Muchos padres con hijos futbolistas, piensan que su hijo va a ser jugador profesional y se obsesionan tanto con esta idea que terminan destrozando la felicidad de su hijo que lo único que pretende es divertirse jugando al fútbol.
Quiero decir con esto que no podemos evitar que la base del fútbol sea amplia. En el camino, se va estrechando poco a poco. Es evidente que llegan muy pocos a la punta de la pirámide.   Esos pocos que quedan son los jugadores de élite que juegan al fútbol en las máximas categorías del fútbol base actual. Solo lo pueden hacer los mejores y son muy pocos comparados con los que practican este deporte.  El problema está en determinar quiénes son los mejores. Los entrenadores son los que lo deciden y los que forman estos equipos para enfrentarse contra lo mejor de las ligas de élite del país.   Sin embargo, algunos padres, al no ser aceptado su hijo entre este grupo de élite, en lugar de aceptar la situación real de su hijo, lo llevan de la mano a uno y a otro equipo para intentar colocarlo como sea dentro de este fútbol de élite.