Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Archie Robertson tiene la palabra: Cómo los escoceses dijeron 'no' a su independencia
Archie Robertson tiene la palabra: Cómo los escoceses dijeron 'no' a su independencia
Archie Robertson tiene la palabra: Cómo los escoceses dijeron 'no' a su independencia
Libro electrónico78 páginas1 hora

Archie Robertson tiene la palabra: Cómo los escoceses dijeron 'no' a su independencia

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

La última batalla de Archie Robertson es tranquila. En el pub de Edimburgo que hace décadas que frecuenta, este anciano menudo y pulcro, pintor de brocha gorda jubilado, que se pone corbata para ir a tomar su pinta y descubrió el mundo gracias al ejército británico, defiende con una sonrisa su voto en el referéndum de independencia de Escocia. Fue un 'no'. "Por mis sobrinos. A mí me da igual, solo aspiro a estar vivo para renovar una última vez mi pase de jubilado para el transporte público". Robertson apuesta por mantener el 'odio cordial' con las otras naciones británicas, el que le permitía bromear con sus camaradas durante la guerra entre turcos y griegos en Chipre, en los años 50, cuando Gran Bretaña se batía en retirada del Imperio y los pueblos se mataban para ocupar el vacío. Como Robertson, los electores escoceses tenían razones poderosas e íntimas para oponerse o defender la independencia en el referéndum del 18 de setiembre. Este libro es una instantánea de esos votantes, la narración de cómo se vivió la cita histórica a ras de tierra, en las calles de Glasgow o Edimburgo, a través de la mirada de los escoceses, pero también de los inmigrantes o de los catalanes que viajaron para la ocasión.
IdiomaEspañol
EditorialUOC
Fecha de lanzamiento30 mar 2016
ISBN9788490647592
Archie Robertson tiene la palabra: Cómo los escoceses dijeron 'no' a su independencia

Relacionado con Archie Robertson tiene la palabra

Libros electrónicos relacionados

Historia para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Archie Robertson tiene la palabra

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Archie Robertson tiene la palabra - Alfons Luna Morales

    cobertaArchie.jpg

    Archie Robertson tiene la palabra

    Cómo los escoceses dijeron ‘no’ a su independencia

    Alfons Luna

    logo_manual_gris.jpg

    Director de la colección: Jordi Juste

    Primera edición en lengua castellana: marzo 2015

    Primera edición digital: enero 2016

    © Alfons Luna, del texto

    Imagen de la cubierta: Istockphoto

    © Editorial UOC (Oberta UOC Publishing, SL), de esta edición, 2015 Rambla del Poblenou, 156 08018 Barcelona www.editorialuoc.com

    Realización editorial: Sònia Poch Masfarré

    Realización digital: Sònia Poch Masfarré

    ISBN: 978-84-9064-759-2

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño general y la cubierta, puede ser copiada, reproducida, almacenada o transmitida de ninguna forma, ni por ningún medio, sea éste eléctrico, químico, mecánico, óptico, grabación, fotocopia, o cualquier otro, sin la previa autorización escrita de los titulares del copyright.

    Introducción

    Pere Calders escribió que todo el mundo ha deseado volar alguna vez pero que si de repente se alzase unos metros pediría bajar a gritos. La independencia es un vuelo incierto que algunos están dispuestos a emprender y otros no. En Escocia fueron más los segundos. Las razones para quedarse eran tantas como las razones para irse, al menos en cantidad y variedad, pero a medida que avanzaba la campaña y los jugadores –los gobiernos de Londres y Edimburgo– ponían las cartas sobre la mesa, se veía más y más claro que la ruptura, en caso de darse, sería fea. Cuando el viento de la historia sopla fuerte, los padres de familia se aseguran de que la casa está bien cerrada y el héroe se queda a la intemperie.

    Todo el mundo tenía sus razones íntimas, personales y únicas, capaces de resistir a los grandes argumentos. Por ejemplo, al jubilado que tiene un buen recuerdo de sus años en el ejército se le puede decir que Escocia será tantos miles de millones más rica con la independencia porque podrá explotar sola el petróleo del mar del Norte, pero difícilmente eso vencerá a la realidad de sus 1.000 libras de pensión en mano y al recuerdo de sus buenos amigos soldados ingleses, galeses y norirlandeses con los que compartió la vida y la muerte. Lo mismo ocurre con un parado de uno de los muchos barrios de viviendas sociales pegados a Glasgow, donde hace treinta años –las cosas han mejorado últimamente– la esperanza de vida era inferior a la de Irak o Afganistán. Dile a ese tipo que si Escocia se independiza no podrá seguir usando la libra esterlina y le importará poco porque no tiene más que un puñado de esas monedas en el bolsillo. Dile que el Reino Unido no tendrá donde amarrar sus submarinos atómicos si pierde su base cerca de Glasgow, porque Inglaterra carece de puertos de aguas profundas, y que si deja de ser una potencia nuclear acabará perdiendo su puesto permanente en el Consejo de Seguridad y caerá en las garras de Putin, y se reirá en tus narices. Buena suerte al que pretenda evangelizar en este asunto.

    La mayoría de las razones personales eran buenas, precisamente por personales, mucho más respetables que la elección del color de las cortinas en una casa, pero irritaban más. La animadversión y la hostilidad dominaron el trato entre la gente a ambos lados de un tema tan divisivo, las sospechas se cernían sobre cualquiera que dijera lo que el otro no quería oír. Definitivamente, el tema se evitaba en comidas familiares. ¿Fiesta de la democracia en Escocia? Con matices.

    Parafraseando a J. K Rowling, Escocia es uno de los lugares más bonitos del mundo, la historia es fascinante, la gente tiene buen aspecto y el whisky es delicioso. Pero hay que evitar comer según qué cosas (como las barras de chocolate Mars fritas). Siguiendo con las virtudes, el gusto por charlar está muy desarrollado, y eso es una bendición para un periodista. Hay dos estaciones en Escocia, junio e invierno. Eso significa que hay once meses estupendos en Escocia para buscar refugio en un pub y hablar, de hacer bueno aquel dicho de «con lo bien que se está fuera de casa». Cuando llegué a Escocia una semana antes del referéndum, llevaba meses cubriendo la campaña desde mi corresponsalía en Londres para la Agencia France-Presse. Al mismo tiempo, en Cataluña aumentaba el independentismo pero se concentraba en la demanda de un referéndum. Mientras en España trataban, y tratan todavía, de aclararse sobre este punto, los escoceses hablaron de las ventajas e inconvenientes de la independencia, con cifras en la mano pero también apelando a la fe.

    Pase lo que pase en el futuro, los escoceses y el resto de británicos descubrieron una cosa en septiembre de 2014: la presencia de Escocia en el Reino Unido es voluntaria. Habrá que vivir y actuar con eso en mente.

    Silencio: habla Archie Robertson

    Robert Louis Stevenson pensó que la dualidad que apreciaba en su ciudad, Edimburgo, la hacía un escenario inmejorable para su gran obra sobre los dos rostros del alma, Dr. Jekyll y Mr. Hide. Decía Stevenson que Edimburgo era «mitad capital y mitad ciudad de provincias, mitad viva y mitad de mármol». A mí Edimburgo me pareció por encima de todo distinguida y hermosa, burguesa, ilustrada y dada al buen vivir.

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1