En Nuevo Laredo, ejecuciones arbitrarias y protocolo de impunidad
Durante minutos que se tornaron eternos, la zona centro de Nuevo Laredo, Tamaulipas, se llenó de los gritos de María Elena González, joven de 21 años con un embarazo de seis meses que suplicaba por ayuda para su esposo, Jacob Rodríguez, abatido por disparos de integrantes del 24 Regimiento de Caballería. Pasaban las 17:00 horas del 10 de marzo último.
María Elena y Jacob, de 20 años, se dirigían a la Cruz Roja para que a ella le hicieran un ultrasonido. Se transportaban en la camioneta de la madre de Jacob, una Yukon 2003 blanca, cuando escucharon detonaciones que obligaron al joven a estacionar su camioneta en una purificadora de agua.
De repente la joven escuchó un ruido ensordecedor y el estallido de los cristales de la camioneta mientras Jacob la empujaba al piso del vehículo para protegerla.
“Cuando me enderecé, Jacob ya traía un disparo en el cachete, salí gritando de la troca y los soldados me estaban apuntando. Les decía que no éramos gente mala, que íbamos a la Cruz Roja por un ultrasonido. Me seguían apuntando, caminé al otro lado de la troca y vi a Jacob en el suelo, un soldado le apuntaba y yo me aventé sobre su cuerpo para que no le dispararan.
Jacob, que esperaba su tercer hijo,
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