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Rosenda y el Extranjero
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Libro electrónico63 páginas41 minutos

Rosenda y el Extranjero

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 Rosenda es una joven inquieta que llega a vivir a la ciudad de México a casa de su mamá grande. Escapa con Anselmo, un revolucionario zapatista que la llevará al cuartel del general Emiliano Zapata. Ahí inicia una gran aventura en medio de la revolución mexicana.
IdiomaEspañol
EditorialEdiciones SM
Fecha de lanzamiento15 sept 2015
ISBN9786072410817
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    Rosenda y el Extranjero - Paola Morán Leyva

    El inicio

    HACE poco, obligadas por los revolucionarios, mi madre y yo debimos escapar hacia la ciudad en una carreta de pollos. Ella dejó casi todas sus cosas, menos un pequeño y viejo cofre que, dice, será mi herencia.

    Llegamos a la ciudad y nos instalamos en casa de unos tíos. No es una casa muy amplia, pero vivimos bastante bien. Tiene varios cuartos y un patio central. En la parte de atrás hay vacas y se vende leche. Lo que más me gusta es tomar la leche directamente de la vaca, aunque mi madre me regaña porque eso no debe hacerse, pues la leche tiene muchos bichos y hay que hervirla antes de tomarla.

    La casa pertenece a la tía de mi madre, o sea mi tía abuela, aunque a ella le gusta que le digan Mamá grande. Yo así le digo. Mamá grande es una mujer peculiar. Ella es la que manda en la casa, y Papá grande hace lo que ella dice. Ella lleva el negocio de la leche, mientras Papá grande, en una máquina vieja, cose corbatas que luego intenta vender.

    Al revés del negocio de la leche, el de las corbatas no es próspero, pero es divertido verlo escogiendo y cosiendo las telas. Tiene retazos de todos los colores, con ellos hace corbatas chistosas. La última era roja con estrellas amarillas, horrible. Aunque no es por feas que no las vende, sino porque con la Revolución a nadie le importa comprar corbatas.

    En cambio, la leche siempre se podrá vender, y más ahora que dicen que estamos en plena revuelta. Yo me entero porque a Mamá grande no le importa hablar de política enfrente de mí.

    Ella dice que con don Porfirio todos tenían que comer, o por lo menos todos comían pollo, y que desde que llegó el señor Madero esto ha sido un caos. Luego asesinaron a Madero y se vino la bola.

    Cuando Mamá grande dice la bola quiere decir que los revolucionarios se alzaron en armas y ahora se pelean unos contra otros. Pero, en realidad, lo que le duele a Mamá grande es que mi tío Anselmo, el menor de sus hijos, se haya ido y esté metido en la Revolución. Y, peor aún, con los pocos que quedamos en la familia.

    Mis abuelos murieron en el pueblo. Mi papá también se fue con la Revolución. El resto de los hijos de Mamá grande andan desperdigados por el país, y ahora sólo somos ella, Papá grande, mi madre y yo.

    Recuerdo muy bien el día que mi papá se fue. Estábamos comiendo cuando llegaron los revolucionarios. A mí me escondieron detrás de unos sacos de arroz, que luego se llevaron. Pero no nos hicieron nada, no venían a hacernos daño, únicamente querían comida y les explicaron a mis papás que el país no podía vivir en la miseria en la que lo tenía sumido Porfirio Díaz.

    Mi papá quedó impresionado por esos hombres con sombreros grandes y carabinas 30/30 al hombro. Eso fue lo que más lo impresionó: las armas. Mi madre intentó convencerlo de que se quedara con nosotras, pero esa misma noche decidió irse. Según nos dijo, se uniría a la Revolución para combatir la injusticia. Y nos quedamos solas.

    Entonces, mi madre decidió dejar el pueblo y venir a la ciudad, a casa de sus únicos parientes; pero como los caminos son peligrosos tuvimos que escapar escondidas en un carreta llena de pollos. Me gustaba el pollo hasta ese

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