Hace un año y medio, empezamos un nuevo ciclo con los indultos a los responsables del golpe a la democracia en Cataluña. Para los más optimistas, aquello sirvió para contener temporalmente a los autores del levantamiento, pero de verano a esta parte estamos viviendo todo tipo de aventuras. Primero fue la sedición. Cuando todavía no se había digerido: la malversación. El culmen es una intervención del Tribunal Constitucional y del Poder Judicial que enciende todas las alarmas. Pedro Sánchez quiso pasar a la historia por la exhumación del dictador. Pero puede hacerlo por la deriva antidemocrática a la que arrastra a España. Algo que se mira con lupa desde Bruselas, a la luz de la experiencia con la Hungría de Orbán y la Polonia de Ley y Justicia. Lo comentamos con Alberto D. Prieto, subdirector de El Español.