10 Cuentos Infantiles: Children World, #1

Por Steisy Lizeth

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• Idioma: Español
• Editorial: Steisy Lizeth
• Fecha de lanzamiento: 22 ago 2022
• ISBN: 9798201515843

Vista previa del libro

MARTA LERELE Y LA COMPETICIÓN DE TORRIJA

Cuando llegamos a este pequeño pueblo, solo había unas pocas casas de piedra para ver. Estaba convencido de que serían las peores vacaciones de Semana Santa de mi vida.

Todos salieron del coche, emocionados de estar allí.

- Respiren chicos, es aire limpio. - Dijo mi padre orgulloso de estar ahí.

Mis padres y hermanos estaban emocionados. Íbamos a pasar 9 días en la montaña, escalando y caminando, caminando y caminando.

¿Era como si ellos y yo estuviéramos en mundos diferentes, sin que nadie se diera cuenta de lo enojado que estaba?

Cuando salí del coche, pasó lo que tenía que pasar en ese lugar.

(Chof, chof) Mi primer contacto con el suelo y pisé un enorme estiércol de vaca, o tal vez fue un recuerdo de un dinosaurio extinto, porque ese tamaño no era normal. Para colmo, mis hermanos, Pablo y Lucas, estaban frente a mis narices en el preciso momento de mi fatídico paso. Su risa podría haber provocado una avalancha, si no hubiera sido por la poca nieve que quedaba en este vasto valle.

- Genial, mis botas nuevas llenas de m. ¡Me alegra que te divierta tanto mi pifia! - les gritó a mis hermanos.

No es que no me gustara ir al campo, es que la feliz Luisa seguía alardeando de su viaje a París, en un hotel de cinco estrellas y con un recorrido por la Côte d 'Azure 7 días. Por supuesto, fueron en avión y regresaron en el mismo transporte. Bueno, no fue realmente lo que dijo, pero cómo lo dijo me hizo sentir como si mis vacaciones fueran una porqueria.

Iba en avión y yo me había tragado 4 horas de conducción sintiendo los pies de mi hermano pequeño y yo me estaba quedando en una casa adosada. Además, estaba harta de que mis hermanos guardaran sobres de azúcar cada vez que paramos a tomar una copa. Siempre me han avergonzado. Estaba claro que esto estaba muy lejos del glamour que Luisa iba a experimentar.

Entonces apareció una mujer enorme, debía tener alrededor de 80 años, pero se movía como una niña. Hablaba en voz alta, como si no la estuviéramos escuchando. Parecía que nos estaba regañando, cuando en realidad nos entregó las llaves de la casa.

Mis padres nos presentaron - esta señora es Olga, la conocemos desde hace muchos años - Ella, en un intento por ser amable, nos dio a cada uno un pellizco en la mejilla que casi nos hace llorar. ¡Oh Dios mío, qué fuerza! No sabría decir cuál era más fuerte, si su voz o sus manos enormes y ásperas.

Olga vino con mis padres para explicarles todo sobre la casa.

Con el ceño fruncido, mientras frotaba mis botas en el pasto para tratar de sacudirme los excrementos que me habían saludado, entré a la casa,

Dejé mi maleta en la entrada y busqué un lugar para sentarme y, al levantar la vista del suelo, descubrí, gratamente, que la casita del pueblo escondía un lugar hermoso, cálido y confortable.

En ese momento me llegó un olor que me era familiar, ¡era el olor de Semana Santa, de tostadas francesas! Entonces me di cuenta de que Olga le estaba dando a mi madre un gran plato de tostadas francesas.

Me encantan las torrijas, pero lo que más me gusta es cocinar torrijas. Decidí interferir en la conversación que habían tenido mi madre y Olga, para preguntar si estas tostadas francesas las había hecho ella.

- Sí, están ahí para darte la bienvenida.

- Bueno, hago unas deliciosas tostadas francesas... - dije con aire de grandeza.

- No tengo ninguna duda, mademoiselle. Casualmente, esta tarde hay una competición de torrija en la plaza.

- Bueno, no creo que tenga tiempo de registrarme para competir, aunque la verdad es que me encantaría.

- ¿Te gustaría venir conmigo? - Dijo Olga - La competencia es para equipos de dos personas, un adulto y un niño. Mi nieta, que tiene más o menos tu edad, iba a venir conmigo, pero tiene un resfriado fuerte y no podrá venir. Cocina muy bien y siempre me ayuda en esta competición. ¿Te atreves a competir conmigo?

Sus palabras resonaban en mi cabeza como un desafío, si yo ganaba este premio mi amiga Luisa tendría que dejar de alardear de su viaje porque yo habría ganado un premio de cocina.

Mi madre me miró. Ella me conoce bien. Ya estaba en modo competición y nada podía detenerme.

Ya me veía convirtiéndome en la heroína de estas fiestas, todo el mundo hablaba de mi gran triunfo en el concurso de tostadas francesas. Estuvimos un rato antes de prepararnos para ir al concurso de tostadas francesas. Todos se quedaron dormidos, pero no pude tomar una siesta. La tensión típica de una competición me mantuvo en marcha. De repente, algo me puso aún más nervioso. No había probado la tostada francesa de Olga, ¿y si su tostada francesa no estaba a mi nivel? Me levanté y fui a la cocina.

Abrí con cuidado la película que cubría el plato de torrijas y me serví una. El olor y la mirada era inmejorable. Desde el primer bocado sentí que estaba entrando en el cielo de torrija. ¿Cómo se habrá alcanzado? Eran tiernas, jugosas, dulces, ... eran perfectas y me hizo sentir aún mejor, mi pareja era una cocinera estupenda. Sus torrijas eran tan buenas como las de mi abuela, ¡la victoria estaba asegurada!

Finalmente, todos se pusieron de pie. Nos preparamos y fuimos a buscar a Olga que nos llevaría al lugar de la competencia.

Cuando se subió al auto y trató de saludarnos, todos fingimos estar mirando por las ventanillas, para no poner nuestras mejillas al alcance de sus enormes y fuertes manos.

Entramos al gimnasio donde se iba a realizar la competición. Fui con Olga y mi familia corrió por un buen asiento.

Finalmente llegamos a nuestra mesa de trabajo. Olga abrió una caja grande, donde tomó todos los ingredientes necesarios para preparar las torrijas.

- Marta, abre el azúcar y mézclalo con la canela. Mira, aquí tienes la receta que vamos a preparar.

Vamos, ¿era yo su idiota o íbamos a trabajar juntos? - Me dije. Aunque me sentí engañado, agarré el paquete de azúcar para hacer lo que ella me dijo que hiciera.

Pero mi mal humor me hizo perder la concentración, mis manos se volvieron torpes y terminé derramando todo el azúcar que había traído Olga. ¡Se acabó, fue el final!

Olga me miró, pero no pareció culparme, lo cual fue bastante extraño, ya que solo arruiné su tostada francesa.

En este punto, toda mi estrategia para convertirme en héroe se vino abajo. Me vino a la mente la imagen de Luisa en París, mis hermanos se reían de mí cuando llegué al pueblo, ¡todo se había ido al diablo por mi culpa!

... Mis hermanos ... mis hermanos ... se llevaron