COCINERA DE SUEÑOS
«ESTE SITIO ME TRAE RECUERDOS FELICES DE MI INFANCIA. ME VEO SALTANDO A LA COMBA EN LA PLAZA, MONTANDO EN BICI Y CORRETEANDO POR TODO EL PUEBLO»
Pedraza, la preciosa localidad segoviana encaramada sobre una colina con vistas a la sierra de Guadarrama, bien podría confundirse con algún pueblecito recóndito de Sicilia, la Provenza francesa o el Ampurdán. Su atmósfera mágica de callejuelas empedradas, casas blasonadas y rincones inesperados ha inspirado a lo largo de los años a grandes directores de cine, que la han elegido como escenario de sus películas. Orson Welles rodó aquí su film Pilar Miró, y más recientemente Álex de la Iglesia ha situado en ella laIgualmente fascinado quedó el pintor vasco Ignacio Zuloaga, que compró el castillo a principios del siglos XX para sus estancias en estas tierras. La propiedad pasó a sus herederos, que crearon un museo abierto al público dedicado al artista (). Para Samantha Vallejo-Nágera (Madrid, 1969), cocinera, empresaria y presentadora del popular programa de televisión este enclave medieval es sinónimo de ocio, desahogo, descanso y familia. «No concibo un fin de semana, unas navidades o unas vacaciones de verano sin escaparme a Pedraza. Este lugar me trae recuerdos muy felices de la infancia. Me veo correteando por la plaza, saltando a la comba, jugando al escondite, probando mi primera bici... Aquí tomé mi primer botellín, tuve mis primeros coqueteos, mi primer La relación de la chef con el pueblo llega por el interiorista y diseñador Paco Muñoz, segundo marido de su madre, Sabine Déroulède. En la década de los 70, el matrimonio impulsó su vida cultural promoviendo la rehabilitación de casas abandonadas, defendiendo la conservación del patrimonio histórico, creando pequeñas empresas, como De Natura y Estaños de Pedraza, y atrayendo a un círculo de amigos ilustres a la zona. «Tengo muy presentes las comidas que organizaban, con la mesa decorada de manera espectacular, platos exquisitos -mi madre es una excelente cocinera-, y siempre con muchísimos amigos». Samantha ha heredado de ellos el arte de recibir, la mano en la cocina, el gusto por las flores, la vitalidad y un profundo amor por la villa medieval. Hace un par de años, después de pasar por delante una y otra vez mirando distraídamente el cartel de decidió embarcarse en una nueva aventura empresarial instigada por su marido, el enólogo Pedro Aznar. «El edificio llevaba varios años a la venta y un día, paseando por la plaza Mayor de camino a casa, Pedro me dio un codazo, lo señaló y me retó a comprarlo. Al principio me negué. Yo estaba divertidísima presentando el programa pero resultaba lo suficientemente agotador compaginarlo con el
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