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El Niño Predicador
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Libro electrónico185 páginas2 horas

El Niño Predicador

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Con gran calidez y simplicidad, Alejandro Arias relata la historia de su camino desde recibir el llamado a predicar cuando era jovencito, a convertirse un evangelista internacional. Las experiencias sobrenaturales que ha atestiguado, como la historia de su propia sanidad te inspirará y desafiará. En â El Niño Predicador: Una Travesía Sobrenatural, aprenderás maneras prácticas de desencadenar y vivir los sueños que Dios tiene para ti. También recibirás un vistazo de lo que te espera en el reino celestial y como caminar en el poder del Espíritu Santo.
IdiomaEspañol
EditorialeBookIt.com
Fecha de lanzamiento26 abr 2016
ISBN9781939748997
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    El Niño Predicador - Alejandro Arias

    Reconocimientos

    Alejandro Arias es un joven tocado por el cielo para ser usado en su generación y llevar adelante los maravillosos propósitos de Dios. El niño predicador – una aventura Sobrenatural es el relato de cómo el poder milagroso y trasformador de Dios y la llenura del Espíritu Santo pueden usar radicalmente a alguien, incluso a un niño. La historia de Alejandro nos sumerge para inspirarnos, en su viaje como niño predicador

    ¡Usted amará este libro!

    Pastor Gary Costello

    Iglesia Awesome, Sydney, Australia

    La vida y ministerio de Alejandro da cuenta de un incuestionable llamado de Dios para su vida. Mientras avance en la lectura, usted será testigo de su respuesta y de los milagros que siguen a su ministerio. Con entusiasmo, yo recomiendo este libro que estimulará y hará crecer su fe en nuestro Padre Celestial.

    Pastor Patrick Humberstone

    Iglesia Oceans and Cornerstone, Perth, Australia

    Este libro espectacular es la biografía inspiradora de un niño quien fue confrontado con el llamado de Dios para su vida a través de una visitación sobrenatural. Usted será desafiado por la pasión de este joven predicador, conocido como El pequeño pastor y por su insaciable pasión por ver el Evangelio predicado y las personas venir a Jesús. A través de este libro será motivado a buscar un avivamiento personal tanto como a participar del corazón y de la pasión de Dios por la redención de la humanidad.

    Pastor Alan Wills

    Bridgeman COC, Brisbane, Australia

    El niño predicador – Una aventura sobrenatural es una historia atemporal, un testimonio del cambio rotundo que tomó la vida de Alejandro Arias y que lo convirtió en un apasionado y ungido evangelista, y así como él quiso compartir el trabajo del Espíritu Santo en su propia vida tú también aprenderás a desarrollar una amorosa y confiada relación con Él.

    Dr. Javier Espinosa

    Presidente de Christian Fellowship, América Latina

    Alejandro Arias es, sin lugar a dudas, un hombre elegido por Dios. Desde muy temprana edad fue apartado para convertirse en una herramienta para la expansión del Reino de Jesucristo. Por esa razón, estoy seguro que este libro será para usted un testimonio genuino de la grandeza de Dios y de lo que El tiene preparado para todos aquellos que lo reconocen como su Señor y Salvador.

    Dr Alberto M. Delgado

    Presidente de Ministerios Hispanos Asociados de Gran Miami

    Pastor Senior, Iglesia Alfa y Omega

    Agradecimientos

    No hubiera sido posible escribir este libro sin contar con la ayuda de grandes hombres y mujeres, miembros de mi familia y líderes de la iglesia quienes colaboraron conmigo en todos los años de esta maravillosa aventura.

    Quisiera agradecer en primer lugar a mi querida esposa Rebeca, por su colaboración en cuanto a tiempo, visión y asesoramiento. Sin tu amor y apoyo incondicional, yo no estaría donde estoy hoy y estoy muy agradecido de que podamos servir juntos al Señor. Gracias por ayudarme a hacer realidad este sueño.

    Quisiera también agradecer a mis padres por su amor y por todos los sacrificios que hicieron para que yo pudiera seguir el llamado de Dios en mi vida. Gracias, sobre todo, por su compromiso, dedicación y fidelidad a Dios.

    También quisiera expresar mi gratitud a mi querido amigo y padre espiritual, Orlando López Varela y a su esposa Xiomara de Varela, por su apoyo y asesoramiento cuando era solo un niño y por invertir su tiempo, amor y recursos en mi.

    Estoy en deuda con mis pastores Wilbert y Sonia por su cooperación e injerencia en mi vida. Gracias a mi mentor y amigo William Magaña por ayudarme a aprender los rudimentos de la fe. Quiero agradecer también al Pastor Delgado por ayudarnos con la transición de nuestro Ministerio Internacional Alejandro Arias desde Costa Rica a los Estados Unidos. Un agradecimiento muy especial a mi querida tía María Pervatt, por su trabajo esforzado con AAIM a través de los años. Gracias a Kathy y Glenn Shepherd y a Marcos y Dana Gunter, quienes fueron una segunda familia para mí en el tiempo en que viví en los Estados Unidos.

    Estoy muy agradecido por el Consejo de Directores maravillosos que Dios me dio tanto en Estados Unidos como en Australia. Gracias por todo su apoyo y recomendaciones, por su visión y por sobre todas las cosas, por su amistad. También quisiera agradecer a mi querido amigo y colega, al Evangelista Eton Mills, por tomarse tiempo para revisar y editar este manuscrito en inglés y a todo el equipo del Ministerio Buenas Nuevas para el Mundo para la versión en español. Expreso mi gratitud por el equipo de New Book Publishing por ayudarme a sacar adelante este libro en inglés y por todos sus aportes dentro de este proyecto.

    Por sobre todas las cosas, quiero agradecer a mi mejor amigo, el Espíritu Santo, por su inspiración, consejo, soporte y su fuerza a través de los años. Te agradezco Jesús, por salvarme y llamarme a tu servicio. ¡Agradezco a mi Padre Celestial por su eterno amor!

    Prefacio

    Es raro encontrar a un hombre joven con tanta pasión y un compromiso sin reservas como Alejandro Arias.

    Nacido en Costa Rica, comenzó a predicar el Evangelio desde una muy temprana edad – edad en la que la mayoría de los niños estarían pensando en jugar con sus amigos. ¡Pero no este niño! Uno entiende que el llamado de Dios no está limitado por la edad, sino por el designio divino. Tal nombramiento se ha visto en la vida del joven Samuel, en una época donde el llamado de Dios vino a un hombre joven con un oído para escuchar.

    Conocí a Alejandro hace dos años, cuando él y su esposa australiana, Rebeca, se trasladaron a Victoria, Australia.

    Como pastor, en el suroeste de Melbourne y líder regional de la red de iglesias cristianas de Australia, me topé con Alejandro en nuestra primera reunión. Hay una conexión especial que sucede cuando dos personas con un corazón de Reino se encuentran en la misma habitación. Con el tiempo hemos fortalecido nuestra relación y he comprobado que el compromiso de Alejandro con la verdad es real. Él no solo predica sobre la fe – camina en la fe. Dios le ha abierto puertas increíbles para predicar a través de su país y de las naciones del mundo. Alejandro es fiel a su llamado y a invertir su vida a predicar el Evangelio. Dondequiera que va, Dios se mueve de una manera sobrenatural con el poder del Espíritu Santo; particularmente a través de su predicación y de la imposición de las manos.

    Creo firmemente que usted será inspirado y bendecido por la lectura de su libro.

    Pastor Mal Macleod

    Iglesia South West Christian

    Melbourne, Australia

    Capítulo 1

    Alejandro, estás en el cielo...

    Los rayos de luz se proyectaban a través de la ventana, calentando suavemente mi habitación, a medida que el sol se elevaba sobre Alajuela, Costa Rica. Iba a ser un hermoso y cálido día en el valle, el tipo de día perfecto para un feriado nacional. Esa mañana disfruté el quedarme en la cama hasta pasadas las 6 am, hora en la que generalmente, me tenía que levantar para ir a la escuela. Tenía en ese entonces 11 años. A pesar de que la Escuela Primaria La Pradera estaba a sólo unas cuadras de distancia, nos levantábamos todos los días muy temprano para prepararnos, tomar el desayuno y tener tiempo para nuestro momento devocional con mi madre Dámaris, una fiel intercesora.

    Quedarme en la cama esa mañana me permitió también ponerme al día con el sueño, algo que necesitaba. Yo era bastante estudioso, algo así como un búho nocturno que solía quedarse despierto hasta tarde, tratando de memorizar las respuestas para los largos exámenes. Despertarme temprano por la mañana, entonces, se convertía en todo un reto. Me levanté más descansado e hice mis deberes, y mientras los hacía, comencé a pensar en que ocuparme el resto del día. Recordando que todavía no había saludado a mi mejor amigo: Jesús, sentí un deseo intenso de encerrarme en mi cuarto y orar.

    Como lo hacía siempre, encendí el reproductor de CD y comencé a adorar. Me había acostumbrado a hacer eso y a esperar en el Señor, durante todo el tiempo que le tomara a Su Presencia el saturar mi habitación. A veces eran necesarios sólo diez minutos en mi tiempo de oración, para que Él estuviera allí. Otros días tenía que perseverar y seguir adelante, esperando que Él viniera. Esa mañana, la Presencia del Espíritu Santo llegó instantáneamente, de forma tan abrumadora que sentí que respiraba Su unción.

    Inmerso en la adoración y estudiando su Palabra, pasé por lo menos tres horas. Cuando me di cuenta, había perdido toda conciencia del tiempo. Estaba tirado en el suelo con la cara hacia abajo, sintiendo que algo particularmente sobrenatural estaba a punto de acontecer. Me di vuelta y de repente mis ojos se abrieron a un Reino Celestial: vi a un ser alto y glorioso de pie a unos metros de mí. Yo lo miraba fijamente con asombro y tuve una sensación extraña, como si estuviera saliendo de mi cuerpo. Cuando volví la vista hacia abajo me vi a mi mismo tirado en el suelo, vestido con una túnica blanca con una banda dorada alrededor de la cintura.

    Una paz inmensa me inundó e instintivamente supe lo que tenía que hacer. Sin dudarlo me acerqué al ángel y lo seguí. El ángel se volvió y atravesó la pared de mi dormitorio y descubrí que yo podría hacer lo mismo. Mi cuerpo espiritual era capaz de atravesar lo sólido y lo material, así como Jesús lo hizo – cuando se apareció a sus discípulos – después de la resurrección.

    Del otro lado de la pared, me encontré a mí mismo de pie, en medio de la sala, en donde mi hermano estaba viendo la televisión. Pude escuchar a mi madre que preparaba el almuerzo en la cocina. Podía ver todo esto sin que ninguno de los miembros de mi familia fuera consciente de mi presencia. El ángel y yo salimos a la terraza de nuestra casa de dos pisos, que ofrecía, abajo, una amplia vista de nuestro vecindario. El ángel me tomó de la mano y de repente fue como si despegáramos, viajando por el cielo a una velocidad cósmica, velocidad que no tengo palabras para describir.

    Al pasar a través de la atmósfera y ya en el espacio exterior, alcancé a ver el Planeta Tierra mucho más abajo. Nuestro sistema solar pasó a nuestro lado como un destello y en un abrir y cerrar de ojos, estábamos en un lugar completamente distinto. Me vi a mí mismo caminando a través de un gran corredor, que finalmente se abrió y dio lugar a una pared muy grande. El enorme muro parecía estar hecho de un reluciente mármol blanco de una sola pieza y era tan hermoso que no se parecía a nada de lo que hubiera visto en la tierra. Caminamos bordeando el muro unos minutos antes de que me diera cuenta de que éste encerraba una ciudad. Me maravillé al pensar en lo increíble que era, que incluso antes de que hubiera ciudades amuralladas en la tierra, las paredes ya existieran en el cielo. Su propósito, sin embargo, parecía no ser el de mantener a los enemigos afuera, sino reflejar la grandeza y la gloria de nuestro Dios, quien se describe a sí mismo como un muro de fuego alrededor de su pueblo y su ciudad:

    Yo seré para ella, dice Jehová, muro de fuego en derredor, y para gloria estaré en medio de ella. Zacarías 2:5 (RV60)

    En poco tiempo, llegamos a una de las tres puertas en el muro. Hice una pausa, mirando asombrado la enorme estructura de madera maciza, que era algo así como una compuerta de las que existían en los antiguos castillos ingleses. Al ver que la puerta estaba sellada, esperé a que el ángel la abriera. Fue en ese momento en el que él me habló por primera vez, no en el tipo de voz audible, física, que escuchamos en la Tierra, sino más bien era como si su espíritu le estuviera hablando al mío. Hablaba sin palabras y yo sentía – más que escuchaba – lo que él me decía:

    Alejandro, estás en el cielo.

    De repente, un viento fuerte sopló a nuestro lado y abrió de forma brusca la puerta. Una niebla gruesa e intensamente cegadora salía de la entrada y cuando se aclaró, pude ver una larga habitación rectangular con una mesa que se extendía hasta el otro extremo. La mesa estaba decorada de forma preciosa, con un mantel de lino blanco y sobre él un camino de mesa de satén rojo. También había tazones de oro llenos

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