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Guía metodológica de proyectos para el cumplimiento de los ODS, una visión desde el mundo en desarrollo
Guía metodológica de proyectos para el cumplimiento de los ODS, una visión desde el mundo en desarrollo
Guía metodológica de proyectos para el cumplimiento de los ODS, una visión desde el mundo en desarrollo
Libro electrónico253 páginas2 horas

Guía metodológica de proyectos para el cumplimiento de los ODS, una visión desde el mundo en desarrollo

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Actualmente, los recursos se ejecutan a través de proyectos que deben estar armonizados con los planes y programas a nivel territorial, que tienen ahora los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en la mira. Se espera que los proyectos de desarrollo permitan la participación de los distintos actores involucrados con el problema que se desea resolver y de las instituciones y organizaciones que apoyan la solución de ese tipo de problemas. Igualmente, los proyectos deben ser sostenibles social, económica y ambientalmente, y respetar los ecosistemas naturales. Deben promover el enfoque de género que incluye tanto a los hombres como a las mujeres y el enfoque de pobreza que permite a los más vulnerables obtener beneficios del desarrollo esperado.

Uno de los mayores desafíos para los entes financiadores es identificar aquellos proyectos que permitan hacer un seguimiento de las actividades y productos, así como de los recursos económicos invertidos y el tiempo de ejecución. Por otra parte, los usuarios finales de productos y resultados deben tener las herramientas para hacer la veeduría ciudadana en todo el ciclo de los proyectos de desarrollo. Asimismo, lo ideal es que el equipo gestor del proyecto facilite la participación de actores gubernamentales, comunitarios, académicos (si es posible) y privados, y de personas con distintas formaciones educativas, además de los actores involucrados en la situación.

Este libro propone un ciclo del proyecto de desarrollo participativo, en el que se promuevan todos los principios mencionados anteriormente. Es producto de la larga experiencia de los autores en la gestión de proyectos de investigación para el desarrollo ejecutados en el Instituto Cinara de la Universidad del Valle. El público esperado de este libro son las comunidades organizadas y los profesionales que apoyan la gestión de proyectos de desarrollo.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento5 jun 2024
ISBN9786287683709
Guía metodológica de proyectos para el cumplimiento de los ODS, una visión desde el mundo en desarrollo

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    Guía metodológica de proyectos para el cumplimiento de los ODS, una visión desde el mundo en desarrollo - Inés Restrepo Tarquino

    LA PLANEACIÓN DEL DESARROLLO

    Inés Restrepo-Tarquino, Erick Brand

    __________

    I. Restrepo-Tarquino

    Instituto Cinara, Universidad del Valle

    e-mail: ines.restrepo@correounivalle.edu.co

    E. Brand

    Región Consultoría SAS

    e-mail: erick.brand@hotmail.com

    EL DESARROLLO

    El desarrollo, como la satisfacción de las necesidades del individuo, es un proceso multidimensional que afecta a las instituciones sociales, económicas y políticas, buscando reducir la pobreza y la desigualdad. Las deficiencias de los gobiernos para resolver las necesidades, en términos de desarrollo humano, crecimiento económico, equidad social y conservación ecológica, han hecho necesario plantear estrategias para transformar las estructuras tradicionales y lograr mejores niveles de bienestar para la población. La visión de desarrollo, enfocada principalmente en el crecimiento económico, ha evolucionado hacia teorías que valoran otras dimensiones no meramente cuantitativas.

    A inicios del siglo XX teorías como la modernización, establecen que el desarrollo social y político de una sociedad está basada en los logros individuales y esta modernización se fortalece por procesos acumulativos de formación de capital, fuerza productiva y productividad del trabajo. Estas teorías en países subdesarrollados tuvieron consecuencias negativas como un incremento en los estándares de consumo con poca relación con los niveles locales de productividad y de ingreso, élites capaces de participar en los niveles de consumo moderno, masas excluidas, presiones migratorias y debilitamiento de funciones del Estado, entre otros males (Mogrovejo, 2010).

    Posteriormente, la idea de la división del trabajo, donde los países tienen intercambios desiguales basados en economías homogéneas y poco diversificadas, y las otras heterogéneas y especializadas, donde algunos países concentran los recursos tecnológicos, manufactura y riqueza, y otros mano de obra y materia prima barata, creó economías con una ubicación desventajosa en la estructura del sistema capitalista mundial, que tuvo como respuesta, basado en las teorías marxistas, el desarrollo de los mercados internos con el apoyo del Estado, la dependencia de procesos políticos para controlar la economía con estrategias como la asistencia del Estado, protección del mercado interior e industrialización, sustitución de importaciones, subsidios a la industria y empresas estatales, lo que creó desarrollos independientes del proceso global, gobiernos centralizados, concentración de los beneficios, y relaciones asimétricas entre centro y periferias, estandarización y homogeneización del consumo (Tello, 2006).

    En los años ochenta, con la intervención del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial para la financiación de proyectos y estrategias para el desarrollo y la estabilización económica, se obtuvieron diferentes resultados, con relativo éxito en el caso de países asiáticos y grandes fracasos en países latinoamericanos, basados en la tesis de la ventaja comparativa del comercio internacional, según la cual los países que tienen niveles de productividad más bajos se verán beneficiados en el intercambio comercial por los países que tienen más alta competitividad; las economías subdesarrolladas fueron conducidas a la crisis de la deuda externa por la aplicación de políticas económicas determinadas por las instituciones financiadoras internacionales, las cuales cuestionaban todo tipo de planificación y de intervención estatal en la gestión económica (Gutiérrez, 2007).

    En los años noventa surge la visión del desarrollo basado en el desarrollo humano, como la interacción de condicionantes económicas y sociales en contextos culturales particulares. Rasgos como la equidad de género, sustentabilidad y gobernabilidad hacen parte de los conceptos centrales del desarrollo humano que son la inclusión social y el acceso efectivo a servicios y bienes estrictamente relacionados con la supervivencia, como alimentación, salud, vivienda, educación y empleo. No solo los factores materiales, sino las oportunidades que tienen los individuos, es lo que puede explicar los niveles de pobreza y pone al individuo, sus necesidades, sus aspiraciones y sus capacidades, como prioridad de los esfuerzos para el desarrollo (Reyes, 2009). Ideas basadas en el desarrollo local también toman fuerza, dados los recursos e intereses de las poblaciones en un espacio físico concreto; el desarrollo endógeno se caracteriza por la utilización del potencial de desarrollo existente en el territorio por iniciativa y con el control de los actores locales, no desde el punto de vista del capital humano, sino del capital social. En países con conflictos internos como Colombia, la dificultad de las poblaciones para generar desarrollo basado en las potencialidades locales y mercados de menor escala (desarrollo endógeno) es difícil por la violencia en los territorios y la impunidad; además, la indiferencia estatal corta de raíz las iniciativas tradicionales y de innovación de los pobladores (Hidalgo, 2004).

    Como respuesta al modelo de industrialización tradicional que tiene efectos contaminantes en el agua, los suelos y la atmósfera, y sus impactos en la integridad de los ecosistemas y en la biodiversidad, y en respuesta al calentamiento global, la sobreexplotación y degradación de los recursos naturales y del ambiente en general, el desarrollo sustentable surge como una propuesta de integrar las dimensiones social, ecológica y económica, para satisfacer las necesidades de la presente generación, sin comprometer la satisfacción de las necesidades de las generaciones futuras (Gutiérrez, 2007). La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, suscrita por 193 Estados miembros y aprobada en septiembre de 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, propone una visión del desarrollo basado en la sostenibilidad económica, social y ambiental en el largo plazo, con 17 objetivos y 169 metas, que llaman al compromiso universal de igualdad y dignidad de los individuos y comunidades y el respeto del medio ambiente (Comisión Económica para América Latina y el Caribe [CEPAL], 2018).

    FINANCIACIÓN DEL DESARROLLO

    El desarrollo en nuestros países tuvo inicialmente un enfoque de ayuda por parte de los países donantes de recursos y las instituciones financiadoras. Se entregaban recursos para programas nacionales y regionales orientados a mejorar la calidad de vida de las poblaciones más vulnerables y usualmente los gobiernos eran encargados de la ejecución de esos grandes programas. La Unión Europea (UE) y sus Estados miembros son los principales donantes a escala mundial de ayuda para el desarrollo. Según datos del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD), de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en 2017 contribuyeron con 75 700 millones de euros, aportes importantes por parte de otras instituciones de la UE (14 600 millones de euros) y países como Estados Unidos (31 300 millones de euros), Canadá, Japón, Suiza y Noruega, entre otros, buscan que a través de sus proyectos en los países en desarrollo la población tenga una vida digna en condiciones de igualdad, educación, buena salud, protección social y el respeto de los derechos fundamentales en todos los países en cualquier etapa de desarrollo (UE, 2018).

    Sin embargo, los indicadores internacionales mostraban que las brechas por inequidad y exclusión eran cada vez mayores, la ayuda para el desarrollo no tenía el efecto esperado. Por una parte, la corrupción se llevaba buena parte de los recursos. Desafortunadamente, Colombia, en 2020, ocupó el primer lugar como país más corrupto del mundo en uno de los rankings internacionales sobre el tema (El Tiempo, 2020) (Tabla 2). La corrupción afecta negativamente las posibilidades de desarrollo, especialmente en las poblaciones más vulnerables. Hay un impacto negativo comprobado en el desarrollo económico y los estudios muestran que la corrupción es mayor en los territorios ricos en recursos naturales (Chan et al., 2019). En los países con instituciones democráticas débiles, la corrupción afecta la efectividad de los proyectos de desarrollo, la estabilidad y crecimiento económico, y los derechos humanos, construyendo una sociedad injusta, inequitativa, con sistemas de gobierno ineficientes y excluyentes (Tabla 3). En el ámbito institucional, según el Índice Global de Competitividad del Foro Económico Mundial, Colombia presenta los resultados más bajos y baja 8 puestos al pasar del 103 en 2010 al 111 en 2014 (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo [PNUD], 2016). Por otra parte, las tecnologías y su transferencia a la sociedad tenían problemas, como se observa en las Figuras 1 y 2. En la Figura 1 se aprecia la realidad de un proyecto de abastecimiento de agua en una zona rural, que instaló las tuberías del acueducto, pero el agua no tenía presión por lo que los usuarios debieron cortar los tubos y meter canecas para obtener agua, mientras que en la Figura 2 se observan los productos de un proyecto de abastecimiento de agua y saneamiento en la costa pacífica, que no pueden ser usados por los usuarios finales. Así, los recursos entregados a los gobiernos desaparecían sin dejar un impacto positivo en el bienestar de la población.

    Tabla 2. La corrupción en Colombia

    Fuente: Ronderos (2011), Contraloría General de la República et al. (2018), Ortiz (2012).

    Tabla 3. La corrupción en los proyectos de desarrollo en Latinoamérica.

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