Son sabrosas, frescas, nutritivas y protegen la salud en múltiples aspectos. Sin embargo, para aprovechar al máximo su potencial, habría que seguir una indicación muy importante: consumirlas con el estómago vacío, para destinar la energía orgánica a la asimilación de sus elementos beneficiosos y “capitalizar” la sensación de saciedad que ayuda a controlarse en las comidas y no subir de peso. Sin duda, comer frutas sin tener en cuenta este precepto es casi lo mismo que tener un electrodoméstico ultramoderno en casa y no usarlo bien por no haber leído el manual de instrucciones. Acá te daremos las pistas más importantes para que tu “dieta frutal” sea, de ahora en más, tu mejor medicina y tu mayor aliada en la balanza.
Consumir sólo frutas en diversas preparaciones (jugos, licuados, al natural, etcétera) durante la primera mitad del día es un excelente hábito alimentario con cualidades desintoxicantes y depurativas, así como ayuda a llegar al almuerzo con menos hambre y más energía. La recomendación de seguir la “dieta de la primera mitad” ha tenido excelentes resultados en personas que decidieron cambiar sus costumbres a la hora del desayuno y ahora se sienten más livianos y cuentan con mayor protección de su salud gracias al aporte cotidiano de vitaminas, fibra y minerales. Ya sea para sentirse mejor de manera integral, para controlar el apetito y no engordar o para
