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Hasta que Clarence Saunders abrió Piggly Wiggly en 1916 -en Memphis, Tennessee-, hacer la compra era una tarea bastante aburrida. En aquella época, el cliente entregaba su lista de necesidades al dependiente y este preparaba el pedido. Fin de la historia. Saunders se dio cuenta de que es te método generaba una pérdida de tiempo y de recursos, así que buscó una solución inédita: que los compradores se sirvieran ellos mismos. Rediseñó los pasillos del establecimiento, colocó cestas para el autoservicio, abrió las estanterías y -además- organizó metódicamente los productos más tentadores para sugestionar ciertas compras a sus clientes. De esta forma, Piggly Wiggly se convirtió en el primer supermercado moderno, pero también en el empuje definitivo de las marcas globales. Sopas Campbell, Coca-Cola, Kraft y sus galletas Oreo, los cereales Kellogg’s y muchas otras atrapaban a este nuevo consumidor capaz de elegir por sí mismo. Pero, las que un día fueron estrellas absolutas del lineal luchan hoy por conservar su hueco en el supermercado.
• LA PELA
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• La invasión rusa de Ucrania desencadenó interrupciones en el suministro de petróleo y gas mientras el mundo intentaba dejar atrás los efectos provocados por el colapso de las cadenas de suministros durante la pandemia. La combinación de ambos factores pronto se tornó asfixiante para los hogares. En España, sin ir más lejos, la inflación interanual alcanzó el 10,8% de compra de los españoles se ha encarecido en un 38% en los últimos tres años. La horquilla es amplia: desde un 5% en las maquinillas desechables, un 91% el azúcar o el zumo de naranja que subió un 81%. Pero sin duda, un papel destacado ocupa el aceite de oliva, cuyo precio se ha multiplicado por tres.