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En la orilla: gustos y colores
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En la orilla: gustos y colores
Libro electrónico148 páginas1 hora

En la orilla: gustos y colores

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Miguel D. Mena, editor de las "Obras completas de Pedro Henríquez Ureña" nos comenta: ""En la orilla: gustos y colores" No es seguramente una obra mayor. Buena parte ya había sido publicada [...] en revistas de España, México, Argentina, Cuba, Costa Rica y la República Dominicana. Son textos bastante significativos, sin embargo: por la concreción de ideas con pocos recursos, por su concepto dialógico y poético, por sus visiones respecto al ser, el sujeto. Estamos ante un libro que muestra su maestría ensayística, aparte de profundizar en aspectos filosóficos y visiones de la vida cotidiana [...] es un texto extrañamente cotidiano dentro de la bibliografía de Pedro Henríquez Ureña, un eco último de sus "Memorias" y un conjunto de ideas que tal vez no encajaban ni para el gran público de los diarios ni para el más selecto de las revistas universitarias".
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento8 jun 2015
ISBN9786078348794
En la orilla: gustos y colores

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    En la orilla - Pedro Henríquez Ureña

    1. Alfonso Reyes

    El libro de las jitanjáforas y otros papeles.

    Selección, prólogo y notas de Adolfo Castañón

    2. José Balza

    Red de Autores. Ensayos y ejercicios de literatura hispanoamericana

    3. Arturo Souto Alabarce

    Cuentos a deshora

    4. Emilio Uranga

    Análisis del ser del mexicano y otros escritos sobre la filosofía de lo mexicano (1949-1952).

    Selección, prólogo y notas de Guillermo Hurtado

    5. Armida de la Vara

    La creciente y otras narraciones

    6. Rodolfo Usigli

    Obliteración y dos conversaciones con George Bernard Shaw

    7. Saúl Yurkievich

    Del arte pictórico al arte verbal

    8. Pedro Henríquez Ureña

    En la orilla: gustos y colores

    9. José Kozer

    Una huella destartalada

    10. Angelina Muñiz-Huberman

    Arritmias

    Los derechos exclusivos de la edición quedan reservados para todos los países de habla hispana.

    Prohibida la reproducción parcial o total, por cualquier medio conocido o por conocerse, sin el consentimiento por escrito de los legítimos titulares de los derechos.

    Primera edición: enero de 2015

    D.R. © Herederos de Pedro Henríquez Ureña

    D.R. © Miguel D. Mena

    D.R. © Adolfo Castañon

    De la presente edición:

    © Bonilla Artigas Editores, S.A. de C.V., 2014

    Cerro Tres Marías número 354

    Col. Campestre Churubusco, C.P. 04200

    México, D.F.

    editorial@libreriabonilla.com.mx

    www.libreriabonilla.com.mx

    ISBN edición papel: 978-607-8348-39-8

    ISBN edición ePub: 978-607-8348-79-4

    Responsables en los procesos editoriales:

    Cuidado de la edición: Bonilla Artigas Editores

    Diseño editorial: Saúl Marcos Castillejos

    Diseño de portada: Teresita Rodríguez Love

    Hecho en México

    Contenido

    En la orilla: gustos y colores

    Apéndice

    Tres notas

    Matices mexicanos

    Miniatura pedagógica

    Miniaturas mexicanas

    Abreviaturas utilizadas

    Notas sobre En la orilla: gustos y colores. Miguel D. Mena

    Un abril para Pedro Henríquez Ureña.

    En la orilla: gustos y colores. Adolfo Castañón

    sobre Pedro Henríquez Ureña

    En la orilla

    [1a]

    En el principio era el caos…. El caos no ha desaparecido: está en torno nuestro a toda hora. Para el espíritu, el universo es caos. Armonioso quizás, sumiso a leyes, el mundo de la materia y de la energía física; pero enigmático el mundo del espíritu: nada lo justifica, nada lo explica. ¿Qué valor definitivo ha de tener el mundo espiritual, si su término natural es la extinción completa? ¿A qué, entonces, el esfuerzo continuo de creación en que se agita el espíritu?

    [1b]

    Como el universo es caos, o enigma, el espíritu, que es ansia de perfección, crea luz para iluminarlo, armonía para imponérsela. Con los materiales toscos del caos uni­versal, el espíritu crea el mundo perfecto. Unas veces, aspira sólo a poner paz entre los hombres, y crea la moral, los ideales de liber­tad y justicia: su cumbre son las utopías, mag­nas creaciones espirituales del Mediterráneo. Otras veces, crea el espíritu su mundo perfec­to en simple representación: el arte. Otras, en fin, la religión define —definía— formas ideales de vida, que los más aceptan como rea­lidades hasta concretas. Finalmente, existe la creación espiritual pura y perfecta dentro de una vida humana, cuando esa vida se da toda al mundo en generosidad. Tales vidas realizan la plenitud espiritual, hacen que cobre sentido, momentáneo siquiera, la existencia de todos.

    [2]

    Al recorrer la atestada galería de figuras que llamamos historia de la civilización occidental, nos detenemos siempre en Sócrates. Inútil compararlo con los fundadores de religiones: eso, aunque hayan sido hombres, paran en dioses, y a la doctrina que predicaron se suman la que heredaron con su tradición nacional y la que sus sucesores inventan en nombre suyo. Aventurado, si no imposible, decidir qué significación les atribuiríamos si conserváramos su doctrina sola y no como base de una iglesia; si, por ejemplo, Jesús no fuera el Cristo y Sakia Muni el Buda; Sócrates no sólo no es fundador de religión; es lo contrario: no en absoluto el inventor de la razón, pero sí su héroe y su mártir, el que aspiró a someterle todos los problemas de la vida, el fundador de la virtud que en la razón se inspira. Por eso es Sócrates el hombre máximo que ha nacido en Europa; es aquel cuya influencia ha durado más y durará mientras la civilización occidental no pierda —como no ha perdido aún, a pesar de todos los vaivenes, a pesar de todas las rectificaciones— la fe en la razón. Sin Sócrates, la civilización occidental carecería de su héroe epónimo.

    [3]

    ¿Q ue la obra de Sócrates se hubiera cumplido sin él? ¡Quién sabe! Las explicaciones deterministas de la historia quieren que los sucesos humanos ocurran en fecha fija, con héroes o sin héroes, o, como se diría en gusto romántico, con genios o sin genios. Bien: en América se da el caso; la Independencia se hizo en todas partes pero con héroes de muy distintas calidades. Y el Descubrimiento es la obra de un hombre, no mediocre como lo pretenden sus detractores, pero superior sólo en la perseverancia, no en la inteligencia ni en la virtud. Pero sin Sócrates la civilización occidental carecería de su héroe epónimo, que es además su mártir extraordinario. ¹

    [4]

    Todos recordamos aquellos libros viejos en que los términos de comparación, para grandes hazañas, eran Alejandro y César; los modernos, faltando a leyes esenciales de perspectiva, y confundiendo la audacia del propósito y la actividad genial con la ² obra, agregaban: Napoleón. Pero, si el valor

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