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Cuestiones De Fe Y Ciencia: Una colección de cartas del Lubavitcher Rebe
Cuestiones De Fe Y Ciencia: Una colección de cartas del Lubavitcher Rebe
Cuestiones De Fe Y Ciencia: Una colección de cartas del Lubavitcher Rebe
Libro electrónico429 páginas6 horas

Cuestiones De Fe Y Ciencia: Una colección de cartas del Lubavitcher Rebe

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Cuestiones de Fe y Ciencia, una verdadera obra de arte, demuestra dos cosas: 1) la irrefutable certeza de que la Torá contiene verdades absolutas que ninguna fuerza puede contradecir; 2) que el método científico moderno avala esta convicción milenaria. Y la autoridad del Rebe en ambas esferas —la de la convicción absoluta y la del conocimiento científico— está más allá de toda duda.
El enfoque del Rebe es lúcido y no se presta a ambigüedades: puesto que Di-s “observó la Torá y creó el mundo”, el “producto” —el mundo y su naturaleza— no puede contradecir el “bosquejo” en base al cual fuera creado. Así, la Torá es la única fuente de conocimiento genuino, perfecto y concluyente de cualquier disciplina, incluyendo los fenómenos investigados por la ciencia. En contraste, el conocimiento que la ciencia obtiene con el acopio de información empírica es limitado, relativo y mutante. Por lo que no se le puede asignar el carácter de “verdad“. Esta idea, sin embargo, no degrada la importancia de la ciencia y su capacidad en cuestiones prácticas como la ingeniería, la medicina, etc. (Dicho sea de paso, también el pensamiento científico contemporáneo reconoce que la ciencia no busca “verdades” sino probabilidades más aceptables).
Esta perspectiva incondicional es el fundamento de todas las enseñanzas y explicaciones del Rebe en estas esferas.
El Rebe enfatizó en numerosas ocasiones que el desarrollo contemporáneo de las ciencias más bien las reconcilia con las palabras de nuestros Sabios. Ya hemos mencionado la unidad del Creador percibida con la observación de la unidad en la Creación. El Rebe señala al respecto la unidad de materia y energía, así como la unidad de fuerzas naturales diferentes, producto de las investigaciones de Einstein y de la física moderna en general.
Cuenta el Profesor Herman Branover, director del Departamento de Magnetohidrodinámina de la Universidad Ben Gurión: “Yo mismo me vi privilegiado con sugerencias prácticas en las disciplinas de mi profesión —energía, turbulencia y magneto hidrodinámica— en numerosas ocasiones, incluso en la instalación de mi laboratorio en Beer Sheva, donde hemos realizado numerosas investigaciones y logrado avances tecnológicos de importancia, de los cuales el Rebe solicitaba permanentemente un informe minucioso. No una descripción general, sino un informe científico completo, con cifras y definiciones. En ocasiones, marcó el rumbo de las investigaciones, y hasta hubo oportunidades en las que tras instantes de lectura del material presentado señaló errores en los cálculos extensos y complejos realizados por ordenador, obligando a los calculistas a trabajar durante meses para identificar el error que, curiosamente, había pasado inadvertido a científicos expertos. ‘¿Cómo es posible?’, preguntan muchos. ¿Erudición científica? ¿Erudito en la Torá? ¿Inspiración Divina? ¡Indudablemente, tanto una cosa como la otra!”
También el Profesor Rozenblum, célebre matemático de la Universidad de Columbia, presentaba al Rebe todo artículo científico que publicaba, y recibía en respuesta instrucciones y consejos. El Profesor Green, famoso microbiólogo de la Universidad de Minnesotta y hombre de la NASA, envió al Rebe, a su pedido, más de 40 volúmenes de informes oficiales sobre el aspecto microbiológico del programa espacial norteamericano. En su respuesta el Rebe señaló algunos errores en el informe y contradicciones entre un volumen y otro.
IdiomaEspañol
EditorialBookBaby
Fecha de lanzamiento17 mar 2016
ISBN9789879107768
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    Cuestiones De Fe Y Ciencia - Rabí Menajem Schneerson

    Sudamericana

    EL REBE

    Una Breve Reseña

    El Lubavitcher Rebe, Rabí Menajem Mendel Schneerson, líder mundial del Movimiento Jabad-Lubavitch, ha sido descripto como la figura judía más fenomenal de nuestros tiempos.

    Para sus cientos de miles de jasidím y millones de admiradores diseminados por todo el mundo, sigue siendo el Rebe, la figura de mayor predominancia en el judaísmo contemporáneo y, sin lugar a dudas, el hombre peculiar que, él solo, lograra tocar las fibras más íntimas de la conciencia judía y abriera paso al despertar espiritual del judaísmo a escala mundial.

    Desde su estudio en el Centro Mundial Lubavitch de Nueva York, el Rebe generó un constante flujo de optimismo, fortaleza e instrucción que unió e inspiró a la judería internacional. De hecho, muchas de las innovaciones del Rebe se han arraigado tan profundamente en la vida judía que con frecuencia ya no se las identifica como originarias en Lubavitch.

    Rabí Menajem Mendel Schneerson es el séptimo Rebe en el linaje dinástico de Rebes de Lubavitch. El Movimiento Jabad Lubavitch fue fundado en el siglo XVIII por Rabí Shneur Zalman de Liadí (1745-1812), autor de la obra fundamental del pensamiento Jabad, el Tania, y del Shulján Aruj HaRav (el Código Judío de Leyes).

    El Rebe nació en el año 1902, el 11 de Nisán, en Nikolaiev, Rusia. Su padre fue el renombrado cabalista y sabio talmúdico, Rabí Leví Itzjak Schneerson, y su madre la Rabanit Janá, aristocrática hija de una prestigiosa familia de Rabinos. También era tataranieto del tercer Lubavitcher Rebe, quien llevara el mismo nombre, Rabí Menajem Mendel de Lubavitch, conocido también con el nombre de su obra rabínica, el Tzemaj Tzedek.

    A los cinco años su familia se mudó a la ciudad ucraniana de Iekaterinoslav, hoy Dniepropetrovsk, donde su padre fue nombrado Superior Rabino.

    Desde su más tierna infancia el Rebe dio muestras de una capacidad mental prodigiosa y muy pronto se vio obligado a abandonar el jeider—la escuela tradicional judía—pues superaba por mucho al resto de sus compañeros de aula. Su padre contrató para él maestros privados, pero posteriormente tuvo que ocuparse personalmente de su instrucción.

    A la edad de Bar Mitzvá el Rebe ya era considerado un ilúi, un niño prodigio en el campo de la Torá. Los siguientes diez años transcurrieron mientras el Rebe continuaba inmerso en el estudio de la Torá.

    El Rebe se encontró con el anterior Lubavitcher Rebe, Rabí Iosef Itzjak Schneersohn, en 1923, en Rostov, Rusia. En 1929 contrajo enlace con la segunda hija del Rebe Iosef Itzjak, la desaparecida Rabanit Jaia Mushka, en Varsovia.

    En 1941 logró salvarse milagrosamente del Holocausto europeo y emigró a los Estados Unidos. Su suegro, quien había arribado a las costas americanas un año antes, lo puso a la cabeza de las organizaciones que poco antes había fundado: Merkoz L’inyoney Jinuj—el Brazo Educativo de Lubavitch—, Majané Israel—el Servicio Social del movimiento—y Kehot Publication Society—el Departamento Editorial de Lubavitch—.

    Al poco tiempo el Rebe comenzaba a escribir sus eruditas notas y comentarios a varios tratados jasídicos y cabalísticos, así como una extensa variedad de Responsa sobre los más diversos temas de la Torá. Con la publicación de estas obras, su genio fue muy pronto reconocido por los eruditos judíos de todo el mundo.

    Luego de la desaparición de Rabí Iosef Itzjak Schneersohn, el 10 de Shvat del año 1950, Rabí Menajem M. Schneerson asumió el liderazgo del floreciente movimiento. Las actividades e instituciones de Lubavitch adquirieron muy pronto nuevas dimensiones. La filosofía de Jabad de llegar a otros, basada en el bíblico y te expandirás al oeste y al este, al norte y al sur (Génesis 28:14), se tradujo inmediatamente en acción, al tiempo que los Centros Jabad abrían sus puertas en docenas de ciudades a lo ancho del territorio americano.

    Motivado por un profundo e insaciable amor hacia el pueblo judío, el Rebe puso en marcha un programa sin precedentes para llegar a cada judío. Sus shlujím—los emisarios de Lubavitch—fueron los encargados de establecer Centros Jabad en cada rincón del globo. Estos hombres y mujeres de abnegada dedicación son fiel reflejo de la entrega de Lubavitch hacia todo el pueblo judío. Con mentes y corazones abiertos, responden a las necesidades de sus respectivas comunidades por vía de sus actividades religiosas, sus proyectos educacionales y sus programas de servicio social. No ha de sorprender, entonces, que Lubavitch se convirtiera, para numerosas comunidades, en el principal referente y en la dirección indispensable para todo lo referido a la tradición judía y su vivencia.

    Durante las cuatro décadas de inspirador liderazgo del Rebe, éste ha logrado que Lubavitch se convirtiera en la organización más dinámica y efectiva para llegar a la gran masa judía, manteniendo centros vitales en casi todas las comunidades judías del globo.

    Hasta el presente, unas 4500 instituciones de Lubavitch abarcan más de cincuenta países en seis continentes, y aquellas comunidades que aún no cuentan con una institución permanente de Jabad en su seno son visitadas periódicamente, y sus necesidades contempladas, por el Centro Jabad más próximo.

    Estas instituciones educativas, religiosas y de servicios sociales cumplen una variedad de funciones que benefician a todo el espectro comunitario judío, sin tomar en consideración su afiliación o procedencia. De hecho, aquellos programas impulsados por sentimientos humanitarios trascienden incluso la comunidad judía.

    Sólo en los Estados Unidos, más de 800 Centros Jabad prestan su permanente servicio a cada estado de la Unión. En Israel, los Jabádnikim—como se los llama cariñosamente—son particularmente apreciados por todos. Sus programas alcanzan a todos los segmentos de la sociedad israelí, independientemente de su afiliación política o posición social, ganando para ellos el respeto y la veneración de la población. Desde el soldado apostado en una aislada posición de observación o en el mismísimo frente de batalla, hasta el hombre de kibutz, cualquiera sea su extracción—todos, absolutamente todos, han manifestado una y otra vez su fascinación por el abnegado interés personal que el Rebe les dispensara por intermedio de sus fieles emisarios.

    Kfar Jabad, fundado en 1948 cerca de Tel Aviv, es una de las tantas ciudades que Lubavitch erigiera en Israel, y hace las veces de su Cuartel General allí. Sus singulares y múltiples instituciones educativas, laureadas por el gobierno israelí, se han convertido en conducto de vida espiritual para decenas de miles de ciudadanos israelíes.

    Rusia fue la cuna de Lubavitch, hace más de 200 años, y los heroicos esfuerzos de seis Rebes por mantener vivo el judaísmo bajo las más severas condiciones antes y especialmente después de la Revolución Bolchevique son desde entonces legendarios, y aún han de contarse.

    Quienes conocen en detalle los avatares de la supervivencia del judaísmo en lo que fuera la Rusia zarista y luego la Unión Soviética, saben que Lubavitch y sus Rebes jugaron un rol vital para mantener encendida la llama del judaísmo bajo las condiciones más opresivas que se puedan concebir.

    Luego de llegada la perestroika, la labor de Lubavitch continúa nuevamente en forma pública. El Rebe estableció allí inmediatamente más de 40 instituciones de estudio, Ieshivot, Jadarím, etc. Centenas de jóvenes Rabinos, emisarios del Rebe, se han establecido allí, y a medida que el desarrollo lo permite, las instituciones judías en el espíritu de Lubavitch continúan propagándose a un ritmo vertiginoso por los países de la Comunidad que antes formaran la Unión Soviética.

    Casi no hay países en que no se hayan establecido instituciones de Lubavitch. Una somera muestra manifiesta el amplio abanico de geografías: Argentina, Australia, Austria, Bélgica, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Inglaterra, Francia, Holanda, Hong Kong, Hungría, India, Italia, Marruecos, Nepal, Paraguay, Perú, Escocia, los países que antaño formaran la Unión Soviética, Sudáfrica, España, Suiza, Túnez, Uruguay, Venezuela, y la reunificada Alemania.

    Estas instituciones monitorean el pulso de la vida judía en sus respectivas comunidades, y contribuyen a su vitalidad y crecimiento espirituales. Los Directores Regionales reportan regularmente sus actividades y logros al Centro Mundial Lubavitch.

    Bajo la conducción del Rebe, la Casa Editorial de Lubavitch, Kehot, se convirtió en la editorial judía más grande del mundo. Publica y distribuye millones de libros, panfletos, cds y material para la educación en hebreo, idish, inglés, ruso, español, francés, portugués, italiano, árabe, farsi, danés, alemán y un sinfín de idiomas más.

    La Biblioteca y Archivo Central de Agudat Jasidéi Jabad, aledaña al Centro Mundial Lubavitch en un edificio de cuatro pisos y anexos, es una de las más preciadas reservas de literatura judía, y cuenta con una fabulosa colección de libros y manuscritos antiguos y modernos.

    Muchas veces hemos oído decir al Rebe que no podemos descansar hasta haber asegurado que cada niño judío recibe educación judía.

    El sistema de escuelas diurnas, del cual Lubavitch fuera la fuerza pionera, ha desplazado en gran medida la ideología prevaleciente antaño de que la educación judía era una suerte de miserable apéndice al verdadero objetivo de adquirir una educación secular. Desde entonces, las escuelas judías diurnas se han convertido en algo aplaudido. Este, al igual que otros tantos programas de Lubavitch destinados a llegar a la masa judía, ha servido de pauta para ser emulada por otros.

    El Rebe enfatizó continuamente la imperiosa necesidad de llegar hasta la juventud y los adultos jóvenes alienados para devolverlos a sus genuinas raíces judías. Y se ha ocupado personalmente de fundar establecimientos de educación especial para ellos.

    Desde Ieshivot de turno completo para hombres y mujeres judíos sin preparación ni conocimientos previos, hasta literalmente decenas de miles de grupos de estudio en Centros Jabad y sinagogas de todo el mundo—el Rebe ha sido, y continúa siendo, la fuerza vital detrás de este proceso masivo que ha afectado en su totalidad el espectro de la vida judía.

    Sus difundidas campañas de Mitzvot y festividades han encendido masivamente la llama de la devoción y la entrega al judaísmo, creando una virtual revolución espiritual entre aquellos que antes se mantenían alejados de lo judío.

    Las unidades móviles de Jabad—los Tanques para combatir la asimilación, como las llamaba el Rebe—se han convertido en un fenómeno familiar en las calles de muchas comunidades urbanas y suburbanas del mundo, incluyendo la cosmopolita Buenos Aires. Ofreciendo "Mitzvot inmediatas para gente en marcha, estos Mitzva-tanks" estimulan a sus visitantes a participar de una mitzvá, urgiéndolos a acercarse sin miedo a su preciosa heredad judaica.

    De Melbourne a Londres, de Casablanca a Los Ángeles, por conducto de las numerosas escuelas, centros juveniles, instituciones, agencias y actividades de Lubavitch establecidas y mantenidas con los constantes esfuerzos del Rebe, es incontable la cantidad de judíos, para muchos considerados perdidos, que han hallado su camino de regreso a casa.

    Una historia que se cuenta de los primeros años de vida del Rebe parecería resultar sumamente simbólica de gran parte de lo que habría de deparar el futuro. A los nueve años, el joven Menajem Mendel se arrojó a las aguas del Mar Negro para salvar la vida de otro niño que había caído de la cubierta de un barco.

    Esta sensibilidad hacia otras vidas en peligro parecería dominar su conciencia. Judíos ahogándose, sin que nadie escuche sus clamores de ayuda; niños judíos privados de una educación judía fiel a nuestra herencia milenaria; judíos residentes en ciudades o campos universitarios, en comunidades aisladas, bajo regímenes represivos—todos necesitando ayuda.

    El Rebe aspiró permanentemente, sin pausa ni tregua, sin descanso, llegar a cada judío. Al mismo tiempo, movilizó a otros urgiéndolos a tomar parte en esta titánica tarea de llegar a otros judíos, de ayudarles, de educarlos, de unirlos.

    El Rebe fue un pensador sistemático y conceptual del mayor nivel. Su estilo de pensamiento analítico singular ha resultado en una monumental contribución a la erudición judía. Su brillante enfoque para entender el comentario clásico de Rashi, por ejemplo, ha revolucionado el estudio de la Biblia (una versión de estas alocuciones integra la edición del Jumash Gutnik de Ed. Ner). Más de 125 volúmenes contenedores de sus charlas, sus escritos, su correspondencia y su Responsa han sido publicados hasta el presente. Pese a esta fenomenal erudición, el Rebe exhortó constantemente a que el entendimiento intelectual debe conducir a la acción y a los actos de bien, a las Mitzvot, en la práctica cotidiana.

    La Serie Igrot Kodesh, una enorme colección cronológica de la correspondencia del Rebe, está en medio de su publicación. El volumen 19 apareció poco antes de que se compusiera inicialmente esta obra, y elevó el total de cartas publicadas hasta entonces a más de 5000, incluyendo sólo las escritas hasta el año 1950. La serie abarca sólo su correspondencia en hebreo e idish. La Editorial Kehot publicó parte de su prolífica correspondencia en inglés: La Letra y el Espíritu, Consejos del Rebe, Atentos a los Mensajes de la Vida, etc.

    Los escritos de Igrot Kodesh arrojaron cierta luz sobre el genio del Rebe y el éxito de Lubavitch bajo su conducción. Estas cartas fueron dirigidas a eruditos talmúdicos y a hombres de estado, a educadores, Rabinos, niños en edad de Bar Mitzvá o Bat Mitzvá, a científicos y profesionales, a activistas comunitarios, en síntesis, a hombres y mujeres de todos los estratos sociales e intelectuales.

    Los temas abordados en estas cartas cubren de manera sorprendente todas las esferas del interés judío y prácticamente cada área de la conducta humana. Van desde el misticismo hasta el Talmud, la filosofía jasídica, la problemática moderna y las disciplinas científicas. Irradian estímulo, inspiración y consejo. Reflejan la remarcable visión interior del Rebe acerca de la naturaleza humana.

    Probablemente, su celebridad como líder y forjador de campañas masivas y proyectos comunitarios fue una consecuencia natural de su originalidad como pensador y de su habilidad para unir lo conceptual con lo pragmático. En esencia, estas dos facetas, en el Rebe, fueron una misma cosa—su pensamiento y su acción, fragmentos de una misma motivación: la unidad absoluta de la Torá, del pueblo judío, de toda la humanidad, en el cumplimiento pleno del designio de la Creación.

    Los farbrenguens—Encuentros Jasídicos, usualmente en Shabat y Festividades—durante los cual el Rebe hablaba en público, constituían una experiencia inolvidable. El Rebe hablaba durante horas, sin referencias ni notas, refiriéndose a un amplio espectro de tópicos, ya sea profundas enseñanzas jasídicas o talmúdicas, cuestiones que afectan la calidad de vida judía, o eventos de carácter vital nacional o internacional. El Rebe enseñaba, guiaba y elevaba.

    Durante las breves interrupciones entre una y otra alocución del Rebe, los miles de judíos presentes se unían en una melodía jasídica y alzaban sus copas con saludos de Lejáim al Rebe.

    Entre los miles de jasidím apretujados en un farbrenguen en el Centro Mundial Lubavitch de Nueva York, uno podía encontrarse con gente de toda procedencia. Jóvenes y ancianos, líderes de la comunidad y personas simples, ricos y pobres, intelectuales y hombres comunes, todos juntos para escuchar y ver a su Rebe.

    Cuando el Rebe hablaba en días de semana, sus palabras se trasmitían en vivo vía satélite, por medio de una conexión telefónica especial, a la mayoría de los Centros Jabad del mundo y a estaciones de TV por cable en todo el territorio americano y ocasionalmente a algunas regiones de Sudamérica; con frecuencia, también a Israel, Europa, África y Australia, llevando su mensaje a millones de hogares judíos y no-judíos.

    Los farbrenguens del Rebe han sido descriptos como una singular amalgama de profundidad intelectual y celebración jubilosa; una experiencia que eleva, ilumina y motiva.

    Quienes consultaban o visitaban al Rebe por primera vez, generalmente lo hacían en virtud de su reputación como hombre de visión. Solían verse tomados por sorpresa. Esperaban encontrarse con el líder convencional, que impone su presencia a fuerza de personalidad. Lo que hallaban es difícil de definir. El Rebe, a pesar de la enorme complejidad de los temas que lo ocupaban, se dedicaba en forma absoluta y humilde a la persona con la que estaba hablando. Como si no existiera nada más.

    Cada domingo se reunía en el Centro Mundial Lubavitch una multitud de hombres, mujeres y niños que aguardaba paciente su turno para encontrarse con el Rebe cara a cara, momento en el que recibían su bendición. Al mismo tiempo, el Rebe daba a cada uno un flamante dólar para ser entregado a alguna caridad de su elección.

    Esta práctica atraía a gente de toda extracción, que a veces viajaba miles de kilómetros tan sólo por este momentáneo pero profundamente significativo encuentro.

    En sus años como líder de Jabad Lubavitch, el Rebe ha convertido al jasidismo en algo más que en un órgano del judaísmo; lo ha convertido en el corazón de la vida judía misma. No es de sorprenderse que la influencia del Rebe trascendiera la comunidad jasídica y penetrara profundamente en las arterias de la vida judía.

    En respuesta a las demandas de la época, el Rebe ha trascendido la comunidad judía llevando un mensaje universal a todos los hombres del mundo. Persistentemente ha convocado a tomar conciencia de la importancia crucial que reviste la educación de toda la humanidad, subrayando que el objetivo de la educación no es sólo el de proveer al niño con información sino, más esencialmente, desarrollar el carácter del niño, junto a su habilidad intelectual, con el énfasis puesto en los valores morales, espirituales y éticos. Sólo una educación de esta naturaleza permitirá al hombre reconocer la necesidad de convivir con sus semejantes respetando los derechos humanos fundamentales y cumpliendo sus obligaciones sociales.

    El Rebe siempre sostuvo que el hombre secular moderno sufre de una perpetua sed de valores morales y precisa una filosofía religiosa en base a los cuales vivir.

    Hablaba con frecuencia de la obligación de toda la humanidad de adherir a los Siete Preceptos Noájidos—el código universal de moral y ética, entregado por Di-s para toda la humanidad en Sinaí—y vivir en consonancia con ellos. Este modus vivendi, insistía el Rebe, es de máxima necesidad para devolver la salud mental y la estabilidad a un mundo sumamente perplejo.

    La brillante visión interior de la experiencia humana y de los eventos del mundo por parte del Rebe, su genuina compasión por los demás, su firme liderazgo y su genio constante, lo han convertido en una leyenda en su época, y le han granjeado la admiración, el respeto y la reverencia de todos los que han llegado a conocerlo.

    * * * * *

    Las Ciencias y la Tecnología a la Luz de las Enseñanzas del Rebe de Lubavitch

    Profesor Herman Branover Universidad Ben Gurión, Neguev, Israel de su libro Ma Rabú Maaséja (Kfar Jabad, 1992)

    Cuestiones de Fe y Ciencia presenta un importante número de cartas del Rebe de Lubavitch vinculadas a la ciencia en relación con nuestra fe. En esta introducción reseñaremos el enfoque del Rebe sobre estos temas. Es importante recordar, sin embargo, que no constituye más que la imagen personal que me he formado, sin pretender ser una exposición integral de la óptica del Rebe en un área tan específica.

    Nuestra época se caracteriza por el sorprendente desarrollo de las ciencias y la tecnología, un proceso iniciado hace unos 200 años que impuso su sello sobre el estilo de vida de la humanidad. Los adelantos tecnológicos y su penetración en las cuestiones cotidianas impresionan mucho a la gente y fortalecen una suerte de convicción en la propia fuerza. La ciencia especulativa y experimental obtuvo logros sorprendentes particularmente en la física, y estos, en esencia, llevaron a esta explosión tecnológica.

    A su vez, esta situación generó un para nada despreciable trastorno entre los judíos. Muchos justifican su alejamiento del judaísmo aduciendo que el mundo cambió. Aunque este pensamiento convive en las instituciones educativas laicas, donde el falso modernismo se apodera de por vida de los jóvenes, a decir verdad, también reina cierto desconcierto entre algunos educadores de instituciones religiosas.

    Estos confusos se dividen en dos grupos. Uno intenta armonizar la perspectiva de la Torá—alterando el fundamento mismo de su enfoque—con la de la era del progreso. El segundo, a veces desecha el desarrollo científico y otras se desentiende totalmente de éste, dejando al judío simple sin respuestas.

    La visión del Rebe es más que clara: en primer lugar, la explosión tecnológica no debe asustarnos. Estaba prevista por la Torá: en la sexta centuria del sexto milenio—o sea, a partir del año 5600 (1840)—se abrirán los portales de la sabiduría en lo Alto y también las fuentes de la sabiduría [secular] aquí abajo (Zohar I, 117a).

    En segundo lugar, tanto la ciencia como todo lo creado es, por naturaleza propia, neutral. Ni bueno ni malo. Como el mundo y todo lo que contiene fue creado en aras de la Torá y en aras de Israel y todo lo que Di-s creó en Su mundo, no lo creó sino para Su gloria, todo dependerá del empleo que el judío, en virtud de su libre albedrío, de al nuevo descubrimiento o la teoría científica perfeccionada. Si bien el Creador pretende que se emplee en función de lo sagrado, la ejecución práctica depende de la elección del hombre.

    El Rebe lo ilustra con el descubrimiento de las ondas electromagnéticas y el invento del receptor de radio. La comunicación radial amplía el círculo de judíos que pueden aprender Torá en forma simultánea. Además, la expansión de las ondas electromagnéticas que transportan la información por el aire cubriendo distancias enormes, cristaliza el estado mesiánico de se llenará la tierra del conocimiento de Di-s de una manera muy física y tangible.

    Por último, los fenómenos de los campos magnético y eléctrico permiten percibir mejor la unidad imperante en la Creación y, por su intermedio, también la unidad de Di-s. Hasta cierta época, la ciencia observaba los fenómenos eléctricos y magnéticos como dos fenómenos (y fuerzas) diferentes. Pero la mayor información experimental hacía cada vez más evidente un estrecho vínculo entre ambos, hasta que las comparaciones de Maxwell mostraron que esencialmente eran una misma cosa. En las ondas electromagnéticas hay una permanente conversión de energía eléctrica en energía magnética y viceversa, destacando más particularmente la unidad.

    CONTRADICCIONES ENTRE LA TORÁ Y LA CIENCIA: ¿EXISTEN?

    Hay una vasta literatura acerca de las así llamadas contradicciones entre la Torá y la ciencia, pero muchas de estas obras carecen de una óptica y un sistema definidos, por lo que no ayudan al lector a disipar el conflicto. En algunas hasta impera la apología, la tendencia a alterar el sentido literal de la Torá para armonizarla con lo que, a su juicio, es la opinión científica moderna.

    El enfoque del Rebe es lúcido y no se presta a ambigüedades: puesto que Di-s observó la Torá y creó el mundo, el producto—el mundo y su naturaleza—no puede contradecir el bosquejo en base al cual fuera creado. Así, la Torá es la única fuente de conocimiento genuino, perfecto y concluyente de cualquier disciplina, incluyendo los fenómenos investigados por la ciencia. En contraste, el conocimiento que la ciencia obtiene con el acopio de información empírica es limitado, relativo y mutante. Por lo que no se le puede asignar el carácter de verdad. Esta idea, sin embargo, no degrada la importancia de la ciencia y su capacidad en cuestiones prácticas como la ingeniería, la medicina, etc. (Dicho sea de paso, también el pensamiento científico contemporáneo reconoce que la ciencia no busca verdades sino probabilidades más aceptables).

    Esta perspectiva incondicional es el fundamento de todas las enseñanzas y explicaciones del Rebe en estas esferas.

    ¿Cuál es la respuesta del Rebe para quienes enarbolan el método de la apología, expresado, por ejemplo, en la tendencia a interpretar los seis días del Génesis como épocas y no como días literales, haciéndose eco de las numerosas teorías de los últimos cien años acerca de la edad del mundo, particularmente la Teoría de la Evolución?

    El Rebe enfatiza que sus primeros exponentes eran bien intencionados, pero incurrieron en un doble error: fallaron al desconocer la verdadera naturaleza de las hipótesis científicas, atribuyéndole características que no tienen ni pueden tener—eternidad y valor concluyente—. Los descubrimientos de la ciencia cambian permanentemente y ello no es sólo característico sino vital para su desarrollo. Además, pensaron que sus reinterpretaciones fortalecerían el apego de muchos judíos a la Torá y a sus Mitzvot, cuando las concesiones distancian en lugar de acercar.

    De descubrirse una contradicción, es preciso analizar la teoría desde un ángulo de observación fiel a la Torá y, paralelamente, revisar cómo resiste el análisis lógico, las normas y los criterios de la ciencia misma; es probable que entonces la contradicción se vea resuelta. No obstante, dice el Rebe, no hay que fijar vencimiento para esta solución. Es natural que el hombre, una criatura limitada, no siempre encuentre respuestas inmediatas a preguntas vinculadas con la naturaleza de un mundo creado por el Creador infinito.

    Con referencia al valor a asignar a las teorías científicas, el Rebe enfatiza que hay teorías que tratan fenómenos en los que el investigador puede tener un contacto directo e inmediato para descubrir características ocultas—como la teoría de la luz, la de la composición de la materia, o la de los fenómenos electromagnéticos—. Si bien estas teorías son las más confiables, no constituyen verdad absoluta por cuanto el método científico modifica sus teorías en virtud de nuevas investigaciones.

    Una segunda clase de teorías se dedica a cuerpos más distantes de nosotros; por ejemplo, las estrellas y las galaxias. Ante su enunciado es menester clarificar primero la interpretación de las señales recogidas durante su observación. Este tipo de teorías son menos confiables. Para demostrar su veracidad sería necesaria una cantidad infinita de experimentos, cosa que el hombre limitado no puede hacer.

    Por último, hay opiniones que se atribuyen el carácter de teoría, pero que a duras penas pueden denominarse conjetura o hipótesis. Son las que pretenden imaginar procesos naturales del pasado remoto. A este grupo pertenecen las teorías de la cosmogonía, la geología, así como la del desarrollo evolucionario del mundo vivo. Sin otro recurso, sus portaestandartes recurren a la extrapolación basándose en conjeturas, supuestos e intuición. Sus difusores (cuya primera intención era justificar su negación de Di-s) no confiesan a sus discípulos que están ante una conjetura que no sólo no es demostrable sino que su factibilidad ni siquiera puede verificarse.

    Si es así, ¿por qué encandiló la Teoría de la Evolución a tanta gente? El Rebe sostiene que la razón es sicológica. El individuo que olvida (o ignora) que el pensamiento humano no puede abarcar a Di-s, aborda el tema partiendo de sus concepciones humanas. Su reflexión sería más o menos así: Si tuviera que crear un mundo y dispusiera de dos opciones (1) crear todo lo inanimado, lo vegetal y lo animal por separado o, (2) crear la materia, asignarle leyes, y dejar que todo evolucione por sí mismo—elegiría la segunda opción. No me alcanzaría todo el tiempo del mundo para crear individualmente miles de millones de cosas. Este individuo, obviamente, no se percata de que está atribuyendo al Creador la capacidad limitada del hombre y su línea de pensamiento.

    Una segunda motivación sicológica es la tendencia a creer en las fuerzas propias. El hombre que no distingue las proporciones entre él y el Creador se ve seducido por la idea de que puede encontrar una explicación mejor que la del relato bíblico para la creación de las especies.

    En relación con el valor de las así llamadas conclusiones científicas obtenidas mediante la extrapolación retroactiva, el Rebe explica cuán antojadizas e improcedentes son. En primer lugar, la extrapolación, por definición, jamás deja de ser una conjetura. En segundo

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