad de la tierra. Para que un autor sea considerado como un interlocutor competente por parte de sus pares debe plegar sus intereses temporales a los debates contemporáneos y a la lógica intrínseca del campo intelectual en el que se sitúa. Pese al escaso grado de convertibilidad que regía el comercio entre el mundo político y el mundo intelectual en el periodo que nos ocupa, los discursos eruditos sobre México no pueden considerarse un mero reflejo de las discusiones que tenían lugar en el Congreso de la Unión. Esto se debe a que esos discursos eruditos se insertaban dentro de una problemática específica, en el marco de un conjunto de problemas complementarios que dotaban a este asunto de un sesgo característico y distintivo frente a la discusión estrictamente política. Esta problemática intelectual específica era el resultado de imbricar el debate sobre México con otros dos asuntos fundamentales: el del espíritu de la educación pública y el relativo a la vigencia de la metafísica. La posición adoptada sobre la naturaleza de la comunidad política mexicana y sobre los obstáculos que esta debía superar se vinculó a la pregunta por la educación pública, el papel del Estado y por las instituciones académicas adecuadas para generar una comunidad de ciudadanos. La discusión sobre las ideas políticas se superpuso así a un conflicto en torno al poder académico. Por otro lado, la pregunta por la educación introdujo la discusión sobre los principios en los que debía inspirarse esa formación ciudadana, debate que giraría fundamentalmente en torno a la oposición ciencia-metafísica. La resolución de esta cuestión habría de producir, se entendía, efectos decisivos sobre la comunidad política y su futuro. 

    Esta problemática triangular constituye el estado de la cuestión en torno al cual discuten, no sin ciertas modificaciones, los aspirantes a ocupar el centro de atención intelectual mexicano durante el último tercio del siglo XIX y el primero del XX. Campo de discusión cuyas líneas fundamentales no se alterarían hasta la década de los 30, cuando la profesionalización de la filosofía mexicana altere el orden del día introduciendo nuevas cuestiones (la diatriba razón e historia, la antropología filosófica, la axiología y la filosofía del derecho, entre otros), lo que provocaría que la reflexión sobre México se llevara a cabo desde nuevas coordenadas. En definitiva, otra línea directriz a la hora de reconstruir las sucesivas representaciones sobre México generadas por la inteligencia filosófica será considerar la forma en que dichas representaciones se insertaban en el marco de esa problemática teórica específica compartida. 

    Pero este marco discursivo no sólo actúa definiendo una frontera que distingue, aun de manera difusa, el terreno intelectual del estrictamente político. También funciona como un campo de posibilidades estratégicas que obliga a posicionarse a los diferentes agentes que compiten en él. Esta cuestión nos remite a la pregunta por la morfología que adquirió esta comunidad específica de fronteras variables. Y en este punto es necesario introducir el concepto generación. La

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1