Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Twittergrafía: El arte de la nueva escritura
Twittergrafía: El arte de la nueva escritura
Twittergrafía: El arte de la nueva escritura
Libro electrónico145 páginas1 hora

Twittergrafía: El arte de la nueva escritura

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

En una era en la que cada vez más personas utilizan las redes sociales, Twitter está significándose como una de las más interesantes, intrigantes y llenas de ingenio e información útil. La utilización de sus mensajes ha cambiado la forma de comunicarse entre las personas y ha ayudado a la propagación de información clave para las revueltas en el norte de África o en otros acontecimientos más próximos. La gente aprende, habla y ama a través de todo un nuevo ecosistema mediático que no existía hace algunos años. En esta obra se analizan cómo los usuarios escriben en esta red social, cómo se lanzan mensajes, cómo los políticos y las empresas intentan llegar a los votantes y consumidores, cómo se generan turbas que en minutos “linchan” a un tuitero, pero, sobre todo, cómo los ciudadanos han tomado y conquistado esa nueva plaza pública virtual llamada Twitter. Trucos de experto, explicación de las principales abreviaturas y parte de los códigos ocultos que utilizan los hackers y los más jóvenes completan una obra perfecta para quien sienta curiosidad por cómo está cambiando la comunicación y sirva de guía a quienes quieran participar en este nuevo mundo de forma activa.

Mario Tascón es uno de los expertos en Internet más conocidos del panorama de medios en español y ha dirigido las versiones digitales de periódicos como El País o El Mundo. Mar Abad es la cofundadora de Yorokobu, una de las revistas de creatividad e innovación más interesantes de España.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento31 ago 2012
ISBN9788483196496
Twittergrafía: El arte de la nueva escritura
Autor

Mario Tascón

Periodista, dirige la empresa de transformación Prodigioso Volcán y preside la Fundación del Español Urgente (Fundéu). Asesor de más de veinte medios internacionales y consultor de empresas. Ha sido director general y creador de Prisacom, la editora digital del grupo Prisa, primer director de ElMundo.es y más tarde de ElPais.com. También fue fundador y editor de LaInformacion.com. Es maestro de Periodismo de la Fundación Gabo. Sus trabajos de diseño e infografía han sido galardonados internacionalmente por la SND (Society for News Design) y los Premios Malofiej. En el ámbito de la comunicación clara, ha desarrollado múltiples proyectos con las áreas jurídicas, de innovación, desarrollo digital y de diseño de diferentes empresas de banca, seguros, farmacéuticas, consumo y alimentación, así como con la Administración Pública española

Lee más de Mario Tascón

Relacionado con Twittergrafía

Libros electrónicos relacionados

Artículos relacionados

Comentarios para Twittergrafía

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Twittergrafía - Mario Tascón

    Mario Tascón y Mar Abad

    Twittergrafía

    El arte de la nueva escritura

    Créditos

    Mario Tascón (@mtascon)

    Socio director de Prodigioso Volcán S.L., dirige el Manual del español para Internet, redes sociales y nuevos medios de la Fundación del Español Urgente (Fundéu). Es consultor para varias empresas, maestro de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano de Gabriel García Márquez y miembro del consejo editorial de la revista Periodistas de la FAPE. Ha sido director general del área digital del grupo Prisa y director de ElMundo.es.

    Mar Abad (@marabad)

    Cofundadora de la empresa de contenidos Brand&Roses.es. redactora jefe de la revista de creatividad e innovación Yorokobu y subdirectora de la revista de destinos Ling.

    Diseño de cubierta: Estudio Pérez-Enciso

    © Mario Tascón y Mar Abad, 2011

    © Los Libros de la Catarata, 2011

    Fuencarral, 70

    28004 Madrid

    Tel. 91 532 05 04

    Fax 91 532 43 34

    www.catarata.org

    ISBN digital: 978-84-8319-649-6

    ISBN libro en papel: 978-84-8319-625-0

    Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, así como el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, http://www.cedro.org) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra.

    Los twitteros quieren ser leídos y retwitteados, para lograrlo deben esforzarse, expresarse bien, escribir bien, con conciencia, con un propósito bien definido.

    Elsy Rosas Crespo (@ensayista)

    Qué es Twitter

    Nunca había pasado: ahora accedes a la opinión antes que a la información. Conocemos las reacciones incluso antes de leer las noticias que las provocan. Así es Twitter. De ahí su éxito. El ciclo clásico de enterarse de algo, buscar luego las opiniones de los prescriptores (analistas, periodistas, familia o amigos), procesarlas y tener y emitir la propia se ha comprimido, casi es plano, incluso le hemos dado la vuelta: ahora sabemos la importancia de una información antes que la propia noticia. Es como si en el colegio nos dieran primero la nota y luego nos dijeran a qué asignatura pertenece.

    Sabemos del miedo de los demás a la fuga nuclear de Japón a la vez que nos enteramos de que se ha producido. Las personas a las que seguimos en Twitter nos cuentan si les parece mal o bien el resultado de unas elecciones antes de que asomen los primeros datos a las páginas digitales de los periódicos, ni qué decir sobre las horas que faltan para que alguno de esos números se publique en algún impreso, y nosotros ya sabemos lo que piensa nuestro entorno.

    Incluso la tele se quedó antigua: nos enteramos en nuestro móvil de que el Gobierno de EE UU ha matado a Bin Laden por los tuiteos sobre la operación que se desarrolló de madrugada, y vamos a ver por curiosidad la cuenta de un tipo que tuiteaba desde la casa de al lado —¿sería de la CIA?— y que relató el asalto con los helicópteros en plena noche paquistaní. Lo dicen todos: era de la CIA.

    También supimos de la muerte de Michael Jackson antes de que nos lo contara la tele y de los rumores sobre las causas del deceso. Incluso muchas veces en Twitter se ha matado a alguien que todavía no estaba muerto y ha habido que resucitarlo (digitalmente, se entiende), ya que es el mejor caldo de cultivo para la difusión de informaciones (y rumores). Sin parangón. Twitter parece un medio de comunicación, pero es un canal en el que hay muchos medios, algunos de ellos nosotros mismos.

    Twitter no es únicamente un teletipo gigantesco (que lo es), ni el sistema público más impresionante hasta hoy para distribuir información de última hora (que también lo es). Sirve para estar en la pomada, para estar a la última, para no perderse una, para participar en un chat cuasi permanente, para compartir ideas y saber qué piensan los demás casi de inmediato sobre cualquier cosa, para tener cerca a los que físicamente están lejos y para poder construir conversaciones múltiples en tiempo real.

    Mucha gente piensa que Twitter engancha, que crea adicciones. Twitter es, sobre todo, información compartida y feedback continuo sobre lo que se dice. La gente comenta lo que acabamos de publicar y nosotros retuiteamos lo que otros hacen, o mandamos mensajes a gente que, en otro momento y en la vida real, algunas veces es lejana y que Twitter nos acerca sorprendentemente. Aquí podemos intercambiar alguna frase con un cantante famoso, una modelo o un experto en seguridad nuclear, pero también seguirlos silenciosamente y ver qué van manifestando y haciendo, a medida que lo publican.

    Asistir a las conversaciones públicas resulta un poderoso incentivo que nos hace estar asomándonos de cuando en cuando a través de ese nuevo ojo de la cerradura y ser voyeurs de una parte de la vida, los coloquios y los pensamientos de los demás.

    Todo ello en un entorno más salvaje que Facebook donde solo estamos, como dijo alguien hace algún tiempo, con los amigos del colegio y la familia, mientras en Twitter compartimos cosas con quienes nos hubiera encantado pertenecer a su pandilla y divertirnos al salir del instituto.

    De repente, una noche, a alguien se le ocurre crear un chiste sobre la última crisis agrícola entre España y Europa, y miles de personas se lanzan a generar una cadena de chistes para ver quién suelta la gracia más ingeniosa y recomendar aquellas del resto que más les gustan. Quienes lanzan mensajes aprenden muy rápido lo que significa la adrenalina de que otro (conocido o no) retuitee el mismo, o le diga algo: ¡¡Es una conversación de verdad!!

    Twitter no deja de ser un heredero natural del éxito que han tenido en otros momentos los Messenger, los chats, incluso de las famosas party-lines de los años ochenta-noventa en las que se llamaba a unas líneas de coste fijo para participar en conversaciones telefónicas colectivas, eso sí, antes de que se regularan por precios abusivos.

    Nuestra imagen digital

    Twitter sirve también para proyectar una nueva imagen pública de uno mismo: la que uno quiere tener. Como decía un antiguo dicho sobre la posibilidad de ocultar nuestra personalidad en Internet: En la red nadie sabe que soy un perro, en Twitter es todavía más verdad. Con los mensajes que enviamos, por el perfil de las personas a las que seguimos y las que nos siguen, uno va estableciendo su perfil virtual, su imagen digital, aquella que quiere mostrar. Bien es cierto que siempre se nota bastante lo que somos en realidad. No podemos disimular todo el tiempo.

    Asistimos a una carrera en la que individuos y empresas intentamos parecer más cultos, más interesantes, más majos, más majetes, incluso más guapos (una buena foto siempre ayuda) en esta nueva vida digital que, cual segunda oportunidad, nos ha otorgado Twitter.

    Las empresas

    Compañías que nunca habían hecho mucho caso a sus clientes ahora se desviven en Twitter con el último de ellos. Aquel tipo engreído del instituto ahora derrocha simpatía y nos saluda todas las mañanas. El político que nunca habló con sus votantes se vuelve loco contestando a sus seguidores en Twitter. Pero también los consumidores y votantes exigen que empresas y partidos políticos les contesten: si no, ¿para qué han abierto cuenta en Twitter?

    Las compañías que provienen de un mundo en el que estaban acostumbradas a hablar se ven obligadas a escuchar. En realidad, deberían aprender a dialogar en un nuevo entorno y contrato de comunicación con sus consumidores para lo que sus

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1