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Los Gamers Piratas 4. Desafío final
Los Gamers Piratas 4. Desafío final
Los Gamers Piratas 4. Desafío final
Libro electrónico315 páginas2 horas

Los Gamers Piratas 4. Desafío final

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¡Mucho más que un juego!
Una niña nueva ha llegado a la clase de Pegaso y Delta: se llama Katerina y sus padres son los dueños de la Gran Feria de Baba Yagá, una feria itinerante de Inteligencia Artificia y Realidad Virtual.
Los Gamers Piratas y sus familias son invitados a la inauguración de la feria y allí aceptan el desafío de enfrentarse a Baba Yagá, la Inteligencia Artificial más avanzada del planeta, hecha a imagen de la famosa bruja.
¿Serán capaces de vencer la guerra entre seres humanos y máquinas? ¿Hasta dónde puede llegar una Inteligencia Artificial fuera de control?
IdiomaEspañol
EditorialDestino Infantil & Juvenil
Fecha de lanzamiento24 ene 2024
ISBN9788408284369
Los Gamers Piratas 4. Desafío final
Autor

Roberto Santiago

Roberto Santiago es el creador de la colección juvenil Los Futbolísimos, un fenómeno literario que ha vendido más de cinco millones de ejemplares en una veintena de países y ha sido adaptada al cine. Ha publicado varias sagas de misterio y aventuras que han sido distinguidas por sus valores para los lectores más jóvenes, entre ellas, Los Once, Las Princesas Rebeldes o Los Gamers Piratas. Por el conjunto de su obra literaria infantil y juvenil ha recibido el Premio Cervantes Chico. Recibió una nominación al Goya al mejor guion adaptado por El penalti más largo del mundo. Ha obtenido diversos premios teatrales, como el Enrique Llovet o el Premio Telón, por sus obras originales (El lunar de Lady Chatterley o Share 38). Su primera novela negra, Ana, se ha traducido a varios idiomas y también se ha convertido en la serie de televisión Ana Tramel, estrenada en TVE y en Netflix. La rebelión de los buenos es su segunda novela para adultos. Instagram: @roberto.santiago.escritor Twitter: @Robrto_santiago Facebook: Roberto Santiago

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    Los Gamers Piratas 4. Desafío final - Roberto Santiago

    Es medianoche.

    Un mar de nubes negras oculta la luna llena.

    En la oscuridad, dos sombras se disponen a entrar en una cabaña.

    Son un niño y una niña.

    No es una cabaña cualquiera.

    Tiene el tejado renegrido y resquebrajado.

    La chimenea, cubierta de musgo.

    Extraños símbolos pintados en las ventanas.

    De la fachada cuelgan muñecos de trapo y alambre, que se agitan con el viento.

    Lo más extraño de todo es que la cabaña está sentada.

    ¿Las cabañas pueden estar sentadas?

    Esta sí.

    Porque tiene dos grandes patas.

    Son como dos columnas naranjas a los lados de casa.

    Una escalera de madera conduce a la puerta.

    Los dos niños están delante de esa escalera.

    Tampoco ellos son unos niños corrientes.

    Él tiene el pelo revuelto y muchas pecas.

    Ella lleva su pelo negro y brillante recogido en una larga trenza.

    Son Pegaso y Delta.

    Los Gamers Piratas.

    Posiblemente, los gamers más famosos del mundo.

    Los jugadores que han batido todos los récords en el Mítica Infinite, el MMORPG más jugado del planeta.

    MMORPG significa massive multiplayer online rol-playing game.

    O «juego de rol masivo multijugador online».

    Delta y Pegaso graban las partidas y las suben a sus cuentas de YouTube y Twitch.

    Hacen streamings y tutoriales.

    Tienen millones de seguidores.

    Cientos de miles de personas se conectan a diario para verlos jugar en directo.

    Y no solo eso.

    Pegaso y Delta ocultan un secreto.

    El día que cumplieron once años…

    ¡Descubrieron que tenían superpoderes!

    Cuando están juntos, pueden desatar una potente energía para sanar a cualquier ser vivo.

    Incluso a sí mismos.

    Para activar su poder curativo, solo necesitan unir sus manos.

    Ahora mismo están muy cerca el uno del otro.

    Pegaso y Delta dan un paso juntos.

    Luego otro.

    Pasan por entre las uñas de gallina de la cabaña.

    La cabaña de la bruja.

    Ascienden por la escalera.

    Cuando están a punto de abrir la puerta, un cuervo grazna en el tejado.

    Los Gamers Piratas miran hacia arriba.

    El tejado de la cabaña está lleno de cuervos.

    Tienen los ojos rojos y brillantes.

    Observan fijamente a los dos niños.

    No pierden detalle.

    Pegaso respira hondo.

    Delta abre la puerta.

    Ambos se adentran en la oscuridad.

    Saben que se están metiendo en la boca del lobo.

    Pero no tienen otra opción.

    La vida de sus amigos y familiares depende de ellos.

    Los cuervos alzan el vuelo y entran revoloteando en la cabaña.

    Tras ellos.

    Pegaso y Delta se cubren la cabeza mientras los pájaros pasan por encima de ellos a toda velocidad.

    ¡BLAM!

    La puerta se cierra de golpe a sus espaldas.

    Una risa metálica resuena por la casa.

    —¡JAJA, JAJA, JAJA, JAJA!

    ¡FLASH!

    Las luces se encienden.

    Son tres antorchas en el techo.

    Los rodean las sombras y los cuervos, sobre las lámparas.

    Ya no son los únicos que contemplan a Pegaso y a Delta.

    También lo hacen sus propios reflejos.

    Alrededor de Delta y Pegaso hay cientos de espejos.

    Los Gamers Piratas se ponen espalda contra espalda.

    Miran sus reflejos multiplicados hasta el infinito.

    —¡Muéstrate, bruja! —exclama Pegaso.

    —¡JAJA, JAJA, JAJA, JAJA!

    La risa metálica se expande por todos los rincones de la cabaña.

    Suena siempre idéntica, a pares, con mucho ritmo: JAJA, JAJA, JAJA.

    La madera cruje aquí y allá.

    Cientos de Pegasos y Deltas los miran desde los espejos.

    Ni siquiera están seguros de lo grande que es la sala en medio de tantos reflejos.

    En uno de ellos, asoma de pronto la enorme nariz azul de la bruja.

    —¡Ahí! —exclama Delta.

    Pegaso se vuelve hacia donde señala.

    Pero la bruja y su nariz han desaparecido.

    Los niños ya no están espalda contra espalda.

    Se miran en un espejo más grande.

    Delta vacila.

    —Estaba segura de… —murmura.

    ¡Una figura encapuchada aparece tras ellos!

    —¡Detrás! —grita Pegaso.

    Los niños se dan la vuelta.

    Nada.

    —Está jugando con nosotros —suspira Pegaso.

    —Atento —dice Delta.

    Mientras hablan, la figura encapuchada vuelve a aparecer en otro espejo.

    Esta vez, Pegaso y Delta no la ven.

    Es una mujer alta y huesuda.

    Con una pierna humana y otra de esqueleto.

    Largos cabellos verdes y grasientos le sobresalen por el borde de la capucha.

    Se acerca, despacio, a Los Gamers Piratas.

    La tienen detrás.

    Justo encima.

    Pero no se refleja en los espejos.

    —HABÉIS PERDIDO —susurra la bruja mostrando sus grandes dientes.

    Pegaso y Delta se vuelven.

    Es demasiado tarde.

    Los ojos de la mujer relucen en la oscuridad.

    —¡DELTA! —grita Pegaso.

    —¡PEGASO! —exclama Delta—. ¡CUIDADO!

    La bruja hace un gesto con las manos.

    ¡CRAC!

    El suelo de la cabaña cruje.

    Empieza a ceder…

    Delta y Pegaso agitan las manos.

    Intentando agarrarse a algo.

    ¡El suelo se desmorona!

    Un enorme agujero se abre bajo los pies de Los Gamers Piratas.

    ¡Y caen al vacío!

    —¡NOOOOOOOOOOOOO!

    Pegaso y Delta caen…

    Y caen…

    ¡Y caen!

    —¡SOCORROOOOO! —suplica Delta.

    —¡AAAAAAAAAAAAAAAH!

    En la oscuridad, la oyen de nuevo.

    Una última vez.

    —¡JAJA, JAJA, JAJA, JAJA!

    Esa terrible risa metálica…

    ¡La carcajada triunfal de la bruja Baba Yagá!

    Pero, antes de volver a la bruja, más vale que vayamos al principio de la historia.

    Unos días antes.

    En el colegio María de Molina, todos los niños de clase estaban hablando.

    Gritando.

    Algunos seguían de pie.

    —No me lo puedo creer —dijo Pegaso sentado en su pupitre—. Daniella llega tarde a clase.

    Una niña con coletas, Rocío, dibujaba en la pizarra.

    Iker y Javi, dos niños con el pelo de punta, se tiraban bolas de papel de un lado a otro del aula.

    —¿Le habrá pasado algo? —preguntó Delta esquivando una bola de papel.

    —Claro que no —aseguró Rómulo recostándose en la silla—. Aunque sea la profesora, se le habrán pegado las sábanas, como a cualquier persona normal.

    Rómulo es el hermano gemelo de Pegaso.

    Cuando eran bebés, a Pegaso lo adoptó su familia.

    En aquel momento no sabían de la existencia de Rómulo.

    Rómulo pasó toda su infancia en un internado llamado El Nido.

    Los dos hermanos se reencontraron el día que cumplieron once años.

    Los padres de Pegaso iniciaron enseguida los trámites para adoptar también a Rómulo.

    Desde entonces, Rómulo pasa la mayor parte del tiempo con Delta y Pegaso.

    En Torresblancas, la urbanización en la que viven.

    Y también en el colegio del barrio, el María de Molina.

    Nos encantaba esa hora del día: Biología, con Daniella.

    Estaban dando el sistema nervioso: el cerebro, los nervios y las neuronas.

    Daniella no solo es la profesora de Ciencias de Rómulo, Pegaso y Delta.

    También es su tutora.

    Más todavía: su mentora.

    La que alentó a Delta y a Pegaso a grabarse jugando al Mítica.

    A compartir su talento y lo que saben de videojuegos.

    Siempre los anima a usar las redes de forma positiva.

    Daniella llegaba a clase con diez minutos de retraso.

    —Yo sigo diciendo que esto es muy raro —suspiró Delta.

    A Daniella la llaman la 4,9.

    Es la profesora más exigente del colegio.

    En sus clases, nadie habla.

    Pilla a todos los que copian en los exámenes.

    Y ha suspendido a muchos alumnos con un 4,9.

    Por una sola décima.

    Pegaso y Delta nunca la llaman la 4,9.

    Para un gamer, su nickname es algo superimportante.

    Es el nombre de guerra de tu avatar.

    Solo sirve si te lo pones tú mismo.

    Aunque a ellos no les guste ese mote, es cierto que Daniella es muy estricta.

    Delta, Pegaso y Rómulo nunca antes la habían visto llegar tarde.

    —A lo mejor está enferma —sugirió Pegaso.

    —Pero entonces mandarían a un sustituto —dijo Delta—. O a la directora.

    En ese instante…, Daniella apareció en la puerta del aula.

    —Ejem —carraspeó apoyándose en el marco de la puerta.

    Todos los niños se callaron de golpe.

    Rocío soltó la tiza y corrió a su pupitre.

    Iker y Javi escondieron las bolas de papel y se sentaron.

    Daniella no había llegado sola.

    Junto a ella, había una niña.

    Tenía el pelo rubio, muy claro, recogido con un lazo.

    Los ojos azules.

    Muchas pecas en las mejillas.

    De su cuello, colgaba un medallón de acero con una placa azul brillante.

    Era la primera vez que Delta, Pegaso y Rómulo la veían.

    —Os presento a vuestra nueva compañera —dijo Daniella—. Acaba de llegar a España.

    La niña rubia sonrió y asintió.

    —¿Te quieres presentar? —preguntó Daniella.

    La niña rubia asintió otra vez.

    Se ciñó con fuerza las correas de la mochila a los hombros.

    Subió a la tarima de un salto.

    Desde ahí arriba, dedicó una larga mirada a la clase.

    Un murmullo se extendió entre los alumnos.

    La nueva lo acalló mirando fijamente, uno a uno, a todo el mundo.

    Al grupito del fondo.

    A las chicas de la primera fila.

    A Pegaso.

    A Rómulo.

    Otra vez a Pegaso y después a Rómulo.

    —¡Nooy! Sois igualos —dijo la nueva.

    Los dos se pusieron rojos y desviaron la mirada.

    La niña rubia sonrió.

    Miró a Delta y dijo:

    —Soy Katerina Roksana Petrova. Encantada. Lav niin. Encantada.

    Algunos niños soltaron unas risitas por el acento de Katerina.

    —Bienvenida —dijo Delta.

    —Eso, bienvenida —repitió Pegaso.

    —Gracias —sonrió Katerina—. Vosotros sois Gamers Piratas, ¿no? En mío país os ve mucha gente.

    Delta y Pegaso se miraron.

    Iban a responder.

    Daniella se adelantó.

    —Lo son —intervino sonriente—. Pero ya tendréis tiempo de conoceros. Siéntate, Katerina, por favor.

    La niña bajó de la tarima.

    Daniella señaló un pupitre libre al lado de Delta.

    —Disculpad que hayamos llegado tarde, estábamos con la directora —dijo Daniella, cerrando la puerta—. ¿Qué os parece si intentamos recuperar el tiempo perdido? Venga, ¿alguien me sabe decir qué son las neuronas?

    Katerina, la nueva, levantó la mano.

    —Son células especiales de cerebro —explicó—. Forman redes con mucho información y mucho decisiones.

    —Bien, eso es —dijo Daniella paseándose entre los pupitres—. Forman redes neuronales para procesar la información. ¿Y cómo se comunican entre sí, Rómulo?

    Rómulo sacudió la cabeza, como si acabara de despertar.

    Llevaba todo el rato mirando a Katerina.

    Despistado.

    —¿Yo? —preguntó Rómulo.

    Daniella se detuvo junto a las ventanas.

    Se cruzó de brazos y miró a Rómulo con una ceja arqueada.

    Otros profesores habrían hecho una gracia: «no, el otro Rómulo» o «no, tu primo».

    Daniella no.

    Le dedicó su mirada más temible.

    La mirada de la 4,9.

    —Pues…, eh… —murmuró Rómulo—. ¿Con mucha educación?

    Algunos alumnos se rieron.

    Katerina, la chica nueva, levantó la mano.

    Daniella miró a Pegaso.

    —¿Le echas un cable a tu hermano?

    Pegaso tragó saliva.

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